¿Recuperación económica o rebote coyuntural?
Estamos escuchando que la economía española se está recuperando. Qué lo peor ya ha pasado y que gracias a los ERTE y las ayudas del gobierno estamos en la ‘senda de la recuperación’. Algo que, si me estás viendo desde otros países, seguro que también lo estás escuchando. La matemática tiene un factor ventajoso en este caso. Compares lo que compares en 2021 con respecto a todo lo que pasó a partir de marzo de 2020, te sale cojonudo. Lo que pasa es que la realidad pesa como el plomo y la aritmética no puede con todo.
Estamos escuchando que la economía española se está recuperando. Qué lo peor ya ha pasado y que gracias a los ERTE y las ayudas del gobierno estamos en la ‘senda de la recuperación’. Algo que, si me estás viendo desde otros países, seguro que también lo estás escuchando. La matemática tiene un factor ventajoso en este caso. Compares lo que compares en 2021 con respecto a todo lo que pasó a partir de marzo de 2020, te sale cojonudo. Lo que pasa es que la realidad pesa como el plomo y la aritmética no puede con todo.
Parece evidente que la economía remonta, así lo dicen los indicadores más básicos y los que la prensa tradicional nos expone día sí y otro también. Pero muchas empresas se quedarán en el camino. El Banco de España estima que el 25% de las empresas están en situación de insolvencia ahora mismo.
Tras el derrumbe de la economía en 2020 (-10,8%) toca hacer cuentas. Y eso es lo que ha hecho el Banco de España, que ha estimado que como consecuencia de la crisis, el porcentaje de empresas con patrimonio neto negativo se habría disparado hasta el 25%. Esto supone, en concreto, un incremento de 10 puntos respecto de la situación anterior.
Este aumento, sostiene el banco central, habría sido algo más moderado en las empresas de mayor dimensión, en las que esta proporción ha crecido desde el 8,6% hasta el 15,3%. Por sectores, de nuevo habrían sido las ramas más afectadas por la crisis (turismo, comercio o transporte) las que habrían experimentado un aumento más acusado, elevándose el número de compañías con patrimonio neto negativo hasta un 34%.
Esta circunstancia contable se produce cuando las pérdidas son superiores a la suma del capital social y las reservas de una compañía, y su importancia radica en sus consecuencias sobre su viabilidad, ya que para su supervivencia dependen directamente de su capacidad de endeudamiento. Aunque a partir de 2021 lo previsible es que se consolide algo una hipotética recuperación económica, no será hasta 2023 cuando “la empresa mediana recupere los niveles de rentabilidad de antes de la crisis sanitaria.
La velocidad de la recuperación dependerá, lógicamente, de si se cumple el escenario más favorable de los dos que contemplan los técnicos del banco central. En el escenario menos favorable, se mantendrían niveles de rentabilidad algo inferiores, especialmente en 2021 y 2022.
Me he leído el informe del Banco de España sobre este tema en el que hace estimaciones de que la deuda no será sostenible para un 25% de las empresas, es decir, el dinero con dificultades para devolverse, se sitúa entre 9.000 millones de euros y 18.600 millones. La mayor parte de este importe se concentraría en el segmento de pymes por cierto.
Esto pone de manifiesto, ni más ni menos, que la crisis se ha cebado en las empresas de más reducido tamaño. Por sectores, esta deuda no sostenible se acumularía en buena medida en los sectores donde se ofrecen millones de empleo que ahora (ellos no lo saben) pende de un hilo.
La conclusión que saca el estudio no deja lugar a dudas: el aumento del endeudamiento que las empresas españolas habrían experimentado desde el primer trimestre de 2020, junto con el descenso de los flujos de caja futuros esperados, “se habría traducido en un deterioro de su situación de solvencia” acercándose muchas a la insolvencia y quiebras. No todas las que están muertas han cerrado. Hay algunas que siguen en una especie de ‘The Walking Dead’ catastrófico
Para avalar esta conclusión, el Banco de España sostiene que la proporción de empresas sobre endeudadas, pero viables, entendidas como aquellas que mantendrán una rentabilidad positiva en 2023, pero que tendrían problemas para hacer frente a los intereses y a la devolución del principal de sus deudas, se elevaría, otro cinco por ciento más.
Pero si esto es grave, hay otro escenario peor. El de las empresas que se consideran inviables ahora mismo, en su mayoría pymes, y que según las define el banco central son aquellas con resultados corrientes negativos en el próximo 2023. Es decir, se trata de compañías que no pueden cubrir, a largo plazo, sus gastos de explotación con sus ingresos. A estas se les llama directamente ‘empresas zombies’. Y hay muchas.
En este caso el deterioro de su rentabilidad en 2020 y su persistencia posterior se traducirá, en algunos casos, en un incremento de las empresas vulnerables y que corren el riesgo de ser inviables. Muchas más de las que ahora se consideran factibles.
Pero lo peor no es eso, si aun sigues mirando este vídeo y no te has cortado las venas, piensa en que no se han tenido en cuenta los posibles cambios estructurales en la demanda asociados a la crisis, por lo que estos resultados "podrían subestimar el impacto de la crisis sobre la proporción de empresas inviables".
Ese informe del Banco de España está basado en el análisis que realizan sus técnicos de las principales partidas de la cuenta de resultados conocidos en el modelo económico que teníamos antes y a partir de una muestra de unas 300.000 empresas.
Todo eso es ‘lo previsto para 2021 y 2022 pero la debacle empresarial a la que nos asomamos ya es que la insolvencia empresarial en España se ha disparado un 69%. Esto sin contar ese 25% de empresas que ya se les considera insolventes aunque aún no se reflejan en el informe del Banco de España.
Nuestra economía depende directamente en un 14% y más de 20% indirectamente de los sectores más afectados: hostelería y el turismo. El 61% de las empresas que ya se han declarado insolventes en lo que va de año pertenece al sector servicios y el 53% de las disoluciones empresariales también pertenecen a este sector.
El segundo sector más afectado es el de la construcción, ocupando el 21% de las insolvencias y el 22% de las disoluciones empresariales de este año. Cuando hablo con la gente sobre como ven la economía, a muchos les parece exagerado preocuparse por un desastre bíblico. Dicen que viene dinero de Europa, que la deuda lo soporta todo y que si el gobierno se endeuda al final nos beneficiará a todos con ayudas.
No hay nada peor que ser un optimista sin información. Yo les llamo ilusos. Para ser optimista hay que tener información de los escenarios desfavorables y actuar con garantías sobre ellos. Algo que, de momento, nadie está haciendo. Resulta que nunca había habido tanta deuda ni nos había importado tan poco.
Hago una paréntesis para hablarte de la deuda: la deuda pública mundial ha alcanzado el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial, superando la producción económica anual del mundo. Tendrá consecuencias, es cuestión de tiempo. lo que pasa que lo pagarás tú, no ellos. Los defensores de esta estrategia de sumar deuda afirman que este gasto podría dar paso a un período de sólido crecimiento mundial.
Pero si esta percepción es errónea, el mundo podría arrastrar deudas que solo sería posible absorber mediante la inflación, los impuestos elevados o incluso el impago. La combinación de los enormes niveles de deuda y la falta de preocupación mostrada por los mercados no tiene precedentes. Como tampoco los tipos a los que se trabaja ahora.
La deuda del Gobierno central de Japón está a punto de superar el trillón de yenes, lo que se traduce a casi 10 billones de dólares. Incluso con una deuda pública total de más del 250% del producto interior bruto, Tokio no gasta más en intereses cada año que a mediados de los 80, cuando la deuda pública era de unos dos tercios del PIB.
Grecia, el eterno campeón de la deuda, está acumulando ahorros, y los inversores están aceptando bonos con rendimientos aún más bajos que los del Tesoro de Estados Unidos. Incluso algunos países en vías de desarrollo, como la India, están pregonando las virtudes de un mayor endeudamiento público, sin que se produzca una reacción notable por parte de los mercados.
Tengo la impresión que hemos quedado atrapados por una política de tipos de interés bajos que fomenta los excesos y el riesgo. El aumento de los tipos de interés podrían causar problemas gigantescos y no hacerlo también. En otro vídeo os expliqué que pasa con la inflación.
Podría ser que todos los gobiernos, aquí y allí, no hicieron lo suficiente en la crisis anterior, así que esta vez se van a exceder. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, en 2020, la deuda pública mundial ascendió al 105% del PIB mundial, cuando antes de la crisis sanitaria se situaba en un 88%. La deuda pública total podría aumentar 10 billones de dólares más este año, hasta alcanzar los 92 billones, y la mayor parte del aumento se produciría en las economías desarrolladas.
Hasta España ha descubierto que puede seguir acumulando deuda gracias a los bajos costes de los préstamos, que el BCE ayuda a controlar. Ya nadie se acuerda de la traumática crisis de Grecia, que estuvo a punto de sacar al país mediterráneo de la zona del euro con aquella deuda sobre deuda.
Pero, si los bancos centrales de las economías avanzadas tienen que subir los tipos de interés para combatir la inflación, los gobiernos se verán obligados a tomar decisiones políticamente dolorosas: subir los impuestos y recortar el gasto. A veces parece que el singular y el plural hacen que las cosas cambien mucho, la deuda se puede no pagar, pero las deudas las debes pagar. Un país tiene una deuda, tu tienes deudas.
Pero volvamos al origen. Ahora sabemos que la deuda global nos va a afectar, la nuestra también, la inflación, las insolvencias, las quiebras, la caída del consumo post vacacional, la nueva estructura de la demanda de ese consumo y el deterioro de los sectores de los que vive este país. Ahora sabemos que los fondos europeos no permiten hacer de tractor de una economía paralizada. Cambiar el modelo productivo no es garantía de empleo y que mantener el colchón social genera deuda.
Pues si todo esto ya lo sabes, espera… aún hay más. Vuelvo a las insolvencias y al sentimiento económico que nos afecta. El índice compuesto de indicadores líderes (CLI), que sirve a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de termómetro económico para detectar cambios de tendencia en la coyuntura, advierte en su última lectura (la de julio) de la presencia de síntomas de moderación en el crecimiento de la economía española, aludiendo a que el consumo tras el encierro podría estar detrás de un simple rebote coyuntural y no estructural
La mayoría de indicadores adelantados incluidos en el CLI para España aportaron en julio una contribución positiva al crecimiento, cierto, pero es curioso que la mayor contribución al índice de confianza es únicamente la del consumidor. De ahí que la propia OCDE dice que «el ritmo de expansión económica en España, aunque sigue siendo importante, ha muestra signos de ralentización.
Si te sirve de consuelo, esto está pasando también en toda la zona euro. Todos se están ralentizando. El problema es grave aunque en España, al haber caído más que nuestros vecinos, se nota menos por pura comparación. Si caes un 7% y ahora estás recuperando a una velocidad del 4% en realidad vas mejor que el que cayó un 11% y ahora sube al 5%. Seguro que se entiende, pero como no todos lo entienden, nos repetirán una y otra vez que crecemos más rápido y mas que nadie. Pero solo será una ilusión. Cuando el tren del rebote se pare, y entremos en zona de peligro, cuando nos suban los impuestos más, nos reduzcan los servicios y la deuda y el déficit se coma las opciones de inversión en la economía real, veremos que la aritmética si tiene sentido. A todo esto, el problema, es que los fondos europeos presentados como la gran solución no son para solucionar nada de todo esto. Lo explico en otro vídeo.
Súmale una inflación tremenda. La luz no será lo único que subirá (pronto habrá vídeo con sorpresas y noticias que nadie te cuenta sobre este tema), lo hará el gas, lo hará la cesta de la compra, lo hará todo. Con ello, los tipos, y con ello la deflación social que ya vivimos en 2009 al 13. Al no poder devaluar moneda, devalúas por salario y poder adquisitivo. Es fácil.
¿Qué se puede hacer? Visto lo visto, a corto poco. Vamos a tener que negociar con este desastre. Pero ya que tenemos que proyectar bueno sería inspirarse en otros (Te voy a hablar de países que conozco) y que están haciendo para estimular de verdad un cambio de modelo productivo. En este caso focalizado en la economía digital. A ver si somos capaces:
Reino Unido: bajo el paraguas de su UK Digital Strategy publicado originalmente en 2017, el gobierno británico llevó a cabo una actualización en marzo de 2021 habla sobre sus 10 prioridades tecnológicas.
El ministro de finanzas Rishi Sunak y el presidente Johnson han buscado relajar las reglas para que los fondos de pensiones inviertan en nuevas empresas. Los han incitado a generar un "big bang" que ayude a recuperar la economía tras la pandemia. Oh! He vivido allí 2 años.
Irlanda: "Estarías loco si no inviertes en Irlanda”. Con esta frase, pronunciada en un foro de inversión en 2012, el presidente Bill Clinton resumió el sentir de muchas empresas estadounidenses que en aquella época vieron la postura impositiva laxa del gobierno de la Isla Esmeralda y su posición geográfica como una combinación perfecta para sentar sus bases europeas.
Pero la realidad es que el número de startups por cada millón de personas en Irlanda es de 666, lo que deja al país gaélico en segunda posición del continente y muy por encima de la media europea de 190.
La razón detrás de este gran volumen de startups es lógica, a la sombra de grandes tecnológicas como Apple o farmacéuticas con una fuerte presencia en el país como Pfizer, han surgido pequeños actores que se han beneficiado de aceleradoras como el National Digital Research Centre, un programa de aceleración irlandés que busca "colocar a Irlanda en el top 5 de emprendimiento en el 2030”.
Allí hablan poco y hacen mucho. No verás a su presidente explicar lo que van a hacer, sueles verlos cuando ya lo están haciendo. He vivido allí 7 años. La burocracia y los impuestos son reducidos, y medidas como el Knowledge Development Box ofrecen ayudas impositivas en activos como las patentes que están gestionadas y ubicadas en el país. Irlanda es hogar de centros de investigación y compañías mundiales de primer nivel de las que beneficiarse gracias a programas de transferencia de conocimientos como el Knowledge Transfer Ireland.
Estonia, trabajé un año con instituciones públicas de este pequeño país: con menos de 1,5 millones de habitantes, Estonia sin duda es la referencia europea en cuanto a digitalización y facilidades burocráticas para startups, emprendedores y nómadas digitales.
Además de ofrecer e-residencias a ciudadanos tanto de la Unión Europea como extranjeros que quieran situar su negocio en Estonia por tan solo 290 euros — lo que permite abrir cuentas bancarias, generar facturas o pagar impuestos desde cualquier parte del mundo —, Estonia también ofrece visas específicas para startups.
Hay muchos ejemplos que demuestran que por mucho informe, estudio, plan integral o lo que sea, si no hay una verdadera capacidad de gestión, una voluntad de hacerlo real, un planteamiento ideológico de no intervención pero sí de estimular la nueva economía a la vez que se informa de que lo que viene no es gratis, que va a costar, si no se hace no vale.
Tenemos un problema laboral, económico, empresarial, de sector, de falta de estímulos a la innovación, de falta de inversión, de penalizaciones y burocracia, que penalizan el paso al nuevo nivel. No vamos a pasar de pantalla si seguimos dando los pasos de siempre.
Faltan nuevas ideas y menos mediocridad partidista. Sé que es desesperante, pero igual me equivoco y esto no es un rebote sino una recuperación que nos trae un modelo económico moderno y capaz de ofrecer sueldos altos, rendimientos fiscales suficientes para reducir deuda, un aumento de servicios públicos de calidad y una bajada de precios al ser tan eficientes. Igual Papa Pitufo existió, igual…
Las pensiones del futuro dependen de la Transformación Digital de nuestra economía.
El gobierno ya no tiene caja para pagar la cuota extra de las pensiones como adelantó. Ya lo dijo y el que avisa no es traidor. De hecho, la decadencia del poder adquisitivo de los pensionistas futuros es ya una previsión innegable. Se va a ir reduciendo como se establecieron y, por el contrario, no parece que se esté trabajando seriamente en la contraprestación de servicios públicos que puedan amortiguar esa situación.
El gobierno ya no tiene caja para pagar la cuota extra de las pensiones como adelantó. Ya lo dijo y el que avisa no es traidor. De hecho, la decadencia del poder adquisitivo de los pensionistas futuros es ya una previsión innegable. Se va a ir reduciendo como se establecieron y, por el contrario, no parece que se esté trabajando seriamente en la contraprestación de servicios públicos que puedan amortiguar esa situación.
Para garantizar las pensiones en este país la tasa de desempleo no debería estar por encima del 6% en los próximos años o será insostenible. Ese es el gran desafío. Es desesperante contemplar como pasan los días y los años y el plan para afrontar ese riesgo no es más que un conjunto de improvisaciones que asustan. Para llegar a un casi pleno empleo en un país como España el modelo de crecimiento debe cambiar de un modo radical. La economía cíclica y dependiente del escaso valor añadido es un abismo a diez minutos vista.
Seguimos sin crecer en lo que hay que crecer. En innovación y preparación tecnológica. Ya no sólo es cuestión de ofrecer un espacio de desarrollo y crecimiento personal a las personas que quieren afrontar el futuro con cierta garantías. Ahora también está en juego el modelo de pensiones y el modo en el que se va a sujetar.
En dos años, España ha caído cinco puestos en el ranking de los países más innovadores del planeta. Así lo estima el Foro Económico Mundial. Nos adelantan por la derecha, por la izquierda, por arriba y por abajo. Atraemos talento y capital riesgo pero se rentabiliza muy mal. Países como Irlanda crean 146 startups al día, centralizan el mayor volumen de inversión anglosajona y generan más empleo tecnológico que nadie. Alemania lidera la tasa de robots y automatizaciones por habitante rozando el pleno empleo. Francia invierte un presupuesto público 23 veces más que el nuestro en el desarrollo de la Industria 4.0 esperando volcar el modelo de crecimiento actual lo antes posible. Las pensiones dependen de ello como decíamos.
Hay muchos más ejemplos y España sigue en sus manifestaciones, en sus banderas y sus meriendas. Te lees el informe en cuestión y te entras ganas de llorar. Seguimos siendo una potencia económica, cierto, pero persisten un enorme paro y un desequilibrio en el poder adquisitivo que desemboca en la creación de un estadio social llamado ‘pobre asalariado’. Un grupo gigantesco de personas que ansían llegar a ser, algún día, por lo menos, un mileurista.
Hace tres años estábamos en un modesto 37 puesto en esa clasificación mundial de la innovación. Ahora, aún peor. La 42 es nuestra casilla. Islandia, Portugal, Estonia, Malasia, Qatar, Azerbaiyán, Kenia y Sudáfrica, por decir algo, están por delante. ¿Dónde está el tabique que impide esa innovación? Según el Foro Económico Mundial la culpa es de la ineficiencia burocrática, las tasas impositivas perjudiciales, las regulaciones laborales que lo complican todo, la incapacidad de conectar empresas y universidades y, en palabras del propio editor del informe, la nula capacidad del Gobierno de fomentar la innovación.
La transformación digital es relevante. Tiene que ser algo más que un ‘claim’ que acompaña en la página web de cualquier empresa. Mucho más que un ‘plan’ de centenares de páginas sujeto a presupuestos modestos que no se llevan a cabo por falta de fases previas formativas. El 80% de las pymes españolas desconocen la diferencia que existe entre ‘digitalizarse’ y ‘transformarse digitalmente’. Lo demuestra que sólo el 20% de las pequeñas y medianas empresas de España no usaba ningún tipo de solución de cloud computing. Apenas un 25% de esas mismas compañías apostó por formar a sus trabajadores en competencias digitales, lo que demuestra que, aunque hubiera un plan, de momento hay poca predisposición a aprovecharlo.
Algunos de los países que mejor se han posicionado en ese ránking, o que más han subido, son aquellos que han apostado por un modelo empresarial ligado de manera natural por la innovación y el riesgo. La apuesta por un cambio de modelo de crecimiento está sujeto a la innovación de las grandes compañías, suelen ser lentas, o a la disrupción que aportan las startups. El problema es que estas segundas tienen una mortalidad gigantesca. El apoyo a éstas con programas que modifican el modelo contractual público que les da acceso a ofertar aunque sean de reciente creación o el amortiguador que supone leyes de segundas oportunidades, ayudan mucho.
Las pensiones están en juego. Todo un modelo de convivencia también. Hay que darse prisa y hacerlo con inteligencia y conocimiento. Bajo mi punto de vista, el debate acerca de la creación de puestos de trabajo que ahora no existen y que puedan ser capaces de cubrir la destrucción de otros que la robotización y la inteligencia artificial provoquen, es maniqueo. Esto no va de cálculos acerca de si eso se va a producir y cuando. No va a pasar, por lo menos no al nivel en el que sería exigible para evitar un conflicto social irreparable.
Hay países que avanzan en esa línea. Son países que ya lo han hecho antes y tienen muy claro el método. Nunca apuestan por la economía estacional o cíclica. Producen bajo conceptos de eficiencia, de conexión entre universidades y empresas y el estímulo público se basa en potenciar sectores capaces de exportar cualquier nuevo producto. El modelo es Alemania que en los últimos años ha destruido más de 600.000 puestos de trabajo que fueron sustituidos por máquinas mientras creaba 900.000 en espacios de valor añadido que antes no podían ni plantearse.
El análisis sobre todo esto es tremendamente interesante. De hecho está claro, bajo mi perspectiva, que vamos a tener que cambiar algunos conceptos que no hemos modificado nunca y eso, evidentemente, va a ser muy complejo. Son tres conceptos claros: el significado del contrato social llamado ‘trabajo’, el módulo impositivo actual que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, que reduce peligrosamente la composición de la llamada ‘clase media’ y, también, el valor educativo de nuestro sistema actual.
Veremos a que llamamos clase media en breve. Haced ahora lo que siempre has querido hacer, tal vez, cuando te jubiles no puedas pagártelo. Por lo menos si nadie se plantea políticamente el problema enorme en el que nos estamos metiendo de cabeza.
Los bancos, la venta predictiva, la Inteligencia Artificial y el Big Data. El ejemplo del Ulster Bank.
Ayer supimos que el principal banco español, el Santander, planea un ajuste de más de dos millares de trabajadores. Es la enésima dieta que se le aplica a la plantilla. Es cierto que con más de dos cientos mil empleados, lo que el Santander está haciendo es estructurar su enorme organización de manera ordenada y no traumática. Sin embargo, no es más que una tendencia que se acentuará en esta y el resto de entidades de toda Europa. Le pongan la excusa que le pongan, el problema tiene un estímulo desde hace ya media década. Se llama Fintech.
Ayer supimos que el principal banco español, el Santander, planea un ajuste de más de dos millares de trabajadores. Es la enésima dieta que se le aplica a la plantilla. Es cierto que con más de dos cientos mil empleados, lo que el Santander está haciendo es estructurar su enorme organización de manera ordenada y no traumática. Sin embargo, no es más que una tendencia que se acentuará en esta y el resto de entidades de toda Europa. Le pongan la excusa que le pongan, el problema tiene un estímulo desde hace ya media década. Se llama Fintech.
El término FinTech es perturbador para los sistemas financieros existentes y establecidos. Hablamos de que para financiar un proyecto, miles de personas acceden al ‘crowdfunding’ o a los préstamos ‘peer-to-peer’, para gestionar transacciones utilizan el móvil o para intercambiar divisas lo mismo. El FinTech lo hace todo, todo lo que desde un banco u otros gestores financieros ya hacían, y lo hacen más barato, más fácil y más rápido. No obstante la banca ya no se lo mira atónita. Algunas han empezado a tomar medidas. Unos con aceleradoras de startups, otras desarrollando conjuntamente con empresas soluciones digitales e, incluso, las menos, abrazando toda la dimensión tecnológica para transformar totalmente la entidad.
En la tercera opción me gustaría destacar uno de los bancos con los que tengo relación, el Ulster Bank irlandés. Esta entidad ha estado preparando todo un modelo de transformación en la gestión de datos y el uso de la Inteligencia Artificial que les permite conocer con antelación cuándo un cliente va a realizar una transferencia, amortizar anticipadamente parte de su hipoteca, qué tipología de aseguradora va a demandar o qué tipo de crédito necesitará en un futuro inmediato.
El conocimiento predictivo va a permitir al Ulster mejorar las relaciones con sus usuarios, optimizar su eficiencia comercial y aumentar los ingresos por las ventas. El Ulster Bank ha desarrollado una plataforma inédita en el sector que combina la Inteligencia Artificial y el Big Data con la que genera conversaciones con los casi dos millones de clientes que tiene actualmente. El objetivo es colocar al cliente en el centro de la cadena de valor, conocerlo mejor y generar productos predictivos que se ajusten a un ratio de éxito muy superior al actual.
La plataforma integra y analiza todos los datos e información resultantes de la relación entre los clientes y el banco por digitalmente, por teléfono o analógicamente. Aunque las entidades irlandesas están tremendamente automatizadas, existe un modelo de relación personal muy alto para algunos temas. Con esta captación de datos se busca extraer patrones de conducta. La idea central es que la tarea comercial se genere desde un punto de vista analítico y automatizado con un rango de éxito muy superior al actual. Las primeras pruebas así lo demuestran.
Cuando hoy en día un banco se acerca a un consultor, lo primero que le dice no es que ha perdido facturación. Eso no ha pasado. El asunto es que ha caído la rentabilidad debido a diversos aspectos estructurales y monetarios. Los bajos tipos de interés, el coste tecnológico, el personal no digitalizado y el tamaño estructural suelen ser los motivos. De ahí que no sea un problema de facturación, sino de eficiencia y eficacia. Ahí la Inteligencia Artificial y el Big Data se mueven muy bien. El tiempo medio necesario para el despliegue de una plataforma de este tipo puede llegar a tardar un año. La implementación en el Ulster Bank se produjo en seis meses.
En tiempos en que según el estudio “EY Fintech Adoption Index 2017”, el 37% de los usuarios de Internet en España, utiliza servicios Fintech para gestionar sus finanzas como plataformas de pagos y transferencias, bancos sin oficinas, aplicaciones móviles, seguros on-line, plataformas de crowdlending, los bancos tienen que, no sólo implementar este tipo de soluciones, sino lo que tienen que hacer realmente es aprovechar la tecnología que se les puede asociar. No es lo mismo tener un banca móvil digital de gran calidad y usabilidad a tener un banco virtual accesible desde cualquier dispositivo que a través de un chatbot estudia conductas de cada usuario/cliente. No es lo mismo.
Según ese estudio, atentos, los servicios más usados por los encuestados agrupados por categorías son las plataformas de pagos y transferencias, utilizadas por el 50%, empresas relacionadas con los seguros (Insurtech), por el 24%, inversión mediante crowdlending o servicios online de asesoramiento y gestión financiera, el 20%, solicitud de préstamos en plataformas de crowdlending o en empresas de créditos rápidos, 10%; servicios y aplicaciones móviles de control y planificación financiera, 10%.
Un estudio similar en 2015 aseguraba que uno de cada siete consumidores digitalmente activos eran usuarios de Fintech, mientras que en 2017 son uno de cada tres. Las intenciones futuras de los usuarios se espera que aumenten en un promedio del 52% en dos años. En el caso de los servicios de préstamos online se estima que su utilización pueda doblarse.
Los consumidores se sienten atraídos por los servicios Fintech ‘porque sus propuestas son más simples, más prácticas, más transparentes y más fácilmente personalizadas’. En esa dirección deberían disparar los bancos, a la simplicidad, la usabilidad, la transparencia y la personalización. A partir de esa primera estructura deberá de generarse un espacio de lectura de datos masivos e interpretación por Inteligencia Artificial y, finalmente, la banca empezará a entender que significará la disrupción más grande a la que se han enfrentado desde su creación: la desintermediación del dinero, el Blockchain. Proximamente…
La relación entre 34 startups por cada 100.000 habitantes y el crecimiento económico.
Cuando el ministro De Guindos dice que el país de la zona euro que más crece es España excluye a algunos países que considera ‘no importantes’. Lo ha dicho él y el presidente en reiteradas ocasiones. España crece, sí, pero no es el que más. De hecho, no considerar ‘importantes’ a otros países por aspectos demográficos desmonta el argumentario. Por ejemplo, considerar a Irlanda poco importante cuando con apenas un 9% de la población española tiene un PIB que supone el 26% en la misma comparación. Que, tras un par de años malos y habiendo devuelto el rescate bancario, ahora crezca en cifras de aurora boreal.
Cuando el ministro De Guindos dice que el país de la zona euro que más crece es España excluye a algunos países que considera ‘no importantes’. Lo ha dicho él y el presidente en reiteradas ocasiones. España crece, sí, pero no es el que más. De hecho, no considerar ‘importantes’ a otros países por aspectos demográficos desmonta el argumentario. Por ejemplo, considerar a Irlanda poco importante cuando con apenas un 9% de la población española tiene un PIB que supone el 26% en la misma comparación. Que, tras un par de años malos y habiendo devuelto el rescate bancario, ahora crezca en cifras de aurora boreal.
Irlanda ha pasado de crecer un -4.6% en 2009 a crecer consecutivamente en 2014 un 8,5%, en 2015 un 26,3% y en 2016 un 5,2%. Se dice pronto. Acumula un crecimiento en tres años de un 40%. Lo he vivido en primera persona. Vivo entre Dublín y Barcelona. El crecimiento no es cosmético. Es real. Además está vinculado a un cambio de modelo económico que sólo se repite en algunos países europeos y asiáticos. La tecnología no es un eslogan o un anuncio televisivo, es sustancial a una nueva y próspera manera de entender la economía.
Lo fácil es decir que como en Irlanda se pagan menos impuestos es normal que crezcan y eso no es exacto del todo. Si quieres pagar muy poco vete a Holanda o Luxemburgo. Como he dicho alguna vez, los impuestos en Irlanda no son tan bajos. Depende quien los paga. Si eres una empresa es cierto que en el caso de tener beneficios tu impuesto de sociedades es realmente atractivo. Está al 12% en el genérico y al 6,5% si tienes una patente tecnológica en desarrollo. Las ayudas a la puesta en marcha de una empresa ya no es un tema impositivo, es sencillamente un apoyo a la creación de negocios nuevos. Por eso puedes acogerte a no pagar ningún impuesto hasta que no alcances una facturación determinada.
Sin embargo los impuestos directos e indirectos, las tasas, los costes privados de todo y la falta de servicios públicos como nosotros los entendemos en España, supone una presión fiscal importante. Aquí se paga por todo. Incluso el IVA es dos puntos superior al español. Sin embargo se considera que esa presión debe dar margen a la inversión y al consumo. En Irlanda se maneja una máxima. La deuda y la subvención son tóxicas, el ahorro y la inversión son garantía. Y lo trasladan a todo. De ahí que, mientras otros países centran sus esfuerzos en hacer bonitos eventos en los que parezca que hay un vibrante ecosistema de emprendedores tecnológicos, otros como este, se dedican a crearlo de verdad.
En Irlanda se crean 146 startups diarias, 2 de cada 3 nuevos empleos son para empresas tecnológicas, el 10% de los trabajadores de Dublín son desarrolladores informáticos, es el país con mayor inversión en Fintech Blockchain, el segundo país del mundo en inversión tecnológica per cápita y, ahora, además, el tercer país con mayor número de empresas tecnológicas por habitante. Eso no es algo que se ha planteado en dos meses. Llevan más de dos décadas vinculando inversión internacional y local, universidad, empresa, gobiernos, atractivos fiscales y facilitando que en pocas horas puedas tener una empresa en marcha sin muchos líos. Algo tendrá que ver. En Irlanda mantenemos nuestro fondo que intenta llevar a ahí a startups españolas que se beneficien de esa exposición.
Interesante mirarse este informe donde aparecen la densidad por cápita de startups en Europa y este otro con el nivel de inversión en Fintech por país. Explica muchas cosas realmente.
No obstante en Europa destacan otros países en esta carrera por conquistar un modelo económico tecnológico. Va a ser rápido. El tren sigue en marcha y se va. O te subes o te quedas esperando otro que viene repleto de sectores cíclicos, intensivos y con un alto riesgo de que no sean capaces de absorber laboralmente a nadie. Países como Estonia, que con apenas 1,3 millones de habitantes ha sido la cuna de Skype, Transferwise, Pipedrive o Playtech. Aunque no es comparable en términos absolutos si ayuda a entender que, por mucho hablar de ecosistemas favorables y discursos acomodaticios, lo importante es generar la suficiente masa tecnológica que permita ir aumentando el cuerpo laboral que le da servicio. Se dice que no hay suficientes desarrolladores para las ofertas existentes. Pues, ¿por qué se han ido muchos de ellos?
Crear siliconvaleis por todas partes no es la solución porque además no se puede. Eso no se hace en diez días aprovechando un polígono industrial abandonado. No va de montar teatros, va de de poner las decisiones correctas sobre la mesa y ejecutarlas. Bajar los impuestos, facilitar la creación de negocios innovadores, estimular que las empresas sean tecnológicas, conectar la formación con demanda y no castigar la inversión internacional que quiere apoyar proyectos locales. Vamos bien relativamente. Demasiado crecimiento en sectores que pueden ser pan para hoy y mucha hambre de nuevo para mañana. Pero digamos que vamos bien. Bien, pero despacito. Muy despacio y ahora, más que nunca, se precisa hacerlo rápido pues nos llevan mucha ventaja.
El 10% de los trabajadores en Dublín son desarrolladores de software. ¿Las claves?
Hace un par de días Stack Overflow presentó un estudio que detallaba el número de empleos relacionados con el desarrollo de software en el Reino Unido e Irlanda. Lo más significativo es el porcentaje que alcanzan algunas ciudades, especialmente Dublín, dónde prácticamente un 10% del empleo disponible es para desarrolladores. Algo que puede intuirse si atendemos a algo que ya publiqué hace tiempo y que hacía referencia al hecho de que 2 de cada 3 nuevos empleos que se crean en la capital irlandesa tienen que ver con la tecnología.
Hace un par de días Stack Overflow presentó un estudio que detallaba el número de empleos relacionados con el desarrollo de software en el Reino Unido e Irlanda. Lo más significativo es el porcentaje que alcanzan algunas ciudades, especialmente Dublín, dónde prácticamente un 10% del empleo disponible es para desarrolladores. Algo que puede intuirse si atendemos a algo que ya publiqué hace tiempo y que hacía referencia al hecho de que 2 de cada 3 nuevos empleos que se crean en la capital irlandesa tienen que ver con la tecnología.
Por ponerlo en el contexto al que se refiere el estudio vemos que a Dublín le siguen Londres (7,7%), Edimburgo (7,1%) y Belfast (6,8%). Y aunque en Londres la cantidad bruta de desarrolladores alcanza los 360.000 trabajadores, su fuerza laboral es de más de 4.700.000 empleos disponibles. Algo que porcentualmente mejoran los 60.000 desarrolladores de software en una ciudad con una oferta laboral de apenas 670.000 como es el caso de Dublín.
Lo importante es lo que supone esta incorporación al tejido laboral de una tipología de trabajador de alta cualificación y que, independientemente de muchos factores de automatización futura, imprescindibles en muchos aspectos de la economía del futuro. Que un 10% del empleo sea este garantiza muchas cosas. Cada país apuesta por lo que apuesta. Lo importante es disponer de hoja de ruta, de estrategia política y socioeconómica. En Irlanda existe desde hace dos décadas. No se trata de amontonar planes en programas electorales o enumerar listados sobre ‘como haremos los próximos años’. El éxito de una transformación residen en tres pilares que en algunos países está siendo improvisada y en otros no.
Esto se logra facilitando la creación de empleo de alto valor, creando ecosistemas reales para esos creadores de empleo, importando talento e inversión y no penalizando con leyes 'vintage' esa importación y, por supuesto, con una tributación específica para empresas de este tipo que no castigue su crecimiento. Además, desde el proyecto Horizon 2020 con el que colaboro, se dice que dos tercios de los empleos tecnológicos creados en lo que llevamos de año, están, además, vinculados a consultoras o agencias especializadas en Transformación Digital en el país celta. A mi mismo me pasa. Desde Irlanda recibo peticiones para trabajar en procesos de transformación digital de múltiples empresas ubicadas en España y otros países europeos. Es decir, con el tiempo, una de las capitales con mayor tracción en materia de consultoría de innovación y de desarrollo de tecnología asociada, será esta ciudad. El futuro debería de ir por ahí.
Mientras tanto ¿qué estamos haciendo el resto? ¿Seguimos estimulando empleos que sabemos van a desaparecer en menos de una década? ¿De quien es responsabilidad? Esperar que vamos a conquistar el futuro, que vamos a proporcionar las oportunidades que nuestros hijos y nietos necesitarán en un futuro, con el modelo de crecimiento estimulado hasta la fecha, es un dramático error. El sector turístico siempre, el inmobiliario pronto, son los tractores históricos. Unos tractores que se sujetan en datos aparentemente buenos. Más empleo, más consumo, más sensación de crecimiento. Y es cierto. Pero ese empleo no garantiza nada.
Sin embargo hay luz a lo lejos. La hay en varios lugares de España pero el que mejor conozco es la que ilumina Barcelona. Una ciudad volcada en generar oportunidades para el sector tecnológico y del conocimiento. Muchas veces de un modo muy voluntarista y poco estratégico, pero ahí está. Conviviendo con un turismo brutal, exagerado muchas veces, pero necesario. Necesario ordenarlo por cierto. Vivo a caballo entre Dublín y Barcelona y me gusta comparar ambas ciudades en diversos aspectos. No es una crítica, es inspiración práctica.
Es cierto que en la región metropolitana de Barcelona hay un tejido empresarial innovador e intensivo en conocimiento que está emergiendo con fuerza. Ciencias de la vida y la salud superan con creces a otros mucho más publicitados como el ‘mobile’ o el ‘gaming’. Por eso son necesarios estímulos a ese cambio de modelo de crecimiento imprescindible si queremos mantenernos (o probablemente subirnos) en los trenes que llevan directamente al futuro. Reducir el planteamiento de que lo mas importante es crear empleo de cualquier tipo, en lugar de focalizar en crearlo solo en el ámbito del valor añadido es la única puerta que podemos abrir para superar una transición inminente de automatización de todo lo que sea automatizable.
Los mejores países para hacer negocios. Suecia 1°, Irlanda 4° y España 29°.
La Revista Forbes ha publicado la lista de los mejores países para hacer negocios. Una lista que encabeza Suecia, Nueva Zelanda, Hong Kong e Irlanda y en la que España ocupa el puesto 29. Una lista en la que se tienen en cuenta únicamente eso, la facilidad para hacer negocios. No obstante, al revisar esos países vemos que el nivel de desarrollo comparado con los últimos años, y su evolución, determina la relación entre esa posición y el equilibrio social y económico que tienen.
La Revista Forbes ha publicado la lista de los mejores países para hacer negocios. Una lista que encabeza Suecia, Nueva Zelanda, Hong Kong e Irlanda y en la que España ocupa el puesto 29. Una lista en la que se tienen en cuenta únicamente eso, la facilidad para hacer negocios. No obstante, al revisar esos países vemos que el nivel de desarrollo comparado con los últimos años, y su evolución, determina la relación entre esa posición y el equilibrio social y económico que tienen.
Me gustaría tomar como ejemplo de análisis a dos países que están bien situados y destacar la diferente política impositiva que tienen para empresas especialmente. Hablo de Suecia (crecimiento del PIB del 4,2%) y de Irlanda (con un increíble crecimiento del PIB del 26,3%). Ambas están bien posicionadas pero, mientras que la presión fiscal en Suecia es alta, la de Irlanda no lo es tanto. A la clasificación final la afectación de este punto no depende tanto de una tributación baja sino de un buen equilibrio entre lo que se paga y lo que se recibe y, sobretodo, de la relación entre éstos y el entorno para hacer negocios que se derivan. Irlanda ha mantenido los impuestos a empresas muy bajos y Suecia los ha reducido notablemente en la última década.
En el cuarto puesto, como decía, está Irlanda. Allá por 2008 estalló la burbuja inmobiliaria en el país celta. Un par de años después los gobiernos europeos y el Fondo Monetario Internacional enviaron a Irlanda un paquete de rescate de de más de 85.000 millones de euros para apoyar las necesidades presupuestarias del país y sujetar al sistema bancario. Tres años después, en diciembre de 2013, salió oficialmente del rescate europeo.
A pesar de sus problemas económicos, Irlanda mantuvo un ambiente muy favorable para los negocios durante todo ese tiempo. Demostró un buen nivel en todos los ámbitos que miden la facilidad de los negocios y, de hecho, es la única nación que se encuentra bien situada en los 11 indicadores que examinan a todos los países. A la vez, logró mantenerse en el nivel más bajo de carga tributaria equilibrándolo con el más alto en protección del inversionista y de libertades personales.
Uno de los factores que más influyen en este modelo de medición es el volumen de inversión recibido del exterior. En concreto la Cámara Americana de Comercio publicó un informe que mostraba que las empresas estadounidenses invirtieron en Irlanda más de 129.000 millones de euros en los años de mayor crisis, lo mismo que en los 60 años anteriores sumados. Irlanda, también, fue el cuarto mayor receptor de inversión extranjera directa de EU.
Ahora bien, los salarios cayeron un 17% en ese mismo período. El desempleo se recuperó a un nivel desconocido gracias a un motor inesperado. En la actualidad hay más de 1,000 empresas en el extranjero con presencia en Irlanda que emplean a casi 200.000 personas en un mercado laboral de menos de 2 millones.
En el otro lado del modelo impositivo está Suecia. La mejor clasificada. El gobierno de Suecia redujo las prestaciones por desempleo y discapacidad para fomentar el empleo en un momento determinado. Los impuestos siguen siendo muy altos pero los impuestos pagados como porcentaje del beneficio han caído ocho puntos porcentuales durante la última década y la clasificación de la carga impositiva del país en facilidad para hacer negocios del Banco Mundial ha mejorado 11 puntos durante el hora.
Pero si algo caracteriza a Suecia es que es la sede de algunas de las marcas más importantes del mundo. Hablamos de Volvo, Electrolux, Ericsson, IKEA y H&M. Sin embargo, lo que caracteriza el nuevo modelo de crecimiento sueco es que se ha convertido en un refugio para las empresas de tecnología más relevantes del planeta. Algo que también disfruta Irlanda por cierto. De ahí han salido empresas como Skype, Spotify, SoundCloud, King Digital (Candy Crush) o Mojang (Minecraft).
Estar bien clasificado en esta lista no te da la felicidad. De hecho no mide eso. Tampoco el estado real de la economía pero si las posibilidades de desarrollarla y de enlazarla con las necesidades futuras del país. Especialmente es interesante descubrir como algunos territorios muy avanzados en modelos económicos sostenibles y de economía circular están entre los mejor posicionados. Lo que realmente examina son las expectativas de cada país para afrontar el futuro y, de nuevo, España no sale muy bien parada. Fiscalidad compleja, reformas cosméticas y mucha burocracia no lo facilitan. Pero si hay algo que cada vez tiene más importancia y que nos aleja aun más de ser un buen lugar para hacer negocios, es la inexistencia de una hoja de ruta en Nueva Economía que cada vez es más determinante para afrontar el futuro de nuestros hijos con garantías.
Los factores que miden esta clasificación son los derechos de propiedad, innovación, facilidad de acceso a las TIC, impuestos, tecnología, corrupción, libertad (personal, comercial y monetaria), burocracia, protección a inversionistas y rendimiento del mercado de valores. Los datos provienen de los informes publicados por las siguientes organizaciones: Freedom House, The Heritage Foundation, la Alianza de Derechos de Propiedad, Transparencia Internacional, el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial.
La Transformación Digital de España en el Consejo de Ministros. ¿Será la buena?
Y finalmente hubo fumata bianca. Un nuevo gobierno y algunos nuevos ministros. Los desafíos siguen siendo los mismos. La Transformación Digital de un país. La prórroga ha terminado y el tiempo apremia. Uno de los ministerios más interesantes desde el punto de vista económico no es ni el de Hacienda ni el de Economía, curiosamente será el de Energía, Turismo y Agenda Digital de Alvaro Nadal. Precisamente por ese último apellido. La Secretaría de Estado que estará enfocada a acometer la transformación digital de la economía y sociedad española se antoja imprescindible. Hay otros gobiernos europeos y asiáticos que disponen hace años de algo similar. La duda, como siempre, es si el asunto se quedará en un título, un informe, una hoja de ruta envuelta en papel celofán o realmente esta vez va en serio.
Y finalmente hubo fumata bianca. Un nuevo gobierno y algunos nuevos ministros. Los desafíos siguen siendo los mismos. La Transformación Digital de un país. La prórroga ha terminado y el tiempo apremia. Uno de los ministerios más interesantes desde el punto de vista económico no es ni el de Hacienda ni el de Economía, curiosamente será el de Energía, Turismo y Agenda Digital de Alvaro Nadal. Precisamente por ese último apellido. La Secretaría de Estado que estará enfocada a acometer la transformación digital de la economía y sociedad española se antoja imprescindible. Hay otros gobiernos europeos y asiáticos que disponen hace años de algo similar. La duda, como siempre, es si el asunto se quedará en un título, un informe, una hoja de ruta envuelta en papel celofán o realmente esta vez va en serio.
La transformación digital de un país tiene que ver con atender sectores, administración, infraestructuras, despliegue de red y aumento de competitividad apoyando el cambio de procesos, incrementando la digitalización de procesos y la aplicación de modelos de gestión automatizados. Preparar el terreno para un país donde el empleo y el modo de relacionarnos va a ser muy distinto en muy poco tiempo. Si se trata solo de cosmética, de un plan epidérmico, lo veremos pronto. Hay poco tiempo para atrapar a los que ya tomaron ventaja.
La cosa va de dinero. Pero no sólo. Va de tener un amplio presupuesto y flexible, pero también de trabajar de un modo transversal con el resto de ministerios para permitir que el cambio de modelo de crecimiento de este país se produzca lo antes posible. Sabemos que eso no va a ser fácil como demuestra la tónica que ha tomado el tema. Volvemos a las andadas. Seguimos esperando que lo inmobiliario, el turismo y poco más nos otorguen el peso suficiente para mantenernos en la mitad de la tabla europea. Nos olvidemos que hay sectores que crecen sin crear empleo y que, o nos ponemos de una vez, tendremos problemas a corto plazo. Graves problemas.
En otros países la agenda digital está en todos los ministerios y en otros depende de presidencia. Es decir, se contempla que la acción de una hoja de ruta digital tiene que ver con todo y no con un espacio concreto. Ese es el riesgo, que el responsable de este plan se encuentre con negociaciones interesadas por todas partes y su influencia se vea deteriorada en cada batalla. Aquí se ha optado por esta solución más jerárquica y sectorial. Tal vez demasiado si atendemos que lo importante es ser competitivo de un modo muy global.
No vamos a vivir siempre del turismo. No vamos a tener otro boom inmobiliario que dure décadas. Los cimientos de todo eso depende de ciclos y de que sigamos siendo un destino atractivo y barato. El futuro llegó y gran parte de la economía de España no ha asimilado que el tiempo de espera y análisis se terminó. Recordemos que en el informe ‘España 4.0. El reto de la transformación de la economía digital’, elaborado por la consultora Roland Berger, se asegura que apenas un 35% de las empresas españolas dispone de un ERP (sistemas de planificación de recursos empresariales), casi el 27% en el caso de los CRM (gestión de relación con clientes) y solo un 13% comparte información con su cadena logística. La gestión de bases de datos propias y sus derivadas tradicionales alcanza un 39%, pero si nos metemos en Bigdata el porcentaje está probablemente por debajo del 5%. Una oportunidad por cierto para los que lo apliquen.
En la Pyme el asunto es de espanto. Sólo un 16% aprovecha las posibilidades del comercio electrónico y apenas un 23% compra también online en modelos B2B. Este es el reto, no el del eslogan o el discurso. Es que las cifras están por los suelos. En Irlanda, Reino Unido, Alemania o Francia las cifras son de media el doble. El triple en otros como Eslovenia, Holanda o Dinamarca. El tiempo corre en contra porque los que ya lo tienen resuelto van más rápido que los que lo ‘vamos resolviendo’. La distancia se agranda.
El informe destacaba, y hace unos meses, que los obstáculos a la dicha transformación digital son la resistencia al cambio y el coste de ese cambio. La primera se soluciona culturalmente, la segunda económicamente. El problema es técnico, sabemos cual es por lo que también conocemos su solución. Mientras el gasto en I+D en España siga por debajo del 1,2% del PIB es absolutamente improbable que alcancemos a nadie o que el cambio de modelo económico se produzca de manera sólida. En Alemania llega al 3% y la media de la UE es del 2%. Entre 2009 y 2013, los recursos destinados a ciencia cayeron en España. En Alemania, en el mismo periodo, se incrementaron en un 18%. Son maneras de verlo.
Sin embargo todavía hay un rechazo importante desde el punto de vista cultural hacia la tecnología. Tengamos en cuenta que en este mundo, la transformación digital cambia la forma en la que hay que dirigir la compañía, el liderazgo, la toma de decisiones y a qué velocidad se generan. Y hay personas que quizás no se ven capacitadas tecnológicamente para ello. La sociedad en general, y las empresas en particular, parecen dominar los usos digitales básicos, pero aún están lejos de estar a la vanguardia de todo cuanto ofrece la digitalización de procesos, gestión, venta y comunicación.
Me encuentro cada día a con este caso. Lo más complicado es vencer ese primer paso. Sin embargo cuando lo logramos con nuestros clientes la toma de ventaja sobre competidores es abrumadora. Por desgracia la mayoría de esos clientes no están en España y en gran medida está ligados al Plan Horizonte 2020 de la Comisión Europea. La nueva manera de ver el escenario comercial es brillante. Es muy intenso el momento en el que casi ‘por arte de magia’ un sinfín de datos, modelos de gestión y planes tácticos, se perfilan hasta pasar de una foto borrosa a otra totalmente detallada donde la toma de decisiones y la predicción de resultados es la clave de la competitividad para estos clientes. De eso hay que hablar, en eso hay que trabajar.
Esa agenda digital tiene que pensar en incentivar la formación en las empresas, en estimular la creación de nuevos puestos de trabajo responsables de esa área de transformación y de generar un marco legal y de trabajo para las consultoras que nos dedicamos a dinamizar ese entorno. No es lo mismo digitalizar un Centro Comercial que Transformar una flota de transportistas. Ésta segunda tendrá que lidiar pronto con plataformas sociales que serán una competencia inédita y disruptiva por ejemplo.
Veremos que tal. Recordemos que ya existe una Agenda Digital. Data de febrero de 2013 y buscaba desarrollar la economía y la sociedad digital en nuestro país configurándose como el paraguas de todas las acciones del Gobierno en materia de Telecomunicaciones y de Sociedad de la Información. Si el plan es replicar la intensidad vamos listos. Si la idea es darle un nuevo impulso y abrazar los nuevos objetivos que en este tiempo han sido modificados por los ‘agentes externos’ iríamos bien.
El problema es que en España existen lagunas legales importantes en cuanto a la aplicación de algunos negocios digitales que son como misiles en el área de flotación de algunos negocios estratégicos. Los más de 120.000 millones de euros que se estima impactarán en la economía nacional en cuanto se logre la anhelada transformación digital necesitan de que entendamos que muchos modelos de negocio ‘protegidos’ dejen de estarlo y se permita la irrupción de nuevos actores naturalizados con la tecnología. Telecomunicaciones, turismo, servicios financieros, transporte, infraestructuras, farmacia, salud, energía e industria tienen los días contados bajo el prisma tradicional. Permitir ese cambio de una vez nos hará más competitivos en general. El proteccionismo no es una buena idea en este caso.
Veo con esperanza la reactivación de la Agenda Digital española. Con algo de escepticismo en cuanto a la permisividad del resto de agentes involucrados y con dudas evidentes sobre la capacidad de generar una nueva cultura transformadora en general. Sin embargo, sea como sea, no hay más remedio que abordar la transformación digital de la economía española urgentemente. El primer paso, asumirlo, parece estar ya en el Consejo de Ministros. A ver…
Pizzas digitales o el cambio de producto a servicio
Uno de los mejores restaurantes de Irlanda está desarrollando una aplicación que sus clientes se descargarán al pagar la cuenta. De este modo obtendrán un 10% de descuento inmediato y podrán hacer uso de diferentes objetos conectados entre si dentro de la sala. A partir de ese momento los satisfechos comensales entran en una dinámica de relación con el restaurante que permite a unos y a otros beneficiarse mutuamente. Los clientes reciben información puntual de todo cuanto les puede interesar y el restaurante adquiere datos muy valiosos.
Uno de los mejores restaurantes de Irlanda está desarrollando una aplicación que sus clientes se descargarán al pagar la cuenta. De este modo obtendrán un 10% de descuento inmediato y podrán hacer uso de diferentes objetos conectados entre si dentro de la sala. A partir de ese momento los satisfechos comensales entran en una dinámica de relación con el restaurante que permite a unos y a otros beneficiarse mutuamente. Los clientes reciben información puntual de todo cuanto les puede interesar y el restaurante adquiere datos muy valiosos.
Una divertida marca de ropa femenina italiana presentará sus colecciones en pasarelas virtuales. Mientras las modelos visten y desfilan, los asistentes que han recibido unas gafas de realidad virtual temporalmente pueden ver ‘lo que no se ve sin ellas’ e identificar junto a cada chica el nombre de la pieza, sus características principales y finalmente su precio. También pueden completar la compra directamente sobre esa imagen virtual.
Ambos proyectos los están desarrollando una misma empresa tecnológica junto a nuestra consultora. Los dos son ejemplos de cómo la digitalización no conoce limites, ni de sectores aunque estos sean tremendamente analógicos. El primero ha pasado de vender pizzas a coleccionar datos y el segundo de mostrar ropa a vender experiencias virtuales.
Ambos tienen un punto en común: el conocimiento del cliente. El restaurante interactúa con sus clientes para conocer gustos, juega con ellos y obtiene información sobre que horarios, platos y servicios puede ofrecer. El segundo conoce a tiempo real el modo en el que las personas ven y analizan sus prendas. Ambos han pasado de una producto a un servicio. Siguen vendiendo productos, sí, pero ahora también ‘venden’ un servicio.
La economía digital está cambiando las reglas de juego tradicionales. Ya quedan pocas industrias que puedan sentirse ajenas a ello. Desde el año 2000, el 52% de las empresas del Fortune 500 han quebrado o han sido adquiridas. Lo más curioso es que ninguna de ellas lo vieron venir. Se trató de algo rápido, disruptivo y que tuvo que ver con el eléctrico cambio que la transformación digital ha producido en todas las cadenas de valor, en los procesos, en la comunicación y en los modelos de negocio.
Empresas que eran tremendamente rentables lo dejaron de ser de la noche a la mañana simplemente porque lo que fabricaban o vendían pasó a un plano distinto. De vender algo a ver como alguien lo ofrecía gratis. La diferencia estaba en el soporte, en el concepto en si mismo del producto que pasaba a ser un servicio. Muchas de esas empresas que en apenas tres lustros dejaron de ser las más importantes del planeta se tuvieron que enfrentar al reto de descubrir nuevos modelos de negocio sin dejar de ser esencialmente lo mismo.
Kodak insistió en mantener un producto cuando la fotografía empezaba a ser algo que no precisaba de un soporte ni de un revelado. La digitalización se llevó por delante a la mayor empresa de productos fotográficos de la historia. Instagram vendría a ser ahora lo que significaba Kodak en su momento. No convertir su modelo de negocio y su producto en un servicio la mató.
Un nuevo cliente me encargó el reto de analizar los distintos procesos de su negocio y más adelante diseñar nuevos modelos de negocio que puedan incrementar sus beneficios que se han estancado por cierto. Lo primero que hicimos fue analizar en que punto se encontraba la sustitución a digital de sus procesos naturales, que modelos asignados tiene actualmente y si el equipo directivo realmente está en sintonía con dicho cambio.
La idea es descubrir si les falta mucho o poco para la reconversión industrial hacia servicios que todas las empresas deberán hacer lo antes posible y si van coordinados con la velocidad tomada en su sector. En la mayoría de las ocasiones, en la mediana empresa el camino por recorrer es todavía enorme. En este caso es así, como también es apasionante descubrir que, estando en un sector dónde la competencia son startups disruptivas, las opciones de destacar con nuevos servicios son gigantescas. Una startup tiene la ventaja del descaro, de la disrupción desde el origen, desde la génesis, pero una mediana empresa tiene la experiencia en el sector. Ambas opciones pueden confrontarse y ambas pueden ganar cuota de mercado obviamente.
¿Has pensado en que punto de transformación se encuentra tu empresa? ¿Te has puesto a pensar si tu sector está sustituyendo los procesos a digital? Si lo haces descubrirás la urgencia de que te pongas en marcha. Si lo que vendes pertenece a un campo en el que esa sustitución está en su fase final, en lugar de entrar en pánico, deberías alegrarte pues estás ante la mayor oportunidad de crear nuevos servicios que jamás ha tenido tu compañía.
Reconozco que lo más difícil de todo es identificar realmente en que consiste la propia transformación digital. Muchas empresas u organizaciones confunden transformación digital con un mayor gasto en tecnología y otros simplemente creen que se trata de revisar su estrategia en la red. Pero el concepto es simple. Se trata de transformar, de que esa palabra lidere el significado. Si no hay transformación no hay nada. Ni digital ni de ningún tipo. Por eso lo principal es asumir que dicho proceso llevará implícito mutar, cambiar, abrazar un nuevo elemento, un espacio distinto a una velocidad inédita y de un modo desconocidamente compartido.
De hecho, en esencia, la transformación digital se reduce a digerir el hecho de que las personas y sus comportamientos digitales son completamente distintos a la de los clientes tradicionales. Se trata pues de una mayor comprensión de la naturaleza y contexto de esta disrupción, evaluando a quienes lo protagonizan y adelantándose a quienes lo protagonizarán.
Los puntos que destacaría en ese sentido podrían ser en primer lugar la importancia de entender el ritmo de esas acciones disruptivas, en segundo término el motivo por el que se acumula tal número de cambios, en un tercer aspecto es importante saber quienes son parte de ellos y finalmente detectar que tipo de empresas van a retorcer aún más el escenario económico digital.
¿Tu empresa ha empezado ya su transformación digital? ¿Quieres que te ayude a analizarlo?
Una economía con las luces de posición y los cuatro intermitentes puestos.
La semana pasada me invitaron a participar en el programa ‘Morning Ireland’ para tratar temas de economía española y cómo puede estar afectándola el proceso de conformación de gobierno. Aquí están especialmente interesados pues, tras sus últimas elecciones generales, Irlanda se encuentra ante una situación muy parecida a la española sin posibilidad fácil de conformar gobierno. Temen y con razón que un período de gobierno interino pueda afectarles en la economía de manera importante si se suma a un posible ‘brexit’ que a quien más afectaría es a este pequeño país.
La semana pasada me invitaron a participar muy brevemente en el programa ‘Morning Ireland’ de la RTE para tratar cómo puede estar afectando a la economía de España el proceso de conformación de gobierno. Aquí están especialmente interesados pues, tras sus últimas elecciones generales, Irlanda se encuentra ante una situación muy parecida a la española sin posibilidad fácil de conformar gobierno. Temen y con razón que un período de gobierno interino pueda afectarles en la economía de manera importante si se suma a un posible ‘brexit’ que a quien más afectaría es a este pequeño país.
Bajo esa preocupación, los irlandeses consideran que es interesante averiguar como está España y cómo le fue a otros países en una situación parecida. Comentaron casos como el belga o el italiano por ejemplo. En mis respuestas sobre España me limité a encuadrar la hipotética recuperación española dónde justamente considero le toca y cuales son los puntos que la ponen en duda. Además, por supuesto, una situación política inestable que provoca la caída de inversión internacional en sectores claves y que supone una falta de rumbo en la puesta en marcha imprescindible de políticas activas para afrontar el cambio de modelo económico.
En primer lugar considero que el discurso de la ‘recuperación’ es un discurso peligroso. Se sujeta con alfileres y puede crear una falsa perspectiva que provocará frustración a medio plazo. Las cosas no se arreglan solas o por ciencia infusa. Cuando se reduce la tasa de paro del 25% al 20,5% no se puede considerar que ya se ve la luz al final del túnel porque esa reducción porcentual se debe en gran medida a la salida en masa de emigrantes que regresan a sus países de origen al no encontrar trabajo y a la huída de centenares de miles de jóvenes al exterior en busca de oportunidades. Es más, una recuperación sujeta a la llamada austeridad se ha ventilado estructuras sociales y familiares, ha creado una clase media sumergida y una clase pobre de escaparate cómo ya pasó en Grecia y Portugal por ejemplo. Esto no es salir de nada, es entrar en otra fase y no necesariamente mejor.
No digo que no estén produciéndose elementos de mejora. Los hay, pero es importante que no se retuerza la realidad según los intereses de quien la explica. En primer lugar porque es mejor para tomar medidas y en segundo para no crear falsas expectativas.
Ante todo es importante señalar que cualquier discurso oficial acerca del empleo y la creación de puestos de trabajo de forma masiva debería de mostrar claramente cómo piensan hacerlo. En este caso no sirve ni el discurso oficial del gobierno en funciones que garantiza millones de empleos gracias a la senda de recuperación iniciada o los discursos de aurora boreal del resto afirmando que el empleo se crea con políticas fiscales solamente.
No vamos a un escenario de mayor empleo. Es todo lo contrario. Cada vez habrá menos pues cada vez la automatización será más eficiente. Esto será exponencial y dónde ahora hay tres humanos haciendo algo pronto habrá un software o un robot haciendo lo mismo. En apenas cinco años lo que viene es una reducción del campo laboral importante, no de su incremento. Contra esto hay que trabajar no sólo hacer discursos que serán imposibles de cumplir y prepararse para un escenario inédito.
Además hay otros elementos que ponen en duda esa recuperación. El riesgo de convertirlos en crónicos depende de que esta gente se ponga de acuerdo y ponga en marcha la cisterna que arranca el mundo. Da igual quien, pero es urgente que lo hagan. Cada mes que pasa en el mundo de sus señorías es un año de pérdida en competitividad comparada en el mundo real.
Stiglitz enumeró hace unos meses en Davos los puntos en los que España estaba interpretando mal su situación y que, ahora, han crecido exponencialmente debido a la fase de interinidad de un gobierno que no puede tomar decisiones complejas ni estratégicas.
En este video de la sesión de Davos, Stiglitz explica los puntos que ponen en cuarentena la recuperación española y la enfrentan directamente con una dura realidad que podría ser peor que lo vivido hasta ahora. En él destaca lo siguiente:
1. El enorme crecimiento de la pobreza.
Uno de cada cuatro trabajadores españoles es pobre según la Organización Internacional del Trabajo. El número de personas que ganan menos de 60% del salario medio aumentó en cuatro puntos porcentuales entre 2000 y 2014, del 18% al 22,2%. El número de hogares que no tienen fuente oficial de ingresos alcanzó un máximo histórico de 770.000.
Si no fuera por la llamada economía sumergida, una lacra real para el crecimiento de un país a medio plazo, el tejido social español se hubiera roto por completo durante los años más duros de la llamada ‘crisis’.
2. Desactivación progresiva de la población.
El desempleo ha caído en los cuatro años del 26,5% al 20,5%, pero la población activa sigue disminuyendo a un ritmo importante. La razón principal de esta contracción es el éxodo masivo de los trabajadores extranjeros y la fuga de cerebros. La recesión ha dado lugar a la mayor migración de la historia de España según el Banco de España rondando el medio millón anual desde 2010.
3. La generación invisible.
La mayoría de los nuevos puestos de trabajo creados no son para los jóvenes. Casi uno de cada dos no lo logra. Además, los pocos afortunados tienen un salario en caída libre. Según la OCDE, el salario promedio mensual de los jóvenes trabajadores españoles se redujo de 1.210 euros en 2008 a 890 euros en 2013. Lo que es lo mismo, una caída de 35% en términos reales.
4. La precariedad crónica.
Con datos de 2014, el porcentaje de trabajo a tiempo parcial en España creció de 12% en 2008 al 17,4%. En lugar de crear más puestos de trabajo, se están cortando en pedazos cada vez más pequeños. Desde 2013 España ha creado mini-empleos como churros. Stiglitz dice que, según las estadísticas del propio Ministerio de Trabajo, los contratos de trabajo firmados normalmente cada mes no suelen llegar a más del 10 % en cuanto a empleos permanentes.
5. Una década perdida.
Mientras se habla de crecimiento del PIB, el nivel real de la producción registrada en 2014 por ejemplo, después de un año y medio de ‘recuperación’ era todavía un 5% por debajo del nivel registrado en el año 2008. Teniendo en cuenta la evolución de esto y de otros indicadores, se puede hablar de ‘década perdida’ cuando se quiere describir el periodo posterior a la crisis española. Ahora ya sabemos que una década te la ventilas fácilmente. Perderla es relativamente fácil. Ganarla es más complicado. De eso va, de ganar o perder otra década.
6. El futuro no se construye por inercia.
Los fondos para la investigación, desarrollo e innovación se redujeron de 321 € por habitante en 2009 a € 279 en 2013. La creación de polos de atracción del talento que se fue y de atraer a otro para vincularlo a la construcción de un país moderno y encauzado a los tiempos que vamos a vivir en occidente, siguen en punto muerto. Las grandes industrias son clave, las pequeñas empresas tecnológicas también. Todo debe estar bajo un plan nacional que englobe por donde hay que tirar, con quien y a que velocidad. Saber que hace falta es la clave. En Irlanda se crean 147 startups al día, dos de cada tres nuevos empleos tienen relación directa con las nuevas tecnologías o el conocimiento. En Alemania el peso de la exportación recae en el grueso y bien estructurado tejido de medianas empresas a pesar de tener grandes multinacionales.
Crear un nuevo modelo económico no es algo rápido pero o se empieza ya o no habrá tiempo efectivo de hacerlo. De ser miembro de la primera división económica del mundo capaz de jugar 'la Champions' se pasó en pocos años a estar en la segunda división. Hemos estado con opciones de ascenso en algún momento pero no se está renovando la plantilla y encima se está dejando ir a la cantera. Si caemos a segunda B, como pasa en el fútbol, igual no habrá opción de volver a jugar competiciones europeas nunca más.
La desigualdad y la pobreza han alcanzado niveles sin precedentes. Lo que provocó que, a pesar de que las cifras macro que se presentaron durante las elecciones eran impecables, los resultados electorales fueran un galimatías importante. Y lo volverán a ser si se repitieran los comicios tal y como están las cosas.
Convertir una crisis monumental en una oportunidad de transformación difícil era una opción. La otra era convertirla en un desastre bíblico. La diferencia sólo está en si quienes deben marcar las directrices estaban en temas tácticos o en asuntos estratégicos. Lo primero alcanza como máximo a cuatro años vista. Lo segundo exige de luces largas y una mirada a las próximas décadas. Pues eso, seguimos con las luces de posición y los cuatro intermitentes puestos en el andén de una autopista por la que ya circulan otros a toda velocidad.
Irlanda baja una parte del impuesto de Sociedades al 6,25% para atraer más empresas tecnológicas.
El pasado viernes se celebraron elecciones generales en Irlanda. Ganó el partido en el poder de nuevo, el Fine Gael. El resultado tiene un tono a lío imposible. Las medidas de austeridad que tuvo que acometer el partido de Enda Keny, actual Taoiseach (Primer Ministro), en coalición con los laboristas parece que le ha pasado factura. El centro izquierda puede que no logre conformar gobierno sino se alía con el segundo partido en los resultados, el conservador Fianna Fail. Otra opción es buscar algún acuerdo casi imposible con el Sinn Fein de Gerry Adams o con la amalgama de candidatos anti austeridad que han logrado un resultado a lo ‘Podemos’.
El pasado viernes se celebraron elecciones generales en Irlanda. Ganó el partido en el poder de nuevo, el Fine Gael. El resultado tiene un tono a lío imposible. Las medidas de austeridad que tuvo que acometer el partido de Enda Keny, actual Taoiseach (Primer Ministro), en coalición con los laboristas parece que le ha pasado factura. El centro izquierda puede que no logre conformar gobierno sino se alía con el segundo partido en los resultados, el conservador Fianna Fail. Otra opción es buscar algún acuerdo casi imposible con el Sinn Fein de Gerry Adams o con la amalgama de candidatos anti austeridad que han logrado un resultado a lo ‘Podemos’.
Llegué a este país con unas elecciones recientes que se celebran cada cinco años. Digamos que he vivido lo que muchos aquí denominan el ‘rescate innecesario’ y su posterior ‘austeridad innecesaria’. Muchos consideran que tanto ajuste y tanta austeridad no era necesaria, que Irlanda podía sobrevivir gracias a las multinacionales que aquí tienen su sede. Es como socialmente se intenta culpar a quienes se las han hecho pasar muy duras por los pecados del pasado. No tengo claro sé si era necesario uno u otra, pero cabe destacar que la ‘política de recortes’ ha sido especialmente una subida de impuestos indirectos y un apretarse los cinturones (mucho) en el gasto corriente del sector público, bajo consumo, despedir funcionarios, reducir prestaciones por desempleo y algunas medidas más. La inversión pública cayó, obviamente, pero no podía hacerlo en los servicios públicos pues estos ya estaban bajo un patrón dónde el estado ofrece muy pocos servicios o, cuando los ofrece, son de calidad muy deficiente si los comparamos con España por ejemplo.
¿Dónde aplicaron la austeridad? En el aumento de tasas, como una inédita water tax que genera un impuesto sobre un recurso natural que en Irlanda está por todas partes, gravámenes sobre las rentas, nuevos requerimientos impositivos en la vivienda, alquileres, pagar por tener televisión (aquí se paga por cada televisión que tienes en casa), bolsas de basura (cada unidad de vivienda tiene un cupo), incrementos en alimentos, el IVA al 23%, etc. Al contrario que en otros países, lo que no tocaron fue algunas de las grandes conquistas sociales de este país: ayudas a la natalidad o la ayuda mínima social. Cabe decir que sus ajustes estructurales llegaron a representar un 18% de su PIB. Que se dice pronto.
Digamos que aumentó mucho la presión fiscal sobre las clases medias sin recortar realmente mucho, pues no había demasiado donde recortar. Una de las peticiones de los grupos anti austeridad era subir los impuestos a las empresas. Pero eso no se ha tocado. Es más, desde el pasado enero hay menor presión tributaria incluso. Es decir, han subido los impuestos a las personas y se los han bajado a las empresas. En mi opinión, una de las razones de que este pequeño país siga creciendo ahora por encima del 5%, tras hacerlo recientemente al casi 7%. Les ha salido bien.
Y es que uno de los elementos diferenciadores de Irlanda es su política fiscal. Cómo he dicho, mientras mantiene una fiscalidad empresarial muy baja y con enormes ayudas, la que afecta a las personas es muy distinta y especialmente alta si atendemos a la falta de servicios asociados. Hace dos años Irlanda ya presentó el primer aumento de su presupuesto desde el rescate. El déficit público ha pasado desde el 32% del PIB de 2010 a menos del 4% actual. La competitividad laboral ha mejorado más de un 20%. Y se encuentra en el séptimo puesto del Índice de Libertad Económica de Heritage Foundation.
Es muy probable que tengan que repetir las elecciones en agosto. Todo es posible, pero gane quien gane, se coaliguen unos u otros, excepto en el caso de los grupos anti austeridad, el resto, incluido el propio Sinn Fein, los laboristas, el centro derecha o el ganador centro izquierda, todos, ya han declarado que hay un impuesto que no se va a tocar: el Corporate Tax, lo que vendría a ser el impuesto de sociedades que hasta hace poco estaba en un tipo único del 12,50% y que, como he dicho, desde el pasado 1 de enero tiene un tipo reducido del 6,25% que afecta a un determinado tipo de empresas. Cómo este impuesto se paga en base a una previsión por anticipado algunos ya han notado la rebaja.
Este tipo tan bajo está planteado como una propuesta de gobierno del actual equipo y que fue parte de las promesas efectuadas hace ahora cinco años. Recordemos que el sistema tributario irlandés incorpora un régimen de auto evaluación en virtud del cual las empresas determinan si deben pagar impuestos o no y, de ser así, presentan sus declaraciones de impuestos y efectúan los pagos por impuestos correspondientes de manera anticipada si lo desean. En este caso se puede incorporar ya a la previsión del 2016 por ejemplo.
¿Qué tiene de relevante esta rebaja a parte del puro hecho aritmético? Pues que es un modelo que sigue ahondando en lo que busca este país en cuanto al cambio de modelo productivo abrazando la tecnología y la innovación. La deducción fiscal denominada Knowledge Development Box se ha diseñado para atraer la inversión extranjera aplicando una deducción que se aplica a todo el beneficio generado por la inversión en I+D que ha hecho dicha compañía con residencia en Irlanda. Obviamente esto es muy interesante para empresas de software, Apps, plataformas, cloud y aquellas que registran patentes de propiedad intelectual.
Hay varias políticas sectoriales que deben tener consenso si quieren alcanzar éxitos notables. Son aquellas que precisan de largo recorrido para ser eficientes. La educativa, la económica y la fiscal. En Irlanda la primera y la última así lo tienen. No se toca el modelo educativo desde hace mucho y ningún candidato amenaza al anterior con que va a ‘derogar’ sus leyes anteriores en materia educativa porque, en realidad, las hicieron entre todos. El nivel educativo y el talento al que pueden acceder las empresas es muy alto en consecuencia.
En materia tributaria también hay consenso. Lo hay por un hecho sociocultural que no es sólo un elemento que se basa en la ‘competencia desleal’ del Impuesto de Sociedades más bajo que en el resto de Europa por ejemplo. Hay que recordar, de nuevo, que la compensación entre impuestos empresariales y presión fiscal individual se produce de manera muy equilibrada y responde a un modelo sociopolítico.
Aparte del Impuesto de Sociedades que se aplica a los ingresos obtenidos de actividades comerciales (incluidos los dividendos extranjeros que cumplen determinados requisitos pagados con cargo a los beneficios de explotación) al 12,50% y el ya nombrado Knowledge Development Box al 6,25%, existen otros tipos impositivos muy interesantes. Por ejemplo el incentivo del 25% en materia de I+D que funciona como crédito fiscal o el Impuesto sobre las plusvalías (capital gains tax) que es del 0% en régimen de exclusión del impuesto respecto de la enajenación de acciones que cumplen determinados requisitos o del 33% como tipo estándar para las ganancias pero que está con sujeto en la mayoría de los casos a diversas desgravaciones y excepciones.
También es muy atractivo el Impuesto del timbre (Stamp duty) que está entre el 1 y el 2% que es pagadero en relación con documentos jurídicos y comerciales, incluidos documentos relacionados con la transmisión de la propiedad, arrendamientos de inmuebles, formularios de transmisión de acciones y determinados contratos. Finalmente existen 73 magníficos tratados suscritos con las economías emergentes (incluida Latam) de libre circulación de bienes desde y hacia esos países. Además Irlanda tiene acuerdos de colaboración con Estados Unidos que son excepcionales en materia de nuevas tecnologías.
Para este país la política fiscal debe ser baja en términos generales. Así lo entienden culturalmente y aceptan a su vez un estado que ofrece muy pocos servicios. Por lo tanto, se deriva una intervención estatal algo reducida con respecto a otros países europeos. A esta fiscalidad que cada vez es más alta para las personas (de ahí el castigo electoral y el ascenso de los grupos anti austeridad) se contrapone una muy flexible para las empresas. Se considera que éstas pueden crear empleo si se les permite pagar menos y a la vez ganar más, invertir o exportar mejor. En definitiva ingresar en el neto mucho más que si se les presionase con muchos impuestos y las pudiera ahogar financieramente en momentos difíciles.
A la vez, esas empresas que generan empleo permiten que los ciudadanos puedan consumir y al mismo tiempo pagar más impuestos personales. Contratan servicios privados que sustituyen los públicos y la rueda va girando. Según este sistema, la clave nace en la rebaja de impuestos a las empresas.
A modo de resumen y para entender que ha significado la reducción de presión fiscal corporativa en Irlanda decir que en los peores momentos de la crisis, cuando fueron rescatados por el FMI y el BCE, la propia Troika pidió a Dublín que subiera el Impuesto de Sociedades para recaudar más. Sin embargo, cómo sabemos, no sólo se negaron, sino que aprobaron más deducciones y ayudas que suponen aún más rebajas fiscales. Como bien recuerda siempre mi socio y amigo Daniel Lacalle, la UE no exige ninguna medida, sino que pide un ajuste y cada país decide cómo materializarlo.
El resultado dejó en evidencia a los expertos de la Troika. Entre 2009 y 2012 los ingresos derivados del Corporate Tax se mantuvieron constantes, no cayeron a pesar del ajuste social que se vivió y que provocó que los irlandeses dejaran de consumir de golpe con un paro cercano al 15%. Recuerdo tardes ‘de compras’ en los que algunos vendedores del City Center nos confirmaban que era la peor temporada comercial que habían vivido. Más o menos como en el resto de los países rescatados o ‘pseudo-rescatados’.
Lo importante es lo que pasó tras esos años. Entre 2013 y 2015 la recaudación no hizo más que crecer hasta llegar a niveles de hace una década, con un consumo creciente y un paro que estará por debajo ya del 8%. En 2015 se habrá recaudado un 74% más de lo que el presupuesto había previsto. No está mal.
Obviamente seguirá habiendo quien considere que una fiscalidad baja a las empresas es una especie de competencia desleal. Sin embargo cuando se analiza esto, cómo he intentado indicar, es importante verlo con toda la perspectiva posible y destacar que en esa perspectiva, y en el caso de Irlanda, lo que es extremadamente interesante es cómo la transformación digital de un país se está produciendo a la vez que se recupera la economía tras una recesión profunda.
Recordemos que se hizo en algunos países cuando llegaron las vacas gordas: estimular una burbuja inmobiliaria y financiera que reventó por todas partes. Aprovechar la más mínima posibilidad del crecimiento económico a fin de estimular un cambio de modelo productivo vinculado al conocimiento, la innovación, el valor añadido, los servicios complejos y la tecnología aplicada, debería de ser una obligación. Normalmente se hace lo contrario visto lo visto.
Para terminar, recordar que en Irlanda 2 de cada 3 nuevos empleos creados el año pasado tenían que ver con las nuevas tecnologías y que se crean 147 startups diarias en un país de algo más de 7 millones de habitantes. Tal vez hay otros modos de ir modelando un país con una economía moderna, pero esta parece que puede ser una opción eficiente.
Si te interesa conocer más sobre cómo funciona el mundo de la empresa en Irlanda puedes consultarnos aquí.
Mientras ellos pactan (o no), el mundo gira.
Mientras sus futuras señorías discuten acerca de cómo conformar gobiernos o coaliciones, tratan de sus cosas y se entretienen con el lenguaje típico de la política, el mundo real sigue girando. Siempre me ha parecido grotesco escuchar en la noche electoral a los líderes de cada partido agradecer a los militantes su trabajo a lo largo de los quince días previos y, aun más, cuando dicen aquello de ‘hemos hecho una gran campaña’. Es la expresión máxima de la endogamia y cuando más claro se ve lo lejos que están todos ellos de la realidad. La vida es aquello que transcurre en paralelo a todo eso.
Mientras sus futuras señorías discuten acerca de cómo conformar gobiernos o coaliciones, tratan de sus cosas y se entretienen con el lenguaje típico de la política, el mundo real sigue girando. Siempre me ha parecido algo grotesco escuchar durante la noche electoral los líderes de cada partido agradecer a los militantes su trabajo a lo largo de los quince días previos y, aun más, cuando dicen aquello de ‘hemos hecho una gran campaña’. Es la expresión máxima de la endogamia y cuando más claro se ve lo lejos que están todos ellos de la realidad. La vida es aquello que transcurre en paralelo a todo eso.
Cada persona es un planeta y cada planeta gira en su propio sistema solar. A unos les interesa unas cosas y a otros otras. A mi me preocupa mucho como se va a ir construyendo la sociedad del futuro, como va a ser y en que motores va a basar su crecimiento. Es cierto que no todo es la economía, por supuesto, y en gran medida una sociedad que no interpreta bien los cambios en materia social y cultural no es una sociedad preparada para afrontar los retos que nos ha tocado vivir. Liderar generacionalmente incluso.
Hay diferentes maneras de afrontar este cambio de época. Nos podemos aferrar a recuperar los engendros que permitieron basar una economía en la acumulación irracional de ladrillos o intentar crear una industria basada en la innovación y el conocimiento como hacen otros países. Y sobre esa variante se sujeta el cambio en el modelo productivo de un país. En una de mis conferencias lo explico detalladamente.
Para impulsar y aprovechar todo cuanto está pasando y pasará se deben activar políticas basadas en la tecnología como epicentro, en lo digital como escenario y en el estímulo emprendedor como valor. En el centro de este triángulo aparece un concepto empresarial que hace años se desarrolla de diferente modo según el barrio. Serían las llamadas startups. Empresas que son algo más que una moda, pueden considerarse un modelo de cambio.
De hecho no se puede poner en duda el valor añadido que a la economía aportan este tipo de compañías. El perfil innovador, tecnológico y que, a pesar de ser proyectos en desarrollo constante, crean empleo. Una cantidad de empleo no equiparable a industrias más tradicionales y con un modelo de crecimiento muy distinto, pero empleo al fin y al cabo. En una sociedad donde el empleo será un bien escaso, se deben crear negocios que creen nuevos tipos de trabajos. Ahi juegan un importante valor las startups.
Y hablando de startups, por mucho que se diga, las cifras no es que sean para tirar cohetes en España. Durante este año las startups nacionales crearon cerca de 4.000 empleos y en 2016 se calcula que superarán justito los 7.000. Está bien, pero si lo comparamos con otros lugares veremos que no es tanto.
En otros países el modelo startup está expresamente vinculado al esfuerzo que desde la administración se ejerce por modernizar la economía o, desde la propia gran empresa, para tener a mano modelos de innovación factibles de ser adquiridos. Digamos que apoyar esta tipología de empresas tecnológicas con alto potencial de crecimiento es una apuesta económica y de futuro. Una alianza con el progreso y la aceptación de un nuevo tiempo socioeconómico.
Mientras en los gobiernos en standby, el catalán sigue en éxtasis y el español entrará en bucle ya mismo, el mundo, como decía, sigue girando y en algunos lugares gira más deprisa que en otros o, por lo menos, se aprovecha más cada giro. A nivel comparativo, un país pequeño como Irlanda, con una décima parte de la población de España, crea 147 startups diarias. El pasado noviembre 3.978 nuevos proyectos se dieron de alta y se pusieron en marcha en este país. Solo durante un mes. A lo largo del año y exceptuando períodos vacacionales, la dinámica ha sido similar. Las facilidades para crear una empresa si eres residente y las ayudas para lograrlo estimulan este impresionante dato.
El estudio de Vision-Net argumenta que el modelo productivo que se asocia a este tipo de empresa está ya reflejándose en la economía del país. En un entorno repleto de grandes multinacionales atraídas por temas tributarios, se han ido desarrollando ecosistemas de empresas que facilitan servicios a esas y a la vez han ido creando empleo. Si creas empleo generas riqueza, es simple, aunque no siempre. Lo importante deriva en dónde lo creas y de que calidad.
La política fiscal es importante, destacarlo es justo, pero también especificar que la mayoría de las startups que empiezan no tienen beneficios. Son proyectos a largo plazo que requieren inversión y a su vez reinvierten todo cuanto ingresan. Por lo tanto, en el caso de una startup, mayoritariamente, el asunto no es tanto su fiscalidad sino otro. El único impuesto realmente destacable que en Irlanda es mejor que en otros lugares es el de Sociedades, el Corporate Tax, pero que sólo se aplica (y te beneficias) si tienes más ingresos que gastos. Ese no es el caso de la mayoría de las startups cuando empiezan.
De este hecho deriva que la creación masiva de startups no provenga de la fiscalidad irlandesa, sino de otros elementos que se pueden copiar en otros países. Digamos que las ayudas a poner en marcha tu proyecto, el soporte en todos los campos que hemos descrito alguna vez y el universo internacional que aquí se vive es clave. Más de 200.000 personas trabajan en tecnología o servicios derivados y ya se crean 1.000 nuevos empleos cada semana sólo en esto.
¿Que ha hecho Irlanda? Primero atrajo con tipos impositivos bajos a grandes empresas tecnológicas. Lo hizo cuando eso suponía un duro golpe a los ingresos públicos. Un vez logro su propio ‘breakeven’ impuso normativas que incentivaran la creación de empresas tecnológicas, vinculó a las universidades y escuelas de negocio y se abrió al mundo anglosajón. Además, por si fuera poco, las startups que se crean en Irlanda tienen buenas perspectivas de crecimiento en muchos campos como el Fintech, el e-commerce, big-data, la IoT o la AI debido a que los fondos de inversión tecnológicos norteamericanos tienen como base de referencia Dublín.
¿Porque deberíamos inspirarnos? Una economía que utiliza como buque insignia la tecnología y las empresas que hacen de ella su ADN es una economía moderna, abierta, innovadora y preparada para adaptarse rápidamente a los cambios y necesidades futuras. No es algo rápido, pero es necesario, urgente. Por ejemplo, ahora que otro sector ya está en la antesala de la catarsis como lo estuvo la industria musical, los viajes, el cine, el transporte o el hotelero, el bancario y su versión Fintech empieza a ser claramente un espacio de desarrollo en este país.
Mientras los ‘electos’ discuten sobre mayorías, aritmética de salón y, en definitiva, a quitarle a unos para ponérselos a otros, el mundo gira y cada vez lo hace a mayor velocidad. Una velocidad que, al parecer, no es la que son capaces de percibir los que deberían de poner en marcha el motor de cambio regeneracional de una economía que peligra a pesar de que las cifras de crecimiento insinúen lo contrario. No es lo mismo crecer para hacer lo mismo que nos llevó al túnel que hacerlo con vistas a un modelo económico basado en las tecnologías que nos rodean.
Todo pasa mientras sigue habiendo cada vez más pobres que nunca en España, más empleo deficiente o inseguro, menos proyección de la Pyme y más anécdota. Sus señorías deben ponerse de acuerdo para poner fin a los dramas de muchas familias, pero también para crear un futuro competitivo y evitar que el talento se vaya, huya y monte sus proyectos en otro lugar. Cada uno sabe porque se fue, pero lo más jodido es irte porque tu país es incapaz de construir algo que no sea de 'obra vista' y 'llave en mano'.
Crear empresas tecnológicas para cambiar el modelo económico
En Estados Unidos, durante la explosión de la burbuja financiera en 2008, a la vez que millones de activos se esfumaban, cerraban empresas, se despedían personas y todo el sistema quedaba en el aire, centenares de miles de empresas se fundaban sobretodo en la zona de California y Massachusetts. Es una manera de afrontar la crisis que ya fue adoptada en el pinchazo de las ‘puntocom’ hace ahora 14 años.
En Estados Unidos, durante la explosión de la burbuja financiera en 2008, a la vez que millones de activos se esfumaban, cerraban empresas, se despedían personas y todo el sistema quedaba en el aire, centenares de miles de empresas se fundaban sobretodo en la zona de California y Massachusetts. Es una manera de afrontar la crisis que ya fue adoptada en el pinchazo de las ‘puntocom’ hace ahora 14 años. Actualmente el número de creación de empresas tecnológicas en Estados Unidos es algo menor a las tasas de esos duros días, pero sigue siendo altísima. Todo eso no es por casualidad obviamente y muchos son los aspectos que inciden en ese estilo de vida, empresarial y finalmente de creación de riqueza.
La política, la educación, la actitud y la idea de que como sociedad podemos apostar por un modelo concreto es la clave. No es lo mismo crear miles de empresas basadas en la construcción que hacerlo focalizando en la innovación y la economía digital. De todo tiene que haber, pero el mundo va automatizándose y el empleo deberá regirse por el valor añadido, por la adaptación de todos y por el impulso que una sociedad tenga para liderar esos cambios.
Veamos uno de esos ejemplo y que conozco: Irlanda. Durante este pasado mes de mayo 3.653 nuevas empresas con algún componente tecnológico se registraron en el, de nuevo llamado, ‘tigre celta’. Lo que es lo mismo, 135 nuevas startups al día. Según esto el aumento es del 24% con respecto al mismo período del año pasado.
Como era de esperar, Dublín sigue siendo la zona preferida para estas nuevas empresas. La mitad de todas ellas se concentran en esta cada vez más efervescente zona. Las grandes corporaciones precisan de un ecosistema alrededor que les ofrezca posibilidades para contratar y para derivar proyectos. A medida que las multinacionales que siguen instalándose en el conocido Silicon Docks las pequeñas startups que van surgiendo se incorporan en su entorno.
Hay dos zonas que están, no obstante, aumentando su poder de atracción. Por un lado es Limerick, cuyo aumento con respecto a otros años es del 71%, o de Cork, en el sur, donde ese crecimiento de nuevas empresas está suponiendo casi un 32%. En la primera, la noticia de que Intel va a instalar su laboratorio de Internet of Things en la vecina Galway o, en la segunda con la todopoderosa Apple desde hace años ocupando a miles de personas, suponen los vehículos de atracción más eficientes para las nuevas aventuras empresariales de muchos.
En términos brutos son cifras modestas, pero en términos porcentuales, con respecto a una economía de algo más de cinco millones de personas es espectacular. La inversión exterior es clave para comprender el crecimiento económico que Irlanda experimentó en la primera década de este siglo y su brutal recuperación que se vive ahora con un crecimiento programado que superará el 6%. Hay que destacar que el 65 % de las empresas irlandesas experimentaron un crecimiento de su volumen de negocios en el ejercicio más reciente y que eso se trasladó al resto de pymes pues el 70 % de ellas también aumentaron su volumen de negocio. Especialmente, como vemos por los datos antes descritos, los emprendedores tecnológicos están dando el empujón más efectivo.
Ahora bien, lo que realmente hace que este lugar vaya a toda máquina es el peso de sus exportaciones, y especialmente de tipo tecnológico. El sector exterior representa el 106% del PIB, frente al 30% que le supone a España por ejemplo. Irlanda es el segundo mayor exportador de software del mundo. Las exportaciones irlandesas superan a las de India y Suecia juntas, y son superiores a las de países como Australia, Brasil y Dinamarca. Al final todo ayuda, todo suma.
Que se creen empresas es casi una respuesta a todo un conjunto de acciones que se materializan en un círculo de trabajo político, social y económico, entre administración pública que marca las líneas y un sector privado que las toma como suyas. Y es que la competencia laboral en Irlanda es muy alta. Esta gente es global y está muy bien formada. Les gusta vivir temporadas por el mundo. Les gusta mezclarse. Son cosmopolitas. El 17% de la población ha nacido fuera de la isla y se nota.
Cuando montas una empresa o un foro de inversión ves en que sí tienen tomado el tranquillo los irlandeses. Lo que realmente ha funcionado aquí es su capacidad para convencer a otros a fin de que inviertan en su país. La agencia de desarrollo de negocio e inversión con oficinas en el centro de Dublín no está de adorno. Su estrategia nunca fue táctica y se dedicaron a localizar empresas en crecimiento que pudieran instalarse aquí y, casi, convertirlas en celtas. Hoy en día, un par de hermanos que crearon una pasarela de pago llamada Stripe, por ejemplo, son los más firmes rivales a la todopoderosa PayPal gracias a la inversión recibida de fondos americanos. Ahora mismo, aquella startup montada hace apenas unos pocos años vale más de 4.500 millones de dólares.
Este pequeño país es la sede de nueve de las diez farmacéuticas más grandes del planeta, la de tres de las cinco principales empresas de juegos del mundo, y tienen los ‘headquarters’ europeos ocho de las diez principales tecnológicas que existen. Y, obviamente, que estén estas multinacionales deriva en empleo y riqueza. No es sólo dinero electrónico buscando atajos fiscales. Estas empresas tecnológicas internacionales generan la quinta parte del empleo y suponen tres cuartas partes de las exportaciones totales. Las inversiones desde Estados Unidos en empresas locales es cinco veces mayor que el que se recibe desde Europa. Tener una startup en Irlanda es una ventaja si buscas inversión a pesar de que la competencia es mucho mayor.
Otro día comentaremos la cara B de Irlanda o de otros países que, apostando por un cambio de modelo, se olvidan de otras muchas cosas en el camino, y más cuando tienes una deuda del 120% y aun no has curado la explosión de tu propia burbuja inmobiliaria. Hablaremos de una economía doméstica ahogada a impuestos y tasas. La demanda interior de los irlandeses sigue cayendo. Los servicios públicos dejan mucho que desear. La sanidad no cubre nada, los transportes son un verdadero desastre y caros, la cobertura social deficiente y muchos de los ‘derechos’ que se viven en España, aquí no son más que ‘servicios’ que, si pueden, te condonan y sino te los pagas. No todo iba a ser ‘flower-power’.
'Smart Regions' y políticas activas para afrontar el futuro.
Me pedía un amigo que explicara algo de cómo podría un gobierno afrontar el momento actual y de cómo una país, región o ciudad, abrazar ese futuro tecnológico y revolucionariamente digital que vivimos. Os traigo un ejemplo que vivo de cerca y que es, sin ser perfecto, significativo e inspirador.
Me pedía un amigo que explicara algo de cómo podría un gobierno afrontar el momento actual y de cómo una país, región o ciudad, abrazar ese futuro tecnológico y revolucionariamente digital que vivimos. Os traigo un ejemplo que vivo de cerca y que es, sin ser perfecto, significativo e inspirador. La revolución industrial en la que estamos sumergidos, la cuarta, la nueva o la última, llámenla como quieran, el nominativo definitivo lo pondrán nuestros nietos, es algo que en algunos lugares se está teniendo en cuenta y en otros se está dejando pasar. El pasado lunes destacaba cómo Europa, ante ese dilema, no se está tomando la vía adecuada. Pero no toda Europa espera, hay una que se sí se ha subido al tren.
La clave de todo responde a algo más que las ‘smart cities’, tal vez, y en eso si que hay un avance significativo, deberíamos hablar de ‘smart regions’, algo mucho más acorde con lo que realmente significa un proceso de cambio como el que vivimos y un encuentro real con la transformación del territorio y de sus activos principales que supone.
Parece que todo gira entorno a ‘las ciudades’. De San Francisco a Berlín, de Barcelona a Dublín, de Dubai a Boston. Da igual, el futuro tecnológico parece ligado sólo a un territorio localizado en una ciudad por compleja y grande que ésta sea. Y tiene sentido pues las ciudades con el futuro en innumerables aspectos pues acudimos a ellas en masa y son redes socializadas que permiten la interacción de los exponentes de esa modernidad que comentamos cada día. Internet de las Cosas en ciudades inteligentes, socialización y economía compartida, impresión dimensional que precisa de puntos de recogida, automóviles automatizados o gestión de datos masiva de cuanto hacemos sus habitantes.
Hoy escribo desde Cork, segunda ciudad de Irlanda y dónde Apple tiene su HQ europeo con miles de trabajadores ubicados en un edificio situado pocos minutos de la ciudad. Lo digo porque si algo me ha sorprendido del modelo de crecimiento tecnológico de este país es el esfuerzo gubernamental de extenderlo en todo el territorio. No son palabras, acaban siendo hechos. Los ecosistemas de tecnología identificables han dejado de ser monopolio de Dublín, Belfast, Galway, Limerick o el mismo Cork. Es muy significativo como el esfuerzo radica ahora, con el plan Irlanda 2015-2017, darle mayor contenido y profundidad a todo ese cambio que se viene gestando hace años y que ahora requiere de implantarse de manera genérica en toda la isla.
El tamaño ayuda, pero no es sólo eso. Se trata de potenciar un modelo productivo y hacerlo de manera integral en todo un territorio, de permitir el acceso a la banda ancha y a un precio reducido, de comprometerse desde la administración con lo que supone impulsar startups que precisan de un recorrido muy distinto al de las empresas más tradicionales y que pueda, en definitiva, ir ocupando cada vez más espacio un modelo productivo tecnológico, sostenible y vinculado al conocimiento.
Sabemos que el futuro depende de que podamos atender a un mundo sin empleo generando nuevos más ‘humanos’, más creativos, menos orientados a lo repetitivo o a lo que cualquier automatismo pueda hacer y para ello hay que trabajar duro en como se define un entorno propenso a esos cambios y permeable a ese progreso.
Las ciudades están muy bien, de hecho sirven para exponer claramente una marca ligada a un territorio, pero el problema es cuando se queda en eso. Aquí hablo de Barcelona y todo la vincula a la tecnología móvil y al turismo de ciudad. Si pregunto por Catalunya es mayoritaria la relación con las playas o las pistas de esquí. Está bien que así sea, pero ¿es eso síntoma de que el trabajo por una Smart City sólo está enfocado en la capital y se ha dejado de lado lo que podría ser una Smart Region? Tengo el convencimiento que es así y que eso es replicable a infinidad de lugares de España y de Europa.
Israel es una ‘smart region’, Irlanda está trabajando en ello. Algunos Landers alemanes también. Van más allá de una ciudad y su radio de influencia, se trata de derramar conocimiento a lo largo de un territorio amplio para ir preparando el futuro, un futuro que se nos viene encima sin miramientos.
Estoy invitado a trabajar en los próximos meses en el proyecto que comentaba. Es especialmente estimulante pensar que vamos a aprender mucho los participantes de cómo un entorno concreto puede convertirse en un hervidero de innovación. Vamos a conocer más de lo que venimos a explicar. Estoy seguro.
Este plan, que ofrecimos explicar a diferentes administraciones españolas, es puro futuro inmediato. Algún día comentaré las respuestas de cada uno, define muy bien el papel que juegan nuestros ‘líderes’ y la visión que tienen de ‘lo que hay que hacer’. El diseño de un programa integral que implica aquí a todo el mundo y que se ha diseñado con el firme propósito de convertir una región con opciones en la economía digital en una región inteligente para que abrace el futuro con entusiasmo en lugar de hacerlo con miedo.
Cualquier país que quiera definir zonas inteligentes precisa multiplicar sus esfuerzos técnicos y prácticos. Es momento de abandonar discursos repletos de tópicos. En época electoral que parece no acabar nunca, es incluso peor. De verdad es desesperante a veces ver como todo pasa y no pasa nada. Como las oportunidades se desvanecen y nadie toma decisiones o pone en marcha acciones que puedan arrancar el motor.
Esto no va de discutirse, pronto no habrá nada por lo que discutir. Esto sigue siendo un tema de planificación y acción. El caso que más claramente habla de lo que quiero decir vuelve a poner en punto de comparación donde nací y donde vivo. El presidente de España lanzaba una soflama de vergüenza ajena asegurando que creará 3 millones de empleos sin aportar ni una sola herramienta o plan sostenible que pueda soportar eso. Mientras este hombre que la historia juzgará como lo hará con Zapatero y derivados, sustenta su potencial ‘recuperación’ económica y creación mágica de empleos en empleos puramente vinculados a lo de siempre, a lo que a medio plazo no serán empleos sino estatuas en el caso de lograrlo, en otros lugares se asume que el empleo del futuro sólo puede ser creado en entornos tecnológicos o de conocimiento con valor añadido.
Rajoy aportaba sus 3 millones en un país de 50 y que intuimos no van ligados a ninguna revolución tecnológica. No nos aportó nada al respecto por lo menos. Enda Keny, primer ministro irlandés, con decenas de decisiones erróneas en su mandato, con un buen número de problemas sociales que solucionar y con múltiples conflictos que provienen de la austeridad impuesta desde la UE, aportó sólo 40.000 empleos que dice piensa crear en un país de 5 millones.
A simple vista parece poco, pero la diferencia radica en algo más interesante. Definen claramente cómo se debe afrontar el modelo de creación de empleo y su espacio real que puede ocupar en un momento de la historia más parecido a la Revolución Industrial que a época de Postguerra.
1. El gobierno de Irlanda presenta ese plan enfocado a crear empleos en una zona amplia y concreta del país. Cork y Kerry deberán acomodar esos empleos bajo la filosofía ‘smart region’. Para ello el programa vincula a todo Dios, incluidos algunos que venimos de fuera. El programa lo contempla todo.
2. Vincula ese empleo a la creación de la Universidad Tecnológica de Munster donde la creatividad multimedia generen los recursos necesarios para las empresas vinculadas al plan.
3. No se olvidan del problema de la sostenibilidad. El talón de Aquiles del futuro automatizado y del progreso inmediato. Para ello se incorpora en todo el territorio miles de dispositivos IoT listos para gestionar masivamente tráfico y servicios públicos vinculados a las nuevas empresas.
4. Se asume desde el minuto uno que los empleos no especializados en tecnología, creatividad o innovación, serán residuales. Construcción y servicios podrán ser asumidos por los que ya lo hacen actualmente y se focaliza en que el empleo del futuro sólo puede ser creado en ‘nuevas profesiones’ que se determina crear en ese nuevo entorno inteligente. Es decir, se constata que en un mundo con cada vez menos empleo humano, si queremos empleo hay que inventarlo y no esperar alguna ‘recuperación’ mágica que no se va a producir con la intensidad necesaria.
5. Las startups y las pymes serán el tejido básico de ese modelo. Se obliga a las grandes compañías instaladas en el territorio a implicarse en el nacimiento y crecimiento de las nuevas otorgando líneas de colaboración entre ambas que beneficien a las más débiles. El tejido tecnológico debe ser transversal.
6. Asumen que el comercio electrónico es el modo de compra y venta inmediato. No se prepara ninguna política activa para potenciar el comercio de siempre sino que todo se encamina en ofrecer un camino digital a todo el que venda algo. Sin costes, pagado, sin fricción. El gobierno asume que si ahora les pagan lo que vale estar online a todos a medio plazo los ingresos por impuestos crecerán, si no lo hacen, muchos desaparecerán. Es como invertir en futuro.
El plan es interesante, sólo es uno de tantos, pero es un ejemplo de cómo se puede trabajar en algo que se puede definir ‘smart region’ pero también, sencillamente, conquistar la Nueva Economía y con el menor impacto social posible. Esto no va de crear empleo, va de crear futuro.
Grecia es la anécdota de una Europa estancada
Podemos darle mil vueltas al asunto griego. Vueltas y vueltas. Podemos poner encima de la mesa consideraciones políticas, de orgullo patrio o de imposición germánica. Podemos darle al ventilador. Podemos, incluso, creernos todo lo que nos cuentan. Podemos.
Podemos darle mil vueltas al asunto griego. Vueltas y vueltas. Podemos poner encima de la mesa consideraciones políticas, de orgullo patrio o de imposición germánica. Podemos darle al ventilador. Podemos, incluso, creernos todo lo que nos cuentan. Podemos. El asunto no obstante tiene una arista más técnica. Grecia debe mucho dinero. Debe pagar plazos y ya se ha saltado alguno de ellos. El BCE ya le ha dicho que eso está mal. Y lo está no tanto por lo que significa dejar de pagar una cuota sino por lo que se esperaba obtener de todo ello. Es más feo hablar de intereses que de cuotas.
Grecia necesita aportar unos mil millones de euros sólo en términos de intereses sobre el dinero prestado. Son la amortización e intereses que se hacen pagaderos el 18, 19 y 20 de este mismo mes. Son los bonos en tenencia del propio banco europeo. Ese es el punto de inflexión y del que poco se habla.
Una vez que Grecia no pague, que no pagará, como ya hizo con los 1600 que vencieron de cuota, todos van a mirar al resto de acreedores para saber si se mantienen las vías de urgencia. No está claro que tras el Referendum el grifo se cierre, pero puede ser. Si los griegos votan ajustarse un agujero más el cinturón el conflicto entre la política y la realidad se encarecerá para los ciudadanos de ese país y el riesgo de tener parte del tercer mundo a una hora y media de avión y en plena Europa será muy probable.
Un tercer mundo revestido de ‘rescate’ pero tercer mundo al fin y al cabo. Una economía basada en nada, un plan de crecimiento imposible de ejercer y una sociedad que considera que ya ha pagado suficiente sus pecados y no piensa redimirse de ninguno de ellos. La corrupción socializada es parte del problema pero se acusa a quienes la ampararon como responsables de su distribución. Ahora nadie quiere asumir sus culpas.
Si el pueblo heleno dice no al plan europeo el asunto entra en pura niebla. No es fácil divisar donde está el acantilado. No se ve. Probablemente en ese 18 de julio. Con un no, el gobierno griego debe sentarse de nuevo a negociar ‘imponiendo’ sus condiciones, las condiciones del pueblo. Con eso sobre la mesa el tiempo correrá en contra de Grecia pues los requerimientos de pago llegarán y las soluciones o acuerdos seguirán lejos, más lejos aún.
El famoso ‘Grexit’ es más que probable bajo un prisma ‘técnico’. Veamos. Si votan no, teniendo en cuenta que Bruselas ya ha calificado ese referéndum como una especie de ‘si o no’ a Europa, un ‘no’ será como admitir que se repetirán los impagos. De esa manera Grecia se verá sumida en una espiral complicada pues al no pagar no recibirá liquidez de urgencia para pagar pensiones, funcionarios o proveedores por lo que la única manera de no parar la maquinaria del Estado será hacerlo con unos pagarés ‘oficiales’ que de algún modo serán, técnicamente, una nueva moneda: el ‘dracmapagaré’.
De todo esto, que no ha hecho más que empezar, podemos aprender varias cosas. De hecho está bien, como antes ya hemos hecho, mirarlo con mayor cercanía de la que dirigentes iluminados nos advierten. Vivimos en una especie de inopia por desconocimiento forzado. Unas veces por incapacidad de los que lo explican y otras por mala fe de quienes saben lo que pasa realmente. La cuestión es que no se cuentan las cosas como son.
Ahora sabemos que, por mucho que Bruselas se esfuerce en pintar de esfuerzo todo lo que hacen, de llegar a acuerdos de madrugada para que parezca que se lo curran mucho y que la sangre nunca llega al río, resulta que estas cosas pueden pasar. La suspensión de pagos, las quitas desproporcionadas, los corralitos, la vuelta a monedas anteriores al euro y vete tú a saber.
El gobierno español, italiano y portugués se esfuerzan en decirnos que Grecia está muy lejos. Y no lo está. En 2011 quedó claro, estaba a tiro de piedra. La incertidumbre va a ir dando alas al precio de la deuda. Estos días la prima de riesgo se está portando bien, pero eso es simplemente porque la prima, a veces, descuenta las cosas en diferido. La deuda se va a encarecer, su pago y amortización también. ¿Saben cual es el país más endeudado con el exterior de todo el planeta? Si, has acertado. Estados Unidos el primero y España va segunda por cierto. La deuda externa española es la medalla de plata.
Seguir leyendo sólo prensa tradicional y sus análisis es suicida. Lo fue hace años cuando absolutamente nadie decía la que se nos venía encima. Que tiempos aquellos en los que era evidente que todo se derrumbaría y que si lo escribías o te demandaban o te llamaban catastrofista. Ahora sabemos que todo aquello aun no ha terminado por mucho que se esfuercen en envolverlo en papel celofán. Los datos comparativos son muy jodidos. Cuando estás muy abajo, comparar con lo inmediato siempre te da positivo, pero sigues estando en el culo del vaso.
Sabemos que lo de Grecia es financiero pero tiene una deriva genérica mayor. Modelos productivos, tecnología y desarrollo de una nueva sociedad que debe adaptarse al futuro sin empleo que se avecina. Si no nos preparamos poco a poco Europa se irá convirtiendo en una postal del pasado. Se lo están currando quienes ahora mandan. Encima, mientras todo pasa, se pasa por encima de la gente que, aun teniendo alguna culpa, la mayor de ellas es haber votado (o no) a quienes desordenan el puzzle de todo esto.
Lo preocupante es que, al igual que en 2011, todo este asunto afectará de manera importante a las empresas, motor de todo. Hace años que el problema es crear empleo. Por desgracia se está creando en los mismos sectores donde no se produce ningún cambio de modelo productivo que pueda hacernos pensar que vamos en el tren del futuro. Ahora se acumula un nuevo problema de dimensiones difíciles de analizar. Lo único que sabemos, es que nadie ha actuado estratégicamente.
El futuro llega. Su tono es absolutamente distinto al que tiene este presente. Para muchos llegará y ni lo notarán. Otros, los que ya trabajan en él, van a definir la sociedad del futuro. La diferencia entre países que conquistarán su propio destino y otros que vivirán el que les quede, radicará en lo que se haga en estos momentos. Europa, cada vez que intenta solucionar algo se enreda en un barrizal legalista, inservible y viejuno. Europa se está quedando mientras el mundo sigue girando. Lo de Grecia es una anécdota más.
Reparto de papeles: startups, capital riesgo y administración
El papel de las Start-ups es muy relevante, más de lo que pensamos. Si nos podemos escapar de esa ventolera que lo mete todo en la misma tormenta veremos que muchos proyectos tecnológicos con alto potencial de crecimiento y que necesitan de rondas de inversión continuas hasta llegar a un producto viable y vendible han transformado definitivamente nuestra manera de vivir y de entender la economía, las relaciones, la transmisión del conocimiento y en general la vida en sus términos más absolutos.
El cambio que ha vivido nuestra cadena de valor ha convertido muchos productos en meros servicios que requieren de un análisis distinto. El recorrido de una empresa ahora, cuando su función es crear un software, una aplicación, un elemento disruptivo que genere un cambio relevante en su entorno, es largo y complejo. Son muchos los meses y los equipos que se van a ir sucediendo hasta llegar a algo que, o bien no existía (atentos a eso) o bien se procura mejorar de manera importante (atentos también). Se llama innovar y solo es factible la innovación si el mercado la acepta. No obstante, hasta que ese servicio o producto tecnológico está en posición de ser o no aceptado por un mercado líquido como el actual precisa de que se confíe en él, se apueste y se les acompañe. Los tiempos son muy diferentes entre lo que era una puesta de largo de una empresa hace un tiempo, incluso ahora si hablamos de un modelo tradicional, y el que precisa un proyecto tecnológico.
Aceleradoras, capital público y privado, mentores, ecosistemas y una sociedad receptiva son claves para que un país yerto donde la creación de empleo estos días vuelve a enfocarse en la construcción, asuma el reto histórico que puede todavía abrazar y lanzarse a hacia el futuro. Se lo debemos a nuestros hijos. Parte de esa deuda tiene que ver con modelar una economía del conocimiento, de las tecnologías digitales y de la información, de la red, de los entornos automáticos, del futuro inminente en definitiva. Sobrevivir es para el presente y suele traer mucha hambre después. Ya lo hemos visto.
Las start-ups acaban con lo innecesario. Así debe ser. La focalización y un eficiente mecanismo para sacrificar aquello que no sirve al plan estimulante del conjunto serán imprescindibles si quieren sobrevivir. Deberán priorizar identificando el verdadero negocio. Una start-up es esencialmente un nuevo modo de entenderlo todo. Obligan a sentir la vida de otro modo, a interpretar el futuro a partir de los retos y de las conquistas a cada minuto. Una sociedad tecnológica depende de este tipo de proyectos, pero es que además, una sociedad emprendedora, exploradora y aferrada al futuro precisa de gente que a cada día, su proyecto, propio o no, lo sienta como parte del cambio que vivimos como sociedad.
En una start-up cada trabajador, cada empleado, puede y suele sentirse como un director general. Son responsable de su trabajo, pueden sentirse parte fundamental de todo cuanto afecta a la empresa y a la cadena de conexiones que tienen. Son de base tecnológica y de alto valor de crecimiento como definición, pero también lo son cuando definen a cada fragmento que componen el proyecto.
Ahora es el momento de apostar por la tecnología y por las empresas que la fabrican. Escuchar a los políticos estos días que he estado en España es de aurora boreal. Siguen a lo suyo, con esa cancioncilla y con la misma estrofa repetida. Recuperación unos, vocabulario manido otros, tertulias que son una falta al respeto de la gente y siempre dando vueltas en el mismo lugar. Parece como si el mundo fuera por un camino y todos ellos por otro. Lo preocupante es cuantos se los creen y se van con ellos.
Lo digital y el cambio van de la mano y precisan de actores que lo estimulen. Descartada la acción pública en muchos casos, nos queda el que podemos hacer el resto. El capital privado, el capital riesgo, puede estar tomando partido de nuevo y haciéndolo de manera importante. Y lo necesitamos como agua de mayo. El dinero vuelve y lo hace con la vista puesta en la transformación de nuestra vida, con la idea de mejorar cuentas corrientes pero también con capacidad para mejorar nuestra existencia inmediata.
Una economía del conocimiento parte del número de start-ups que nacen en su ecosistema. Israel, Irlanda, Estados Unidos, Suecia y tantos otros que están apostando de verdad por este tipo de modelo empresarial no esperan que el apoyo venga de la Administración (que también), sino que son su sociedad civil, su entorno privado y la cohesión entre inversores y emprendedores los que permiten que todos, de una vez, se la jueguen en común.
El que quiere estimular cambios debe implicarse y no solo pedir que otros lo hagan. Cada uno pone su granito. Hace unos días presenté nuestro nuevo y modesto pledge fund que busca ocupar un espacio concreto y que puede ser importante para dar salida a startups españolas hacia destinos muy ambiciosos y a dar un escenario real a pequeños inversores que quieran participar de esas ligas sin arriesgar demasiado.
El capital riesgo llega a Europa, eso es bueno. Quiere decir que se confía en lo que se hace. Nuestra obligación es mostrar a las startups españolas que están en disposición de que las saquen a bailar. Según los datos del último Dow Jones VentureSource la inversión de capital riesgo en compañías europeas ascendió en este primer trimestre de año a lo que sucedía en los gloriosos años 2001 y 2002.
En Europa se recaudaron 2.600 millones. La mayor operación fue la inyección de capital que Rocket Internet realizó en la compañía berlinesa Delivery Hero (288 millones de euros). Además, en este período, el número de adquisiciones, fusiones y ofertas públicas de venta ascendió a 140, estando más de una tercera parte de las mismas respaldadas por capital riesgo lo que supone claramente un recorrido atractivo para los fondos americanos.
Hace unos meses el ’2014 European Tech Report’, ya hablaba de un incremento en la cuantía de las operaciones de capital riesgo tecnológico en Europa a lo largo del año pasado. En capital americano sigue siendo líder Irlanda, pero en el global es Alemania quien más acapara. Triplica con 921 millones al Reino Unido. España es la quinta siendo superada por el ecosistema austriaco. Hay que potenciar que esos fondos alcancen a nuestras startups, que las vean viables, que las entiendan en su modelo internacional. Hay que ir más allá de un plan de ‘internacionalización’ que incorpora países en un Business Plan, hay que asumir un proyecto internacional con un producto sin fronteras.
El futuro está compuesto de mil cosas, pero hay una que va a especificar sus vértices y tonos. Se llama tecnología y el como la sociedad la acepta. Las protagonistas de eso son las startups. Son buenas noticias que el capital riesgo regrese y se sienta cómodo invirtiendo en Europa, pero, hay que facilitar los caminos para que ese reparto sea equitativo. La tarea es brutal, pero apasionante. Es una aventura que precisa de liderazgo y mucha gestión con visión de futuro. No vale hablar de recuperación y poner las luces cortas. Esto va de tener un ‘road map’ claro y arriesgado. ¿Por qué van a arriesgar su capital algunos fondos si no interpretan que ese escenario se está enlazando con lo que ellos representa? Que venga capital riesgo es factible, preparemos el escenario, demos opciones para que sea algo atractivo, aprovechemos el momento para cambiar nuestro modelo productivo. Dejemos de mirar en corto y miremos con perspectiva.
Oportunidad para pequeños inversores en Startups internacionales.
Desde varias décadas, Irlanda se ha convertido en un país atractivo para la inversión extranjera directa. En concreto, desde hace unos años, es la base global que algunas de las corporaciones más grandes del mundo han elegido para sus negocios a la vez que, los grandes fondos de inversión tecnológica se vuelcan continuamente en impulsar startups que residen o pasan por aquí. Esa inversión genera más trabajos per cápita en Irlanda que en cualquier otro país de la Unión Europea. En lo que llevamos de año, no hay ningún país de europeo que pueda decir que ha recibido más capital riesgo que el acumulado en el Tigre Celta.
En los años que hace que vivo aquí he podido conocer y localizar los espacios de inversión y los fondos que mejor trabajan en ese ámbito. Junto a mi equipo, hemos aprendido cual es el patrón a seguir y el modelo de inversión a realizar cuando hablamos de startups. Aquí se celebran los eventos más importantes de Europa para que esas empresas en sus fases iniciales se den a conocer a inversores norteamericanos sobretodo. Son muchas las grandes compañías que tienen sede a pocos metros de donde escribo esto. Pero no tan solo son sus Headquarters, también son sede de los fondos de inversión con los que ellos trabajan.
En ese contexto planteé hace unos meses la idea de crear un Venture Capital, un fondo para invertir en aquello que considero tremendamente rentable a medio plazo y que diera respuesta fácil a quienes, por lejanía o desconocimiento, no puedan entrar en este mercado tan nutritivo. De hecho, lo que hoy presento, incluso antes que en prensa, es el fondo Idodi Venture Capital, con sede en Barcelona y Dublín y que está destinado a micro inversores que quieran no arriesgar mucho pero sí participar de un escenario de inversión impresionante y tan atractivo. El accionariado estará formado mayoritariamente por la incubadora de Idodi Only Different Ideas a la que se suman un Family Office de capital integro irlandés y por diversos accionistas de primera linea españoles, británicos e irlandeses.
Sin embargo, no quería que se tratara sólo de un fondo irlandés. No, lo que realmente me apasiona, y en eso llevo 24 años, es estimular en la internacionalización de proyectos que nacen en España. De eso va también Idodi Venture Capital, de traer, de lograr que vengan con garantías y para exponer su proyecto a lo que se conoce, y aquí eso es real, como el Silicon Valley europeo. A muchos lugares se les llama Silicon Valley, sobre todo cuando se acercan elecciones, pero sólo aquí se puede listar a las mayores tecnológicas del mundo y visitarlas en una sola jornada pues están en pocos kilómetros cuadrados. Irlanda ocupó el puesto 10 a nivel mundial por la cantidad de trabajos creados en el área de tecnológica en un estudio realizado por IBM resaltando el papel de la inversión extranjera directa para ello.
En España hay talento, proyectos que nos llegan cada día y que con algo de impulso podrían estar en condiciones de enfrentarse a los grandes players de su sector. Desde España han triunfado grandes startups. Eso es real, pero son miles las que se quedan en la sala de espera del éxito. Veo cada día como llegan a los coworkings, aceleradoras u oficinas cercanas a la nuestra en Dublín, startups francesas, alemanas, italianas, británicas incluso, pero pocas españolas. Veo como en los grandes foros de inversión se vuelcan en ellas y cómo en pocos meses se lanzan, acompañados por fondos normalmente americanos, a la conquista del mercado mundial y especialmente norteamericano.
El gran capital riesgo norteamericano invierte más en startups ubicadas aquí que en ningún otro lugar de Europa. Una gran opción de hacer ‘exits’ de gran valor a medio plazo en cualquier participada que pase por aquí. Parece que 2015 y 2016 serán los mejores años para este sector en Irlanda, así lo permite identificar la cantidad de capital americano que se maneja en los foros a los que asisto y participo. Tanto en volúmenes de inversión como en captación de nuevos fondos es el momento.
Pensé que ¿porqué no unir ambas opciones? Un fondo de inversión localizado en España, que invierta en startups españolas mayoritariamente y en cuya estructura, ADN u hoja de ruta esté el pasar y crecer en Irlanda. Hay muchos casos que se nos acercan para eso, con grandes posibilidades, pero que al no disponer de un fondo para ello no podíamos dar respuesta. Ahora, desde hoy, si.
En eso nos pusimos hace unos meses. Quise disponer de un equipo que sepa de esto y que sepa más que yo. Por eso, al frente y dirigiendo el proyecto estarán dos cracks. Carlos Guerrero, miembro de Fornesa Abogados y director del fondo Sitka Capital que ha logrado situar un fondo de microinversores como uno de los más activos en España en los últimos años. Por otro lado Josep Mora un experimentado economista conocedor de los modelos de inversión tradicional vinculado a GVC y que me pareció bueno disponer en este proyecto de cara a profesionalizar mucho el como se explica el plan de inversiones y sus resultados mensualmente.
El resto del equipo en España lo forman Oshcar Vidal de Idodi Only Different Ideas y Miguel Lobón también de Fornesa Abogados. A parte de ellos, en España contamos con casi una decena de ‘advisors’ que nos ayudarán a la localización de buenos proyectos donde participar e invertir. Nuestra vinculación con aceleradoras como Conector nos da una posición privilegiada para localizar esas startups con alto potencial internacional y de crecimiento.
En Irlanda, tenemos vínculos con el Ireland Enterprise, el Digital Hub, una decena de entidades públicas y privadas con las que ya trabajo hace años y a los mejores gestores y expertos legales para que nos ayuden en el entramado legal irlandés cuando se produzcan los saltos a este mercado desde España. Actualmente el fondo está formado por capital español e irlandés pero es un fondo con sede fiscal en España que invierte indistintamente en startups españolas e irlandesas, gracias a la dualidad residente de los miembros.
Por eso, si quieres invertir en un fondo de inversión especializado en startups, cuyo patrón es la búsqueda, localización, asesoría, acompañamiento y exposición en la combinación España e Irlanda para rentabilizar en la suma de estos factores, este es tu fondo.
Si ya eres miembro de otros fondos este lo complementaría muy bien. Significa una diversificación eficiente y sencilla de la inversión al invertir en todas nuestras participadas a la vez y vinculados al escenario internacional claramente. Un potencial en la selección de proyectos innovadores al tener unos contactos de primer orden dentro del ecosistema español e irlandès que nos permiten conocer de primera mano cuales son las mejores oportunidades del mercado en cada momento. Un equipo multisectorial, internacional y con amplia experiència inversora en este tipo de vehículos de inversión y una selección de proyectos realizada por un comité de expertos profesionales que valoran en cada momento cada una de las oportunidades de negocio que se nos plantean.
¿Tienes una startup que consideras que podría ser parte de nuestro portfolio de inversión? ¿Está en fase inicial pero ya factura y tiene un producto en el mercado con clara visión internacional? También nos interesa. Ponte en contacto con nosotros y evaluaremos tu proyecto.
Todos los ministros de ‘tournée’
Ayer en el noticiario de la RTE Irlandesa, el que ve todo dios a las 9 de la noche una vez ya has cenado, se anunciaba el conocido ‘sorteo ministerial de San Patricio’. Una especie de carrusel que envía a todos los ministros de este país de ruta durante dos o tres días por todo el mundo en el día nacional. Ese en el que los monumentos de medio planeta se iluminan de verde ‘irish’ para homenajear a expatriados, o no, que tienen origen gaélico.
La cosa no tendría más significado que el hecho de tener a un atajo de políticos de viaje oficial sino fuera por lo que logran y cómo lo logran. El reparto no es aleatorio, los países elegidos y los ministros enviados responden a un criterio estratégico y, por si fuera poco, se preparan equipos complementarios que no van de turismo si no a la caza de ‘deals’ entre pinta y pinta de Guiness.
Para hacernos una idea (demostrable), el coste para las arcas públicas de tan ‘curioso’ batallón político es de apenas 300.000 euros. Hay países que se lo ventilarían con las dietas de un solo ministro y no miro a nadie. Sin embargo el ‘revenue’ que se auditaron en la edición pasada, fue superior a los 10 millones de euros en acuerdos básicos y un ahorro estimativo de casi 20 millones en publicidad. Salir en todos los medios del planeta en plan ‘friendly’ y con imágenes de tu país (cuando no llueve) tiene un valor ciertamente muy alto. Además, por supuesto, certifican que ese esfuerzo viajero es siempre el inicio de procesos comerciales que estos días, además, se han ido conocido.
Es un ataque frontal de todo un Consejo de Ministros y en plan divertido. Volverán a sentarse y bromear tras una reunión ya de tipo anual el presidente irlandés Enda Kenny y el norteamericano Obama. Volverán a China, Japón, Australia, Brasil, Francia, Alemania, México, Rusia, Dinamarca, Canadá y otros. La geografía es para atenderla y estudiarla. Incluso, y es destacable el tratamiento que se le da a California es de ‘país propio’. Allí va un ministro en concreto. Hay mucho que celebrar y mucho que negociar en Palo Alto, Mountain View, Cupertino y San Francisco.
¿Que suele pasar después? Aquí van tres apuntes que se han materializado en pocos años y obviamente dependen de mucho más que del viaje de un ministro, pero, por lo menos, empieza así en muchos casos. De un político se espera, al menos, que estimule, lidere y cierre. El proceso lo establecen los técnicos.
1. El primer tema fue el cierre de un acuerdo entre Estados Unidos e Irlanda para permitir que la industria cárnica pudiera ser vendida sin restricciones ni controles (que si sufren otros países europeos) en todo el territorio americano. Sin aranceles, ni sobre costes de control, lo que hace mucho más competitivo la ya muy competitiva carne irlandesa. Por calidad y por tratamiento.
2. El segundo también tiene que ver con esa industria, la cárnica. China acordó con el propio presidente del país, la semana pasada, iniciar la importación sin requerimientos complejos de la carne irlandesa. En apenas un año la tercera industria exportadora de carne del mundo se ha zampado dos mercados nuevos que suponen el doble del que ahora tenían disponible.
3. El tercero, el que me parece más interesante. Corrían rumores que Apple estaba examinando localizar en Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia o incluso Islandia un lugar para construir su nuevo centro de datos para Europa. Finalmente el premio ha sido repartido entre los daneses y los irlandeses que no parecían tener opciones inicialmente, pues en este caso, el tema tributario no jugaba a favor. Era un tema climático, imagina lo que supone poner en marcha todo ese cúmulo de servidores ofreciendo respuestas a tiempo real para iTunes, App Store, iMessage, Maps o la propia Siri. Calor. Apple invertirá 850 millones de euros en el desarrollo de un nuevo centro de gestión de datos para ayudar en la ejecución de esos servicios de datos.
Pero, como siempre, todo no es bueno, de eso ya hemos hablado. Sigue siendo complicado vivir aquí. Cada vez es más caro y falto de servicios que en España, por ejemplo, son asumidos como derechos fundamentales. Y sigue siendo complejo gestionar tu propia empresa en base a usos y costumbres que, todavía, me cuesta entender y de los que aprendo o me desespero. Sigue el paro excesivamente alto, cuesta encontrar trabajo para los que vienen pensando que esto es como ‘Silicon Valley’, sigue el consumo interno bajo y las cargas impositivas en forma de todo tipo de tasas siguen en aumento a pesar de todo. Exportan mucho, el cambio de modelo se va aplicando, pero siguen jugándosela todo a que la sociedad aguante tanta presión. Veremos si lo equilibran y les sale bien.
Aparecen nubarrones en sectores en los que ya no son competitivos, nuevas hipotecas sin límite, mucho nuevo ladrillo que asoma, pero, por lo menos, parece que los ministros tienen claro para quien trabajan y quienes les pagan. Asciende en las encuestas (en algunas ya las lidera) un nuevo lider antiausteridad, Paul Murphy, al estilo Podemos o Siritza. No obstante, a destacar que los políticos irlandeses hablan muy poco de ellos mismos. Está mal visto y los vigilan bastante. Trato con algunos y realmente son políticos, eso es evidente, pero tienen muy presente que los observan, que hay una especie de ‘escucha activa’ de la que no pueden desprenderse.
Será que los ‘mitings’ son en los pubs y eso ayuda mucho, pero aquí la política es acción y mucha menos politiqueo de partido. Aquí el tema ‘de partido’ es un modelo de acercamiento por distritos, por condados, más que un organigrama con todo dios viviendo ‘liberado’ y estructuras muy reducidas y donde todos tienen que rendir cuentas periódicamente ante sus votantes inmediatos a pesar de ser un político de rango alto.
Se los llevan de ‘tournée’ pero, visto lo visto y escuchando los avisos de que van a tener que explicar ‘que lograron en sus viajes’, no van de turismo. ¿Que pasaría si el 12 de octubre enviamos a los ministros españoles por el mundo?
Cuando se presenten, votaré al Partido Robot
Muchas de las cosas que hacemos de manera cotidiana hace apenas unos años eran de otro modo. Voy a generalizar con el riesgo que eso conlleva, pero espero se me entienda. Ya no escribimos cartas, no elaboramos álbumes de fotos, nos reunimos sin estar juntos, no compramos entradas en ninguna taquilla, no se utilizan mapas callejeros, las guías turísticas son reliquias, no compramos periódicos, no visitamos tiendas de música y no votamos por ideología sino por múltiples factores que tienen que ver con el debate en red, más bidireccional y complejo.
Europa está en estado de shock. Draghi decide que lo mejor para el futuro es meter todo el papel que le queda por imprimir en el sistema y que sea lo que dios quiera. Pues querrá, pero no lo que ellos consideran. La masa ingente de liquidez en euros se va a llevar por delante el valor del mismo. Pon diez monedas donde antes había una y lograrás que esas diez valgan menos ahora que cuando las contabas por separado. Si eres un vendedor de algo, póngamos moneda, y sabes que los que vienen a tu tienda tienen diez veces más dinero que antes, ¿no subirás el precio de todo? Y, eso, ¿no deflacionará el valor del dinero en términos generales? Pues eso.
En Grecia viudas y jubiladas con hijos que pagaron toda la vida sus impuestos, que cotizaron ellas y sus maridos, se ven obligadas a trapichear con cualquier cosa por las calles, y esperar el miserable cheque de 320 euros que el Estado les ‘regala’ por los servicios prestados. Y se sorprenderán de la victoria de Siritza, o de que Europa esté en juego. Aquí en Irlanda todas las encuestas ponen de ganador a un indefinido cuadro de ‘independientes’ que lideran todas las batallas locales contra la subida de tasas, impuestos, recortes y meriendas oficiales. En España Pablo Iglesias tres cuartos de lo mismo. Mira este video de la señora Katsulis.
¿Es todo esto un tema político? ¿Sociopolítico? ¿No tendrá que ver, previsto o no, estratégico o no, con algo más técnico, tecnológico y de adaptación al momento desde un punto de vista automático? Tengo la impresión que si. No niego que la aparición en programas de televisión ayuda, que un líder que diga lo que todos quieren escuchar también, que poner de vuelta y media a unos cuantos que no hay manera de sacar ni con agua caliente ayuda, pero también el cómo todo eso se ha enlazado entre los potenciales votantes, las estructuras (des)organizadas y las ideas es tremendamente menos ideológico y político de lo que parece.
El mundo sigue su curso hacia un escenario sin empleo. Todo lo que pueda ser automatizable, ‘robotizable’ y todo lo que pueda sustituir un grupo de humanos por un ‘software’ o un brazo mecánico, será. Periódicos sin periodistas, bibliotecas sin bibliotecarios, bares sin camareros, tiendas sin vendedores, empresas sin directores, taxis sin taxistas, hoteles sin intermediarios, transporte sin transportistas, clínicas sin doctores y, quien sabe, parlamentos sin políticos. ¿Para que se precisa un político?
Hoy en día las decisiones políticas se toman en base a tres criterios: presupuesto, interés partidista y capacidad de gestión. La primera la gestionaría increíblemente mejor un software inteligente que una docena de ministros de economía visto lo visto. Lo segundo, más divertido, un gestor de datos masivos capaz de trabaja en base a variables de bienestar social no dependiente de votos, podría gobernar sin esperar ‘encuestas’ o lo que fuera. La tercera es pura evidencia. ¿Quien más eficiente que un robot?
Permitidme el juego. Yo votaría a un robot, pero mientras eso no llega veamos a que se dedican los actuales ‘líderes’. Les llamamos líderes vete tú a saber porque, pues su lejanía de lo que sucede es de tal calibre que probablemente cuando todo esto se los lleve por delante pasarán años hasta que se den cuenta. Ellos seguirán yendo a su puesto de trabajo como si nada hubiera pasado, como en un guión de Asimov entrarán en su despacho rodeados de máquinas, se sentarán a ‘gestionar’ y nadie se dará cuenta de su presencia. Tanto tiempo ralentizando el mundo, tanto tiempo derivando sus responsabilidades, jugando a sus juegos de tertuliano de bar, tanto tiempo hablando de ellos mismos, que nada cambiaría con su presencia. Fin del juego.
Y a este cuento de ciencia ficción de un futuro inminente le cabe algo de realidad desde ahora mismo. Resulta que la televisión pública española, la de todos, ha decidido montar dos programas tertulia, uno para los viernes y otro para el sábado noche, no sea que te quedes a medias en el lavado de cerebro. El objetivo es el de contrarrestar la presencia de ‘Podemos’ en el resto de debates en otras cadenas. En mi caso, no veo la televisión por lo menos no en el sentido agendado y de horarios programados. Busco lo que quiero ver y lo veo, pero entiendo que eso aun es genérico y que los de Podemos han estado sobre expuestos durante los últimos tiempos.
Ahora bien, no conozco a nadie que ya ha decidido votar al partido de Pablo Iglesias y que sea asiduo de ninguno de esos programas que proponen un debate como si fuera un ‘Sálvame Deluxe‘. Que los ven, de vez en cuando, que les influye, supongo. Como a los votantes griegos que han pasado de declararse incondicionales de los conservadores y ahora matarían por un excomunista que les ha prometido poner en el paro a toda (y allí también la llaman así) la casta.
Pero, donde esta el ‘bug’ de la política tradicional. De los ‘expertos’ de los partidos de siempre. ¿Dónde se han pasado los últimos diez años los estrategas de partido, los directores de comunicación y táctica política? ¿De que leches hablan cuando plantean estrategias a sus clientes? Es divertidísimo leer las propuestas de algunas consultoras políticas sobre eso de ‘estrategia de partido’ en redes sociales o ver como muchos ‘políticos’ se ven la mar de actuales poniendo un ‘@’ delante de su nombre.
Es que esto ya no es lo que era. Digamos que la gente va decidiendo lo que votar por otros canales que no tienen mucho que ver con la estrategia (mejor dicho, táctica) de los que llevan tanto tiempo en un sillón de alcántara, del cual, cuando se levanten no habrá manera de que regrese a su forma original del tiempo y peso que lleva sufriendo el probre. No se han dado cuenta que el concepto ‘googleliano’ de ‘los círculos’ de ‘Podemos’ va mucho más allá que una sede local, una agrupación de distrito o una estructura determinada.
Te gusten o no, la sociedad en red (que si, también consume tele), se nutre del debate entre ellos y no de la visualización de unos teatros que simulan ser nutritivos para el intelecto político de los ciudadanos. Esos ‘círculos‘, esa estrategia orgánica y viva, que no depende de órdenes directas sino de su voracidad distribuida, que la tecnología y su enlace con lo analógico permite, está canalizando (y muy bien) un descontento social que, en muchos casos, tiene que ver con esos programas televisivos de juguete.
Pero no es sólo eso, es más automático de lo que parece. Ni el tal Errejón es un genio, ni Iglesias un enviado del MIT. Están canalizando un proceso de desajuste y les ha tocado a ellos. Estuvieron donde había que estar, lanzaron un mensaje que caló por los canales que tenían a su alcance y a partir de ahí, si que lo han hecho bastante bien. Sólo decirles que si ahora, por vete tu a saber que bacteria politiquera, deciden ‘reorganizarse’ en modo ‘partido on’ mucho o poco de cuanto llevan alcanzado se desmontará. Esto no va de mensaje, ni de líderes, es un tema más complejo. Los americanos lo inventaron pero quienes mejor lo manejan ahora son los escandinavos. Creas un entorno, derivas un mensaje, utilizas la tecnología y la dejas fluir. Luego, sólo tienes que dejar que los datos y su gestión capaciten tus decisiones.
El problema para ello es que se necesita ‘open mind’ y eso ya no es tan sencillo. Dejar que la gente tome su senda y que la política se adapte es chungo. Deberíamos pasar de un escenario en el que los partidos proponen y la sociedad dispone a otro en el que la sociedad exige y los partidos se adaptan. Para ello hace falta mucha democracia, viva y constante, algo que precisa no sólo de ‘circulos’, sino de todo tipo de modos. La convivencia entre lo tecnológico aplicado a la política (¿o es que van a ser lo politicos los únicos que no les afecte ese mundo sin empleo?) y la gestión pública que la sociedad demanda más pronto que tarde sucederá.
Y hablando de cosas concretas. Se sorprenderán también del ascenso de ‘Ciudadanos‘ y del reconocimiento social de Albert Rivera. Pues eso, que se sorprendan, pero si lo miraran bien verían que la estructura de ese partido no tiene nada que ver con la de los partidos tradicionales. Va de como te estructuras y de un problema adaptativo. Luego si el mensaje fluye, lo tienes de cara. C’s se sujeta en los apoyos y no en los militantes, en la propia red, en la distribución derivada de información, en la empatía (digital) y en la creación de redes de que utilizan Internet como canal de aceptación de unos a otros.
Pero no es ‘técnica digital’, para nada. No es que tengan un Community Manager con una varita mágica. Es otra cosa. Es que su estructura desestructurada permite la participación en plataforma y ahí si que es importante la red y las redes. UPyD por ejemplo, empezó bien en eso, pero su obsesión por crear ‘estructura’, formatos de siempre, les ha paralizado el ascenso. Ya van tarde.
¿La tele? si, ayuda, pero más tele que se chupa la Cospedal no hay nadie, y a ésta no le nutre nada. Si consideran en las estructuras de los partidos tradicionales (incluyo al resto) que Sainz de Buruaga y su programa de doble tertulia (donde irán los de siempre supongo) genererá el desgaste a los de Pablo Iglesias, Rivera o los que salgan todavía, van listos. Si ‘Podemos’ baja expectativas o se la da al final no será por estos movimientos tácticos tan fuera de tiempo, será porque sus ‘circulos’ dejen de estar conectados adecuadamente, reflejen lo que dicen ser o empiecen a gobernar ejerciendo el poder de manera contraria a lo que proclaman.
‘By the way’ esto pasa aquí, Irlanda, y allí, Catalunya. Los catalanes que están debatiendo sobre el futuro independiente o no, también se están despistando. Hay una inmensa mayoría de catalanes que no son independentistas, claro, pero es que tampoco son ‘dependistas’. No son nada. Nada de lo que se propone ahora. Cuando se organicen desorganizadamente, como hacen los clientes de Uber, Airbnb o cualquier plataforma social que no precisa de intermediarios ni gestores, que todo sea mucho más automático que las órdenes de nadie, la sorpresa va a ser mayúscula.
Tiempos nuevos que nadie interpreta correctamente, ideas de siempre (todos), estrategias de pena y tácticas de gente desconectada de la realidad. Cuando la realidad haga ‘turn on’, va a ser divertido.
Por qué Irlanda sí puede decir ‘la crisis ya es historia’.
Cuando hablamos de que la tecnología y la economía que se le vincula pueden perfectamente entenderse como algo estructural y no un adorno, el caso de Irlanda es paradigmático. En apenas unos pocos años Irlanda ha pasado de ser uno de los ‘PIGS‘ a posicionarse como el modelo a seguir. Según la última publicación de la Oficina Central de Estadísticas de Irlanda, su PIB interanual creció un 7,7%, más o menos como China. Mientras unos, Francia o Italia, debaten sobre reformas que nunca se materializan y otros, España, da la brasa acerca de una hipotética salida de la crisis, aquí en Dublín los deberes se fueron haciendo y en la dirección correcta: potenciar el sector exterior, facilitar la vida a las empresas y estimular la tecnología a lo grande.
Y es que a Irlanda casi todo le sale bien. Sus exportaciones crecen casi al 8% cada trimestre y la política monetaria europea les favorece al ver como cae la rentabilidad de sus bonos, su principal debilidad, pues tienen la deuda pública por encima del 120% del PIB.
El trabajo del gobierno de Enda Kenny va dando sus frutos. Hablaron poco e hicieron mucho. No salían cada dos por tres en televisión, de hecho aún no lo hacen, para decir que ‘la crisis ya es historia’. De hecho la dos veces que he visto al Primer Ministro en directo ha sido durante dos entrevistas realizadas durante el noticiero diario y como si fuera un invitado cualquiera, esperando el paso de la publicidad. No salen mucho porque el coste ha sido alto y el desgaste para muchos tremendo. Saben que la gente lo pasó mal y lo sigue pasando mal a pesar de las cifras. Las reducciones tremendas de los salarios en el sector público, el descenso de los sueldos en el sector privado, una ingente inversión para renovar la industria y, sobre todo, el impulso de un tejido tecnológico que fue el motor de la economía irlandesa en la pasada década, han sido las claves del milagro.
Pero hay más. En el estudio que el The Irish Times publicó el pasado año sobre las principales 1000 empresas en Irlanda se confirmó lo que ya hace más de una década sucede. La presencia de empresas extranjeras y particularmente de empresas tecnológicas en los primeros lugares es formidable. Tras la primera, el gigante de materiales de construcción Celtic Resources Holdings, aparecen las delegaciones europeas de Google y Microsoft.
Lo que empezó siendo un modelo de ahorro tributario se ha convertido en un motor de crecimiento. La inversión exterior es clave para comprender el crecimiento económico que Irlanda experimentó en la primera década de este siglo y su brutal recuperación que se vive ahora con un crecimiento programado que superará el 6%. Hay que destacar que el 65 % de las empresas irlandesas experimentaron un crecimiento de su volumen de negocios en el ejercicio más reciente y que eso se trasladó al resto de pymes pues el 70 % de ellas también aumentaron su volumen de negocio. Especialmente los emprendedores tecnológicos están dando el empujón más efectivo.
Irlanda en muchos aspectos es un lugar muy atractivo para hacer negocios. Aunque algunos trámites se han complicado, ahora se exige la residencia legalizada del administrador de cualquier empresa, la revista ‘Forbes’ coloca a Irlanda como el mejor país del mundo para los negocios. Lo es en base a parámetros como el derecho a la propiedad, impuestos, tecnología, corrupción, libertad o burocracia. Puede que tema del Impuesto de Sociedades funcione como reclamo pero la verdad es que quien quiere instalarse en un país donde pagar menos impuestos puede ir a lugares mejores. Si no quieres impuestos deberías ir a Luxemburgo, Suiza, Holanda o Singapur, en Irlanda se pagan muchas otras cosas que amortiguan el tema. Un salario mínimo que dobla el de España, costes sociales elevados y tasas de todo tipo, encarecen la factura fiscal.
Además, en ese tema, es necesario diferenciar entre tipos nominales. Francia, con un tipo nominal para el impuesto de sociedades al 34%, el nivel efectivo es del 8%. En Irlanda, el tipo efectivo es del 11,8%, muy cercano al 12,5% nominal. Igual todo no es tan bonito como lo pintan los interesados en ‘señalar’ el tema del impuesto, y depende más de hacer las cosas como toca y dedicarse a robar menos.
Aparte del Impuesto de Sociedades bajo, la posición geográfica de esta isla y el idioma principal son los factores que convierten a Irlanda en el lugar más atractivo para un gran número de compañías norteamericanas interesadas en establecer sedes en la Unión Europea y, de rebote, un lugar ideal para instalar cualquier startup que desee dar el salto al mercado británico o americano.
La competencia laboral en Irlanda es muy alta. Esta gente es global y está muy bien formada. Les gusta vivir temporadas por el mundo. Les gusta mezclarse. Son cosmopolitas. El 17% de la población ha nacido fuera de la isla y se nota. Ahora bien, lo que realmente hace que este lugar vaya a toda máquina es el peso de sus exportaciones, y especialmente de tipo tecnológico. El sector exterior representa el 106% del PIB, frente al 30% que le supone a España por ejemplo. Irlanda es el segundo mayor exportador de software del mundo. Las exportaciones irlandesas superan a las de India y Suecia juntas, y son superiores a las de países como Australia, Brasil y Dinamarca.
Lo que realmente ha funcionado en Irlanda es su capacidad para convencer a otros a fin de que inviertan en su país. La agencia de desarrollo de negocio e inversión con oficinas en el centro de Dublín no está de adorno. Su estrategia nunca fue táctica y se dedicaron a localizar empresas en crecimiento que pudieran instalarse aquí y, casi, convertirlas en celtas. Así lo hicieron con Zynga, cuando apenas tenía una docena de empleados en Silicon Valley. Hoy tienen casi dos millares en Irlanda.
Aparte de los mejores tiradores de ‘pintas’ de Guiness del mundo, este pequeño país es la sede de nueve de las diez farmacéuticas más grandes del planeta, la de tres de las cinco principales empresas de juegos del mundo, y tienen los ‘headquarters’ europeos ocho de las diez principales tecnológicas que existen. Y, obviamente, que estén estas multinacionales deriva en empleo y riqueza. No es sólo dinero electrónico buscando atajos fiscales. Estas empresas tecnológicas internacionales generan la quinta parte del empleo y suponen tres cuartas partes de las exportaciones totales.
Las inversiones desde Estados Unidos en empresas locales es cinco veces mayor que el que se recibe desde Europa. Tener una startup en Irlanda es una ventaja si buscas inversión a pesar de que la competencia es mucho mayor.
Sin embargo no todo puede ser tan bueno y tan deprisa. Hay dos irlandas. La doméstica, con impuestos y tasas que la ahogan, y la de las empresas que va a toda leche. La demanda interior de los irlandeses sigue cayendo y parece que eso no va a cambiar de momento. Los servicios públicos dejan mucho que desear. La sanidad no cubre nada, los transportes son un verdadero desastre y caros, la cobertura social deficiente y muchos de los ‘derechos’ que se viven en España, aquí no son más que ‘servicios’ que, si pueden, te condonan y sino te los pagas.
Los que vivimos en Irlanda y nos dedicamos a vender al exterior vemos como las empresas nacionales no orientadas a exportar sufren todavía muchísimo. En cada reunión, foro o encuentro con emprendedores, empresarios, políticos o periodistas económicos, detecto el mismo problema. La quiebra entre los que se están adaptando bien a los cambios que la tecnología aporta y los que no lo están haciendo cada vez es mayor. Algo que recorre al mundo de punta a punta y que unos llevan ventaja para superarlo y otros ni siquiera se lo están cuestionando.
En todo caso Irlanda es un buen lugar para emprender proyectos tecnológicos, para aprender y para afrontar el mercado exterior especialmente el norteamericano. Si tienes una empresa que está estudiando nuevas expectativas ponte en contacto con nosotros aquí.
Penalizar el cambio de modelo de crecimiento económico
Para los que todavía consideran que la economía ‘se está recuperando’ porque empiezan a venderse más pisos, las hipotecas aumentan y los bancos están ‘saneados’ este artículo no tiene mucho sentido. De hecho les sonará a un canto tecnológico que habla de un mundo que no va con ellos. Sin embargo, si eres de los que piensan, como yo, que no hay nada que recuperar, que el futuro se está definiendo en los países donde se ha comprendido el valor de un nuevo tiempo y dónde las opciones de conquistarlo pasan irremediablemente por aceptar un punto de inflexión histórico que ahora llaman crisis pero que algún día, con perspectiva, llamaremos revolución, entonces si, este es tu post.
Entre los que definen el tiempo actual como un mal paso, una situación temporal a la que hemos llegado por ‘agotamiento’ del consumo o porque ‘tocaba’, se encuentran la mayoría de quienes deberían de liderar los procesos de cambio o, como mínimo, estimularlos. Los otros, somos los que disfrutamos de la dificultad que supone enfrentarse al reto de escalar en los términos de nueva economía, de abrazar a la tecnología como hicieron nuestros antepasados en otros momentos de la historia y de convertir este escenario digital que nos rodea en el motor de una sociedad mejor y más automatizada.
En ese concepto sofisticado y complejo de Nueva Economía aparecen infinidad de modelos de negocio, procesos económicos e, incluso, dinámicas políticas y sociales. Entre ellas destaca uno que, por su dinamismo e ilusión, lidera en muchos casos la difícil carrera por la modernidad, por asumir el futuro inminente y, en muchos casos, el propio día a día presente de los países que se esfuerzan en encabezar la innovación y la sociedad del conocimiento. Las llamadas ‘startups’.
Hay quien en eso de poner palabras y siglas no ven más que un párrafo de sus discursos cansinos, previsibles y de campaña electoral. Otros, por el contrario, en cada término que significa modernizar, facilitar el progreso y encajar las piezas de un puzzle complejo y riguroso ven la gran oportunidad para posicionar sus economías.
El modelo ‘startup’, empresas tecnológicas con potencial de crecimiento enorme y con un comportamiento distinto al tradicional, basado en rondas de financiación que las hacen grandes y competitivas mucho antes de ser rentables, que basan su crecimiento en el desarrollo de tecnología y que esperan la llegada de su momento idóneo para entrar o pertenecer a proyectos de dimensiones muy superiores, está demostrado que supone un acelerador de cambios en todos los aspectos de la economía.
Pues en eso estamos. En el punto en que un gobierno puede establecer si apuesta por eso o lo deja pasar. En el límite entre facilitar a los emprendedores e inversores impulsar esa conquista del concierto económico o el de permanecer en la butaca cómoda esperando un viento favorable que ya no llegará. La última flecha clavada en el torso viene del artículo 95 de la futura ley del IRPF. Ya son varios los emprendedores y fiscalistas vinculados a la tecnología que se han mostrado estupefactos. Martin Varsavsky, Iñaki Arrola y muchos otros han analizado aspectos de dicha reforma tributaria que a todas luces entrará en vigor a principios de año.
Es cierto que aún está por ver como acaba el asunto y que en otros países hay aplicaciones parecidas. Sin embargo la esencia nos demuestra que los detalles más destacados responden a una falta total de comprensión de en que modelo de empresa nos movemos, que importancia tienen los flujos de capital aportado y el, si me apuras, el momento que conceptualmente nos ha tocado vivir. Según se desprende parecería que se está legislando para un modelo empresarial del siglo pasado cuando Internet y sus dinámicas no eran para nada el motor de ningún cambio socioeconómico.
A partir de enero si tu empresa vale más de cuatro millones o, teniendo más de una cuarta parte de la misma valorada en un millón de euros lo tienes crudo si, por cualquier motivo, quisieras cambiar de domicilio fiscal. Deberás tributar sin haber pasado a liquidez tu participación e, incluso sin haber vendido la empresa o quedarte en España diez años.
Puedes estar pensando que porque va a tener que irse un español que ha montado una empresa en España. Eso tendría sentido, que no mucho, si hablamos de economía tradicional, pero que en un modelo digital que precisa de acaparar talento, crecer en ecosistemas preparados para convertir una pequeña empresa tecnológica en un gigante internacional, es una guillotina. ¿Quién va a montar una empresa en España si cuando precise exponerla en Silicon Valley, Dublín, Berlín, Seúl o Singapore conviviendo allí durante años para localizar el vehículo de crecimiento más idóneo? ¿Quién va a invertir en una empresa con potencial de ‘player’ mundial si cuando eso suceda te van a crujir tu inversión?
Es que es una detrás de otra. Leyes de emprendedores que fueron papel mojado, muros en la normalidad de la gestión de los datos, regulaciones casi inéditas en el mundo para que la búsqueda de financiación beneficie a los bancos y, ahora, un modelo tributario fuera de toda lógica de los tiempos que vivimos y que, si nos dejaran, deberíamos poder vivir. Sigo pensando que hay lugares donde la administración, cuanto interviene, perjudica. En lugar de ser un facilitador se ha convertido en un inconveniente. Dudo ya que lo hagan con mala fe, creo sencillamente que lo hacen porque viven en un mundo distinto, lejano y donde la mayoría de las características que podrían convertir un país en crisis en una economía moderna y con expectativas, los ciega.
Hay países que hace unas pocas décadas estaban desolados. Ahora son potencias tecnológicas. Muchos otros ya se han subido al tren del futuro. Era relativamente fácil. En muchos casos era no hacer nada. Dejar hacer a quienes se juegan su patrimonio, gastan sus energías, sueñan despiertos y persiguen retos con el fin de satisfacer sus deseos y sus bolsillos. Al final, todo ese ejército de innovadores, emprendedores, desarrolladores y muchos más, construyen el futuro y lo hacen bajo el patrón de la tecnología que nos permitirá vivir en un mundo mejor y de un modo más competitivo. Pero no dejar hacer, poner trampas, regulaciones excesivas, muros, zanjas, tributaciones cerradas y anticuadas, sólo aleja a una sociedad de esa meta.
Pensarán que así las empresas no se irán. Se quedarán siempre en España. Si les pongo difícil irse cuando crecen, se quedarán. Probablemente lo que van a lograr es que ni se creen. Que poco a poco, analizando lo visto, muchos opten por crearla directamente fuera. Yo lo hice hace años.
Montar tu empresa en Irlanda, por ejemplo, ya no es un tema tributario solamente. Hablamos de libertad, de ecosistema, de facilidades, de regulación lógica y de estímulo a que, si es preciso, las empresas puedan crecer allí donde les sea más propicio. Muchos creen que las grandes empresas del mundo tecnológico vienen a Dublin por el tema tributario y derivados similares. Cierto, como también que son centenares las startups irlandesas, o de otros países que se instalan un tiempo en el Silicon Valley europeo, que en su fase de mayor exposición y crecimiento se van y se instalan legal y tributariamente en Estados Unidos. Curioso, muchas, luego, regresan con un potencial inmensamente superior a que si no lo hubieran hecho.
El ejecutivo español debe confiar mucho en el Silicon Valley ‘español’, por eso ha considerado oportuno ofrecer todo tipo de facilidades para que si tu empresa tiene opciones de crecer, recibir una gran inversión o de capturar talento, no tengas que irte. Una gran ayuda, si… Reducir el paro en España no es tarea fácil. No sólo porque hay algo estructural que depende de que volvamos a construir pisos de manera ridícula y casi pornográfica. No, también depende de que muchos de los empleos que busca la gente cada vez existen en menor medida. Ya no hace falta la gente para hacer cosas que ya no las hacen las personas, lo hacen máquinas, software o robots.
Reducir el paro no depende de que los jóvenes se vayan a patadas. Demostrado queda que no es porcentualmente significativo. Tampoco de las grandes empresas, que ocupando mucho, no son relativamente la principal bolsa de empleo. Depende de las PYMES y de los emprendedores. De ellos es el barco. Déjenles que naveguen. No les den mapas equivocados, cartas de navegación hechas por quienes jamas vieron el mar.
La cantidad ingente de factores que complican el poder montar una empresa en España en comparación con un número importante de países es, poco a poco, la clave del asunto y del problema. Lo de la reforma tributaria una más. A cada día que pasa, sumando elementos de este tipo, estamos más cerca de los modos de quienes dicen ser el ‘diablo’ que de los que ya van a velocidad crucero en eso de la economía del futuro. El proteccionismo en este caso se convertirá en desprotección de aquellos que podrían impulsar el cambio del modelo de crecimiento de un país que agotó el anterior, si es que lo hubo y si es que fue real.