Economía, Politica, Tecnologia Marc Vidal Economía, Politica, Tecnologia Marc Vidal

Debate electoral: Ningún candidato pronunció la palabra 'digital'.

El debate electoral emitido por múltiples cadenas de televisión, organizado por la Academia de la Televisión, de ayer por la noche duró 178 minutos aproximadamente con pausas publicitarias incluidas. En teoría los candidatos que se postulan para presidir el gobierno español a lo largo de 2020, y en adelante, deberían haber hablado de futuro, que al fin y al cabo es para lo que les vamos a pagar, para lo que les vamos a votar. Pero no lo hicieron. Durante todo ese espectáculo no pronunciaron en ningún momento las palabras ‘digital’, ‘transformación’, ‘robótica’, o ‘innovación’. En el minuto 144 me han dicho que uno de los candidatos hizo referencia al término ‘tecnología’. No lo escuché, supongo que fue cuando fui al baño. 

El debate electoral emitido por múltiples cadenas de televisión, organizado por la Academia de la Televisión, de ayer por la noche duró 178 minutos aproximadamente con pausas publicitarias incluidas. En teoría los candidatos que se postulan para presidir el gobierno español a lo largo de 2020, y en adelante, deberían haber hablado de futuro, que al fin y al cabo es para lo que les vamos a pagar, para lo que les vamos a votar. Pero no lo hicieron. Durante todo ese espectáculo no pronunciaron en ningún momento las palabras ‘digital’, ‘transformación’, ‘robótica’, o ‘innovación’. En el minuto 144 me han dicho que uno de los candidatos hizo referencia al término ‘tecnología’. No lo escuché, supongo que fue cuando fui al baño. 

Los candidatos no dijeron ni pio sobre el futuro tecnológico y sus problemáticas que hay que prever. Los periodistas tampoco les cuestionaron por ello. Estaba pactado hablar de otras cosas. Por muy preocupante que sea, también tiene que decirse que en las tertulias de ‘tele-realidad’ y análisis ‘post-match’ tampoco se está haciendo referencia a este relevante silencio. Y no es que a mí me interese especialmente hablar de un futuro tecnológico por afinidad profesional. No, la verdad es que las cosas pintan complejas en materia económica y la única vía para afrontar el futuro a medio y largo plazo es comprendiendo que el mundo ha cambiado y precisa de planes, estrategias y modelos de crecimiento vinculados a la sociedad del conocimiento y no a la batería de temas manidos, endogámicos y retorcidos de la política de siempre.

Es cierto que cuando en la televisión generalista se trata el tema tecnológico es para empequeñecerlo. No se profundiza, no suele haber tiempo, y no se examina la inevitable reducción de puestos de trabajo tradicional que se avecina y a cambio se ofrece un robot simulando pensar o hablar. El tema es serio y se debería de poner en el centro de todo debate político. Y más cuando éste era tan importante. Llevamos años de parálisis y lo vamos a pagar. Otros países de nuestro entorno se pusieron en marcha hace un tiempo y esa ventaja no se reducirá hablando sólo con un maniqueísmo de vergüenza ajena. En 2 años, España ha caído 5 puestos en el ranking de los países más innovadores del planeta. El 80% de las pymes españolas desconocen que para competir en la próxima década precisarán automatizar, robotizar, gestionar datos y activar inteligencia artificial en procesos y nuevos modelos de negocio. El 100% de los participantes en el debate parece que también lo desconocían. 

Si para que se discuta de un futuro tecnológico y automatizado hay que alarmar previamente con cifras de estructura económica, podemos hacerlo. Sin embargo hay que exponer una premisa. Ninguno de los datos económicos cada vez más negativos tienen que ver con una mala gestión económica de nadie, sino por una nula gestión económica de todos. Aquello que se llamó crisis era una deflación del capital, a la recuperación le vamos a acabar llamando una deflación social. De ahí deriva todo y de ahí va a derivar el desastre. No se hace un diagnóstico correcto. Si seguimos pensando en recuperar una economía que no va a ser competitiva cada vez creceremos menos y en un país donde para crear empleo antes se precisaba crecer por encima del 2,4%, eso es un problema enorme. Ahora, para crecer, con un 1,7% es factible crear empleo. ¿Cómo puede ser? Es muy fácil. El empleo que se crea es precario y precisa menos crecimiento para generarse. El ciclo es de aurora boreal y seguimos mirando hacia el océano. Y es que, ante una desaceleración económica que se acabará convirtiendo irremediablemente en crisis, estamos en una situación mucho peor que en 2007, cuando el mundo se cayó. 

Hay quien defiende que la crisis no será tan dura. Lo que no será es tan abrupta, pero podría ser mucho más larga. Veamos algunos datos significativos para entenderlo. En 2007 teníamos una deuda pública sobre PIB del 37%, hoy es superior al 100%. No tenemos capacidad de respuesta a una crisis desde el ámbito público sin masacrar el tejido productivo con más impuestos. En 2007 el euribor estaba al 4,87%, hoy está en una tasa negativa del -0,46%. Ojo a esto. Tenemos el coeficiente de crédito 5 puntos largos por debajo lo que evidencia que el Banco Central Europeo no va a poder ayudarnos porque se ha quedado sin capacidad de maniobra en política monetaria. Entramos en tierra desconocida en materia económica. Nunca nadie estuvo aquí antes.

Sigamos. El paro en España en 2007, cuando explotó la anterior crisis, estaba en el 8,8%. Hoy lo tenemos en el 13,8%. El paro joven en 2007 era del 19,2% y hoy es de un dramático 32,2%. Es decir, ni con la hipotética recuperación no hemos sido capaces de crear suficiente empleo y el que se ha creado no llega a los jóvenes. Por cierto, hay un dato que dice mucho más sobre la capacidad empresarial de evitar el problema económico que se acerca. En 2007 en España había 3.420.000 empresas. Hoy hay 3.340.000 empresas, unas 80.000 menos que demuestran que estamos menos preparados aún para soportar el golpe que puede producir la reducción de inversión y de gasto privado. 

Aun hay más. Las cifras de creación de empleo empiezan a ser ya una evidencia de que la máquina se ha parado. Mientras sus señorías se discuten sobre sus cosas, la gente va perdiendo su empleo de manera cada vez más rápida. Además, pocos analistas recogen algunas métricas que esconden un desastre aun mayor del que se evidencia en los datos de escaparate. Por ejemplo. Se dice que la variación trimestral de la ocupación, que ha sido la menor en siete años, en realidad ha sido buena porque se han generado casi 70.000 empleos netos. El problema es que nadie hacer referencia que de esos, la mitad del empleo creado es empleo público. Algo que nunca ha pasado. Es decir, si se elimina ese doping la variación trimestral es la peor en mucho más tiempo. 

Y ahora vamos a las cifras de hoy. No me extenderé por no llorar. Se han ampliado en casi 100.000 los parados en octubre. La mayor subida del paro en un mes de octubre desde 2012. Y en términos relativos, desde 2008. Además, si analizamos los diferenciales fuera de estación veremos que estamos ya muy cerca de destruir empleo. ¿No te lo crees? Mira. En diciembre de 2018 teníamos 3.202.907 parados, en septiembre de 2019 eran 3.079.711 y en octubre ya son 3.177.659. Estamos a menos de 25.000 parados más para poder decir en términos anuales que se destruye empleo neto. 

Saldrá algún ministro asegurando que la economía española es robusta y lo demuestra que, a pesar de las cifras de paro, la afiliación a la seguridad social subió un 2,3% de manera interanual. Lástima, pues esa cifra es la de menor incremento en los últimos años. Es decir, también se frena la afiliación. Se paraliza la reducción del paro pues el ritmo de descenso del paro es un 84% inferior al de 2018 y se crea un 23,8% menos de empleo que el año pasado. Por cierto, los autónomos crecen una tercera parte de lo que lo hicieron en 2018 también. 

Pero nos queda el turismo, tranquilos. Lástima otra vez. El motor económico en España ya no crece. El turismo empieza también a frenar sobre todo en visitantes extranjeros. Se han encadenado varios meses en negativo y nadie ha tomado medidas para afrontar un posible desgaste del modelo. Seguimos pensando que la industria es secundaria y mientras vengan turistas y nos quede un ladrillo por poner, todo irá bien. El turismo supone el 15% del PIB y el 16% del empleo. Si sumamos el turismo y la construcción tenemos casi un tercio del modelo productivo español. ¿Que puede salir mal?

La solución no es sencilla, pero el futuro del turismo en España pasa por aumentar el gasto por turista y día. Para ello hace falta tecnología y transformación digital. Si se consigue se podrá crear más empleo y pagar mejores salario. Para ello es clave atraer más turistas americanos y asiáticos y menos europeos de tipo low cost que es tremendamente desleal y sólo busca ofertas. En muchos lugares que son competidores nuestros eso es lo que están haciendo. El sector turístico global más competitivo está profundizando en segmentos de turismo con valor añadido como el de salud, el de negocios o el de aprendizaje de idiomas que aumentan el tiempo de estancia y pueden realizarse en entornos menos masificados como la España vaciada. De momento pocos planes políticos al respecto por lo que, en resumen, la economía tradicional nos va a explotar en las narices

Según la OCDE en 2050, cuando los nacidos en 1980 tengan apenas 70 años, es decir en la flor de su jubilación, habrá 77 pensionistas de cada 100 habitantes. Por ver la dimensión de la tragedia diremos que ahora son 29 y en 1970 apenas eran 19 por cada centenar de ciudadanos. De momento, para garantizar las pensiones en este país la tasa de desempleo no debería estar por encima del 6% en los próximos años o será insostenible. Ese es el gran desafío. Es desesperante contemplar como pasan los días y los años y el plan para afrontar ese riesgo no es más que un conjunto de improvisaciones que asustan. 

Seguimos sin crecer en lo que hay que crecer. En innovación y preparación tecnológica. Ya no sólo es cuestión de ofrecer un espacio de desarrollo y crecimiento personal a las personas que quieren afrontar el futuro con cierta garantías. Ahora también está en juego el modelo de pensiones y el modo en el que se va a sujetar. O vamos a un modelo eficiente, tecnológico y que conjugue un verbo como el ‘optimizar’ antes que el de ‘crecer’ o nos vamos a dar una hostia de dimensiones bíblicas. Una sociedad digital y una economía transformada nos lleva a la eficiencia de los servicios y del reparto de pensiones más capaz. Mayor productividad y competitividad a ser modernos y capaces de reestructurar todo el sistema del bienestar y garantista del que somos incapaces de desprendernos. Por lo tanto, para garantizar las pensiones primero deberemos pensar en repensarlas como concepto, segundo apostar por una sociedad tecnológica y dejarse de idioteces como que los robots coticen y tres exigir a la clase política que se ponga en serio de una vez.

Estarás pensando, vale, pero ¿entonces que podemos hacer? ¿que debemos pedirles a estos candidatos?¿cómo se va a estructurar la entrada de nuestro país en el futuro? No se habla de hecho digital más que para incorporar tasas, costes o eventos diversos. Sin embargo debemos advertir al futuro nuevo ejecutivo que lo digital no sólo es algo que afecte a modelos de negocio, sino que lo hace en todos los aspectos y modelos sociales. Esta revolución tecnológica que empezó hace años, aunque algunos ni siquiera lo hayan percibido en gran medida, es como otras que ya sucedieron. Por lo menos como las que fueron relevantes. Esta tendrá como resultado un modelo nuevo de organización social donde conceptos como propiedad, empleo, libertad o estado deberán repensarse.

Y mientras unos seguimos dando vueltas al tiovivo otros están manos a la obra. En Francia, el presidente Macron presentó hace unos meses un plan nacional de Inteligencia Artificial. Suena a película pero no es ficción. Se trata de afrontar el futuro con sus propias herramientas. El mismo presidente galo apareció en Wired explicando para que era ese plan y que perseguía. Dijo que esta revolución tecnológica era en realidad una revolución política. Y tiene razón. Es evidente que cuesta imaginarse una entrevista en un medio como ese, aportando registros de valor, a cualquier político español.

Macron no es el único de nuestro entorno que se ha empollado las Buzznews de turno o se ha pasado un montón de horas leyendo blogs tecnológicos. Hay otros. Merkel impulsó en su día medidas anticíclicas cuando apareció el concepto Industria 4.0. De hecho, es Alemania quien bautizó este momento con ese nombre. Pocos lo entendieron, pocos lo vieron factible. Invirtieron un 20% más en I+D que antes, en plena crisis. Desplegaron los centros tecnológicos Fraunhofer, una especie de plan vinculado a aprovechar el empleo potencial de automatizarlo todo. De hecho, el país con mayor cantidad de robots per cápita de Europa es Alemania y es el que más cerca está del pleno empleo. Y Alemania salió de la crisis antes que nadie y más fuerte que nadie.

Otros presidentes, que es a quienes debemos pedir liderazgo, conocimiento y valentía para afrontar este momento de la historia, hicieron lo mismo. Llevamos un retraso disfrazado de buenas cifras económicas que podríamos pagar en un par de años. Finlandia planea crear un contrato laboral universal de apenas media jornada y estimular la renta básica a partir de automatizar su estructura económica. Austria lidera la inversión en I+D por PIB en Europa. Portugal ha despegado y se avecina a los modelos de crecimiento tecnológico que se inspiran en los que disfruta Irlanda. En España no hay quien hable desde el escenario político sobre esto. No hay liderazgo ni equipo vinculado a tal transformación. La sociedad civil, los agentes sociales, los partidos, la prensa y las finanzas siguen preocupados por mantener los pasivos de siempre como pensiones y estado del bienestar, renunciando a la creación de un arquetipo que sujete la construcción de activos a partir de un mundo en el que el modelo productivo no va a ser el actual.

Me gustaría que en un debate electoral alguien dijera que no piensa que la política industrial es algo que se debe dejar en manos solo de la empresa o que por el contrario la riqueza es algo que se reparte automáticamente. No es así. Las reconversiones industriales, tecnológica ahora, es una obligación política y debe marcarse políticamente. La riqueza, para repartirla, hay que crearla antes. De ahí deriva la libertad económica con liderazgo político. Alguien que admita que tiene pensado revisar los planes actuales de I+D o de apoyo emprendedor que solo son partidas presupuestarias. Un candidato que anuncie que aumentará el esfuerzo público en I+D y que logre que se ejecute todo hasta el último céntimo y que se haga bien. Ahora sólo es el 30% de lo previsto. Que reducirá la burocracia como han hecho otros países. Que le devuelva a este país lo que se invertía en desarrollo tecnológico. Hoy no llega ni al 15% de lo que se invertía hace 10 años. 

La tecnología es un activo, un activo político y no parece que  lo entiendan. El progreso no depende en nuestro país de las materias primas sino del talento que captemos y de la tecnología que desarrollemos. Que para competir no basta con hacer algo, hay que hacerlo bien. En 2020 tendremos menos para gastar debido al cumplimiento del déficit previsto. El paro empezará a crecer de manera importante pues la llegada de los robots que ahora se están construyendo según pedidos son para esa fecha. A medida que se desplieguen desaparecerán empleos porque nadie está trabajando en una nueva sociedad que debe dar respuesta a eso. En Francia, Austria, Eslovenia, Estados Unidos, China, Finlandia, etc., sí lo hacen. El tiempo se acabó. Estamos en zona de descuento y esos que ayer hablaban y hablaban mirando a la cámara no parecen entenderlo o no quieren. Ni idea, en todo caso el efecto es el mismo. Será el mismo.

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Cuando se presenten, votaré al Partido Robot

Muchas de las cosas que hacemos de manera cotidiana hace apenas unos años eran de otro modo. Voy a generalizar con el riesgo que eso conlleva, pero espero se me entienda. Ya no escribimos cartas, no elaboramos álbumes de fotos, nos reunimos sin estar juntos, no compramos entradas en ninguna taquilla, no se utilizan mapas callejeros, las guías turísticas son reliquias, no compramos periódicos, no visitamos tiendas de música y no votamos por ideología sino por múltiples factores que tienen que ver con el debate en red, más bidireccional y complejo.
Europa está en estado de shock. Draghi decide que lo mejor para el futuro es meter todo el papel que le queda por imprimir en el sistema y que sea lo que dios quiera. Pues querrá, pero no lo que ellos consideran. La masa ingente de liquidez en euros se va a llevar por delante el valor del mismo. Pon diez monedas donde antes había una y lograrás que esas diez valgan menos ahora que cuando las contabas por separado. Si eres un vendedor de algo, póngamos moneda, y sabes que los que vienen a tu tienda tienen diez veces más dinero que antes, ¿no subirás el precio de todo? Y, eso, ¿no deflacionará el valor del dinero en términos generales? Pues eso.

En Grecia viudas y jubiladas con hijos que pagaron toda la vida sus impuestos, que cotizaron ellas y sus maridos, se ven obligadas a trapichear con cualquier cosa por las calles, y esperar el miserable cheque de 320 euros que el Estado les ‘regala’ por los servicios prestados. Y se sorprenderán de la victoria de Siritza, o de que Europa esté en juego. Aquí en Irlanda todas las encuestas ponen de ganador a un indefinido cuadro de ‘independientes’ que lideran todas las batallas locales contra la subida de tasas, impuestos, recortes y meriendas oficiales. En España Pablo Iglesias tres cuartos de lo mismo. Mira este video de la señora Katsulis.

¿Es todo esto un tema político? ¿Sociopolítico? ¿No tendrá que ver, previsto o no, estratégico o no, con algo más técnico, tecnológico y de adaptación al momento desde un punto de vista automático? Tengo la impresión que si. No niego que la aparición en programas de televisión ayuda, que un líder que diga lo que todos quieren escuchar también, que poner de vuelta y media a unos cuantos que no hay manera de sacar ni con agua caliente ayuda, pero también el cómo todo eso se ha enlazado entre los potenciales votantes, las estructuras (des)organizadas y las ideas es tremendamente menos ideológico y político de lo que parece.

El mundo sigue su curso hacia un escenario sin empleo. Todo lo que pueda ser automatizable, ‘robotizable’ y todo lo que pueda sustituir un grupo de humanos por un ‘software’ o un brazo mecánico, será. Periódicos sin periodistas, bibliotecas sin bibliotecarios, bares sin camareros, tiendas sin vendedores, empresas sin directores, taxis sin taxistas, hoteles sin intermediarios, transporte sin transportistas, clínicas sin doctores y, quien sabe, parlamentos sin políticos. ¿Para que se precisa un político?

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Hoy en día las decisiones políticas se toman en base a tres criterios: presupuesto, interés partidista y capacidad de gestión. La primera la gestionaría increíblemente mejor un software inteligente que una docena de ministros de economía visto lo visto. Lo segundo, más divertido, un gestor de datos masivos capaz de trabaja en base a variables de bienestar social no dependiente de votos, podría gobernar sin esperar ‘encuestas’ o lo que fuera. La tercera es pura evidencia. ¿Quien más eficiente que un robot?

Permitidme el juego. Yo votaría a un robot, pero mientras eso no llega veamos a que se dedican los actuales ‘líderes’. Les llamamos líderes vete tú a saber porque, pues su lejanía de lo que sucede es de tal calibre que probablemente cuando todo esto se los lleve por delante pasarán años hasta que se den cuenta. Ellos seguirán yendo a su puesto de trabajo como si nada hubiera pasado, como en un guión de Asimov entrarán en su despacho rodeados de máquinas, se sentarán a ‘gestionar’ y nadie se dará cuenta de su presencia. Tanto tiempo ralentizando el mundo, tanto tiempo derivando sus responsabilidades, jugando a sus juegos de tertuliano de bar, tanto tiempo hablando de ellos mismos, que nada cambiaría con su presencia. Fin del juego.

Y a este cuento de ciencia ficción de un futuro inminente le cabe algo de realidad desde ahora mismo. Resulta que la televisión pública española, la de todos, ha decidido montar dos programas tertulia, uno para los viernes y otro para el sábado noche, no sea que te quedes a medias en el lavado de cerebro. El objetivo es el de contrarrestar la presencia de ‘Podemos’ en el resto de debates en otras cadenas. En mi caso, no veo la televisión por lo menos no en el sentido agendado y de horarios programados. Busco lo que quiero ver y lo veo, pero entiendo que eso aun es genérico y que los de Podemos han estado sobre expuestos durante los últimos tiempos.

Ahora bien, no conozco a nadie que ya ha decidido votar al partido de Pablo Iglesias y que sea asiduo de ninguno de esos programas que proponen un debate como si fuera un ‘Sálvame Deluxe‘. Que los ven, de vez en cuando, que les influye, supongo. Como a los votantes griegos que han pasado de declararse incondicionales de los conservadores y ahora matarían por un excomunista que les ha prometido poner en el paro a toda (y allí también la llaman así) la casta.

Pero, donde esta el ‘bug’ de la política tradicional. De los ‘expertos’ de los partidos de siempre. ¿Dónde se han pasado los últimos diez años los estrategas de partido, los directores de comunicación y táctica política? ¿De que leches hablan cuando plantean estrategias a sus clientes? Es divertidísimo leer las propuestas de algunas consultoras políticas sobre eso de ‘estrategia de partido’ en redes sociales o ver como muchos ‘políticos’ se ven la mar de actuales poniendo un ‘@’ delante de su nombre. 

Es que esto ya no es lo que era. Digamos que la gente va decidiendo lo que votar por otros canales que no tienen mucho que ver con la estrategia (mejor dicho, táctica) de los que llevan tanto tiempo en un sillón de alcántara, del cual, cuando se levanten no habrá manera de que regrese a su forma original del tiempo y peso que lleva sufriendo el probre. No se han dado cuenta que el concepto ‘googleliano’ de ‘los círculos’ de ‘Podemos’ va mucho más allá que una sede local, una agrupación de distrito o una estructura determinada.

Te gusten o no, la sociedad en red (que si, también consume tele), se nutre del debate entre ellos y no de la visualización de unos teatros que simulan ser nutritivos para el intelecto político de los ciudadanos. Esos ‘círculos‘, esa estrategia orgánica y viva, que no depende de órdenes directas sino de su voracidad distribuida, que la tecnología y su enlace con lo analógico permite, está canalizando (y muy bien) un descontento social que, en muchos casos, tiene que ver con esos programas televisivos de juguete.

Pero no es sólo eso, es más automático de lo que parece. Ni el tal Errejón es un genio, ni Iglesias un enviado del MIT. Están canalizando un proceso de desajuste y les ha tocado a ellos. Estuvieron donde había que estar, lanzaron un mensaje que caló por los canales que tenían a su alcance y a partir de ahí, si que lo han hecho bastante bien. Sólo decirles que si ahora, por vete tu a saber que bacteria politiquera, deciden ‘reorganizarse’ en modo ‘partido on’ mucho o poco de cuanto llevan alcanzado se desmontará. Esto no va de mensaje, ni de líderes, es un tema más complejo. Los americanos lo inventaron pero quienes mejor lo manejan ahora son los escandinavos. Creas un entorno, derivas un mensaje, utilizas la tecnología y la dejas fluir. Luego, sólo tienes que dejar que los datos y su gestión capaciten tus decisiones.

El problema para ello es que se necesita ‘open mind’ y eso ya no es tan sencillo. Dejar que la gente tome su senda y que la política se adapte es chungo. Deberíamos pasar de un escenario en el que los partidos proponen y la sociedad dispone a otro en el que la sociedad exige y los partidos se adaptan. Para ello hace falta mucha democracia, viva y constante, algo que precisa no sólo de ‘circulos’, sino de todo tipo de modos. La convivencia entre lo tecnológico aplicado a la política (¿o es que van a ser lo politicos los únicos que no les afecte ese mundo sin empleo?) y la gestión pública que la sociedad demanda más pronto que tarde sucederá.

Y hablando de cosas concretas. Se sorprenderán también del ascenso de ‘Ciudadanos‘ y del reconocimiento social de Albert Rivera. Pues eso, que se sorprendan, pero si lo miraran bien verían que la estructura de ese partido no tiene nada que ver con la de los partidos tradicionales. Va de como te estructuras y de un problema adaptativo. Luego si el mensaje fluye, lo tienes de cara. C’s se sujeta en los apoyos y no en los militantes, en la propia red, en la distribución derivada de información, en la empatía (digital) y en la creación de redes de que utilizan Internet como canal de aceptación de unos a otros.

Pero no es ‘técnica digital’, para nada. No es que tengan un Community Manager con una varita mágica. Es otra cosa. Es que su estructura desestructurada permite la participación en plataforma y ahí si que es importante la red y las redes. UPyD por ejemplo, empezó bien en eso, pero su obsesión por crear ‘estructura’, formatos de siempre, les ha paralizado el ascenso. Ya van tarde.

¿La tele? si, ayuda, pero más tele que se chupa la Cospedal no hay nadie, y a ésta no le nutre nada. Si consideran en las estructuras de los partidos tradicionales (incluyo al resto) que Sainz de Buruaga y su programa de doble tertulia (donde irán los de siempre supongo) genererá el desgaste a los de Pablo Iglesias, Rivera o los que salgan todavía, van listos. Si ‘Podemos’ baja expectativas o se la da al final no será por estos movimientos tácticos tan fuera de tiempo, será porque sus ‘circulos’ dejen de estar conectados adecuadamente, reflejen lo que dicen ser o empiecen a gobernar ejerciendo el poder de manera contraria a lo que proclaman.

‘By the way’ esto pasa aquí, Irlanda, y allí, Catalunya. Los catalanes que están debatiendo sobre el futuro independiente o no, también se están despistando. Hay una inmensa mayoría de catalanes que no son independentistas, claro, pero es que tampoco son ‘dependistas’. No son nada. Nada de lo que se propone ahora. Cuando se organicen desorganizadamente, como hacen los clientes de Uber, Airbnb o cualquier plataforma social que no precisa de intermediarios ni gestores, que todo sea mucho más automático que las órdenes de nadie, la sorpresa va a ser mayúscula.

Tiempos nuevos que nadie interpreta correctamente, ideas de siempre (todos), estrategias de pena y tácticas de gente desconectada de la realidad. Cuando la realidad haga ‘turn on’, va a ser divertido.

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