Atrapados en 'El día de la Marmota'. La urgencia de la transformación digital de la economía.
'El día de la marmota'. Así podría titularse la película que definiría lo que vive España con respecto a poner en marcha un nuevo gobierno. Lo grave es que en este caso, y a diferencia con la obra protagonizada por Bill Murray, nadie parece haberse dado cuenta que cuando empieza un nuevo día que va a repetirse indefinidamente es factible modificar cosas para ir mejorando la situación.
'El día de la marmota'. Así podría titularse la película que definiría lo que vive España con respecto a poner en marcha un nuevo gobierno. Lo grave es que en este caso, y a diferencia con la obra protagonizada por Bill Murray, nadie parece haberse dado cuenta que cuando empieza un nuevo día que va a repetirse indefinidamente es factible modificar cosas para ir mejorando la situación.
Pues mientras todo sigue su curso a velocidad política, el planeta sigue girando y lo hace a velocidad crucero. El punto crítico en el que se encuentra el desarrollo digital en todo el continente europeo precisa de que se tengan las ideas claras y los criterios de adopción de una apuesta por la digitalización especialmente de las propuestas emergentes en inteligencia artificial, gestión de datos, robotización y economía colaborativa.
La disponibilidad tecnológica de la clase política española es preocupante. De todos. Mientras el continente se enfrenta al reto más importante que hemos vivido en décadas, España no tiene discurso propio. Tampoco tiene ninguna acción destacada que no derive de la inercia. A muchos ya les va bien obviamente, y por eso no se denuncia desde ninguno de los estamentos y empresas que deberían estimular algún cambio.
La transición digital se enfrenta a un muro enorme que la industria tradicional ha erigido conscientemente para no perder algunas de sus ventajas. Saben que una socioeconomía digitalizada se lleva por delante intermediarios, procesos ineficientes y estructuras que fueron creadas para el control de todo. El problema no es sólo español. Esto tiene que ver con un continente viejo, que camina despacio porque se ha hecho despacio y con desgana.
Lo curioso es el desequilibrio. España tiene ante si una oportunidad única que se nos puede estar escapando. Nos encontramos con una alta tasa de conectividad alta, rondando el 78% en redes rápidas de banda ancha, pero a la vez disponemos de una tasa de paro bíblica y una baja competencia digital de esos nuevos aspirantes a encontrar un empleo. Esto genera una incoherencia dramática. Digamos que hay centenares de miles de parados que no tienen ninguna opción de ser contratados en un país que quiera avanzar digitalmente y ser competitivo en el futuro inmediato.
O avanzamos en la modernización a riesgo de la exclusión que puede suponer o reducimos la velocidad de innovación para ocupar a millones de personas sin la formación que requiere la Nueva Economía. La demanda actual en la sociedad digital va estrechándose para quien no tiene una cultura digital avanzada. Si queremos reducir el paro sólo se puede contratar mayoritariamente a personal sin una formación digital compatible con la de otros competidores. Si no lo hacemos se perpetúa esa lacra.
Es un callejón sin salida aparente. Estimular la contratación tal y como se está haciendo ahora nos aleja del futuro. No hacer nada colapsa el consumo. La verdad es que no es fácil pero es importante dejarse de táctica y abrazar la estrategia o el hostión a medio plazo va a ser épico.
Los retos se amontonan. La debilidad parlamentaria dificultará la aplicación de reformas estructurales, eso lo sabemos. Será importante determinar prioridades entre lo urgente y lo importante. El impulso del I+D y el apoyo a la exportación en plena digitalización de todo no es un tema accesorio. Para competir exportando habrá que modificar toda la política industrial buscando salarios solventes y estables. Para ello sólo hay una solución que tiene que ver con una política fiscal más amable. Subiendo impuestos, atrapados como estamos, esa opción se aleja.
La administración debe liderar el proceso y las empresas deben implementarlo. Los ciudadanos deben disfrutar y dinamizar esa modernización y adaptarla a un futuro digital y competitivo. Todos debemos saber cual es nuestro papel en esta guerra. Pero el problema actual es que el primer batallón está en parada técnica, el segundo procura mantener sus monopolios para que otras no puedan a través de la disrupción cambiar alguna regla del juego. El tercero, el batallón de los ciudadanos, sigue pendiente mayoritariamente de formarse y entender el modelo social y económico que supone la digitalización de todo.
Si la economía de nuestros vecinos compradores se frena, la recaudación tributaria se reduce y el gasto público del nuevo gobierno se debe recortar, sólo va a quedar subir impuestos, reducir prestaciones y retrasar la transformación digital que tanto necesitamos. Y no la necesitamos por capricho. No es por parecer más ‘cool’. Se trata de ser sostenibles, de ser competitivos, de seguir siendo primer mundo. ¿Cómo piensan mantener el sistema de pensiones en unos años por ejemplo? Con un empleo precario e inestable o con una red laboral compleja de alto valor y eficiencia, digitalizada y robotizada, rentable y capaz de prestar servicios a la sociedad que vamos a ir necesitando cada vez más por pura aritmética demográfica.
Es evidente que sin plan no hay pan. Cuando por fin se pongan de acuerdo, se repitan las elecciones o lo que sea, la urgencia aun será mayor. El tiempo pasa y seguir jugando a la ruleta con esto es una irresponsabilidad que no nos podemos permitir. La reconversión de la educación y del mercado de trabajo no puede permanecer más tiempo pendiente de la ciencia infusa. El paro se irá reduciendo, es evidente, pero ese tipo de empleo alejado de las necesidades reales de una sociedad digital es pan para hoy y hambre para mañana. El problema es que ‘mañana’ es ya mismo. Hace años que lo sabemos.
A world without employment
We’ve talked before about a world with half the current rate of employment. A complex world, close at hand, full of automated systems and robots. But there are those who go beyond that, and do it from a place where we know from experience the future is defined — Silicon Valley. There are those who talk about a world without work, without employment.
Steve Jurvetson, a partner at the Silicon Valley venture capital firm DFJ, said during the XPRIZE Visioneering event that the world has to think about how to deal with the increasing gap between the rich and poor and not about how to employ people who will inevitably be losing their jobs.
I met Jurvetson two years ago in San Francisco. This investor in futuristic technology companies — like SpaceX or Synthetic Genomics itself—is a guy that when he talks seems to describe with precision a world that only he sees, but explains it in such a way you understand and envision it, in all its overwhelming logic.
Same as Jurvetson thinks that “the pace of technological progress is decoupled from the economy” and that the gap between the rich and poor can no longer expand and contract as it has at other times in history, the middle classes are indefatigably decreasing and in some parts of the world tend to even be disappearing to make way for other “low-cost micro-bourgeoisie” models.
Supposing, as Jurvetson says, that all industries will experience a moment in which robots and software eliminate unwanted jobs, so there aren’t enough jobs for all human beings, then a small portion of mankind will control the information technology that would make “global automatization” possible. That — keeping in mind the current economy isn’t keeping pace with these advances — could create a terrifying scenario in which almost 80% of the population able to have a job, won’t be able to get one.
Imagine a world where it’s hardly necessary to work because everything is automatized. It seems like science fiction, but it’s becoming less fiction and more science all the time. Cars, transport, operators, mechanics, manufacturing, mining, education, medicine, and anything else you canimagine, already have automatized components, or by-products, giving us a glimpse of what the immediate future will be like.
The challenge is finding the way to attain that “wonderful” opportunity of “automatization” resulting in the entire world population having access to fundamental human rights. Healthcare, knowledge, culture, food. A robotic world to make life more human. For this to happen, a “smooth transition into the world of plenty” is required.
Can you imagine it? What will that transition be like? When?
spanish version here
Un mundo sin empleo
Ya hemos hablado de un mundo sin la mitad del empleo actual. Un mundo cercano y complejo repleto de sistemas automáticos y de robots. Sin embargo hay quien va más allá y lo hace desde un lugar donde, por experiencia, se define el futuro, Sillicon Valley. Hay quien habla de un mundo sin trabajo, sin empleo.
Steve Jurvetson, socio de la firma de capital de riesgo de Sillicon Valley DFJ, dijo durante el evento Xprize Visionering que el mundo tiene que pensar en cómo atenderá la cada vez mayor diferencia entre ricos y pobres y no en como va a ocupar a las personas que irremediablemente irán perdiendo sus puestos de trabajo.
Conocí a Jurvetson hace dos años en San Francisco. Este inversor de empresas de tecnología futuristas como SpaceX o la misma Synthetic Genomics, es un tipo que cuando habla parece definir con precisión un mundo que sólo él ve, pero que, sin embargo, a medida que te lo explica, lo comprendes y lo interpretas en toda su aplastante lógica.
Al igual que Jurvetson pienso que ‘el ritmo del progreso tecnológico está desacoplado de la economía y la brecha entre los ricos y los pobres no puede ya ir cambiando de dimensión estrechándose y encogiéndose como hizo en otros momentos de la historia’. Las clases medias menguan sin descanso y en algunos puntos del planeta incluso tienden a desaparecer para dar paso a otros modelos denominados ‘microburguesia low cost’.
Suponiendo como dice Jurvetson que ‘todas las industrias vivirán el momento en el que los robots y software se llevarán por delante el trabajo no deseado, no habrá empleo suficiente para todos los seres humanos’, entonces una pequeña porción de la humanidad controlará la tecnología de la información que permitirá esa ‘automatización global’. Eso, atendiendo a que la economía actual no funciona a ritmo de esos avances podría generar un escenario aterrador donde casi el 80% de la población en disposición de tener empleo no logre tenerlo.
Imaginar un mundo donde no fuera necesario apenas trabajar pues todo estaría automatizado parece ciencia ficción pero cada vez es menos ficción y más ciencia. Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa que imagines ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver como será el futuro inmediato.
El reto está en encontrar el modo que permita obtener de esa ‘maravillosa’ opción del ‘automatismo’ la consecuencia de acceso a los derechos fundamentales a toda la población mundial. Salud, conocimiento, cultura, alimentos. Un mundo robotizado para hacer más humana la vida. Para ello se precisa una ‘transición tranquila hacia el mundo de la abundancia’
¿Te lo imaginas? ¿Cómo será esa transición? ¿Cuándo?