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'Libertad o igualdad', lo último de Daniel Lacalle.

En el último libro de Daniel Lacalle, ‘Libertad o igualdad’, hay un fragmento que dice ‘el miedo es una herramienta muy poderosa. Al decirnos constantemente que los robots nos quitarán el trabajo, que la próxima crisis será devastadora y que la vida será peor, los intervencionistas implantarán en nuestra mente una idea peligros: que es indispensable que renunciemos a nuestra libertad y nuestros derechos individuales a cambio de seguridad y protección’. Nada más actual. Cómo si se tratara de un anticipo del debate que vamos a vivir en los próximos años, Daniel Lacalle traslada la idea de que vienen tiempos que pondrán como excusa la seguridad y la protección pero se corre el riesgo de perder la privacidad y la libertad en definitiva.

En el último libro de Daniel Lacalle, ‘Libertad o igualdad’, hay un fragmento que dice ‘el miedo es una herramienta muy poderosa. Al decirnos constantemente que los robots nos quitarán el trabajo, que la próxima crisis será devastadora y que la vida será peor, los intervencionistas implantarán en nuestra mente una idea peligros: que es indispensable que renunciemos a nuestra libertad y nuestros derechos individuales a cambio de seguridad y protección’. Nada más actual. Cómo si se tratara de un anticipo del debate que vamos a vivir en los próximos años, Daniel Lacalle traslada la idea de que vienen tiempos que pondrán como excusa la seguridad y la protección pero se corre el riesgo de perder la privacidad y la libertad en definitiva. Algo que, por cierto, tiene mucho que ver con la conferencia virtual que ofrezco en unos días y a la que aprovecho para invitarte. 

Seguro que conoces a Daniel Lacalle, pero te recuerdo que es Doctor en Economía, Economista Jefe en Tressis SV, miembro del Consejo Asesor de la Fundación Rafael del Pino y de la HAC Business School en Nueva York y durante cinco años consecutivos fue elegido entre los tres mejores gestores del Extel Survey, el ranking de Thompson Reuters. Obviamente, estamos hablando de un libro escrito por uno de los economistas con mayor recorrido y consideración del mundo y eso, aunque no te sitúes en su misma órbita de pensamiento, debería ser un factor de interés para cualquier lector. De hecho, ¿qué mejor que leer a alguien que no piensa como tú pero que tiene una altura intelectual y de conocimiento que te llevará a los límites de tus propias convicciones? De eso va este libro, de reafirmarte con datos y una descarga intelectual muy generosa o, por el contrario, la de contraponer sus aportaciones con tus criterios aunque sean contrarios. En ambos casos, con este libro, sólo vas a ganar.

En esencia, ‘Libertad e Igualdad’ habla de capitalismo. Pero no lo define, lo confronta a partir de las múltiples maneras que se puede contemplar ese modelo económico. Lacalle ofrece su punto de vista, lo constata con un buen número de pruebas, que el intervencionismo suele fracasar de un modo sistemático. No obstante no creas que en este libro vas a encontrarte un discurso monocromo a favor del capitalismo. Es crítico en el modo en el que se aplica. De hecho pone en cuestión el riesgo de que las clases medias sigan perdiendo la fe en este modelo económico por una observación sesgada. Lacalle asegura que ‘la igualdad de oportunidades no equivale a gasto en prestaciones sociales. Igualdad de oportunidades significa que la sociedad le ofrece a cada individuo los medios para lograr lo que merece con su esfuerzo, no la promesa de que conseguirá más de lo que se merece o de aquello por lo que ha trabajado.’ 

Vienen tiempos difíciles. Eso es una obviedad. De la crisis sanitaria que vivimos vendrá una catástrofe económica inédita para los que estamos en edad de trabajar. Una recesión brutal está en la sala de espera. El modo en el que se está haciendo previsión va a marcar el futuro. Yo mismo defiendo que lo que hagamos en los próximos cinco meses, repercutirá en como vamos a vivir en los próximos quince años. Lacalle no podía saber cuándo escribió este libro lo que íbamos a vivir unos meses después. Pero curiosamente queda completamente contextualizado en lo económico. Coincido como dice él que la única manera de afrontar el futuro inmediato es con tecnología, cambio de modelo productivo y, como reafirma, en libertad. En realidad Daniel se ajusta en la defensa inevitable e irremediable, para no hipotecar a nuestros hijos en esta crisis inminente, de un sistema económico cuyo modelo social esté basado en la responsabilidad, el mérito y la recompensa. Un modelo social más sólido que el que pueda promover cualquier forma de intervencionismo.

En un capítulo memorable, Lacalle enfrenta sus ideas y sus datos a los que utiliza el admirado por muchos, Thomas Piketty. Un fragmento de ese debate atemporal dice que ‘a Piketty no parece importarle que el Estado distribuya bien o mal, que derroche o incluso que confisque hasta el 50 por ciento de la riqueza. Sin embargo, plantea algo que es simplemente imposible de poner en práctica: un impuesto global sobre la riqueza. Es imposible asumir que todos los países del mundo vayan a adoptar esa medida, y lo sabe, pero su propuesta será recibida con los brazos abiertos por gobiernos y partidos de muchos países. Y ése es el objetivo: proporcionar una justificación aparentemente “científica” a una intervención gubernamental masiva’. ¿A que dan ganas de leerlo?

Déjame que te señale un fragmento final que ahora está de rabiosa actualidad y que, en base a lo que podrás leer en el libro, permite digerir adecuadamente las decisiones políticas del gobierno español actual. Verás que, tras decisiones aparentemente económicas, de ‘escudo social’, se esconde una interesada acción ideológica y política. Cuándo esto pasa, el riesgo de tomar medidas que, aunque puedan ser justas, necesarias y sociales, el momento y método utilizado son suicidas. Estoy hablando de la renta básica, del ingreso mínimo vital, y este libro lo analiza de manera política, técnica y económica. Esta parte a mí me ha permitido poner en duda mis principios y mis conclusiones sobre la Renta Básica Universal. Él lo sabe, no coincido en toda la exposición, pero creo que eso hace el  libro mucho más atractivo. Como decía antes, ¿que mejor que un libro lleve al límite la defensa de tus convicciones? Este lo hace. 

Foto: La Razón

Foto: La Razón

Daniel asegura que ‘un caso claro de ideas equivocadas parapetadas bajo la excusa de la igualdad social es la renta básica universal (…) que es un subterfugio de las élites para crear una subclase zombi dependiente (…) es una medida proteccionista tan atroz como conceder un subsidio por motivos de raza o de género. La RBU no es básica. Es la promesa de una renta que se pagará en monedas cada vez más devaluadas con poder adquisitivo menguante. De modo que nosotros, como ciudadanos, renunciamos a nuestra libertad a cambio de una pequeña paga que no valdrá nada dentro de algunos años, cuando la inflación se la coma’.

Reconozco que aquí lo pasé genial. Mi idea sobre la renta básica es distinta y tiene que ver con un futuro inminente tecnológico y vinculado a la automatización de todo que la hará inevitable. Pero, como digo, que mejor que leer aportaciones que pongan en duda lo que piensas. De hecho, Daniel Lacalle dice en muchas partes de su libro algo tremendo. En concreto empieza algunos párrafos con un ‘¡Piénsalo!’ Lo dicho, os recomiendo este magnífico libro, una joya para la reflexión económica y sociopolítica. Se lee rápido, de manera ágil, con ese modo de explicar economía magistral y repleta de información contrastada con la que habitualmente Daniel Lacalle impregna sus obras.

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Reseña de 'La Era de la Humanidad'

Hace unas semanas Ignacio Gavilán hacía esta reseña sobre mi último libro ‘La era de la humanidad‘. La replico aquí una vez ha pasado un tiempo, porque lo considero un buen resumen y, además, un excelente esquema de cuanto digo y quise explicar en él. Ignacio comienza diciendo que mi libro ‘es un largo ensayo sobre el futuro que aguarda a la humanidad, un futuro de una fuerte y disruptiva presencia tecnológica y una automatización masiva, un futuro que además el autor prevé como inevitable y muy cercano y para el que afirma no nos estamos preparando, especialmente desde el ámbito de gobiernos y administraciones’.

Hace unas semanas Ignacio Gavilán hacía esta reseña sobre mi último libro ‘La era de la humanidad‘. La replico aquí una vez ha pasado un tiempo, porque lo considero un buen resumen y, además, un excelente esquema de cuanto digo y quise explicar en él. Ignacio comienza diciendo que mi libro ‘es un largo ensayo sobre el futuro que aguarda a la humanidad, un futuro de una fuerte y disruptiva presencia tecnológica y una automatización masiva, un futuro que además el autor prevé como inevitable y muy cercano y para el que afirma no nos estamos preparando, especialmente desde el ámbito de gobiernos y administraciones’.

Continúa asegurando que ‘se trata de un libro de discurso complejo de estructurar, no porque en sí mismo haga una exposición difícil, todo lo contrario, sino porque se entrelazan temas en una estructura no siempre clara de vislumbrar. Formalmente, el texto se estructura en cuatro grandes partes, cada una con una serie de capítulos de longitud bastante variable’.

Aquí os dejo el esquema, que como decía, me parece un muy buen ejercicio de acercamiento a la estructura y al núcleo de cuando escribí hace ya algunos meses.

  • Parte 1. No era una crisis:‘ Es ante todo, una descripción de una crisis que el autor entiende como muy profunda, no bien entendida y que no es temporal sino estructural acompañada por un lamento por la falta de estrategia y acción por parte de las administraciones. 

    • 1. La deflación del capital:‘ Habla de la crisis de las ‘subprime’ a través de uno de sus protagonistas, Jean Flamcourt y con base en esta historia introduce la idea de la ‘deflación del capital’ como elemento clave.

    • 2. Un nuevo contrato social llamado «empleo»:‘ Cuestiona la recuperación de la crisis, entendiendo que el cambo es estructural y que el desempleo a largo plazo no disminuirá debido a la generalización de la automatización.

    • 3. Un Ministerio del Futuro:‘ Apuesta decididamente por una visión estratégica en los gobiernos, una visión que, claramente, echa en falta.

    • 4. Montar un siliconvalei de cartón:‘ Reclama. de nuevo, una acción decidida de la administración y una fuerte inversión, y compara, de forma desfavorable para nuestro pais, lo que sucede en Francia o Irlanda, frente a la realidad en España.

    • 5. La clave está en los mares del norte:‘ Estudia en más detalle el caso Irlandés.

    • 6. La dimensión de la tragedia:‘ Partiendo del comentario de lo ocurrido en el Foro de Davos de 2016, intenta explicar la magnitud del cambio que estamos sufriendo.

    • 7. A Europa sólo le queda Eurovisión:‘ Analiza la brecha de género.

    • 8. La era de la incertidumbre:‘ Continuando la crisis con perspectiva española.

    • 9. No era una ráfaga, era el futuro:‘ Continua el desalentador análisis, primero de la situación en España y luego a nivel Europeo.

    • 10. La internet del todo:‘ Intenta resumir todo lo expuesto en esta primera parte e introduce brevemente algún elemento tecnológico como Internet de las Cosas o Big Data.

  • Parte 2. Un mundo automatizado:‘ Es, fundamentalmente, una revisión amplia de algunas tecnologías relevantes y, sobre todo, su influencia e impacto, en muchos casos completamente disruptivo en negocios, sectores y organizaciones. Incluye trece capítulos: 

    • 1. Edison no estaba solo:‘ Afirma que la crisis que vivimos es una gigantesca revolución llena de oportunidades. Recuerda el papel que jugaron figuras como Edison, Tesla o Bell en generar innovaciones hace aproximadamente un siglo y lo enlaza con la idea de que las recesiones generan innovación y eso va a volver a pasar.

    • 2. Un presente de ciencia ficción:‘ Comienza hablando brevemente de ciencia ficción para luego enlazar con las predicciones de Peter Diamandis para 2025 y aportar información de algunas realidades que ya se pueden observar por ejemplo en Japón.

    • 3. El mejor amigo de mi amigo es un algoritmo:‘ Habla de algoritmos y de sus sesgos, pero también de su capacidad de automatización y del impacto en empleo y educación.

    • 4. Kodak y el tipo de l abandera roja:‘ Habla de cómo las nuevas tecnologías son disruptivas y alteran sectores y modelos de negocio tradicionales. Comienza comentando el famoso caso Kodak pero luego dedica mucho espacio a la evolución del automóvil, en especial el vehículo autónomo.

    • 5. Fintech: los bancos son las nuevas discográficas:‘ Entra ahora en el sector financiero y bancario y la amenaza por las fintech

    • 6. League of Legends no es solo un juego:‘ Se centrafundamentalmente en la realidad virtual y aumentada y su impacto en contenidos, deportes o espectáculos.

    • 7. Del quirófano a la torre de control:‘ aborda innovaciones en la actividad médica y de salud,

    • 8. Un mundo instantáneo:‘ Comenta la rapidez de la información y los mensajes, comenzando desde los medios sociales, con redes que publican información volatil (tik-tok o stories) hasta implicaciones por ejemplo en el retail.

    • 9. O te transformas o te transformarán:‘ Habla brevemente de transformación digital y cómo estimar el indice de digitalización de una organización.

    • 10. Renta básica inevitable:‘ Plantea el concepto y la necesidad de la Renta Básica Universal en un mundo automatizado.

    • 11. La economía automática:‘ Defiende la automatización y la digitalización extremo a extremo y generando nuevos diseños de negocio.

    • 12. La ética cognitiva:‘ Se adentra en los aspectos éticos asociados especialmente a la inteligencia artificial

    • 13. La humanidad aumentada:‘ Se alarga en los temas relacionados con inteligencia artificial y ética, aunque al final aborda temas muy diversos de cómo las tecnologías complementan y aumentan nuestras capacidades individuales y sociales.

  • Parte 3. La empresa autoajustable:‘ Se orienta a describir modelos de presente y futuro basados en la aplicación de las tecnologías, especialmente en el ámbito de las empresas pero también en los niveles individual o de ciudad. 

    • 1. Nuevos modelos de negocio y una botella de agua:‘ Expone, mediante varios casos, cómo la tecnología está creando nuevos modelos de negocio que, en muchos casos, convierten en absolutamente obsoletos a los precedentes

    • 2. Nuevos clientes en el centro de la cadena de valor:‘ Coloca a la tecnoilogía como nuclear de la estrategia y a las necesidades y gustos de los clientes como ‘drivers’.

    • 3. Nueva comunicación: de la agencia al laboratorio:‘ Habla, como el título anticipa, del nuevo marketing y comunicación.

    • 4. Nuevos procesos: la fábrica conectada:‘ Se centra ahora más en el backoffice y con los ejemplos de Amazon e Hitachi nos ilustra cambios en la producción y la logística, incluyendo elementos de automatización y de Internet de las Cosas.

    • 5. Nuevas interacciones en un entorno robótico:‘ Habla de la aplicación de robots en otros entornos como el hostelero o la seguridad

    • 6. Nuevo crecimiento: de los e-sports a la biotech:‘ habla brevemente de los dos grupos de aplicaciones/tecnologías: los e-Sports y la biotecnología.

    • 7. Nuevas relaciones digitales y sel sex appeal de Siri:‘ Se adentra en escenarios más de interacción y relaciones como es el uso de los asistentes personales.

    • 8. Nuevos escenarios en la ciudad y el campo:‘ Afirma que el futuro estará en las ciudades y comenta las ‘smart cities’ pero también observa y describe interesantes perspectivas para el campo y la agricultura.

  • Parte 4. La quinta revolución industrial:‘ Plantea cómo será el futuro, que el autor entiende muy cercano, y que denomina quinta revolución industrial. 

    • 1. Cuando las máquinas lo hagan todo:‘ Un largo capítulo en que se abordan entre otros temas el asunto del eventual desempleo, los impuestos a los robots o una visualización de un futuro altamente automatizado.

    • 2. ¿Cuán «computabilizable» eres?:‘ Analiza largamente escenarios de relación con robots.

    • 3. El ser humano es el «porqué» y la tecnología el «cómo»:‘ Comienza analizando nuevos tipos de empleo y sigue con las claves para transformar digitalmente una organización.

    • 4. Educación freelance para un futuro laboral freelance:‘ Afirma que la mayor parte del empleo futuro será ‘freelance’ y plantea cómo hacer la educación para ese empleo freelance.

    • 5. La singularidad tecnológica:‘ Tras repasar las revoluciones industriales anteriores acaba comentando la singularidad, ese futuro previsto por pensadores como Diamandis y donde la inteligencia artificial supera a la humana. Comenta algunas fases sobre cómo se alcanzará y también algunos proyectos e iniciativas.

    • 6. La singularidad humana:‘ que se trata de una adaptación para usar nuestros cerebros en lo que son mejores.

    • 7. Bonus track: carta desde el año 2050:‘ Finaliza con un relato anecdótico pero que ilustra la inteligencia que las máquinas serán capaces de alcanzar.

Quiero agradecer a Ignacio el trabajo y su consideración final en que ‘La era de la humanidad‘ es un libro interesante, apasionado, futurista y en ocasiones arriesgado y con frecuencia bastante crítico pero, en el fondo, optimista y orientado a la acción. Asegura que ‘es un libro que habla de tecnología pero desde una perspectiva no tecnológica sino de impacto económico, político y social. Un libro al que creo le hubiera beneficiado una longitud algo más reducida que realzaría con más fuerza el mensaje pero que, de todas formas, considero que es muy efectivo en la activación del interés, y quisiera creer que la acción, para desarrollar la tecnología y los modelos de negocio y sociales asociados y también prepararnos desde un punto de vista educativo, social y ético para un futuro sin duda apasionante, pero complejo y con una transición en la que habrá, sin duda, ganadores y perdedores’.

Ficha técnica

TITULO: La era de la humanidad
AUTOR: Marc Vidal
EDITORIAL: Deusto
AÑO: 2019 
ISBN: 978-8423430918
PAGINAS: 424

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Entrevista en 'deNoticias': El valor de las empresas será el talento humano retenido.

Hace unas semanas me contactó Juan Carlos Fernández de ‘deNoticias’ para hablar de mi último libro ‘La Era de la Humanidad’. Aquello que se ejecute en los próximos cuatro años va a tener efectos en los próximos treinta. Según la OCDE en 2050, cuando los nacidos en 1980 tengan apenas 70 años, es decir en la flor de su jubilación, habrá 77 pensionistas de cada 100 habitantes. Por ver la dimensión de la tragedia diremos que ahora son 29 y en 1970 apenas eran 19 por cada centenar de ciudadanos. De momento, para garantizar las pensiones en este país la tasa de desempleo no debería estar por encima del 6% en los próximos años o será insostenible. Ese es el gran desafío. Es desesperante contemplar como pasan los días y los años y el plan para afrontar ese riesgo no es más que un conjunto de improvisaciones que asustan.

Hace unas semanas me contactó Juan Carlos Fernández de ‘deNoticias’ para hablar de mi último libro ‘La Era de la Humanidad’. Aquí os dejo el enlace original y debajo la transcripción de la misma.

Marc Vidal: El valor de las empresas del futuro no será la maquinaria comprada sino el talento humano retenido

Siempre he pensado que los políticos son el reflejo de la sociedad a la que representan. Recuerdo una publicación, posterior al último debate electoral, en la que dejaste patente que ninguno de los candidatos pronunció las palabras digital, transformación, robótica, tecnología o innovación ni una sola vez. ¿Estamos los españoles realmente concienciados del reto que tenemos en los próximos años?

Aquello que se ejecute en los próximos cuatro años va a tener efectos en los próximos treinta. Según la OCDE en 2050, cuando los nacidos en 1980 tengan apenas 70 años, es decir en la flor de su jubilación, habrá 77 pensionistas de cada 100 habitantes. Por ver la dimensión de la tragedia diremos que ahora son 29 y en 1970 apenas eran 19 por cada centenar de ciudadanos. De momento, para garantizar las pensiones en este país la tasa de desempleo no debería estar por encima del 6% en los próximos años o será insostenible. Ese es el gran desafío. Es desesperante contemplar como pasan los días y los años y el plan para afrontar ese riesgo no es más que un conjunto de improvisaciones que asustan.

Pero como dices, no tengo claro que globalmente la sociedad esté entendiendo la envergadura del problema. Seguimos pendientes del número de luces de navidad que se ponen en una ciudad o perdiéndonos en esos debates continuos de tele-realidad política que no conducen a nada más que a llenar minutos y minutos de televisión.

Desde el siglo XVIII el hombre ha visto en la evolución tecnológica una amenaza a sus puestos de trabajos. Pero, como bien dices, las calculadoras no sustituyeron a los matemáticos. No obstante, seguimos más centrados en los puestos que se pueden destruir que en los que se van a crear, que son más. ¿Cuál crees que puede ser el precio para España de no formar en nuevos campos a los profesionales frente a otros países? ¿Crees que están las universidades preparadas para estos nuevos retos?

La formación lejos del contenido y más centrada en las habilidades es un reto estructural de todo el sistema que no va a ser fácil imponer. Sin embargo no hay otra. No tiene sentido continuar mostrando interés por una educación que refuerza aquello que hará mejor que nosotros cualquier robot, sistema experto o inteligencia artificial. De ahí, que el valor definitivo de las empresas del futuro no será la maquinaria comprada sino el talento humano retenido. Una empresa podrá comprar toda la tecnología del mundo, incluso desarrollarla, pero eso lo podrán hacer todos de un modo u otro con un aspecto puramente presupuestario. El valor incalculable de una empresa será tener trabajadores capaces de hacer lo mejor posible todo aquello que no pueda ser automatizado. Sin embargo, todo lo no automatizable deberá tener un punto de enlace directo a cómo la tecnología es capaz de aumentarlo y estimularlo.

En tu libro “La era de la humanidad” recuerdas el caso de los Emiratos Árabes Unidos y de su ministerio de Inteligencia Artificial. También hablas de ese hipotético “Ministerio del Futuro” que deberían tener los gobiernos. Si los ministros se escogieran por méritos y experiencia, ¿cuál crees que debería ser el perfil de dicho ministro? ¿te gustaría ostentar dicha cartera?

Me quieres poco veo. Yo no quiero ser ministro. Ayudar a un hipotético miembro del gobierno que precisara un criterio abierto a como la tecnología va a ocupar todos los espacios y el modo en el que podemos utilizarla estratégicamente para afrontar el futuro con garantías, sí. Un ministro del futuro, un cargo público de máxima responsabilidad que sea capaz de sumar a la agenda de prioridades (en cualquier ámbito de gestión) la previsión e implicaciones futuras. Las empresas establecen unidades en sus organizaciones, o contratan consultores externos, cuyo único trabajo es predecir lo que se avecina y como afrontarlo para obtener ventajas. No hay gobiernos que hagan algo parecido. Un Ministerio del Futuro con secretarias de estado al más alto nivel desempeñaría lideraría la investigación basada en la evidencia, coordinaría la planificación de escenarios que afectase a cualquiera de los otros ministerios o áreas. No sé si es como lograr que exista un Ministerio del Futuro, pero lo que está claro es que hay que erradicar los Ministerios del Pasado.

Cuando hablas de revolución industrial, en particular de la quinta y se asocia con conceptos como la realidad aumentada, los drones, la inteligencia artificial o la nanotecnología parece algo muy lejano para la mayoría de las empresas españolas, la gran mayoría de ellas de tamaño pequeño o micro. Hablando en concreto de los empresarios, ¿crees que son conscientes de cómo les van a afectar esta revolución y los cambios que conlleva?

La quinta revolución industrial es, todavía, un concepto. En el libro aporto este término como referencia a la importancia de prever el futuro económico y relacionarlo con lo tecnológico. La cuarta nos ha llegado, dicen, sin avisar. Eso no es cierto. La revolución digital avisó y se tradujo en múltiples problemas. La deflación del capital que se deriva de la incorporación en la cadena de fabricación, distribución, etc., provocó, entre otras cosas, una crisis de ámbito global como explico en el primer capítulo de mi libro. No fue una crisis, eso fue la consecuencia. Era algo más profundo que ahora podríamos empezar a pensar en ello para evitar otro desajuste dramático. La quinta tiene que ver con la ‘singularidad tecnológica’, ese momento en el que un sistema inteligente sea capaz de mejorarse a sí mismo o fabricar otro mejor sin necesidad de un programador o de intervención humana de ningún tipo. Obviamente, ese momento, será tremendo. No preparar éticamente, laboralmente, económicamente, políticamente y culturalmente, es un error que no podemos volver a cometer.

Creo que la forma de avanzar es analizando los problemas, pero también tenemos que conocer nuestras fortalezas, para saber aprovecharlas. Cuando viajas por países con niveles similares al nuestro, Reino Unido, Francia o Estados Unidos, por ejemplo, que en muchos casos los suponemos más avanzados que nosotros, nos damos cuenta de que no siempre es así. ¿Qué destacarías, en positivo, de España frente a otros países en materia tecnológica?

Ningún país del mundo es equilibradamente superior a otros de un modo uniforme. Obviamente todos tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos. Ahora bien, te digo que el problema de España es en gran medida el que tiene el continente. Europa es una empresa en pérdidas. De ahí que, como le pasa a las empresas que no llegan a final de mes, está más preocupada en los pagos que en invertir en futuro. Otros, como China, Singapore, etc., especialmente en Asia, no tienen ese problema y sus planes de futuro ya no son ‘replicar el mundo’ sino liderar el existente. Pero hablando de nuestro país, el problema, de momento, es que España no se encuentra entre las primeras potencias tecnológicas a nivel internacional, aunque sí que se puede decir que nuestro sector tecnológico está creciendo y desarrollándose de tal manera que su futuro es esperanzador siempre y cuando la administración asuma su papel dinamizador, estimulador y estratégico.

Cosa que otros sí están haciendo. Sabemos que según un informe creado por el fondo Atómico ubicado en Londres, por ejemplo, colocan a España como la quinta potencia tecnológica de Europa especialmente por el nivel de inversión recibida para este tipo de negocios. En España el número de desarrolladores fue creciendo hasta llegar a los 268.149. Interesante comprobar como 104.102 están ubicados y trabajando en Madrid, considerada la cuarta ciudad europea con más profesionales con este perfil solo superadas por Londres, París y Moscú. Además tenemos a Barcelona, la tercera ciudad favorita en Europa por los fundadores de pequeñas empresas incipientes por detrás de Berlín y Londres. Por lo tanto, tenemos mucho que aportar y desarrollar. Nos falta ir todos a una y con criterio político.

Una curiosidad. Televisión, libros, redes sociales, radio, conferencias… ¿de donde sacas el tiempo?

Dirijo una empresa de consultoría tecnológica con profesionales impresionantes, lo que me permite coordinar, revisar y aprender de ellos. De esa actividad profesional deriva el conocimiento que luego traslado a conferencias, libros, redes y colaboraciones en medios. La imagen de multitarea deriva de que soy hiperactivo, muy curioso por aprender de todo, apasionado con lo que hago, no me molesta viajar a ningún lugar, ni conocer gente nueva constantemente. Además no veo televisión prácticamente, leo en cualquier momento de espera y escribo compulsivamente. Súmale que soy sistemático, muy ordenado y un poco obsesivo. Ah!! y mi familia me apoya en todo… (risas).

A continuación podéis disfrutar de una de sus conferencias: Reworking sobre Transformación Digital e Industria 4.0

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El resto del libro puedes adquirirlo en diferentes formatos y plataformas a partir de la página oficial de Planeta Libros donde está referenciado.

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El primer capítulo de 'La Era de la Humanidad. Hacia la Quinta Revolución Industrial'

El pasado 20 de octubre salió al mercado mi último libro ‘La Era de la Humanidad. Hacia la Quinta Revolución Industrial’. En dos meses y medio ya han sido tres las ediciones impresas y un par las veces que he podido convertir este ensayo en una conferencia que, durante 2020, protagonizará la mayoría de mis participaciones en eventos y congresos. Como ya hice con mis anteriores libros, vuelvo a ‘regalar’ el primer capítulo (y unos párrafos del segundo) de las 424 páginas que lo componen y que también se puede encontrar en diversos modelos de promoción en algunas plataformas.

El pasado 20 de octubre salió al mercado mi último libro ‘La Era de la Humanidad. Hacia la Quinta Revolución Industrial’. En dos meses y medio ya han sido tres las ediciones impresas y un par las veces que he podido convertir este ensayo en una conferencia que, durante 2020, protagonizará la mayoría de mis participaciones en eventos y congresos. Como ya hice con mis anteriores libros, vuelvo a ‘regalar’ el primer capítulo (y unos párrafos del segundo) de las 424 páginas que lo componen y que también se puede encontrar en diversos modelos de promoción en algunas plataformas.

En palabras, que agradezco, de Ignacio González de los ReyesLa Era de la Humanidad es un largo ensayo sobre el futuro que aguarda a la humanidad, un futuro de una fuerte y disruptiva presencia tecnológica y una automatización masiva, un futuro que además el autor prevé como inevitable y muy cercano y para el que afirma no nos estamos preparando, especialmente desde el ámbito de gobiernos y administraciones (…), un libro interesante, apasionado, futurista, en ocasiones arriesgado y con frecuencia bastante crítico pero, en el fondo, optimista y orientado a la acción’. Un libro en el que he intentado hablar de tecnología pero desde una perspectiva no tecnológica sino de impacto económico, político y social’. Échale un vistazo a como empieza:


La Era de la Humanidad

1. La deflación del capital


¡Obedece a tu amo! Amo, amo de las marionetas,
estoy tirando de tus hilos, retorciendo tu mente y aplastando tus sueños.

Letra de Master of puppets, METALLICA

Madrugada del 8 al 9 de agosto de 2007, Jean Flamcourt, un joven gestor de inversión del BNP Paribas Investment Partners, estaba sentado frente a un muro de pantallas. Las miles de líneas intermitentes que cambiaban de valor constantemente simbolizaban el universo del poder del capital; vivían conectadas a la mayoría de los índices bursátiles y a la cotización a tiempo real de los vehículos en los que su banco era partícipe. Aquél había sido un día largo, pero su instinto le decía que había algo que no encajaba. Y no podía encajar. Todavía no lo sabía, pero un buen número de los fondos que gestionaba su empresa estaban rebosantes de basura y, en realidad, no valían nada.

Jean sabía que, el pasado febrero, The Wall Street Journal publicó un artículo que denunciaba el peligro al que se enfrentaba el mundo por culpa de un tipo de hipoteca que, por aquel entonces, fue bautizado como «subprime».2 Se habían empezado a acumular los impagos en Estados Unidos. La cotización y el valor de los fondos de inversión, que estaban compuestos en su mayor parte por esas hipotecas, eran dudosos. En mayo, esos mismos productos financieros habían sido criticados por los principales inversores, los cuales, sin hacer ruido, inician una huida generalizada de esos fondos.

Pero ya era tarde. La enorme bola de estiércol que algunos divisaban en el horizonte era imparable. El banco central de Esta- dos Unidos, la Reserva Federal, decide comunicar que hay riesgo de crisis. La percepción de que las cosas pintaban bastos se generaliza, pero todavía nadie es capaz de advertir la verdadera envergadura de la tragedia. Al mes siguiente varios fondos flexibles que tenían deuda del banco de inversión Bear Stearns quiebran. A esas alturas, la «tormenta perfecta» iba a dejar de ser sólo el título de una película. En julio, la propia Reserva Federal admitía que las pérdidas generadas por los productos financieros ligados a las hipotecas subprime rondaban los 100.000 millones de dólares. Era la primera vez que se cuantificaba la herida.

Pero el detonante del desastre no se inició hasta la primera semana del mes de agosto, cuando el problema se inocula a los mercados financieros. Hasta ese momento, la «basura» parecía contenida en sus bolsas de plástico. Sin embargo, eso no era así. Blackstone quiebra el 2 de agosto. American Home Mortgage, el 6. El 7 lo hace el National City Home Equity de California. De momento, sólo un banco alemán admite tener hipotecas subprime en sus productos financieros. El Fondo Monetario Internacional (FMI) alertaba en un informe de que «de los 4,2 billones de euros en bonos ligados a hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos, por lo menos unos 700.000 millones no eran estadounidenses», es decir, tenían que estar en Europa. Si todo ese dinero estaba yéndose por el desagüe del viejo continente y sólo había un banco alemán que había reconocido tener 25.000 millones de ese deshecho financiero, ¿dónde estaban los otros 675.000?, ¿quién los tenía? O, mejor dicho, ¿quién estaba a punto de quebrar?

Flamcourt era un joven ávido por aprender. Le apasionaba la economía, la inversión, los fondos, tratar con clientes, la bolsa…, y se extasiaba mirando horas y horas aquellas pantallas con números intermitentes. Por eso pasaba tantas horas leyendo, siguiendo lo que se publicaba esos días acerca del desastre de al- gunas entidades estadounidenses. Le sorprendía que en Europa no se hubiera detectado nada importante, que no se hiciera caso del informe del FMI. Su interés se convirtió en sospecha, y su sospecha, en evidencia.

Llevaba muchas horas o balances, escudriñando hojas de cálculo y descubriendo de qué estaban formados algunos de los productos que él tenía que vender a sus clientes cada día. A las tres de la madrugada un golpe metálico le sacó de su fijación casi enfermiza. Era el personal de limpieza que había llegado a la planta 11 del edificio situado en el número 16 del boulevard des Italiens, en París. Aquel sonido era hueco, casi perfecto, sin reverberación. Miró en la dirección desde donde vino el sonido y saludó a un hombre de unos cuarenta años, en bata verde y con auriculares rojos. Lo saludó, pero no obtuvo respuesta. Al regresar al campo de batalla aritmético, puso su mirada en una línea de códigos. Estaba en la parte superior de una de las pantallas más alejadas de su zona de trabajo. Le había pasa- do inadvertida todo el tiempo. El título del fondo que describía era Parvest Dynamic ABS. Tenía un componente muy extraño que daba múltiplos incoherentes, su dependencia de valores estadounidenses era exagerado, y su aparente estabilidad no era normal. Buscó si había algún patrón. Lo encontró. Ese mismo modelo se repetía en dos fondos más: el BNP Paribas ABS Euribor y el BNP Paribas ABS Eonia. Todos estaban cubiertos de gloria. Ahí había un montón de hipotecas que nadie pagaría jamás en Estados Unidos.

Lo que vino a continuación está más que escrito en mil li- bros, películas y leyendas. Jean Flamcourt llamó a su superior inmediato, y éste al suyo, y este otro al superior de él…, y así has- ta llegar a quien podía dar la orden. Aquella misma mañana de agosto, antes de que los mercados hubieran abierto en Europa, el BNP Paribas Investment Partners decidió suspender el valor liquidativo de esos tres fondos por los efectos que las hipotecas en Estados Unidos estaban generando. Argumentaron que la ausencia de precios de referencia provocaba una falta de liquidez inédita. La bomba había explotado.

Jean Flamcourt se fue a su casa a media mañana. Con la sensación agridulce de que había hecho un gran trabajo a la vez que estaba siendo testigo de un desastre monumental. Sentado en el sofá de su apartamento, con un sol insolente entrando por to- das partes, se puso a contemplar cómo se hundía el mundo. El virus se transmitió durante ese mismo día y el siguiente. Todas las bolsas del planeta se descomponían. Las comparativas con otros momentos de la historia eran más que razonables. Viendo que el capital teórico perteneciente a esos fondos no valía nada, el Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal inyectaron la mayor cantidad de liquidez que se recordaba y que aún se re- cuerda. No sirvió de nada.

El viernes 10 de agosto el principal banco alemán, el Deutsche Bank, reconoce que tiene fondos repletos de nada. El Banco Central Europeo comunicaba que estábamos preparados para «una crisis financiera en varias etapas por culpa del capital riesgo y de las hipotecas subprime». Diez minutos después quiebra otro banco, el Home Banc. Cada vez que hablaba un político o un directivo bancario subía el pan y cerraba un fondo.

Estuvieron inyectando dinero por todas partes hasta el 15 de agosto. Cada día llegaba un nuevo camión lleno de liquidez. Rams Home Loans perdió la mitad de su cotización en un día. Countrywide igual. Los rumores de que alguien muy gordo estaba a punto de quebrar no cesaban. Viendo que no había manera de parar la sangría, la Reserva Federal bajó los tipos. «Ya está», pensaron, «así lo pararemos». Y lo pararon, pero sólo temporal- mente. El 23 de agosto la necesidad de más inyección de liquidez se hace urgente. Por todas partes salen bancos que aseguran tener hipotecas subprime en sus balances. Empezó el «quien no corre vuela». Noventa entidades de Estados Unidos, dos docenas de Europa y el Bank of China admiten que tienen el mismo problema que el resto. Se avecinaba lo peor. El 5 de septiembre se cae todo. El pánico se adueña de los clientes del banco británico Northern Rock, que precisa ser rescatado; la financiera Victoria Mortgages se declara insolvente; el día 29 quiebra el primer banco digital estadounidense, el Netbank; el 1 de octubre, el banco suizo UBS anuncia pérdidas bíblicas, y el Citigroup, el mayor grupo financiero del universo conocido anuncia pérdidas de dimensiones gigantescas. Al día siguiente, el mayor corredor de mercados de capitales del mundo, Merrill Lynch, anuncia lo mismo. Y así hasta finales de año. No había quien pudiera orde- nar tal rompecabezas.Los bancos inyectaban liquidez, pero, lejos de ayudar, los efectos de todo ese caos financiero se contagiaban a la propia economía de las empresas y de las familias. El FMI cuantificaba ya en un billón de dólares las pérdidas originadas por la crisis subprime. Un montón de dinero que, curiosamente, no estaba en ningún lugar. Sólo se debía. Nada parecía parar el desastre. Las bolsas estaban en cifras que nunca antes se habían visto, y se avecinaba una gran recesión. Sólo faltaba una guinda en el pastel. Un año después de que Jean Flamcourt descubriera que su empresa estaba repleta del más absoluto vacío, el 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión estadounidense, que gestionaba entonces 46.000 millones de dólares sólo en hipotecas, quebró. Esa tarde, el Bank of America compra Merrill Lynch para evitar otra quiebra esa misma tarde. Un año después de que explotara todo ese desbarajuste, los efec- tos brutales de la crisis, lejos de calmarse, se intensificaron.

El entonces jefe del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, seguía diciendo que no nos pusiéramos nerviosos, que estaba todo controlado. En Estados Unidos, el discurso era parecido. Cada vez que un responsable de política económica anunciaba una medida para evitar algo, lo estimulaba. No entendían qué sucedía, y, por consiguiente, no podían remediarlo. ¿Cómo podía ser que una crisis de liquidez y valor del capital no frenara su caída inyectando lo que le faltaba? ¿Cómo podía ser que una miserable crisis hipotecaria estuviera poniendo en jaque el sistema de deuda y valor tan bien compuesto por todos? La explicación estaba muy lejos de los mercados, de los bancos, del escritorio de Jean Flamcourt. La respuesta estaba en un garaje, y muy lejos de ese ruido.

Ahora sabemos que aquel boquete que parecía inmenso era en realidad un agujero negro; que la paranoia se instaló y que le dimos a la imprenta del dinero rápido con todas nuestras fuerzas. No dejó de ser todo un insulto a la inteligencia. El agujero no se llenó, era un pozo sin fondo. Se trataba de un suceso económico cuyo embrión se situaba en otro escenario y que nadie atendió correctamente. De hecho, el consenso sigue negando que una crisis financiera sea el origen de una recesión, sino que pudiera tratarse de la consecuencia crítica de algo muy distinto, mucho más transversal y tremendamente más profundo.

En aquellos días, el mundo no se detuvo. Todo pasaba mientras el planeta seguía girando y se automatizaba. Un concepto económico empezaba a tomar sentido. Se trataba de algo llama- do «deflación del capital». Realmente fue en Davos, en 2016, que se denominó por primera vez la era de la deflación del capital. Hasta entonces, ganadores del Premio Nobel, presidentes bancarios, directivos y expertos habían bautizado esa etapa económica como «la mayor crisis financiera desde 1929».

Jean Flamcourt dejó el BNP poco después. Hubo recortes, cambios importantes y nuevas incorporaciones. Las opciones de ascender en su empresa se habían esfumado. Por lo menos en un largo tiempo. Decidió regresar al mundo académico, pero ahora para dar clases. Escribió un libro y empezó a participar en tertulias. Algunos programas de radio y televisión se lo rifaban. Su experiencia durante aquellos días del hundimiento le permitían ofrecer un discurso atractivo, subjetivo y apasionado. Se casó, tuvo una hija y fundó un espacio de reflexión junto a otros economistas e inversores con los que compartía la pasión por el análisis socioeconómico.

El 21 de enero de 2015, Jean llegó a Davos-Klosters. Se acababa de inaugurar la 45.ª edición de la Reunión Anual del Foro Económico Mundial (o World Economic Forum, WEF). Jean había organizado su agenda para asistir al mayor número de conferencias y debates. Su interés se centraba en el profundo cambio político, económico, social y tecnológico en el que el mundo había entrado. Sus dudas acerca de la dimensión real que tenía para la economía los cambios tecnológicos que se vivían por entonces le estimulaban especialmente. Tenía un interés especial por establecer los límites entre integración tecnológica y refundación de los mercados. El mal trago pasado en la época de las subprime, la crisis que todavía rezumaba por todas partes y una incipiente automatización de muchos sectores le provocaban una notable fascinación.

Participaron unos dos mil quinientos líderes, algunos de los cuales eran los dirigentes de las mil empresas más importantes del mundo. Allí estaban los jefes de Estado del G20, los dirigen- tes de las principales organizaciones internacionales del mundo, los líderes de la sociedad civil, de los sindicatos, de las principales religiones mundiales, de los medios de comunicación y del arte. Y entre ellos estaba Jean, el hombre que descubrió que el mundo se apoyaba sobre cimientos de barro. Nadie allí lo sabía. Y él era sólo un compromisario anónimo. Uno más.

Entre todas las sesiones había una que le interesaba especial- mente. Sheryl Sandberg, la que era directora de operaciones de Facebook, participaba en un panel titulado «El futuro de la economía digital», centrado en valorar el papel de la digitalización para recuperar la economía mundial, lo que ella denominó la «internet absoluta». Jean estaba emocionado. En un momento determinado, tomó su iPhone y grabó un vídeo de apenas veinte segundos; etiquetó a la protagonista, geolocalizó su creación y la subió a Instagram. Al salir, en el descanso hasta la siguiente sesión, miró la televisión desde su propio teléfono, mantuvo una conversación por Skype con sus socios en Londres, hizo dos docenas de fotos más, navegó por la red analizando varios datos que le permitieran escribir la crónica del día y, una vez escrita, entró en la sección privada del periódico que le pidió un artículo y lo subió. Recibió una llamada. Era Carol, su secretaria. Tenía dos mensajes en Whatsapp. Su mujer le pedía opinión sobre  unos muebles. Adjuntaba la foto y el enlace para analizar si el precio era asequible. Lo era. Hizo la compra directamente y le envió a su esposa el recibo de la transacción con la fecha exacta de entrega en su domicilio. Asistió a la siguiente conferencia. La registró con la grabadora de sonido de su teléfono. Almacenó todo lo escrito, filmado y etiquetado en el repositorio que tenía en Dropbox. Allí nadie podía tocarlo y no se le perdería. Se fue a su habitación. Daba gusto descansar en el Steigenberger Gran- dhotel Belvédère. Puso su móvil en el altavoz con conector USB que estaba encima de la mesita de noche y que permite escuchar toda tu biblioteca musical. Jean se conecto a su lista de Spotify, jugó un partida de Candy Crush y se durmió mientras sonaba de fondo algo de Joy Division. (¡Sí!, es posible dormirse con eso si estás agotado.)

Sin apenas pensarlo había puesto imagen, y con acciones, a lo que los teóricos llamaban la deflación del capital. Lo más im- portante es que esa cadena de sucesos era similar a lo que hacían millones de personas en todo momento y en todas partes. Todo lo que hizo con un dedo y una pantalla habría requerido una de- cena de dispositivos tan sólo quince o veinte años antes. El coste de esos dispositivos también habría sido diez, quince o veinte veces más. Aquellos artilugios necesarios para hacer todo lo que se podía hacer ahora con un sólo teléfono móvil tenían una obsolescencia programada de al menos cinco o seis años. En cambio, ahora, él mismo estaba pensando en cambiarse su iPhone 6 Plus por el 6S, y no tenía ni un año y medio de uso.

La deflación del capital era el motor de todo eso. Y sigue teniendo que ver. Pensar que lo que vivíamos sólo era un derivado financiero no sujeto a un cambio productivo mundial fue el error que se mantiene en muchos casos. Todo está mutando, y a una velocidad exponencial, y aún desconocida. La tecnología está detrás de muchos de esos cambios, pero también los estimula un nuevo modo de pensar. Se acaba la propiedad tal y como la hemos entendido. El producto pasa a ser servicio, y el control del Estado es una entelequia. La economía circular, las plataformas sociales, la impresión en tres dimensiones, la inteligencia artificial y el nuevo consumo colaborativo lo están cambiando todo definitivamente.

La deflación del capital no es más que un modo de definir un mundo nuevo que ha explotado frente a uno anterior. A día de hoy, prometer empleo tal y como lo plantean nuestros gobernantes es un ejercicio de irresponsabilidad o desconocimiento que asusta, como veremos a lo largo de este libro. Bien estaría que, para abordar esa transición —a un mundo donde trabajaremos menos horas, donde trabajaremos de otro modo, donde trabaja- remos en cosas que no sean substituibles por máquinas y donde el concepto trabajo será un nuevo social a definir toda- vía—, se empezaran a establecer directrices y liderazgos realistas al respecto. Esto no va de ir prometiendo hasta meter…, como dice el refrán. Esto va de mitigar un tremendo y doloroso escenario a diez o doce años vista; va de prever el mundo de nuestros hijos.

No se trata de hablar de rentas mínimas garantizadas a jóvenes menores de no sé qué edad, ni de ajustar la vida laboral por arriba o por abajo. No va de subir impuestos para soportar una sociedad del bienestar inasumible. Va de preparar todo ello para que sea posible. No va a haber trabajo para todos, tengamos eso claro; ni aun adquiriendo nuevas habilidades. La tecnología se va a encargar de ello… Así como ya jubiló nuestra cámara de fotos, nuestro GPS, nuestra televisor del dormitorio, nuestro vídeo, nuestro ordenador de mesa o nuestro propio teléfono tradicional, así lo va a hacer también con nuestro empleo.

Por eso debemos exigir que el comportamiento de quienes dirigen no sea maniqueo. Ni blanco ni negro, ni bueno ni malo, ni rentas mínimas de derechas ni de izquierdas. ¿Cómo piensan pagar «los de izquierdas» una renta básica? ¿Cómo piensan no instaurarla «los de derechas» y que el mundo siga girando? A ver si la solución podría ser dinamizar la empresa privada, estimularla para que se modernice, y rebajar los impuestos para facilitar su competitividad. Es una opción. Tenemos otras pero no me negarán que con empresas eficientes, rentables e internacionalmente competitivas se podría plantear un mundo cuya deflación del capital podría estar ya gestando una deflación estructural, de tipo social.

El tiempo disponible para preparar esa sociedad inmediata se va agotando. Seguir presionando a la empresa y a los consumidores para que paguen el dispendio y sus intereses convierte en crónica una situación que sólo tenía que ser transitoria. La llamaron «crisis», y era una «deflación del capital». Llevamos años hablando de «recuperación» y a este paso va a ser una «deflación social».


2. Un nuevo contrato social llamado «empleo»


Toda rosa tiene su espina, como cada noche tiene su amanecer.
Igual que cada vaquero canta una triste canción, cada rosa tiene su espina.

Letra de Every rose has its thorn, POISON

Llamaron crisis a una deflación del capital, y llaman recuperación a una deflación social. En medio mundo se lee que el empleo se está recuperando y que, por consiguiente, lo que ha vivido el mundo en los últimos diez años no era más que un bache profundo derivado de una crisis de tipo tradicional. El mundo se recupera. Los más destacados economistas aseguran que estamos en una estancia que volverá a traer riqueza y júbilo a todos. Lo bueno es que es cierto. El paro bajará, de momento. Lo grave es que es una apreciación tan cortoplacista que asusta. Es miopía pura. Tanto la falta de análisis de lo que está pasando en el subsuelo económico como mantener el mantra de la recuperación inmediata es de una irresponsabilidad bíblica. Hay muchas cosas que no se están teniendo en cuenta y que, o nos ponemos en ello, o el pinchazo de la burbuja inmobiliaria parecerá una especie de guardería comparado con la que se nos viene encima.

Stephen Hawking decía que «estamos en el momento más peligroso en el desarrollo de la humanidad» y que «el ascenso de la inteligencia artificial destruirá el trabajo de manera irreversible entre las clases medias». El genio de Oxford tenía claro que sólo quedará empleo creativos y supervisores. Se preguntaba si es- tamos preparando a nuestra sociedad inmediata para un mundo con un desempleo que él calculaba que rondaría el 60 por ciento. La Casa Blanca publicó un informe hace un tiempo que profundizaba en ese escenario. El 83 por ciento de los trabajos donde la gente gana menos de 18 euros por hora ha iniciado la primera fase de automatización o reemplazo. En apenas cinco años, el mercado del vehículo autónomo será factible. En menos de una década, unos diez millones de vehículos usados en transporte y logística en todo el mundo no precisarán conductor. Es decir, unos diez millones de personas que conducen para ganarse la vida lo dejarán de hacer. Por lo menos como ahora lo hacen. En tres años, en nuestro entorno será cada vez menos habitual ver personas atendiendo en cajeros o restaurantes fast food, así como jardineros o contables. En cinco años lo será con asistentes médicos, recepcionistas, policías de tráfico, agentes de mostrador en aeropuertos, personal de oficinas o salas de cine. En ocho años costará ver taxistas y camioneros. En diez, quizá no veremos peluqueros, abogados, dentistas o directores de recursos humanos haciendo lo que hacen ahora. En veinte, no trabajaremos como lo hacemos ahora… A cada paso lo irreversible se hace más evidente.

El mundo no se va a acabar, pero va a cambiar tanto y tan rápido que no tenemos la opción de preguntarnos si está bien o mal, si es posible pararlo o no. Va a pasar. El valor añadido no estará en si te lo crees o no. La mayor ventaja estará en haberlo previsto y haber implementado una estrategia empresarial, personal, política, social y económica.

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El resto del libro puedes adquirirlo en diferentes formatos y plataformas a partir de la página oficial de Planeta Libros donde está referenciado.

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Cuando una conferencia es algo más que hablar de Transformación Digital.

A finales de noviembre saldrá al mercado mi nuevo libro de la mano de Deusto Ediciones y Grupo Editorial Planeta. Un trabajo que de momento mantengo su título en secreto y en el que podrás encontrar un ensayo sobre el origen de nuestra situación socioeconómica y empresarial, un análisis de dónde estamos y una reflexión sobre el futuro al que nos dirigimos. Todo ello partiendo de, en mi opinión, un error mayúsculo que confundió el parto de una revolución tecnológica con una crisis financiera. Un libro que coincidirá con el argumento de mi próxima conferencia. Y es que a partir de septiembre presentaré una nueva ponencia que estamos ultimando estos días. Una charla que deriva de la actual ‘reWorking’ que, actualizándola a tiempo real, me ha acompañado durante los últimos cuatro años.

A finales de noviembre saldrá al mercado mi nuevo libro de la mano de Deusto Ediciones y Grupo Editorial Planeta. Un trabajo que de momento mantengo su título en secreto y en el que podrás encontrar un ensayo sobre el origen de nuestra situación socioeconómica y empresarial, un análisis de dónde estamos y una reflexión sobre el futuro al que nos dirigimos. Todo ello partiendo de, en mi opinión, un error mayúsculo que confundió el parto de una revolución tecnológica con una crisis financiera. Un libro que coincidirá con el argumento de mi próxima conferencia. Y es que a partir de septiembre presentaré una nueva ponencia que estamos ultimando estos días. Una charla que deriva de la actual ‘reWorking’ que, actualizándola a tiempo real, me ha acompañado durante los últimos cuatro años.

No obstante, aunque esta nueva conferencia se estrenará en unos meses, no es inédita del todo. Tuvo una previa en la primavera pasada. Concretamente durante la última edición del CX Summit de Oracle que me pidió una intervención inédita tras haber compartido escenario con el gran Martin Lindstrom un año antes. El público iba a ser el mismo y la empresa organizadora me retó a crear algo que nadie hubiera visto antes para la ocasión. No es fácil fabricar una conferencia totalmente distinta en un tiempo breve. Pensar su storytelling, sus toques de humor, comprar los recursos audiovisuales, establecer las claves formativas que debe incorporar, relatar un inicio y un final redondo. Pero acepté. A pesar de no estar terminada por aquel entonces decidí aceptar el desafío. En gran medida, lo que aquella tarde expliqué se ha convertido en el arquetipo de la que tendremos lista tras las vacaciones y que, en gran medida, su contenido encaja con la del propio libro. Un mismo viaje en dos formatos distintos.

Ahora bien, ‘reWorking’ sigue siendo una conferencia plenamente actual y especialmente bien recibida por todo tipo de público. De ahí que convivirán ambas y se podrán contratar en base a las necesidades de la audiencia. Las dos son en realidad un ejercicio de reflexión sobre el empleo del futuro, las claves de la transformación digital y los procesos tecnológicos y humanos que vivimos en plena Cuarta Revolución Industrial. ‘ReWorking’ seguirá siendo una charla a la vanguardia tecnológica, empresarial, social y económica y se complementará con la nueva. Han sido muchos kilómetros, aviones y eventos en los que ‘reWorking’ ha sido calificada como una conferencia divertida, inspiradora y didáctica. La gente que ha asistido, que luego se incorporan a mis diferentes redes sociales, se han convertido en una especie de comunidad a partir de los mensajes tecnológicos e inspiradores que siempre intento transmitir.

Es bueno recapitular etapas, poner números a un período concreto y establecer nuevos límites a los que quieras llegar. En este caso, las cifras eran inimaginables hace una década. Impensables sin mi equipo actual además. En los últimos cuatro años hemos hecho ’reWorking’ en casi 250 auditorios, ante más de 200.000 personas y en 150 ciudades de 22 países. Países como, obviamente, España, latinoamericanos como Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, El Salvador o México; europeos como Francia, Reino Unido, Irlanda o Portugal; u otros tan interesantes como Estados Unidos o Dubai. He disfrutado igual en auditorios enormes con miles de personas escuchando, en lugares muy especiales o en sesiones privadas para grupos reducidos de directivos. Anécdotas hay de todo tipo y algún día escribiré sobre ello. Que se apaguen las luces de todo el recinto a media conferencia, que en pantalla salga la presentación de otro ponente, tener dos conferencias en dos ciudades distintas a un millar de kilómetros la una de la otra y en el mismo día y lograrlo sin problemas o que te cancelen el último vuelo nocturno que te permitía estar a primera hora en la otra punta del país para dar la charla inaugural de un congreso y tener que alquilar un coche para cambiar de aeropuerto y llegar a tiempo. A tiempo pero agotado completamente.

En todo caso, e independientemente de que para mejorar cada día como speaker, es preciso centrarse en la confección de la charla, de su forma, de aprender de las reacciones y de considerar cada evento como el más importante en el que has participado, en mi caso sumo algo que considero esencial. Al salir al escenario para hablar de empresa o de empleo, es mejor explicar conceptos, aunque sean técnicos, a partir de tu propio conocimiento profesional. No contemplo una opción más eficiente para explicar ‘hacia dónde va el mundo y la empresa’ que vivirla cada día desde dentro y, de ahí, lo puedas explicar e, incluso, ampliar teorizando. Por eso, a pesar de la intensa tarea que supone ofrecer prácticamente una conferencia semanal, combinarlo con la coordinación de diversos proyectos de consultoría, es un esfuerzo esencial y obligatorio bajo mi punto de vista.

Por eso, si estás organizando un evento sobre empresa, empleo, economía o del futuro de la sociedad en general, hazte la siguiente pregunta ¿que se te viene a la cabeza si alguien pronuncia McDonald’s? Lo más probable es que pienses en ‘Big Mac’ en lugar de ‘Big Data’. Sin embargo, eso no va a ser siempre así. Esta multinacional del ‘fast food’ está trabajando de manera muy seria en tener la tecnología que estructure la ingente cantidad de datos que poseen, y obtienen, de un modo continuo. Es evidente que lo que buscan es convertir esos datos en información y derivarla a conocimiento. De hecho han adquirido la empresa israelí Dynamic Yield para obtener información a partir de los datos en el ámbito de ‘la lógica de decisión’ de sus clientes. Algo que ya no se basa en la textura de una hamburguesa si no del rendimiento de los algoritmos que tienen a disposición. Ahora, pregúntate también, ¿que tiene que hacer el ser humano para enfrentarse a este desafío que suponen tantos cambios económicos, sociales y de empleo?

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Lo normal es que esas preguntas te hagan pensar en la velocidad a la que va todo y de la necesidad de atender a una exposición sobre esos cambios, ya sea de un modo formativo, animado e inspirador. Pues de eso hablo, de ese modo lo hago. De eso siempre van mis conferencias. De responder a esas preguntas y de trasladarlas a la audiencia para que entre todos descubramos las respuestas, sonriendo y aprendiendo. Del reto que supone abordarlo con entusiasmo e inspiración, pero también con seriedad, realismo y exigencia de estrategia a todos. De lo relevante que es entender que los modelos de negocio, los procesos, el contacto con el cliente, el nuevo papel del ser humano en este tránsito y del entendimiento del contexto automático, artificial e inteligente, han sufrido cambios irremediables, viven cambios integrales y sentirán cambios exponenciales en breve. ¡Nos vemos en la próxima!

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Un año de 'hormiga'

Hace veintisiete años empecé a escribir un libro. Por aquel entonces ni lo sabía. Pasaron dos décadas y finalmente lo teclee sobre un impensable, por aquel entonces, artilugio digital. Trataba de los meses que pasé en París y de cómo, a cada suceso, conversación, experiencia, miedo o ilusión, le acabaría dando un sentido, un valor, un motivo y, sobretodo, un aprendizaje. Un viaje que finalmente, y sin saber muy bien porqué, acabó tatuado en miles de ejemplares de un libro en cuya portada aparece una hormiga y la Torre Eiffel. Forzando la vista, se puede identificar a quien hoy lees en su propio blog.
Y es que ya ha pasado un año desde que ‘Una hormiga en París’ fue lanzado al mercado. Se presentó en noviembre y rápidamente se situó en los primeros puestos de los libros más vendidos aquel invierno. El lanzamiento tuvo mucha prensa, una puesta de largo con muchísimos amigos y tres ediciones. Todo ello ha permitido que conocidos que sabían la historia, amigos que recordaban mi regreso de París por aquel entonces, mi familia que lo sufrió, lectores y curiosos entraran en el universo particular de aquella hormiga que un día decidió perseguir sus sueños e irse a París. Y se fue a no saber exactamente que, pero que se convertiría en el preludio de un modo de vida y de una manera de entender los retos, la innovación, los miedos y la amistad.

Ya son veintisiete años. Mucho tiempo desde que todo aquello sucediera aproximadamente de un modo muy similar a lo que el libro explica. Entre las peticiones más extrañas que he recibido destacan dos que pensaré con detenimiento. La primera solicita que escriba en detalle la ‘cara B’ del libro. Los detalles. Como un ‘cómo se hizo’ que a veces emiten sobre una película. Una recopilación de anécdotas que en si mismas compongan un relato distinto a la vez que acompaña al original. Una especie de ‘relectura’ en el que mientras sabes lo que esta pasando, pues has leído ‘la hormiga’ vas recogiendo otras informaciones. Este estaría bien, pero se debería de basar en recuerdos que seguramente no lograré encontrar en los bulevares de mi memoria. Tampoco sería fácil, yo no soy historiador, en focalizar bien las cosas que sucedían en aquel momento en el mundo y en París.

La otra propuesta divertida es la de explicar la misma historia pero ambientada en la actualidad. Un joven, de similar edad que decide iniciar una aventura, a otra ciudad con un valor parecido a París para la hormiga y un método de vida improvisado y apoyado en las nuevas tecnologías y la innovación. No sé. Tal vez. Sería distinto, pero factible. No obstante ahora soy padre. En siete años mi hijo tendrá la edad que yo tenía cuando me fui a París. Hace mil años. Estaba muy lejos, mucho más que ahora. No era posible saber que hacías porque no había redes sociales, ni teléfono móvil. Era todo muy difícil y, porque no decirlo, arriesgado. Por eso pienso en como yo respondería a un impulso similar de mi hijo. La verdad es que dudo en si sería capaz de animarlo.

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Pero lo más gratificante ha sido saber del uso que del libro se está dando en algunos lugares. Una decena de escuelas de negocios confirmaron haber incorporado el libro en su plan de trabajo de este año, desconozco el número de escuelas de secundaría que proponían su lectura como ‘estímulo’ emprendedor. Sin embargo, en este campo, algo me hizo tremendamente feliz. La directora de una escuela de primaria gallega me escribió para pedirme autorización puesto que habían ‘arreglado’ la Hormiga en una versión infantil. La adjuntaron y era una pequeña obra de arte.

Más tarde vino la propuesta de hacer una obra de teatro. Todo iba bien, pero no llegó a cerrarse por falta de presupuesto a pesar del gran trabajo realizado por su director y adaptador del texto al lenguaje teatral. Estoy seguro que, tarde o temprano, la hormiga subirá al escenario. Y es que de esto va todo al final. De retorcerse ante lo que es injusto, de revolucionarse íntimamente. A veces eso es emprender, pero otras muchas no. Todo se trata de cómo lo afrontas y como te enfrentas. Saltar por saltar no parece lógico, pero es una opción. Si lo haces, y de eso trata ‘La hormiga’ que lo hagas por que lo deseas, sabes a lo que te enfrentas y estás dispuesto a sufrir si no lo logras. Que no sea porque está de moda saltar por precipicios o porque te dice todo el mundo que es súper ‘cool’ estrellarse contra el suelo.

Estos días estoy redactando mi nuevo libro para Grupo Planeta. Un ensayo mucho menos divertido en lo formal pero mucho más intenso en lo conceptual. Un trabajo que nos lleva a un mundo que nos parece de ciencia ficción pero que no es más que algo inminente, y en muchos casos, tan real como conectarse a la red hoy en día. Un libro que intentará dar las claves para entender el presente económico desde un punto de vista tecnológico y social. El objetivo del mismo es dar las herramientas conceptuales para revolucionarse en lo personal y en lo profesional ante el reto inmenso que nos ocupa como especie. Todavía falta. Estoy en ello.

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100 días de 'La Hormiga'

Hoy se cumple tres meses del lanzamiento de ‘Una Hormiga en París’. Pronto serán 100 días que han supuesto un revulsivo en muchos aspectos de mi vida que os quiero compartir. Por un lado tiene que ver con lo que supone explicar parte de tu propia historia, ese desnudo emocional que significa este libro por ser el punto de partida de un modo de ser y de vivir. Por otro este libro siempre será especial debido a que me ha ayudado a mi mismo a entender aspectos que desconocía tener tan integrados en mi día a día.
Al definir puntos de cómo se organiza una empresa, como se innova o como se persiguen modelos de gestión diversos y compararlo en como lo hice en aquellos años en París de la mano de un grupo de músicos orientales me ha permitido rebajar y mucho la presión de lo que se supone que es ‘teoría económica’, ‘management directivo’ y espíritu de sacrificio. Viví aquellos meses hace ya muchos años como una aventura y vivo este libro como tal. Es curioso como se superponen las capas de ambas cosas. El éxito de ventas que está suponiendo ahora mismo es lo de menos. Aunque ha sido catalogado como bestseller en algunos puntos de venta y aunque permanece en el TOP100 de los libros más vendido en Amazon.es, lo que realmente me hace sentir bien es lo que está suponiendo para mucha gente ese montón de letras que escupí sobre el papel el pasado verano. Es una tremenda alegría, no obstante, comprobar que sean muchos los interesados en comprarlo y en contratarme la conferencia asociada al libro que tengo ya lista. Una conferencia que transcurre entre la historia del libro y la didáctica empresarial.

Vivo con tremendo agradecimiento cuanto me está pasando. Miles de libros que suponen ya la petición de traducirse en inglés, francés, italiano y portugués, de convertirlo en lectura recomendada en algunas escuelas de negocio y universidades. Ilusionado por la posible puesta en escena de la historia de manera teatral o de que este verano lancemos una promoción en Estados Unidos, México y Argentina entre otros países que se van sumando que permitirá conocer como se siente y percibe la historia desde puntos de vista tremendamente distintos. Sigo sorprendido de cuanto ya os debo y de cuanto espero poder seguir aportando en este vuestro espacio. Por cirto, hoy me despertaba con un regalo más. No dejéis de leer este maravilloso resumen que hace Luis Miguel Delgado en su potente blog. Me parece muy útil para incorporar a lo que supone en términos formativos el propio libro. Os recuerdo algunos puntos de venta del libro para su compra digital pues en las librerías ha estado agotado en diversas ocasiones estas fiestas pasadas. En Amazon y en Casa del Libro.

 

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Personal Marc Vidal Personal Marc Vidal

Anticipo del primer capítulo

Mañana sale al mercado mi último libro. Una hormiga en París es un corto relato en el que intento dar las claves del éxito empresarial desde un punto de vista muy particular. En el prólogo que Bernardo Hernández, CEO de Flickr y ex vicepresidente de Marketing de Google, ha escrito para este fragmento de mi vida, dice que “la ambición está hecha de sueños, de patrones modelo, de pequeñas metas, de insatisfacción, de saber quién somos.
Me siento un poco como aquella hormiga que llegó a París hace tantos años. Apenas faltan 24 horas para el lanzamiento de su pequeña historia y las sensaciones son similares hoy a las que viví entonces llegando a París. La incertidumbre y los sueños mezclados con los retos y la voluntad de hacer las cosas cada vez mejor. Os dejo el primer capítulo de los diez que lo conforman. Si queréis más información podéis ir pasando por la web de la hormiga donde poco a poco iremos aumentando la información, los detalles y los complementos gráficos que harán de ese lugar un site intenso y nutritivo. En unos días os digo donde y cuando se hará una presentación oficial. Espero de corazón que os guste.

UNA HORMIGA EN PARIS

1. PERSEGUIR TUS SUEÑOS

«Si puedes soñarlo puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón.»
Walt Disney

Y aquí estoy. En un Boeing 747. Mientras el pasaje duerme a oscuras, soy la luz del 1H. Soy esa pantalla que parece un puzzle de ventanas y letras. Siempre soy ése. Hoy no iba a ser una excepción. Un vuelo de algo más de once horas y mi cara azulada por el resplandor hipnótico del Mac. A mi lado, nadie. Acabo de cerrar el documento con la oferta final de compra de mi desarrollo. Finalmente he aceptado, pero no ha sido fácil. Uno se siente como si le arrancaran un órgano, un elemento frágil pero necesario, como si de repente todo cuanto has construido se desvaneciera por el deseo de un poderoso. Apenas unas horas atrás en el despacho de un gigante digital, en Chicago, pusieron sobre la mesa un regalo que nadie en su sano juicio rechazaría.

En Estados Unidos les gusta reunirse en sitios raros. Por lo menos a esos directivos modernos, de fondos de inversión modernos, palabras modernas y modernas gesticulaciones. Te citan en parques soleados, cafeterías cutres o paradas de metro. Son sitios curiosos para reunirse. Alguien, en alguna escuela de negocios de nombre irrepetible, les debe haber enseñado que así se «juega al desconcierto». Yo fui citado en el Brookfield Zoo Park, cerca de la bañera gigante en la que viven unos enormes osos polares. Allí, sí, allí mismo.

Tras los saludos y el rápido «coaching» de mi abogado mercantil, pasamos a la «reunión» propiamente dicha. El encuentro se fue desplazando progresivamente hasta un banco exterior, punto intermedio hacia un destino incierto que ellos situaban en su oficina y yo en el notario. En un instante, entre el rumor de sus voces, la de mi asistente, que me ayudaba con ciertos aspectos que sonaban a chino mandarín y la de la gente que andaba por allí, vi un pequeño insecto. Se trataba de una hormiga, pequeña, nerviosa y solitaria. Estaba parada, daba un paso, acercándose a mí y se alejaba cuando sus antenas captaban mi presencia. Giró de golpe y se trasladó hasta el hueco de tierra por el que se había colado al parque. Era extraordinariamente minúscula en comparación con las dimensiones de aquel lugar. Tan pequeña, tan lejos de su hormiguero, tan abandonada a su suerte y tan parecida a mí hace algunos años.

Su presencia, casi imperceptible, me trajo recuerdos del primer viaje a París. Tenía poco más de diecisiete años cuando decidí conquistar la ciudad de la Luz. Hacía mucho que no pensaba en aquellos meses de verano de 1987. Tras proponer a mi familia que me permitiera conocer lo que consideraba el centro del Universo, recibí una severa negativa.

Dicho obstáculo, no hizo más que acrecentar mis deseos de viajar y ser parte de aquella gigantesca masa de cultura, conocimiento, vida. Mi espíritu explorador se expandía. En mis sueños y en mis sensaciones, París aparecía como la oportunidad perfecta para conocerme a mí mismo. Con esas edades, uno es incapaz de negarse a sus instintos. En aquella época, saliendo de la pubertad, la capital francesa estaba tan lejos que asustaba. Un vuelo era algo impensable y el Talgo que hacía el recorrido Barcelona-Orly resultaba demasiado oneroso.

Careciendo del apoyo de mi «friends family and fools» para ese proyecto, tuve que resignarme con un complicado método de viaje: colarme sucesivamente en trenes de cercanías hasta llegar a mi lugar de destino. Esta travesía consumió tres días. Mi incipiente francés no ayudaba a la hora de planificar correctamente los itinerarios. Hacer noche en la estación de Nantes no es lo mejor ni lo más rápido cuando lo que se pretende es ir a París desde Barcelona.

Aquellos tipos del Brookfield Zoo Park estaban acostumbrados a devorar desarrollos y start ups. Sus agresivos lenguajes eran desagradables. Me arrastraban a mis tiempos como agente de cambio y bolsa. No era lo que yo quería. Algo me pedía abandonar y dejarlo ir. Ellos insistían en lo beneficioso que sería para «mi idea» pasar a sus manos. Con prepotencia afirmaron aquello de «si no lo podemos comprar, tarde o temprano, lo haremos».

Decidimos ir a un lugar donde se respirara ambientador a pino y hubiera hilo musical. Mi abogado y yo fuimos en un taxi. Ellos lo desconozco, pero siempre he tenido la sospecha de que se teletransportaron. Al llegar al 121 de Wacker Dr. Street, el café ya estaba frío y casi todo parecía prepara- do y negociado. Me senté, miré desde la altura de aquel edificio hacia lo lejos y escuché sin mirar. Sobre la mesa, sus documentos y sus ceros, también todos mis sueños. No es- taba dispuesto a ceder tan pronto ni de forma tan sencilla.

La voz de aquellos hombres retornaría, como un murmullo sin valor, cada vez que intentaba concentrarme en algo. Mi mente viajaba primero hacia el parque y después a París. De una hormiga pasaba a otra, de la pequeña y perdida del Zoo a la que yo mismo representaba en el viaje a París.

Desoyendo todas las advertencias de mi familia, amigos de mis padres y expertos en viajes de riesgo, puse rumbo a la estación de Barcelona-Término sin saber que empezaba la historia de mi vida. Desconocía que en ese primer tren, uno de tantos necesario para alcanzar mi meta, iban conmigo un puñado de sueños que han sido mi sostén a lo largo del camino. Sentado en aquel vagón, orgulloso con la mochila nueva, un cierto pavor invadió mi cabeza. Supongo que se trata del mismo que experimentaron los exploradores de lo desconocido o los descubridores de continentes. Así me sentía. Pensé en los riesgos que implicaba el viaje. Sin embargo, con dieciocho años no piensas que te pueda pasar algo malo. Te crees eterno, invencible, como si fueras de acero. Pasaron los minutos hasta que el jefe de estación silbó y el convoy empezó a moverse. Ya no había vuelta atrás.

En aquella oficina, la oferta aumentó dos veces pero se- guía siendo sólo eso, una oferta. Aceptar el dinero y olvidar- se del reto. Me levanté y dije que me lo pensaría. La sorpresa se dibujó en la cara de todos ellos, incluida la de mi abogado. Todos allí sabíamos que superaba lo que en términos objetivos podía valer aquel desarrollo sin comercializar. Sin métricas, resulta casi imposible vender nada en Estados Unidos. A pesar del riesgo de perder el hilo de las negociaciones, no cambié de opinión. Quería pensar. No estaba dispuesto a renunciar a mis sueños ni a mi manera de emprender, crear y explorar.

Les dije que necesitaba dar un paseo. Eran las dos de la tarde y a las seis les aseguré que tendrían mi respuesta definitiva. Aceptaron a regañadientes, como suelen hacerlo quienes creen que son especiales por sentarse en sillones especiales.

Escasas horas atrás, aceptar parecía la única opción plausible pero desde la aparición de aquel insignificante himenóptero algo había cambiado. Recorrer el bulevar de mis recuerdos había marcado de manera definitiva toda la negociación. Sabía que a lo largo de mi vida, cada proyecto, cada reto, cada noche en vela, cada business plan, cada analítica, cada dolor de cabeza, cada domingo exhausto envidiando a las parejas paseando, cada centímetro cuadrado de cristal que te aprisiona en los días que no terminan nunca, cada obsesión o momento de penuria no habían sido en vano ni un producto del azar sino el resultado de un modo de ver la vida. Su origen era aquel crío, lleno de ilusiones, entrando en París como una hormiga. Se trataba de seguir una opinión. Se trata de vivir como otros no quieren hacerlo, para vivir como otros no podrán hacerlo. Se trata pues de enfrentarte a todo porque confías en ti mismo. En este sentido, el principal motor para el cambio de nuestro entorno somos nosotros mismos.

Paseando por las calles de Chicago, me encontré sin dar- me cuenta en el Millennium Park. Pensaba que el espíritu que me llevó a París debía estar rondando cerca de mí. De hecho, parecía a punto de surgir otra vez. Otra barbaridad a ojos de los «expertos». El vocabulario del típico negocio me molestaba, al igual que la verborrea característica de los directivos. No obstante, ya en París había empleado los resortes básicos de los negocios para sobrevivir y éstos vendrían en mi ayuda.

Vivimos una época en la que el plan de negocio tradicional debería enterrarse en un baúl y bajo llave. En la actualidad, las empresas pueden nacer, crecer y morir en cinco o seis años y no pasa nada. Un modelo de venta puede ser intensivo en un período e inservible en otro. Una sociedad en la que los negocios se adaptan a redes sofisticadas y a sus relaciones distribuidas. Una selva sin patrones fijos y donde todo se presenta como extremadamente nuevo e innovador. No lo es tanto. Las novedades de libro y máster en negocios estaban presentes en las fases que atravesó mi empresa callejera durante aquel verano parisino de 1987.

Quizá fue el café o fueron los nervios pero el tiempo transcurrió muy rápido. Las caras de los peatones que se cruzaban conmigo resultaban más anónimas que nunca. ¡Qué extraordinario sentirse tan solo, tan extremadamente dependiente de uno mismo! Cuando llegas a un lugar desconocido, con apenas capacidad para interpretar el espacio y sus señales es como si te lanzaras de nuevo a explorar. Por ello, resulta fascinante ir a lugares nuevos. Recorrer sus calles, más allá de la similitud que guarden con miles de otros lugares ya visitados. Circular, señalar un nuevo lugar en nuestro cerebro. Ver callejuelas y plazoletas inéditas, más allá de la comodidad vital que uno haya alcanzado.

Pasó en Chicago pero había pasado también en París. La conexión entre ambos lugares, las sensaciones y los aromas me impulsaron con decisión hacia el encuentro con aquellos compradores de desarrollos tecnológicos. Sentía como si me empujara una locomotora diésel. Retornaba al despacho mucho antes de lo previsto. Regresar al ring, como si tras una buena paliza, uno decidiera no tirar la toalla, y apretando la mandíbula, levantando la cuerda del cuadrilátero, hiciera gestos de «¡ven!, ¡vamos!, ¡aún no me rindo!».

Se abrieron las puertas del ascensor, un paso tras otro y al fondo todos sentados en una mesa eterna, repleta de portátiles, teléfonos y tabletas. Me vieron venir, me vieron son- reír. Eran las cinco de la tarde, la misma hora en la que un día, con osadía e inconsciencia, llegué a la Gare du Nord de París. Una hormiga entraba en la sede del gigante informático, como si fuera por el mismo extraño agujero de aquel lejano 25 de mayo de 1987, cuando estaba a punto de cumplir dieciocho años.

Las puertas automáticas de vidrio templado se mimetizaban en mi memoria con las del vagón francés. Los mismos pasos que di para bajar del tren, mi mochila de entonces convertida en un maletín de piel marrón. La misma mirada pero más cansada. Mi reloj más pesado pero contando el tiempo al mismo desconcertante ritmo. Mis sueños impecablemente similares, abarrotados de mis valores, los calcetines siempre de colores estridentes. Las palabras, iguales en ambas ocasiones: «Je suis ici!».

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Una web para la hormiga

Ya falta menos. En una semana estará en las librerías físicas y virtuales mi próximo libro. Aprovecho para presentaos la página web que se ha diseñado para albergar todo lo que vaya surgiendo alrededor de “Una hormiga en París”.
Os dejo con la nota emitida por Editorial Planeta para la promoción del libro que explica un poco lo que suponen esos diez capítulos. También os dejo los datos de quienes se encargan de organizar las entrevistas, presentaciones y conferencias que, atendiendo al modelo de innovación que explica este relato, se están contratando para el año que viene.

“De París me traje varias lecciones de vida y de empresa. Cuando observo el momento que vivimos como sociedad pienso en lo dramático que es ver tanta gente parada, exhausta y yerta en su sofá social. La esencia de lo que logré residía en actuar, innovar y enfrentarme a mis miedos para convertirlos en retos.”

Un tipo que roza los cuarenta está reunido con una de las más importantes empresas del mundo. Son más de las tres de la tarde en Chicago y la oferta de compra del proyecto es, sin lugar a dudas, más que suculenta. Sin embargo, y contradiciendo toda lógica,inicialmente dice no. Lo hace porque mientras escucha las palabras de todos ellos, mientras se va perdiendo en el murmullo la millonaria oferta, él recuerda a una hormiga que le hace volver a lo que pasó en París hace más de dos décadas cuando contaba tan solo con diecisiete años. No había llegado hasta allí para renunciar a sus sueños. 

Con este argumento se inicia Una hormiga en París, un relato corto escrito en primera persona, de lectura fácil pero intensa, divertido pero realista y con un trasfondo íntimo pero didáctico que nos muestra el camino de un joven que persiguió lo que quería y acabó alcanzando el éxito. Al menos lo que para él era el éxito y le hacía sentirse feliz.

A través de diez trepidantes capítulos el autor cuenta cómo se las ingenió para vivir en esa jungla llamada París siendo joven y sin apenas dinero y explica cómo se puede innovar fracasando, sobrevivir a una decisión dura, sobreponerse con creatividad y “crear” una empresa cariñosamente llamada (ficticiamente) ‘14 chinos y un español S.A.’. Luchar por los sueños propios es la receta más importante que debe aplicar cualquier emprendedor a la hora de montar un negocio por su cuenta. Ésta es la premisa que ha regido la vida de Marc Vidal desde sus comienzos como empresario con tan solo diecisiete años hasta la actualidad. Aunque las cosas le hayan salido bien o mal, él ha hecho siempre lo que mejor sabe hacer: observar, investigar, escuchar y analizar para lanzarse enseguida al ruedo de la creación de una empresa y de la búsqueda de oportunidades.

“Tenía poco más de diecisiete años cuando decidí conquistar la ‘Ciudad de la luz’. Desoyendo todas las advertencias de mi familia y amigos puse rumbo a la estación Barcelona-Término sin saber que empezaba la historia de mi vida. Desconocía que en ese primer tren, uno de tantos necesarios para alcanzar mi meta, iban conmigo un puñado de sueños que han sido mi sostén a lo largo del camino.”

“Cada proyecto, cada reto, cada noche en vela, cada business plan tiene su origen en aquel crío, lleno de ilusiones, entrando en París como una hormiga.”

“Se trata de seguir una opinión. Se trata de vivir como otros no quieren hacerlo, para vivir como otros no podrán hacerlo. Se trata pues de enfrentarte a todo porque confías en ti mismo. En este sentido, el principal motor para el cambio de nuestro entorno somos nosotros mismos.”

“Uno de los principales problemas en el momento de emprender es el miedo al error. Decidirse y luchar por los propios sueños es la receta definitiva que debe aplicar cualquier emprendedor. Convertir el miedo al fracaso en una oportunidad.”

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EXTRACTOS DEL LIBRO

Analizar tu entorno

“Mi mirada se centró en un guitarrista chino. No podía dedicarse a dos cosas al mismo tiempo: o tocaba o cobraba. Me acerqué a él, tomé su gorra y, tras advertirle como pude que venía a ayudarle, la pasé entre los que allí se encontraban. Así fue como encontré mi primer empleo fuera de España.”

Innovar en la estructura

“El cambio está en nuestras manos y en la ilusión que tengamos. Si uno no cambia el mundo no cambiará.”

Innovar en el producto

“’14 chinos y un español SA’ estaba a punto de iniciar otra fase de innovación que era arriesgada pero que resultaría definitiva. Había pasado de un interés artístico por París a saborearlo numérica y estadísticamente.”

Innovar en la cadena de valor

“He oído demasiadas veces aquello de que ‘montar un negocio es una mala idea’. En un par de ocasiones, pude comprobarlo en mi propia epidermis. En otras tantas, lo llegué a pensar yo mismo. Todavía hoy, en ocasiones, la energía disponible se resiente por tantos esfuerzos del pasado y pueden llegar a jugarte una mala pasada. En esos momentos suelo cambiar mi manera de pensar y me refugio en el valor de aquellos días en París.”

Innovar con el talento

“¿Quién mejor que yo para entender el valor de la diferencia? Respetaba y admiraba a mis compañeros hasta el punto de sentirme chino.”

Innovar en red

“La renovación del repertorio fue determinante. Establecer ubicaciones nuevas permitió abrirse, las tarjetas de transporte buscar territorios, la capacidad de trabajar por las noches potenció la estructura. La modificación del producto ayudó a sentirse mejor a cada uno de los miembros del grupo. La aparición del comisionista y de los agentes revendedores completó el ciclo.”

Innovar en el control

“Los errores servían para mejorar. Un método rudimentario de prueba-error que nos ayudaba a descartar escenarios, plazas, bares, colaboradores, instrumentos o piezas teatrales.”

Valorar tu esfuerzo

“Me monté la vida a cada instante. Viajé y siempre supe rodearme de gente más sabia que yo. Aprendí que tener no era lo importante, sino compartir. En cada proyecto supe que lo óptimo no era la acumulación sino la reinversión. Dejé la vida que los demás habían diseñado para mí y empecé a vivir la mía propia.”

 

El libro intenta explicar un modelo de innovación basado en una experiencia narrada como un relato.

  • Atender una necesidad
  • Establecer una manera de lograrlo
  • Localizar una oportunidad
  • Observar el mercado
  • Establecer cambios radicales pero de forma progresiva
  • Recurrir a la diversión
  • Explorar nuevos territorios
  • Modelar un plan comercial distribuido
  • Organización en beta constante
  • Saber poner punto y final”

 

Para concretar entrevistas, presentaciones o conferencias contactar con M. Helena Gaya en el  +34 93 676 43 00 o en el correo electrónico hgaya@idodi.eu 

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Personal Marc Vidal Personal Marc Vidal

Est voilà!, la portada

Mi editor me ha hecho llegar la portada de mi próximo libro. El Grupo Planeta ha decidido que vea la luz de los escaparates en otoño. La verdad es que, a pesar de ser un libro corto, se podrá leer en una tarde tranquilamente, y tratar de manera tremendamente simple los procesos de innovación en la empresa, ha sido un parto largo y difícil. Lo escribí en pocos días pero lo fui creando durante décadas en mi mente y sobre todo en mi corazón. Muchos han oído hablar de esta historia, pero ya os adelanto que el cúmulo de detalles, lugares y momentos que no he explicado nunca sobre aquellos meses en París, os sorprenderán. El detalle que Bernardo Hernandez, ex vicepresidente de Google y actual líder de Flickr, me lo prologue será la guinda del pastel. El libro trata de cómo un tipo que ya supera los cuarenta y que no ha hecho más en la vida que emprender, para bien algunas veces y para mal otras tantas, decidió con 17 años tomar un tren y largarse a un lugar que estaba mucho más lejos que ahora y que él consideraba “la capital del Mundo”. El emprendedor que ahora soy, el espíritu de mejorar, innovar y encontrar las respuestas ante cualquier reto, se lo debo a cuanto me ha pasado en la vida, seguro, pero en especial a aquellos meses en los que me sentí como una hormiga en París. Este es un libro corto, fácil pero intenso, divertido pero realista, con un trasfondo íntimo pero didáctico. A través de nueve episodios cuento como me las ingenié para vivir en esa jungla siendo tan joven y sin apenas recursos. Durante algo menos de un centenar de páginas explico como se puede innovar fracasando, sobrevivir a una decisión dura y a sobreponerse con creatividad. El hilo conductor es esa vivencia personal sucedida en París hace ya más de veinte años. A través de la necesidad convertida en ventaja, de la ilusión y de la picaresca, hace más de dos décadas fui capaz de convertir un desordenado grupo de músicos orientales que trabajaban en las calles de la capital de Francia en una engrasada máquina de hacer dinero. La historia trata de cómo a los pocos días de llegar a la capital del mundo tuve que idear algo para sobrevivir. Por casualidad, como el que caza oportunidades, lo descubrí. Un chino que tocaba con una guitarra música de los Beatles en la plaza George Pompidou me dieron la clave. En ese libro contaré como se puede innovar para sobrevivir y a continuación, con ese espíritu, lograr organizarte y, como las hormigas, construir un pequeño ecosistema donde incorporar mejoras, propuestas y posibilidades. Lo que allí pasó me conecta directamente con mi determinada manera de ver la empresa y la manera de vivirla, y por supuesto quien quiera podrá ver el origen de un emprendedor.

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Marc Vidal Marc Vidal

¿Me sugieres un título?


Ya han pasado dos años desde que lanzara el libro ‘Contra la Cultura del Subsidio‘. A pesar del beneficio que pueden otorgar miles de ejemplares vendidos en tres ediciones y un buen número de conferencias a partir del mismo, lo más interesante ha sido aprender que hay dos escenarios de lectura. Ha sido muy nutritivo llegar a lectores que no lo eran de este blog y que ahora algunos lo son a diario y otros continúan no siéndolo. Otros, lectores del blog desde hace años, jamás leyeron el libro. Ha sido curioso detectar como lo digital y lo analógico, en esto de los libros funcionan como dos mundos separados. También tengo otra percepción: el lector de posts, no es necesariamente un lector de libros y viceversa.

A pesar de que tengo encargado otro libro en Planeta y que está avanzando a un ritmo mucho más lento de lo que yo querría, el que ahora estoy finalizando de escribir verá la luz en tres meses. Lo editaré digitalmente a un coste simbólico y en papel bajo demanda a un coste inferior del habitual. La edición será profesional y habrá una campaña de lanzamiento similar aunque no podrá encontrarse en aeropuertos y las estanterías de las librerías de momento. Me apetece hacerlo así. Se editará en castellano, catalán, inglés, portugués y francés y estará basado en lo que cuento en la primera parte de esta conferencia que os detallo en el video del encabezamiento. Concretamente lo que explico entre la secuencia en el minuto 3:20 y el 8:55. Durante casi un centenar de páginas explicaré en siete episodios como se puede innovar fracasando, sobrevivir a una decisión dura y a sobreponerse con creatividad. El hilo conductor es una vivencia personal sucedida en París y hace ya más de veinte años. A través de la necesidad convertida en ventaja, de la ilusión y de la picaresca, hace más de dos décadas fui capaz de convertir un desordenado grupo de músicos orientales que trabajaban en las calles de la capital de Francia en una engrasada máquina de hacer dinero. La verdad es que lo único que no tengo claro es como titularlo. Los editores dicen ‘13 chinos en Paris’ pero a mí no me convence. Os pido sugerencias para el título, una de ellas será la elegida y así empieza la vida de un libro que os aseguro será divertido, útil y vuestro.

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En Telemadrid

Ayer pasé por los estudios de Telemadrid. Estuve en Diario de Noche con Ana Samboal. Aquí os dejo el vídeo del programa. Mi participación se inicia en el minuto  14 y 15 segundos. Es una intervención breve pero repleta de cosas que quería decir. No hablo de mi libro, del que por cierto acaba de ordenarse la impresión de la segunda edición. Quiero agradecer el apoyo de todos los que lo han leído, comprado o difundido, sin vuestro esfuerzo distribuido en las redes y fuera de ellas no hubiera sido posible llegar a esas cifras de venta, más cuando hablamos de un libro que ataca la comodidad de conciencia y acción. Permitidme también que haga una referencia acerca de un apoyo espontáneo que ha surgido en la red y que pretende que el bueno de Andreu Buenafuente me invite a su programa. Es una iniciativa que nace de los alumnos del Postgrado que dirijo y que debía ser un mero ejercicio pero que está traspasando los límites de lo que se le supone a un experimento para convertirse en algo más. No sé que pensar ni que decir. Veremos, pero en todo caso, gracias aunque va a ser difícil que, en el caso de que acepten o me lo propongan, esté en disposición de asistir. Mi agenda es como es.

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¡En exclusiva!

Aquí os dejo el primer capítulo de mi próximo libro. “Contra la Cultura del Subsidio”. Su salida está prevista para el 16 de noviembre. He logrado que, como regalo para los que habéis estado esperando la reapertura del blog, tengáis este detalle en “exclusiva”. Espero que os guste y os anime a querer seguir leyendo. Aun no tengo la agenda definitiva de presentaciones y firmas que la Editorial Planeta está determinando pero en cuanto sea posible os lo plantaré aquí. Sé que se están preparando cosas muy interesantes y foros en redes sociales para generar conversaciones sobre el propio libro.

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EMPRENDER EN ESPAÑA

Todasdirecciones
Emprender es un modo vivir. Arriesgado pero apasionante. Decidir que haces con tu propia vida sin que por ello no dejes de escuchar. El método más exacto para aprender. El mecanismo más rápido para perderlo todo. Un camino inseguro pero donde los mejores tienen un hábitat para desarrollarse. El Grupo Planeta me ha pedido que me ponga a escribir un libro sobre la emprendeduría en España

Me han sugerido que comparar los modelos internacionales que existen en ese campo podría ser ilustrativo. Así lo voy a hacer pero también pretendo construir un relato, un mecano de experiencias donde se denuncie como en nuestro país a muchos se les llena la boca de “apoyar a los emprendedores” o de “aportar lo necesario para cambiar el modelo de crecimiento” pero que al final todo eso son palabras vacías. Pretendo analizar eso que se ha venido a llamar "atonía ciudadana" y el perverso "sofá social", puesto que no todo es culpa de la administración, todos tenemos nuestro asunto pendiente.

Pienso que un emprendedor es un ejemplo a seguir porque encuentra oportunidades, asume riesgos y ejecuta acciones para generar riqueza. A medida que la distribuye creando empleos se va transformando en empresario. Algunos emprendedores abandonan en ese instante el nuevo perfil de empresario para volver a emprender. Son los emprendedores recurrentes, una raza en peligro de extinción por culpa de las múltiples trampas del sistema. ¿Me ayudáis a canalizar el libro? ¿Qué cosas debo incorporar? ¿Qué datos tenéis? 

¿Es un emprendedor aquel que hace crecer un negocio existente? ¿Sería emprendedor aquel que tiene una idea pero no la ha ejecutado? ¿Es un emprendedor el empresario que crece? ¿Emprender es una actitud o es un tipo de persona?

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CRONICA DE UNA CRISIS…

Acabo de concretar con Editorial Planeta la preparación de un libro sobre emprendedores y atonía social. Justo ahora que en unos días empezará la distribución del libro "Crónica de una crisis anunciada" a través de una de los sellos vinculados a Editorial Noumicon, en concreto Welton. Debo decir que la portada no es de mi agrado y eso de que subtitulen mi nombre como "gurú" tampoco, pero las dos cosas responden a criterios editoriales. El volumen es una selección de artículos de este mismo blog pero con aportaciones que complementan conceptualmente lo que busqué al aceptar su edición: por un lado advertir a aquellos que no leyeron en la blogosfera los avisos de la que se nos venía encima, y por otra, demostrar que seguimos bajo un engaño perverso, que lo mismo que nos ocultaban permanece escondido. 

También es una denuncia de la dejadez y abulia social. De hecho el propio editor remarca que "Crónica de una Crisis Anunciada es el relato de una de las mayores crisis económica, financiera, social y de valores de nuestro tiempo. Con un lenguaje ameno y directo y con la autoridad propia del gurú que anticipó en la blogosfera lo que parecía inevitable (...) es la oportunidad para entender cómo y porqué se fue gestando esta crisis en tiempos en los que reina un desconcierto fruto de la incertidumbre y la desinformación interesada. Una obra que confirma el valor de la blogosfera como medio para construir la verdad desde la sociedad civil y una puerta a la esperanza para entender un mejor equilibrio futuro en nuestra economía global"

Para mí hay dos opiniones que me enorgullecen especialmente. Por un lado la de Mario Conde que dice "el libro de Marc Vidal puede analizarse desde diferentes ángulos. Para mi, al margen del valor de su contenido, es un testimonio de importancia, no solo de la crisis sino de algo que debe estar presente ya en todos nosotros: el valor de la información al margen de los mecanismos convencionales. Es por ello un testimonio que invita a la reflexión y a darse cuenta de que no es que algo esté cambiando, es que ya ha cambiado, y en muchos aspectos para mejor”, y por otro la de Juan Garcia: “Este libro demuestra que en la red se avisó de la que se nos venía encima”.

Me gustaría, no obstante, aportar mi opinión. Este libro es para los que me leéis desde hace años, funciona como réplica en papel, recuerdo físico de tantos años trabajando juntos, vosotros aportando ideas y yo aplicando a golpe de post todo ello. También puede ser útil para los nuevos, esos que a veces se pierden buceando por los archivos de este blog, de manera que en formato papel podéis concluir, a momentos, con una idea global de lo que aquí y en otros lugares conté en los últimos años. En todo caso, los royalties que obtenga serán destinados a una de las operativas de ayuda que estoy montando en Granollers. En breve os pediré apoyo.

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