El emprendedor que calló a la socióloga
Ayer me mostraba el director de IDODI Portugal el video que acompaña este post. No precisa mucha explicación el asunto. Basta con ver el minuto escaso que dura para darte cuenta de que el problema de nuestra sociedad es de sintonía con la realidad. El diálogo que muestra el vídeo es como una metáfora cínica y desgraciada que enfrenta el discurso oficial, la lejanía de la “casta” contra el esfuerzo, el riesgo y la valentía de un joven.
Se trata de un fragmento del programa en ‘prime time’ de la RTP1 llamado “Pros y Contras” en el que un joven de Cascais de apenas 16 años llamado Martim Neves explica que tiene una pequeña empresa de venta de ropa “fashion” llamada “Over It”. El alegato del joven ‘dreamer’ es un intento de animar a todos a tomar las riendas de sus propias vidas, de hacer por uno mismo lo que no hace nadie por nosotros y que en esa sintonía, seguramente, el futuro se terciará mejor.
Reconozco que es naif, si, pero hermoso y estimulante, con más razón y sustancia que la mitad de los discursos que a diario digerimos sobre concursos, ayudas y meriendas emprendedoras. Ahora bien, lo tremendo es lo que le dice la “excelentísima tertuliana a sueldo” e investigadora del Instituto de Historia Contemporánea de la Nueva Universidad de Lisboa, una tal Raquel Varela. La señora acusa al sector donde el chaval busca ganarse la vida y donde da trabajo a un grupo de personas, de explotar a los trabajadores, pues los “estudios” de la ONU dicen que ese es un modelo de negocio que apenas da un sueldo suficiente para vivir. La respuesta del chico le sale del alma.
Cada vez que me he ido a pique alguien me recordó que “ya te lo dije”, o el famoso “que como se te ocurre meterte en eso de Internet”, e incluso el “con lo bien que tú estabas trabajando para esa empresa tan grande”. Cada vez que he tenido que recoger cada uno de mis sueños del suelo, uno a uno, desperdigados y desordenados, manchados de lágrimas, sudor y deudas, al apretarlos de nuevo fuertemente con las puños cerrados, siempre he pensado que valió la pena. Siempre pensé “que en cuanto tenga un momento, la lío otra vez”.
Innovación y terror al fracaso
En España se convive con más de un 27% de paro, medio millón de personas huyendo de la quema, talento escapando por cualquier rendija y mucha simulación de ayuda a la innovación. Decenas de miles de políticos en cortocircuito, centenares de miles de asesores en tensión por mantener el sillón, dependientes y derivados haciendo tiempo por si la tormenta amaina y millones de drogodependientes del Estado y su teta tóxica haciendo lo posible para que el pueblo no se levante. España es un país en el que cuando se te ocurre algo lo primero que escuchas es “eso no se puede hacer así”, “eso no es posible” o el terrible “siempre se hace de otro modo”. Habría que investigar que relación tiene todo eso: la voluntad de mantener un modelo nocivo y deprimente a partir de la recesión y la permanente parálisis con el susto constante a quien se le ocurre la osadía de querer montar algo distinto e innovador. Que mal visto está el fracaso.
Estoy convencido que “la casta” tiene mucho que ver en como vemos el día a día, en como se construyen muros en la mente de muchos. Que un tercio de la población no tenga trabajo no es grave, lo duro es que estén parados. Si me quedase sin trabajo jamás sería un “parado”, sencillamente sería alguien sin empleo. Ya lo fui en alguna ocasión y sentirme lo segundo hizo que yo mismo inventara mi “puesto de trabajo“. Esas ganas de hacer e inventar que poseen los emprendedores de verdad se basa en la necesidad de innovar. ¿Quien necesita más que nadie ser innovador? Un emprendedor que debe enfrentarse a lo que ya está en el mercado. No tiene otra opción. ¿Quien es mas jodidamente persistente y tocapelotas que un emprendedor que tiene una idea, ganas y toda la energía para tirarse al vacío? ¿A quien le molesta más que a nadie ese tipo? A un tecnócrata apoltronado en su sillón de alcántara al que todo le iba muy bien hasta hace poco y que no necesita de nadie que lo juzguen en sus “tareas”. El establishment se esfuerza en aplatanar, cloroformizar y detener el espíritu emprendedor. Lo creo firmemente a pesar de tanto programa de apoyo y estímulo de juguete que nos presentan todos los días.
Un emprendedor es alguien que se pregunta todo y se muestra crítico con aquello que le molesta, estorba o despista pues se juega el patrimonio, la vida y el futuro. Es muy distinto ver lo que va mal cuando te afecta de verdad a cuando le afecta a otros. Eso es lo que se procura detener. Ese valor. Al hacer eso se elimina la innovación de todo un país. La mejor manera es con el terror, el miedo y la sentencia pública de que si te equivocas no saldrás del hoyo. La gestión del fracaso en España y en Europa en general es contraria al estímulo empresarial. No se valora como factor de aprendizaje sino todo lo contrario, no se entiende que tras un error hay un aprendizaje. Nuestra sociedad está acomplejada, mínima, incapaz de enfrentarse a ese miedo a fracasar, la cantidad de gente que emprende es menor que en otros países. Cuanto menos intentos menos éxitos, cuanto menos éxitos menos competitividad. Es una regla de tres que asusta de lo simple que es y que conduce a la parálisis.
https://twitter.com/marcvidal/status/320855980533493762
Evitar esa parálisis no es tanto por eliminar los factores que estancan una sociedad sino por que en el emprendedor está el tronco de cambio de modelo económico más poderoso. Un emprendedor debe aportar algo que sus competidores, mucho más experimentados, con mayor cuota de mercado y metodología adquirida, tienen y ofrecer respuestas nuevas a problemas de siempre. Considero que si somos capaces de gestionar esa ecuación, todo no está perdido independientemente del resto de factores. Una sociedad emprendedora es una sociedad innovadora y capaz de reponerse a una atonía económica de la que si no es con creatividad y una actitud diferenciada, perpétua.
La innovación es un concepto con el que se llena la boca de muchos pero en España, “sólo el 1% del valor añadido bruto es generado por empresas de alta tecnología y, escasamente, el 4% por las de media-alta tecnología, cuando en los principales países avanzados estos porcentajes son tres veces superiores.En estos momentos, en los que el acceso a la financiación es muy difícil y la demanda interna muy débil, las empresas españolas tienen que mirar al exterior para poder sobrevivir, accediendo a mercados en los que la única manera de competir es ofreciendo productos y servicios que aporten un valor añadido diferenciador. Y esto se consigue principalmente a través de la innovación, entendida como cualquier cambio que, basado en el conocimiento, genera valor”.
En Ticbeat se ha destacado la encuesta oficial publicadas por el INE a finales de 2012 sobre innovación donde las actividades españolas dedicadas a generar conocimiento (I+D), y a aplicarlo para obtener nuevos bienes y servicios (innovación), han disminuido sensiblemente, tras muchos años ininterrumpidos de fuerte crecimiento. Todos sus indicadores, incluso aquellos que parecían más resistentes y que, afortunadamente, eran los que tenían consecuencias económicas más directas, tienen ahora valores menores que antes de esta recesión.
El gasto empresarial corriente en I+D ha disminuido, por primera vez, y lo ha hecho en un 2,37%. Hasta ahora esta magnitud había resistido la crisis, lo que aseguraba que las empresas seguían manteniendo su actividad innovadora, aunque se vieran obligadas a reducir de forma importante la inversión, que antes hacían para mejorar su capacidad investigadora. Muchas de estas empresas podían seguir siendo competitivas y por esto eran exportadoras, pero la pérdida de esta condición puede poner en peligro su supervivencia.
El número de empresas con actividades de I+D también descendió nuevamente, pero esta vez de una manera diferente y más grave. En los años anteriores, la disminución se producía en el segmento de tamaño que va desde los 10 a los 49 empleados. La disminución anual era realmente importante pero podía explicarse reconociendo que en este tamaño las empresas están poco consolidadas y, por lo tanto, son más vulnerables. En el año 2011, la disminución total de las empresas con I+D ha sido del 2,64%, menor que en años anteriores pero, por primera vez, las que más han disminuido han sido las del segmento de empleo que va desde los 50 a los 249 trabajadores, que son empresas mucho más consolidadas y, por tanto, más vitales para nuestra economía.
El porcentaje de empresas innovadoras, tanto si tienen actividades de I+D como si carecen de ellas, pero que renuevan su oferta o su forma de desarrollar su negocio también ha disminuido, de forma que sólo el 31% se reconocen en 2011 como tales. Y los gastos en innovación tecnológica, que incluye también los de I+D, se han visto reducidos en casi un 9%. Como referencia para evaluar estos datos, puede utilizarse el casi 65% de las empresas alemanas o el 47% de las de Finlandia que manifiestan ser innovadoras.
Como es lógico, los indicadores generales de nuestro sistema de innovación han seguido incrementando el ritmo de deterioro iniciado con la crisis. El dato más reseñable es que el gasto en I+D, como porcentaje del PIB, se ha reducido por primera vez en muchos años para situarse en 2011 en el 1,33% frente al 1,39% registrado en 2010. Lo mismo ha ocurrido con el número de investigadores en empresas y en el sector público.
Estos datos demuestran que se está deteriorando el sistema español de innovación que, aunque todavía era pequeño como para convertirse en el motor de nuestra competitividad, ha alcanzado ya un cierto grado de madurez y dinamismo y debería ser la base para cambiar nuestro modelo productivo.
Un deterioro que se produce básicamente justificado por la actual crisis global, cuando los principales países de nuestro entorno están apostando fuertemente, no sólo por mantener, sino por aumentar su capacidad de innovación. Es el caso de Alemania o Francia, que entre 2008 y 2010 aumentaron sus gastos en I+D en más de un 5%.
Le damos credibilidad a un catedrático que llega a ministro o a conseller por alguna extraña razón que desconocemos. Suele gobernarnos gente que jamás pagó una nómina, que no sabe que es lo que sufre una empresa pequeña o mediana, que no conoce que supone un incremento indiscriminado de impuestos o de llamarle “una quita” a un robo legalizado. Un grupo de inútiles que se reúnen para pensar como nos cobran su ineficiencia sin que parezca improvisado y que nunca podrán saborear el amargo sabor del cierre de un negocio. Creemos que saben lo que hacen y que “no es posible la quiebra del Estado pues ello sabrán como evitarlo”. Las pruebas de que eso no es así son infinitas y recientes. Como decía… “nosotros a lo nuestro”.
Entre emprendedores y funcionarios
En la mañana de ayer participé en la grabación de un programa de televisión que analizará el valor, peso y futuro del sector público en España y el papel de los funcionarios en particular. Desconozco que día se emitirá y soy consciente que mi intervención se centrará en las frases y afirmaciones más “televisivas“ de todo lo que dije, pero, no obstante, supongo que se reflejará mi opinión acerca de que nuestro cuerpo funcionarial está sobredimensionado y no responde a los estándares de calidad y eficiencia que se requiere.
Generalizar con respecto al volumen y papel de los funcionarios sería un error, pues el tópico gris sobre el “vuelva usted mañana” para nada responde a la actual administración, que en gran medida está ya muy enfocada al entorno electrónico. Funcionarios son bomberos, médicos o policías, también. Ese tipo de trabajador público, en gran medida vocacional, se enfrenta al nuevo patrón que me parece identificar actualmente en un importante número de los mismos.
Hoy en día, ser funcionario es el objetivo laboral de toda una generación, y de hecho ese puede ser el último circuito para permanecer dentro de la clase media. Tras un enorme esfuerzo y superar unas oposiciones muy complejas en la mayoría de los casos, la vocación es un valor secundario cada vez más y el hecho de asegurarse una hipotética vida tranquila patrimonialmente hablando, la prioridad número uno. Sin embargo, considero que hay un riesgo latente. Es improbable que se pueda mantener el pago de dicha factura y más a medida que el paro aumenta y los ingresos públicos se reducen también. Este es un país donde los ingresos por cotizaciones sociales están bajando debido al descenso de recaudación de los impuestos ligados a la actividad o a la renta, pero durante años, mientras crecía el número de parados, la administración aumentaba las plazas públicas en centenares de miles. Sirvió para maquillar cifras, pero ahora supone un montante difícil de asumir como está quedando evidenciado. Reducir el sueldo de los funcionarios es un error. Seguramente habría que procurar establecer modelos de eficiencia.
Ayer supimos que el número de desempleados aumentó de nuevo, que las contrataciones en el sector privado volvieron a caer y que nada parece indicar que la creación de empleo sea algo inminente. En ese escenario parece poco lógico que el cuerpo funcionarial creciera tanto en los últimos años que sobrepasan con creces la cifra de tres millones, lo que supone una factura salarial superior al 15% del PIB. ¿Es factible una nómina pública de este tamaño? La respuesta es no y el fin de la seguridad aparente del funcionariado también podría estar en camino. La opción que contrapuse ayer en el programa fue la de emprender.
Ahora bien, contraponer lo que significa emprender con lo que también supone entrar en el sistema funcionarial más garantista de Europa, no es sencillo.Emprender es lo contrario a la seguridad pública. Un emprendedor siempre está en crisis y el fracaso es un elemento consustancial con la propia actividad emprendedora. No entraré en la crítica al funcionario como género, hay todo tipo de individuos, pero nadie puede negar la diferencia evidente entre jugarse cada día todo y el no hacerlo.
Si hay algo que está mal visto en este país no es ser funcionario, ni tan siquiera el ejercicio empresarial, lo que no se soporta es el fracaso en si mismo. En una sociedad de valores en crisis como la nuestra, el miedo al fracaso tiene su sentido, puesto que el nivel de tolerancia hacia este hecho es cero. No hay transigencia ninguna. Se fabrican ciudadanos narcotizados cuyo miedo al fracaso es supino. Por ejemplo, a los jóvenes, les ayudamos a conseguirlo todo y a evitar que se enfrenten al fracaso. Muchos de esos chicos y chicas que analizan su futuro inmediato lo hacen pensando que “ser funcionario es lo más seguro y tranquilo”.
Vivimos en la sociedad de “no lo intentes sino vas a lograrlo”. Para los bancos y profesionales afines, para el cuerpo social en general, los intentos no valen, el aprendizaje que se logra en el salto y el posible intento fallido no es válido, lo que cuenta es conseguir el objetivo. Y no debería de ser así, sin tentativas no se aprende. No puedes saber si las cosas van a ir bien o mal antes de intentarlo. Me preocupa que una sociedad que considera mayoritariamente que lo mejor es ser funcionario deba afrontar los tiempos estrechos y difíciles que nos está tocando vivir.
Es mi opinión pero estoy convencido de que el espíritu crítico y analítico por necesidad de los emprendedores es mucho más estimulante para un cambio de modelo económico que el planteamiento seguro y tranquilo de un funcionario de carrera.
Os dejo con un cortometraje divertido que satiriza la relación entre autónomos emprendedores y funcionarios públicos. Cualquier parecido con la realidad es casual.
Este artículo ha sido publicado hoy en Cotizalia
Demolición municipal descontrolada
Hace algún tiempo hablé de la quiebra municipal que se avecina. Ahora ya lo denuncian algunos medios europeos. El análisis de la curva de gestión de los entes locales de este país es espantosa. Ayer, el Daily Telegrpaph no hizo más que exponer el escenario de manera clara vinculando la situación a sus repercusiones sociales. Hay una crisis derivada y está ubicada en lo más cercano. Los ayuntamientos, acostumbrados a financiar los gastos corrientes con unos ingresos extraordinarios provenientes de la bonanza inmobiliaria, ahora sufren al ver como eso es imposible. Se cerró el grifo privado, pero también el público. La conclusión es que miles de consistorios estarán en quiebra en pocos meses. La nómina de los funcionarios que trabajan en éstos páramos de seguridad laboral ya no sólo están bajo la amenaza del descuento por decreto, sino que está directamente amenazada de ser viable el próximo mes.
Me gustaría dejaros aquí lo que los británicos desayunaron ayer sobre nuestra economía local, justo cuando Zapatero jugaba su papel de optimista patológico y Rajoy cero a la izquierda.
The Daily Telegraph (Reino Unido). Crónica firmada por Ambrose Evans Pritchard: “España ‘confía en la financiación a corto plazo’ cuando los ayuntamientos están en bancarrota”
“Un tercio de los ayuntamientos españoles están en una situación desesperada y es posible que suspendan pagos a finales de años. La gran mayoría de ayuntamientos andaluces ya atraviesan por una profunda crisis. Más de 400 de los 8.000 de todo el país han dejado de abonar las facturas de electricidad, agua y teléfono, según el diario español ‘El Economista’”.“La deuda de los ayuntamientos supone el 3% del PIB, por eso el riesgo de impagos es modesto. La mayor preocupación es de índole política a medida que acucia en España la depresión. La última encuesta de consenso Económico, pronostica que el PIB se contraerá un 0,8% este año, con un crecimiento cero el año que viene. El paro ya alcanza el 19,9%. La lección aprendida de los años 30 es que una vez que la recesión dura Más allá de dos años, comienza a engendrarse una importante tensión social. Los analistas se muestran divididos en cuanto a las perspectivas del país: Goldman Sachs y Morgan Stanley dicen que la economía está comenzando a repuntar. La semana pasada, la subasta de bonos del estado por valor de 6.000 millones de euros atrajo a muchos inversores asiáticos. No obstante, RBS advierte en un nuevo informe que el país ha caído en un ‘equilibrio inestable’, confiando en la financiación a corto plazo del BCE”.“RBS declaró que los bancos españoles necesitan obtener 50.000 millones de euros en efectivo para sobrellevar la crisis, si el stress test aplicado es ‘suave’ y de 90.000 si se realiza de manera severa”
Vocación de subsidiado
En el concurso de muchos jóvenes por el afamado empleo público influyen factores de tipo estructural. Suele verse como una quimera de estabilidad, flexibilidad y de un nivel de dedicación alejado de los modelos representados por los emprendedores. Digan lo que digan, un país competitivo no se configura así. He vivido en diversos países y he podido identificar la diferencia entre los modelos de sociedades drogodependientes de lo público y las que no. Me quedo con las segundas pues cuando vienen mal dadas hay tejido capaz de afrontar los retos difíciles que se presenten.
El desempleo español alcanza oficialmente casi el 20%, en términos reales ya roza el 23. En zonas como Andalucía o Extremadura el paro roza el 30%. En este momento tan complejo la administración pública no debería ser el refugio de la nueva ocupación. No a este nivel. Y no puede ser porque mientras miles de empresas cierran todos los días y la falta de crédito ahoga a otras tantas, el Estado se presenta como único empleador falseando al propio sistema y engordando la vocación de millones de personas por alcanzar El Dorado público. Es lícito y lo respeto. Querer labrarse el futuro como funcionario o empleado público es una buena decisión personal, pero pongo en duda que sea una buena estrategia en lo social en los tiempos que corren.
Mientras que en España se han destruido casi 2 millones de empleos, la Administración ha creado casi 250.000 puestos de trabajo públicos. Es decir, que el Estado se ha convertido en el nuevo generador de empleo en España. De hecho el peso total del empleo público ha subido del 14% al 16,5%. En Extremadura, por ejemplo, ese valor alcanza la asombrosa cantidad del 22%. Uno de casi cada 4 extremeños que trabaja depende directamente de la Administración y otro más de sus derivados.
El modelo no tiene pinta de cambio. Más de 50.000 personas esperan resultados de sus oposiciones en estos momentos. Un 15% de los parados están preparándolas y un 40% lo está pensando hacer. Si el análisis se hace entre jóvenes menores de 25 años los porcentajes suben a 20 y 50% respectivamente. Según los datos oficiales que se desprenden de la propia administración de empleo, más de medio millón de españoles en paro está pendiente de ser funcionario.
Así no vale. Entre los EREs que vencen en enero y febrero y el descuento de este empleo artificioso el paro ya estaría en torno a los 6 millones de españolitos. Pero obviamente nadie va a manifestarse por ello. Lo más lógico es hacerlo contra Carlos III. En el paseíllo sindical del sábado por las calles de Madrid parecía que protestaban al monarca que encargó la puerta de Alcalá, puesto que fue allí donde se encontraron todos juntitos y exentos de críticas al gobierno ni a sus inacciones.
Cada vez que un trabajador se manifiesta reclamando que las estrellas se alineen o que los animales puedan disponer de un poco de intimidad a la hora de hacer sus necesidades, en realidad lo que está haciendo es jugar con su destino. Ahora toca advertir a los empresarios que no utilicen la crisis para reducir los derechos de la clase trabajadora. Lo que seguramente está en juego no es eso, son los privilegios de una clase sindical dirigente que no se atreve a enfrentarse cara a cara con la realidad la represente quien la represente.
Cada vez que un parado sale a la calle a solicitar un puesto de trabajo está perdiendo el tiempo denostadamente. La cultura funcionarial de una sociedad átona sin estímulos y que descansando en el sofá social, no ayuda. Aquí todo Dios espera que otro le resuelva la papeleta jugándose sus ideas y su patrimonio por principio. Está bien querer entrar en proyectos ajenos, pero hay que empezar a pensar que algunos de ellos pueden ser un poco también los nuestros. Vienen tiempos de riesgo y de valientes.
Es cierto que no todo el mundo puede ser emprendedor o pequeño empresario. La mayoría de empresas que cierran dejan en la calle a muchas personas que no tienen la sangre necesaria o las condiciones sociales predispuestas. Sin embargo, considero que en el hipotético caso de que este país cambie su modelo de crecimiento no lo hará generando empleo público sino a través de la dinamización del empleo privado de valor. El presupuesto asignado a engordar la administración puede ser utilizado para engrasar mecanismos de creación de empresas y sus circuitos iniciales de venta.
La adición de esfuerzos de miles de ciudadanos arriesgando y espabilándose honradamente con iniciativa propia sin esperar que otros les saquen del agujero laboral, siendo funcionarios o humillados subsidiantes, al final lo que crea es mucho valor. Miles de personas en ese impulso social atraen talento e innovación, modelos y estructuras nuevos. El desarrollo del sistema productivo tiene que ver más en hacer que en esperar. Por supuesto, las grietas del sistema son pocas y estrechas pero empiezan a vislumbrarse, están ahí y cada vez son más. Esas fisuras dan pistas de los negocios a los que se debe abocar nuestro esfuerzo.
¿Quieres ser funcionario?
Para los que se mantienen informados por los mecanismos tradicionales la noticia del día es la rinoplastia de alguna famosa, para los que utilizan los medios digitales lo más destacado es que la crisis ha tocado punto y final, para los económicos que el Ibex va y viene y, en ese territorio de libertad y crítica llamada blogosfera, la cosa que ocupa más espacio es el asunto del manifiesto y su cortina de humo. En resumen, que seguimos lejos del debate real y cada vez quedan menos dispuestos a no pasar por el aro. La noticia que ayer saltaba por los aires y que referenciaba el primer susto importante que se le da a la credibilidad de la deuda pública española pasó sin pena ni gloria. Afecto a la bolsa lo justo y a otra cosa mariposa. Ese es el miserable problema de este embrollo. Pase lo que pase aquí no pasa nada.
Si se finiquita la opción de deuda o ésta es mucho más cara como parece que así será, se acaban el cheque en blanco para subsidios y matapenas. Por ejemplo, se irán retirando las prestaciones esas de la indigencia subvencionada que oscilan entre los 386 y 712 euros y que se conceden entre seis y doce meses. El número real de parados en España ya supera los 5 millones de personas, pero lo peor está por llegar. La orden encubierta del gobierno central a fin de poder garantizar la “paz social” ha sido la de suministrar somníferos sociales a todas las comunidades autónomas garantizando el soporte a cualquier plan diseñado para permitir un peligroso escenario de ayudas económicas de protección social a los parados que hayan finalizado el periodo de cobro por desempleo.
Lo han hecho con el “Salario Social”, la “Renta Mínima de Inserción”, la “Renta de Integración Social”, las “Ayudas de Inclusión Social” y la “Renta Básica Asignada”. En general se obtienen por diversos mecanismos y tienen que ver con aspectos aritméticos confeccionados a partir de las unidades familiares. Lo grave es que esas ayudas tienen cláusulas que prevén el derecho a la continuidad de la percepción en periodos sucesivos de seis meses, mientras persistan las circunstancias que motivaron su concesión. Es decir, el gobierno y sus derivados autonómicos no tienen claro cuando vamos a salir de esta y consideran que, a mejor propuesta, seguirán pagando una cuota insultante a colectivos que no serán ocupados en nada probablemente nunca más. Hay personas de más de 50 años que ya no volverán a trabajar jamás. De su “ayuda social” pasarán a la jubilación en precario y mínimo que resulta de un cociente perverso obtenido de los últimos quince años “cotizados”.
Y es que en España el problema es estructural. Pongamos cifras obtenidas del propio Instituto Nacional de Estadística. En España trabajan 18.872.932 personas de un total de 46.661.950 habitantes. De esos trabajadores 3.029.511 son funcionarios públicos. De los 15.843.421, 2.923.988 perciben su salario por trabajos vinculados en exclusiva con las administraciones públicas. Es decir de los 18.872.932, sólo 12.919.433 pueden abstraerse de las ayudas públicas y de sus cuentas. No puedo incorporar en este resultado aquel asalariado y autónomo que depende de contratos públicos mixtos, lo que aun empeoraría la estadística.
En España hay 15.449.210 jubilados o ciudadanos no activos, 4.123.300 parados según el INEM y 8.219.450 estudiantes. En total, y haciendo la demagogia justa, podemos decir que hay 12.919.433 de trabajadores que aportan todo lo que precisan 46.661.950 en términos de presupuesto público. Obviamente no es un análisis al milímetro pero que si se mira de modo objetivo demuestra lo que si es cierto: parece difícil de soportar este otro déficit, el déficit socioeconómico, pues esos 12 millones son los encargados de establecer los cambios estructurales para modificar el modelo de crecimiento de este país y no parece que se pueda hacer cuando la preocupación máxima será lograr que esos paguen lo que necesitan los otros para subsistir. Queda poco margen para las aventuras.
Ahora bien, mientras nadie ponga coto a nuestra fábrica de dependientes de la cosa pública, esto no va a mejorar. Hace unas semanas en una charla que di en Sevilla ante centenares de universitarios cuestioné quienes de todos ellos pensaban ser emprendedores o montar un negocio en los próximos cinco años. La respuesta fue siniestra: sólo levantaron la mano dos jóvenes. Luego pregunté cuantos querían ser funcionarios y la respuesta fue masiva. Un grupo importante no levantó la mano. No se que es peor.
PARADOS ESQUIANDO
La unión monetaria europea, formada por dieciséis países de Europa occidental, ha salido de la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial según la primera estimación difundida por Eurostat. Esta era una recuperación prevista, incluso ha sido por debajo de lo calculado por algunos analistas. Obviamente esta “recuperación” responde en gran medida a las extraordinarias medidas de estímulo fiscal adoptadas durante todo el año, con especial incidencia en las primas a la sustitución de vehículos. Es decir, seguimos con la manía de no rascar, de no buscar bajo la epidermis del asunto manteniendo el mismo análisis superficial que tanto gusta a la fauna nacional.
Dicen los “expertos” que lo peor se ha evitado. Esos son los mismos que deberían de decir también que la salida oficial de la recesión no la notarán ni uno solo de los 400 millones de europeos en como mínimo tres o cuatro años. Se necesita tiempo para recuperar la riqueza y el empleo perdidos desde mediados de 2007. Digamos que sería algo difícil entender que la peor recesión de la zona euro desde la posguerra puede haber terminado con un chorro de dinero estratégicamente inyectado y ya está.
Alguien debería de advertir que, digan lo que digan los “números oficiales”, para muchas personas y empresas las cosas seguirán pareciéndose a una recesión durante unos cuantos años más. El repunte de las exportaciones y la reconstitución de existencias han sido los motores principales de un crecimiento que se desmontará si no remonta el consumo privado. Independientemente de si hemos entrado en un período largo de desmotivación por el consumo, de agotamiento de las compras, lo que si está claro es que, excluyendo las ventas de coches subvencionadas, el gasto familiar y empresarial se reducirá por culpa de la retirada progresiva de incentivos.
Pero en una Europa que irá adaptándose con esfuerzo a ese nuevo escenario, aparece España como vagón de cola. Nos estamos quedando solos en esa tenue salida de la crisis que va ir viviendo Europa. Años y años de endeudamiento, consumo e importaciones y un pinchazo inmobiliario de proporciones bíblicas no pueden llevar a nada bueno. Mantener durante meses un discurso oficial que negaba la realidad tampoco. Medidas equivocadas una detrás de otra han hecho crónica la enfermedad.
Los factores que alejarán cada vez más España de la salida son varios. Vayamos por partes. Pudiera ser que, sin que Europa salga de la crisis a medio plazo, los riesgos inflacionistas si existan. Hay demasiado dinero en el sistema. Un líquido inyectado por todos los recovecos del modelo europeo tarde o temprano dejará de dar vueltas y vueltas. Ahora mismo lo hace por las bolsas generando una imagen positiva de ascensos en los mercados que poco o nada tiene que ver con la realidad. Sin embargo, ese dinero, sea arroz o sean billetes impresos con tinta virtual, está y en algún sitio debe acabar comprando o simulando expectativas de compra. A medida que ese dinero se evidencie, la inflación dará muestras de su apetito.
Incluso el desprestigiado BCE (recordemos que retrasó la bajada de tipos hasta que ya no sirvieron de nada) está pensando en retirar las medidas extraordinarias de liquidez. Sabemos que ese es el paso previo a la subida de tipos. Es decir, que los bancos europeos, en menos de medio año, dejarán de contar con Trichet como proveedor ilimitado de liquidez y van a tener que pasar de nuevo por el estrecho pasadizo del interbancario. Se está acabando el tiempo para arreglar las economías y sistemas financieros domésticos. De ahí que Fernández Ordóñez esté muy nervioso al ver que el FROB no se aprovecha. El perverso mecanismo que idearon para soplarnos las voluntades se ha mostrado ineficaz y morirá por inservible. Las fusiones que debían comerse los millones que lo componen no pasan las pruebas del algodón. Unas por que no pueden viabilizarse por cuestiones de lógica empresarial y otras porque no son políticamente aceptables.
El tiempo se está acabando y cada vez estamos más solos. Al gobierno se le irá acabando la creatividad contable a medida que el tiempo evidencie que el sector financiero español es un lodazal. Poco a poco irán cayendo las cajas. Unas serán embebidas por otras en unas fusiones de cine cómico (despidos masivos y cierres de oficinas) y otras sobrevolarán durante un tiempo hasta consolidar nuevos modelos de negocio. Alguna caerá, pero lo normal es que esa gasa que se inventó el gobierno (FROB), acabe empequeñeciendo el espectáculo. No obstante la fiesta se deberá de pagar tarde o temprano en forma de reducción de prestaciones o aumento de impuestos otra vez.
De momento sabemos que media Europa irá saliendo del agujero y que en un par de años los primeros indicios de bonanza y crecimiento visible serán una realidad. Al mismo tiempo los tipos irán aumentando a fin de que los precios no se disparen y el sistema financiero se ajustará a la liquidez resultante de la falta de inyecciones. Considerando ese escenario y atendiendo a la marcha de los factores económicos españoles, por mucho que lo intento, no me salen las cuentas.
Aquí estaremos con una destrucción de empleo continua, cada vez menos evidente pero incesante, puesto que mientras este país no crezca por encima del 2,4 o 2,6% no creará un solo puesto de trabajo y eso no pasará hasta 2013 o 2014 (mi amigo Montalvo sugirió que hasta 2016). Hasta entonces el PIB crecerá por debajo del 1%. Cuando un país crece por debajo del 1% interanual más de tres años se encuentra en “parada técnica”.
Por otro lado, un retroceso del gasto reducirá aun más los resultados empresariales y su cadena. El previsible aumento de los tipos de interés europeos alejará los estímulos de consumo y aumentará las cuotas de las hipotecas, lo que hundirá al sector inmobiliario aun más si cabe. Sin consumo, sin industria, sin construcción, con el turismo en retroceso, los servicios adelgazando y las nuevas tecnologías sin apoyos, la economía española tiene pocos visos de salida de este callejón. Los emprendedores podemos empujar, pero en este país cada vez son menos los que quieren afrontar retos de ese tipo y más los que esperan mejores tiempos para ser funcionarios o famosos.
Además, por si fuera poco, el sector financiero se encuentra en las puertas del matadero. Cuando suban los tipos y se retiren los estímulos, nuestra banca deberá volver a la carnicería que supone el interbancario a por dinero fresco. Vamos a ver entonces a que precio le venden el líquido a los de la “champions league” financiera. No descarten que volvamos a ver como alguna caja catalana deba comprar al 16% algo que luego vende al 3, u otras que tengan que buscar en el interbancario dinero para pagar las nóminas.
La vida es como es, y retrasar lo inevitable no lo evita, sólo lo retrasa. Nos va a pasar como a muchos de esos que, el jueves pasado por la mañana llenaban algunas pistas de esquí catalanas recién abiertas. Ante la avalancha de esquiadores, algunas televisiones se acercaron hasta esos lugares creyendo que la crisis es una entelequia. A la pregunta de unos reporteros a muchos de los allí presentes: “¿Cómo puede ser que un jueves estéis aquí?” la mayoría respondieron, “es que estoy en paro, como todos los de aquí”. ¡Brutal!