Marc Vidal Marc Vidal

Ciudad del conocimiento

tythherhsPasa lo que pasa y pasa por que debe pasar. Mientras en España y en muchos otros países europeos que se debaten entre la miseria subsidiada, el recorte obsceno y la reconquista del sofá social, en otros se ha puesto la directa. Mientras que en España un buen grupo de lesionados morales se llenan la boca de programas emprendedores de juguete que dan vergüenza ajena en otros países las apuestas son decididas. Atrapar la historia es una cosa, que la historia te atrape es otra. Mientras observamos como envejecen aeropuertos inservibles, hospitales sin presupuesto para funcionar, recortes en i+D y epopeyas que nadie se cree, en otros lugares que hasta hace un minuto considerábamos tercer mundo, han decidido forjar su propio destino. Menos estrategia y más hacer, menos ayuditas y más impulso, menos créditos blandos y más implicación, menos becarios y más empresa que nacen de la universidad, menos discurso alérgico emprendedor y más creación de un ecosistema real para la innovación empresarial, menos programitas de televisión que empaquetarán con celofán a los emprendedores y más atender los desastres personales, patrimoniales y estructurales de muchos que no lo lograron y, finalmente, menos fiesta de la emprendeduría del power point y la “ronda” y más quitar trabas fiscales, tributarias y de gestión administrativa a los que se la juegan. Menos letra y más número.
Hace unos días recibí una invitación de un proyecto muy interesante y que encaja muy bien con mi manera de entender los tiempos que nos toca vivir. Se trata de aportar conocimiento al proyecto Yachai en Ecuador. Se tratará de una “ciudad inteligente” que espera convertirse en un centro integral de inteligencia y tecnología. De hecho no es la primera vez que a nivel personal asesoro en temas de este tipo. Hace unos años participé en el diseño, me tocó plantear modelos de emprendedores digitales y aportar lo que a mi modo de ver eran las claves en un ecosistema de este tipo, de la “ciudad modelo“ de Honduras. La experiencia en Centroamérica se complementó en la Knowledge City de Panamá y en los modelos iniciales que diseñaron el moderno ecosistema de trabajo académico y tecnológico en la ciudad chilena de Talca. Es decir, que nos va impulsar este tipo de retos que nos nutren enormemente y que permiten vivir la emprendeduría con mayor perspectiva incluso.

Ecuador tiene muchas oportunidades y su apuesta por la tecnología y los proyectos emprendedores digitales son intensivos. Es un buen lugar que deberá no obstante facilitar temas financieros, fiscales y administrativos si se persigue la línea de proyectarse al mundo.

Os dejo con el video que promociona Yachai lo que a buen seguro puede ser un elemento a verificar en el futuro en cuanto al grado de cumplimiento. También un texto asociado abajo que analiza los tiempos futuros en cuanto a este tipo de proyectos y que aporto al debate que me parece interesantísimos. Es una traducción del artículo de Eric Mack titulado “Plotting the next Silicon Valley, you’ll never guess where” publicado en CNET hace unos días.

Imagínese en el año 2023: las cosas cambiaron en el mundo de la tecnología, y no sólo estoy hablando del reemplazo de los vehículos manuales por el auto con piloto automático. Las compañías asiáticas, estadounidenses y europeas todavía producen muchas de las innovaciones más importantes en el mundo en todas las áreas, desde eficiencia energética y biotecnología hasta informática y electrónica de consumo, y la mayoría de esos productos todavía se fabrican en China.

Pero también entró al escenario un nuevo actor que nadie habría podido vislumbrar en el mundo de la tecnología hace apenas una década. Es en este particular contexto futurista que una pequeña cantidad de innovaciones, que va rápido en aumento, se da a luz, se cría, se produce y se envía al mercado, desde un diminuto aunque vivaz país arrinconado entre el Pacífico y la Amazonía: el Ecuador.

Científicos e investigadores se reúnen en esta nueva competencia latinoamericana para Silicon Valley con vistas a desarrollar nuevos medicamentos, a pocos pasos de una selva amazónica notablemente biodiversa, que también provee de abundante material para el desarrollo de tecnologías vanguardistas de celdas solares y de tecnologías petroquímicas. Los diseñadores de software y de hardware tomarán ventaja de un vivero de empresas, que, combinado con el parque industrial adyacente, les permitirá ver sus nuevas promesas tomando forma sin la necesidad de hacer el largo viaje hacia una fábrica asiática y volver.

De esto se trata el sueño un tanto atrevido que ya se construye aquí, en esta nación de 15 millones de habitantes, que se desarrolla rápidamente. Desde que asumió el poder en el 2007, el gobierno socialista de Ecuador, dirigido por el economista Rafael Correa —estudió en Estados Unidos y en Europa—, ha estado invirtiendo compulsivamente: modernización de las carreteras, inversión en las escuelas, pero también aumento del acceso a internet, entre otros proyectos. Y todo esto a una velocidad cegadora.

Pero tal vez la iniciativa más ambiciosa sea la recién nacida Yachay, en el norte de la sierra ecuatoriana. La“Ciudad del Conocimiento” que se planea construir resume las esperanzas de la administración de Correa de competir y colaborar algún día con Silicon Valley, Corea del Sur, Japón, y todos los demás grandes centros de innovación alrededor del mundo.

Yo nunca había escuchado de Yachay hasta que vine a Ecuador el año pasado. Buscando en Google encontré este Yachay mientras estaba sentado en un departamento en la tercera ciudad más poblada del Ecuador y buscaba los precios alucinantes de los aparatos electrónicos de consumo en Ecuador y el resto de Latinoamérica (¿Quiere el último iPod Nano? Le costará $350 – poco más que el salario promedio que ganan aquí). Había pequeños informes sobre el proyecto en inglés, y los videos de presentación y la propaganda oficial de la página web del Gobierno parecían, a primera vista, unos castillos en el aire comparables con lo que planean, del día a la mañana, esos proyectos omnipresentes: explotar minería en los asteroides.

Entonces reservé un vuelo a Quito para enterarme de esto directamente con el hombre de la situación, René Ramírez, Secretario Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación.

En Ramírez, al menos desde mi punto de vista de extranjero, se personifican numerosas características de ese nuevo y moderno Ecuador. El Ecuador de hoy ha estado emergiendo rápidamente a raíz de que el Gobierno de Correa inició una campaña implacable para modernizar y estabilizar el país, que durante años fue considerado a nivel internacional como poco menos que un caso perdido en el plano económico.

Ramírez luce una cola de caballo y unos lentes brillantes rojos al más puro estilo de Bono, de U2. Entiende y habla inglés, pero contesta mis preguntas en su español nativo para poder usar un lenguaje más preciso. Mientras un intérprete me repite sus respuestas detallistas, Ramírez hunde su mirada en su iPad, probablemente para ver su cuenta Twitter, que cuenta con cerca de 20 000 seguidores. No es muy difícil imaginarse a este individuo dirigiendo una charla TED. El único problema sería que 18 minutos serían insuficientes para él para contar todo lo que quiere decir sobre Yachay.

“¿De qué se tratará?” lanza Ramírez, rodeado de su equipo en una sala de conferencia de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, en la capital ecuatoriana. “Es una ciudad completa y extensa, la primera ciudad del conocimiento que se concibe no sólo aquí, en Ecuador, sino en toda Latinoamérica…”

“Esta ciudad girará [en torno a] la universidad, pero también será una zona de desarrollo económico especial. Dentro de la ciudad estará la universidad experimental… y también estarán otras instituciones públicas de investigación —y todos los centros de investigación y de desarrollo, sean nacionales o internacionales—, así como parques tecnológicos del conocimiento. También habrá viveros de empresas y pre-viveros gracias a las innovaciones que producirán estos centros de investigación”.

Y, por supuesto, Ramírez añade que la ciudad estará dotada de todo lo propio de una ciudad: escuelas primarias, alojamientos al estilo Nuevo Urbanismo, restaurantes, y discotecas. El Yachay que se imagina no sólo es el destino de los grandes pensadores, creadores, conseguidores y agitadores, sino también de los turistas.Imagínese un encuentro entre la ciudad de Palo Alto, California (en Silicon Valley), y Dubái: sería la evidente etapa adicional al típico recorrido turístico de Ecuador, a más de las islas Galápagos, la selva amazónica y la sierra andina. Vea el video promocional oficial sobre Yachay del Gobierno ecuatoriano (la descripción real del proyecto empieza en el minuto 2:55):

El pedazo de tierra adquirido por Ecuador para el proyecto mide poco más de 4.200 hectáreas, el equivalente de la superficie de Atlantic City —más apropiado sería comparar con la ciudad de Palo Alto: sería la misma superficie si se eliminaran la totalidad de los espacios abiertos—. Por supuesto, si Yachay se convierte en un éxito, hay espacio de sobra en la región andina de los alrededores para que pueda crecer más.

Yachay no nace de la nada tampoco. En su lugar, se elevan varias docenas de edificios, casi todos abandonados —algunos, viejos de hasta 200 años, son considerados por el Gobierno como “patrimoniales“— y en distintas etapas de deterioro que ahora están siendo preservados, rehabilitados e integrados a la sección universitaria del desarrollo.

“No hay un lugar en Sudamérica que atraiga realmente a una gran cantidad de estudiantes y científicos… Hay buenas escuelas, pero ninguna que esté realmente en la cima” me indicó por teléfono José Andrade, profesor asociado de la división de ingeniería y ciencias aplicadas del California Institute of Technology. Andrade es originario de Ecuador y jugó un papel clave en el creciente compromiso de Caltech con el desarrollo de Yachay.

Andrade me dijo que Caltech está aportando su ayuda en el diseño de un plan de implementación para la Universidad de Yachay y en la estrategia general que ayudará a que las innovaciones desarrolladas en el seno de la “Ciudad del Conocimiento” puedan crecer, desde el concepto de investigación hasta los productos acabados, los cuales podrían fabricarse en el vecino parque industrial.

Si todo funciona como está previsto, numerosos productos, desde celdas solares hasta software e incluso productos farmacéuticos podrían llevar la mención “Hecho en Ecuador”.

Podría tomar décadas antes de que el Yachay completo, como se lo proyecta —una urbe vibrante y moderna organizada en torno a una universidad de investigación de primer orden, poblada de viveros de empresas, centros de investigación y desarrollo, y fábricas que puedan competir con las de China o de Brasil— pueda realizarse. Pero el Gobierno ecuatoriano no está perdiendo tiempo.

El Gobierno de Correa aspira a imitar los milagros económicos de países asiáticos como Japón o Corea del Sur, que aprovecharon la oportunidad de exportar productos de alta tecnología y otros bienes manufacturados al mundo entero para transformar a alta velocidad sus tierras, antes devastadas por las guerras y la pobreza, en potencias mundiales. De hecho, el Gobierno ecuatoriano ha suscrito un convenio con la Zona Económica Libre de Incheon para aplicar a Yachay el modelo de esta ciudad prometedora Surcoreana.

“Por primera vez, existe un grupo de personas que piensan sobre tecnología y conocimiento y sobre tener una universidad de excelencia… es inaudito en este país” añadió Andrade. “Personalmente, estoy enamorado de este proyecto. Es una de las cosas más grandes que jamás he visto en este país.”

Hoy por hoy, ya se sabe dónde se va a construir la Ciudad del Conocimiento; los principales socios ya están listos; y ya se ha empezado a cavar la tierra donde se levantará la nueva Universidad, que será el centro neurálgico de Yachay, especialmente en las primeras etapas de su desarrollo. El Gerente del Proyecto de Yachay me ha contado con absoluta naturalidad que espera que las primeras clases arranquen a finales de este año.

Por supuesto, dictar unas pocas clases en una Universidad en plena construcción es una cosa. Convencer al mundo entero que este diminuto país —más conocido en el mundo de la tecnología por dar refugio al editor de Wikileaks, Julian Assange, en su embajada de Londres— es el próximo gran centro de innovación, ya es otra cosa, y muy distinta.

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