El 'peak car' o el fin del automóvil tal y como lo conocemos.
Me deshice de mis coches hace 10 años. Y me gustaban. Costó tomar la decisión. Es como dejar de fumar. Antes de hacerlo crees que es imposible vivir sin ello. Una vez lo logras, te sorprende que no lo hayas hecho antes. Resulta que las ventas de coches se desploman en todo el mundo.En 2019 se prevé que la demanda caiga un 3% en total. Sólo en Estados Unidos en lo que llevamos de año se han despedido a 38.000 empleados. Las exportaciones de vehículos desde Reino Unido han caído un 89% en los últimos dos meses. Parece claro que ya nada volverá a ser igual, que el inicio del declive del coche privado ya ha empezado de manera irremediable pues en el futuro inmediato prescindiremos de los vehículos particulares cada vez más. El desastre, conocido como ‘peak car’, el punto en el que la demanda de automóviles comience a disminuir, empezará con los diesel debido a las regulaciones que se están imponiendo, seguirá con los gasolina y afectará también a los eléctricos. No es un tema de con que motor se propulsan, es un tema de cultura y movilidad.
Los servicios como Uber, Cabify o Lyft continúan aumentando su flota de usuarios, con lo que tener coche propio cada vez se ve menos necesario. Resulta mucho más barato compartir un trayecto de forma puntual que afrontar el coste del vehículo y su mantenimiento. Bank of America ya prepara su afectación en este sector económico asumiendo que ‘la industria automovilística está al borde de una recesión, pues se esperaba que la caída de ventas mundial se vería amortiguada por el crecimiento en China, algo que no ha pasado’.
En Europa también van a caer las ventas. Un 4% se calcula, unos 15 millones de unidades menos. El renacimiento posterior a la crisis en la fabricación de automóviles ha sido breve. De acuerdo con la OCDE, en todo el mundo desarrollado, el crecimiento en millas totales de vehículos recorridos ha ido disminuyendo de manera constante desde principios de la década de 2000. En Estados Unidos, el segundo mercado automotriz más grande del mundo después de China, esa medida alcanzó su punto máximo en 2007 y ha disminuido desde entonces, a pesar del aumento de la población.
Hay varias explicaciones para esto: Primero, el costo creciente de los combustibles fósiles, los seguros y el estacionamiento en un momento de estancamiento del crecimiento salarial en muchos países avanzados. Hay cambios en las políticas que reflejan las preocupaciones sobre el cambio climático y la contaminación, junto con los intentos de ‘crecimiento inteligente’ para reducir la expansión urbana, los gravámenes en el uso de carbono y el énfasis en los múltiples modos de transporte que ya existen. Cada vez hay menos gente dispuesta a asumir o aceptar el coste de tener un vehículo en propiedad.
Otras razones son de tipo social y cultural. La revolución tecnológica ha hecho que algunos viajes por trabajo y placer se vuelvan obsoletos. La idea del automóvil como símbolo de estatus es un modo de pensar muy viejuno. Estas tendencias son especialmente evidentes entre los jóvenes, lo que evidencia que los fabricantes de automóviles no se dirigen a un mercado más amplio, sino todo lo contrario. Algo parecido a lo que sucede con otros sectores que no interesan a las generaciones más jóvenes.
La ‘Constante de Marchetti’ es una teoría que defiende que las personas solo tolerarán los viajes diarios de hasta una hora. A medida que el crecimiento de la población ha aumentado la congestión, las ciudades que alguna vez apoyaron los viajes rápidos en automóvil ahora soportan los atascos de tráfico. De hecho hay quien defiende que el uso máximo de automóviles sugiere que estamos presenciando el final de la construcción de ciudades pensadas por y para los automóviles.
China ya ha tenido el atasco de tráfico más largo del mundo, durante 12 días miles de coches estuvieron prácticamente parados a lo largo de 100 kms. Brasil, otra fuente importante de demanda de automóviles, ha vivido alguno similar. Es posible que estas naciones en países emergentes no estén inclinadas a realizar las inversiones en infraestructura necesarias para poner más autos en la carretera después de ver cómo la planificación centrada en el automóvil ha afectado a las naciones desarrolladas. Es decir, que ni en esos países pinta bien.
El término que usan las compañías automotrices para esto es ‘global gridlock’ (atasco global). Todas están planteando el futuro en una dirección contraria a la venta masiva de productos y se encaminan a diseñar modelos de venta de servicios. No es sencillo, algunos fabricantes no lo ven claro, pero no tienen otra. Cualquier industria precisa de tener más clientes a medio plazo y crecer constantemente. Siguen sin ver que el verbo del futuro es ‘optimizar’ y ello conlleva convertirse en ‘facilitadores de movilidad’.
El futuro pasa por diseñar ciudades con los fabricantes de vehículos, es evidente, pero esa colaboración ya no va a ser en base a los principios actuales. Hay que pensar que se están desarrollando autos que puedan comunicarse entre sí y con la infraestructura urbanística. Los coches en sí van a ser herramientas que trabaje ellas mismas en reducir la congestión y la eficiencia urbana. Parte del plan es, parcialmente, la automatización de automóviles. Algo que no veremos de manera general en diez o quince años como mínimo. Las barreras legales son demasiado altas por ahora, a pesar del potencial que tiene. La tecnología 5G y su despliegue, que también tendrá sus propios problemas, podría acelerarlo, pero no soy demasiado optimista en eso.
En definitiva, el fin de la era del automóvil es más que evidente. El ciclo del vehículo ha entrado en un declive que se acenturará aún más con el tiempo. Hay un efecto ‘tsunami’ en la caída de las ventas de vehículos originado en el suministro de vehículos usados, que provoca la bajada del precio de este tipo de vehículos y los hace más atractivos que los coches de nueva fabricación. El sector automovilístico se encuentra dominado por una narrativa negativa, al haberse detectado un notable descenso de la demanda de existencias.
Lo preocupante es que lo tenemos muy mal organizado. El declive del automóvil frenará el crecimiento económico. El ‘peak car’ está teniendo ya un fuerte impacto en las tasas de empleo. Honda comunicaba que cerraría su fábrica en Swindon, Inglaterra, lo que se saldaría con 3.500 despidos. En los últimos 6 meses, se han registrado cerca de 38.000 despidos en todo el mundo a manos de fabricantes de automóviles, según una información de Bloomberg. Ford anunciaba también 7.000 despidos, lo que equivale al 10% de su plantilla.
No es de extrañar que estas cifras tengan una influencia nefasta en el crecimiento económico. El declive del coche privado propio ha supuesto una reducción del 0,2% del producto interior bruto (PIB) a nivel global, según Fitch Ratings. Según el jefe de Ford ‘el declive no será total y en ningún caso supondrá la desaparición de los coches. Los automóviles no serán los próximos caballos o carruajes. En su lugar, la industria automovilística tras el pico del automóvil se perfila como la próxima industria de la televisión: con una decadencia larga y lenta que tardará años en ser comprendida del todo’.