“En una década internet lo será Todo”, entrevista para AECOC
Hace unos meses ofrecí una conferencia en Madrid a cuatro manos junto al inventor Pep Torres en el evento que celebra cada año AECOC, asociación que cuenta con 26.000 empresas del sector de la fabricación y la distribución. Al finalizar Gustavo Núñez, Director General de Nielsen me entrevistó para la revista C84 que se publicó a finales de verano. Os dejo abajo la transcripción completa que también podéis descargarla en [.pdf].
Hace unos meses ofrecí una conferencia en Madrid a cuatro manos junto al inventor Pep Torres en el evento que celebra cada año AECOC, asociación que cuenta con 26.000 empresas del sector de la fabricación y la distribución. Al finalizar Gustavo Núñez, Director General de Nielsen me entrevistó para la revista C84 que se publicó a finales de verano. Os dejo abajo la transcripción completa que también podéis descargarla en [.pdf].
GN: Dice Marc Vidal que la nueva sociedad digital está permitiendo algo muy estimulante: el acceso universal a la información y la conectividad global. Que la tecnología nos permitirá vivir en un mundo mejor y que el futuro cada vez es menos ficción y más ciencia. Por eso, en su opinión, “ahora toca transformarse digitalmente”. En este entorno este emprendedor tecnológico se mueve como pez en el agua. De su paso por Silicon Valley aprendió que la tecnología es la punta de lanza del futuro. Por eso hoy vive en Dublín, el Silicon Valley europeo. Vidal pertenece al “club de los soñadores”: “Imagino un futuro lleno de tecnología, pero más humano”.
Con 17 años te vas a París. Tus aprendizajes los has desgranado en un libro: ‘Una hormiga en París’. ¿Cómo fue tu juventud en la Ciudad de la Luz? ¿Qué aprendiste allí?
Mi primer viaje tan sólo duró unos meses. Digamos que no fue un segmento de mi vida pero sí una parte determinante para ella. Me fui por un anhelo, un sueño, un deseo de conocer, sencillamente descubrir lo que yo consideraba por aquel entonces el centro del mundo. Había leído tanto sobre lo que allí había sucedido y sucedía en el mundo del arte, la cultura, la sociedad, la política, etc. que tenía la sensación que perdérselo era un pecado. Y decidí ir sin permiso de nadie. A mis padres les dediqué mi libro por el mal rato (largo) que les hice pasar. Al llegar a París, sin dinero y sin saber ni hablar francés, me di cuenta rápidamente que pintaba que lo iba a pasar mal. Tuve que buscarme la vida porque no pretendía volver pronto. Así organicé poco a poco un grupo de músicos orientales que ya actuaban por las calles y les convencí para que tocaran pero de otro modo, pues detecté que podían ganar másy más rápido. Durante unos meses algo que hice simplemente para sobrevivir se fue convirtiendo en un negocio. De eso habla el libro y de cómo todo aquello derivó en modelos de gestión, negocio, comunicación. Tengo la sensación de que algunas cosas todavía las aplico de un modo muy similar.
¿Cómo surge en ti el interés por la tecnología, por la Nueva Economía? ¿Cuáles fueron tus primeros proyectos?
La tecnología nos acompaña siempre. En cada momento en el que el hombre ha variado sustancialmente su manera de vivir, comunicarse o trabajar una tecnología ha sido determinante y se ha asociado inmediatamente a cambios culturales, económicos y políticos. El hombre antiguo tuvo sus revoluciones tecnológicas ya en la Edad de Piedra. En la Revolución Industrial lo mismo. Cada avance vinculado a la escritura, el sonido o la imagen ha sido otra tecnología que ha marcado un hecho disruptivo. La tecnología significa cambios en la distribución del trabajo y en la transmisión del conocimiento. Para mí eso es lo interesante de la revolución tecnológica que vivimos. Supongo que ahora la entiendo como tal. Hace 20 años en mis inicios en esto de internet no sabía hasta qué punto sería determinante, pero estoy seguro que la pasión por lo nuevo, disruptivo y transformador me atrajo irremediablemente. Mi primer proyecto digital fue en 1994 cuando pretendía diseñar páginas web en un escenario en el que todavía no había prácticamente webs y que se basó en un solo y enorme cliente que creyó en el potencial de la red en ese momento. La empresa, mi único cliente, quebró y yo con ella. Aprendí que el B2B es duro cuando es sólo B2oneB.
¿Qué recuerdos tienes de tu paso por Sillicon Valley, foco tecnológico de referencia en el mundo?
Estuve de paso por un proyecto que, una vez planteado tecnológicamente, precisaba de entrar en el escaparate más grande que existe en el mundo. Vender allí es muy complicado, pero si vendes has vendido de verdad. Lo primero que aprendí es que hay un espíritu emprendedor que se vincula a otro de tipo explorador. Allí lo ejercitan. Se desarrolla tecnología porque es la punta de lanza del futuro, y se hace con un valor por la empresa y el reto personal tremendo. Como te digo, entre idas y venidas a Europa, técnicamente no fui un ‘habitante’ de Silicon Valley pues, incluso, yo estaba más vinculado a Santa Bárbara —cerca de Los Ángeles— que a San Francisco o San Diego. Pero estuvimos meses conociendo gente, grupos, empresas, gurús, familias. Todo muy grande. Aprendí sobre todo que Silicon Valley es irrepetible. Nadie que hable de hacer un ‘nosedonde de arriba’ Valley lo va a lograr. Tiene que ver con estrategia política, dinero, riesgo, espíritu y educación. La vinculación entre el talento derivado de las mejores universidades del mundo y el capital riesgo capaz de invertir por encima de la lógica de mercado muchas veces lo hacen único.
Antes las empresas se transmitían de generación en generación. Hoy tú creas y vendes empresas de forma continuada. ¿Es este un símbolo de los tiempos? ¿El futuro está en los “monopolios temporales” de los que habla el economista sueco Kjell Nordstrom?
Bueno, yo combino esas dos cosas. Por un lado, mantengo mi consultora en transformación digital, Idodi Only Different Ideas, que al ser una empresa de servicios no tiene porque ser vendida. Por otro, fundo o ayudo a fundar empresas tecnológicas invierto o dirijo algún fondo, como Idodi Venture Capital, que invierte en startups. Bajo mi perspectiva estas son las que tienen una vida muy concreta para el que participa. Son empresas de producto, de algo que tiene que ver con trayectos de desarrollo y evolución. Cuando mi parte, mi fase, lo que yo sepa hacer mejor o el tiempo de inversión es suficiente para obtener beneficios me aparto, vendo o fusiono. El futuro es algo más que monopolios, de hecho creo que a pesar de que aparentemente tres o cuatro grandes compañías tienen el control de mucho, el tiempo generará lo que yo denomino el monopolio del transhumanismo, algo así como un espacio de control donde la singularidad tecnológica nos permitirá elegir en un mercado muy atomizado y donde el monopolio tradicional dependerá de datos y no de empresas. ¿Quién gestionará esos datos? Esa es la preocupación de los filósofos tecnológicos en la actualidad.
¿Se puede enseñar a emprender o esa es una inquietud y una actitud ante la vida que se tiene o no se tiene?
Se pueden enseñar habilidades, skills. En las escuelas de negocio difícilmente diferencian entre directivo de empresa por cuenta ajena y ‘jefe’ emprendedor. Debe haber una formación para esto, debe haber estudios que sepan aportar conocimiento a cómo se emprende, pero también debe ser capaz de diferenciar entre lo que es ser emprendedor y lo que es dirigir. Emprender es muy complicado. Cuesta mucho. Las cosas no salen bien desde el principio, eso es una excepción. Lo normal es que te pases domingos y noches frente a una pantalla que no indica lo que esperas, que no da las cifras que necesitas para empezar a tener vida. Eso es emprender también. ¿Quién te ha enseñado para qué sirve el teórico aprendizaje de si te sale mal? Tengo la sensación de que el discurso sobre el error o el fracaso lo hace gente que no fracasó porque la verdad es que cuando lo vives es una auténtica porquería vital. Hundirte en el fango no tiene nada de instructivo y menos en un país como España donde no sólo debes vivir la estigmatización social y económica, es que encima no puedes aprender nada de ello porque no te van a dejar ni respirar. Eso es emprender. La actitud cuando emprendes es la de que tus sueños van por delante de eso, pero debes analizar antes si tus sueños valen tanto como para, si sale mal, afrontar la losa que vas a llevar encima durante años. De todo se sale, yo lo he vivido, pero de los fracasos he aprendido menos que de los éxitos, aunque reconozco que, si me hubieran enseñado cómo aprovechar el error, tal vez todo sería distinto. No obstante, hay cosas que a veces hago relativamente rápido para localizar donde está ese error. Eso lo aprendí en África. El error forzado a veces no es un fracaso, es un paso hacia el acierto.
¿Cuáles son los rasgos comunes a todos los emprendedores del mundo?
Conozco tantos tipos distintos de emprendedores que no soy capaz de enumerar nada que los defina. Puede que todos tengan un origen distinto pero un objetivo parecido. De un inicio que puede venir por necesidad, proacción, sueños o locura, desemboca siempre en espíritu de sacrificio, preparación y, siempre, fortaleza. Poco a poco. Emprendedores sobre venidos a los que les llega el primer cliente, la primera factura, el primer empleado y el primer cobro. Esos momentos son gloriosos. Encajar la emoción que supone tocar la superficie de los sueños que hace unos meses desconocías tener es maravilloso. Los que hemos puesto en marcha nuestros sueños, sin saber si era posible tan siquiera, sabemos qué es eso de pasar noches en vela, redactando, corrigiendo, trabajando en la soledad de las noches y los días que se amontonan unos encima de los otros. Vivir ese domingo por la tarde, exhausto pero ilusionado, viendo desde la ventana del despacho como las familias pasean, las parejas hacen cola para el cine y el mundo no se detiene en su curso sinuoso de fin de semana. Obsesiones y retos, momentos duros que a veces no producen más que disgustos pero que cuando se reproducen con todo su brillo y belleza son la entrada perfecta a un club diferente, el “club de los soñadores” que me gusta nombrarlo.
¿Es posible para una empresa subirse al tren de los cambios tecnológicos en un momento en que estos empiezan a coger una velocidad de vértigo?
Por supuesto. Lo único realmente determinante es que se suba. Aconsejo dejarse asesorar. Igual que un conductor novel necesita un tiempo para llevar el coche junto a un instructor, este nuevo modelo económico precisa de que te ayuden inicialmente, te acompañen. En mi empresa lo hacemos a diario y aprendemos todos, los que conducen y los que ayudamos a conducir. Es lo maravilloso del momento. Y, en apenas una década, lo que ahora llamamos internet, sencillamente será ‘Todo’. Cada evolución, cada cambio que simplifica un proceso, cada vez que una línea de código es eliminada de un programa para simplificar el proceso o cuando se sustituye ese comando por otro que es capaz de hacer algo por sí solo, y lo hace en coordinación con un objeto para completarlo en la globalidad del conjunto de nuestra existencia inmediata, nos acercamos a un nuevo y radical cambio. No es sólo ya que las discográficas, las agencias de viajes o un nuevo negocio afectado por la modificación en la cadena de valor esté en riesgo cada vez que hay un nuevo ‘avance’ en la morfología de internet. No, es algo más complejo. Tiene que ver con la adaptación al medio de algo vivo, con la propia evolución de algo nuevo que interpretábamos que era un ‘sistema’ y ha resultado ser un ‘ecosistema’ que muta, mejora y se adapta. En apenas dos décadas internet ha cambiado tanto que no lo reconocemos quienes lo vimos nacer. Somos una generación que vivía sin él, sin teléfonos móviles, sin Google. Cuando querías saber algo debías ir a un lugar llamado ‘Biblioteca’ y no era para estar tranquilo o en silencio, era para consultar la sabiduría universal, algo que hoy cabe en un USB. Mientras todo transcurre, internet crece y se convierte en “Todo”. Los que ya participan de la Nueva Economía, ¿no corren también el riesgo de ser superados por la ola de cambios que se están produciendo? Nadie está a salvo. De hecho es parte del juego. Pero no por ello debemos parar ni temerlo. Como especie tenemos la obligación de progresar. Lo hicieron nuestros antepasados y tenemos el mundo que tenemos, mucho mejor que ninguno anterior. Todavía falta mucho y por eso debemos abrazar los avances y manejarlos inteligentemente. El terror a lo nuevo es humano, el alejarse de la novedad no. La Ley de Moore dice que la potencia de los chips de los ordenadores se dobla cada año, pero ahora entendemos que esta ley no sólo se restringe a los chips, es algo que pasó con los diodos, las válvulas, y todo lo que se desarrolló antes, y no sólo se restringe al campo de los ordenadores, está ocurriendo en la biología sintética o la biotecnología. Cada vez que convertimos la tecnología en una ciencia de la información se convierte en exponencial.
Hay quien duda que esa capacidad de crecimiento sea infinita puesto que físicamente hay un límite. En ese momento, para seguir creciendo exponencialmente requeriremos de otra tecnología, pero mientras ese momento llega, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo vamos a vivir ese tránsito acelerado empresas, individuos e instituciones?
Hay países dónde ese futuro se afronta de un modo optimista y otros que lo abordan desde el miedo. Estos últimos lo van a pasar muy mal. El mercado de trabajo no va a ampliarse. Si tienes un 25% de paro no vas a reducirlo ya nunca al 4%. El pleno empleo es una quimera para los que no están enfrentándose al futuro como toca. En menos de un decenio el mercado laboral se fragmentará eliminando intermediarios dejando en dos espacios contrarios todo el sistema. Hablamos de los empleos cualificados bien pagados por un lado y los de escasa cualificación y mal pagados por otro. El riesgo es la fractura social más que evidente. Lo mismo pasa con empresas y sistemas políticos. Donde podamos incluir un software o un robot capaz de hacer algo que un humano sea más lento o ineficiente, el cambio sucederá. Sin embargo, cada vez que un intermediario desaparezca, cada vez que un automatismo se encargue de un puesto de trabajo ‘humano’ la cadena de sucesos se irá agilizando. Millones de nuevos empleos aparecerán, menos que los que se destruirán por una lógica física. Nuevos modelos impondrán un reto para los gobiernos y, por supuesto, para las personas. La revolución tecnológica precisará de que cada uno de nosotros tengamos nuestra propia revolución íntima.
Te he oído decir que en el 2022 todas las ventas se realizarán por internet. ¿Desaparecerán las tiendas tal como las conocemos? ¿Qué habrá en su lugar?
Vamos hacia un mundo sin empleo, donde todo lo que no sea necesario o eficiente que lo haga el hombre no lo hará. Lo realizará un robot o un software y muchas de las cosas que ahora compramos ya no son lo que eran o están hechas de lo que estaban hechas. Ya no compras ‘minutos telefónicos’, compras contenidos audiovisuales a la misma empresa. Ya no compras discos, te abonas a un servicio de contenidos. Todo cambia. Tampoco podrán cobrarnos en el futuro inmediato por cosas que no valen nada. Vamos a un mundo sin empleo pero también sin compras, por lo menos no de cosas que ahora consideramos ‘vendibles’ que pronto serán integrables en un sistema de commodities. La tecnología reduce el costo de todo. Si algún día todo ello fuera ‘gratis’ el concepto trabajo estaría en riesgo. Lo mecánico, pesado, repetitivo pasaría a ser una obligación técnica y los humanos podremos dedicarnos a cosas más edificantes y creativas. Veremos cuándo y cómo, pero de momento no estaría mal irse preparando. Las cosas suceden y luego las entendemos, decía Borges. Pues eso, cuanto antes nos pongamos, antes las entenderemos y así podremos disfrutar de todos sus beneficios.
¿Cómo cambiarán las tiendas y las ciudades debido al e-commerce?
Vivimos tiempos de automatización inclusive en las ventas. Tiendas digitales que sustituyen las físicas, tiendas físicas que van incorporando automatizaciones y tiendas digitales que se integran de algún modo en las físicas. Para mí, lo importante es cómo se van cayendo los muros que dividen todo y se conforma un mundo cada vez más interconectado incluso cuando hablamos de hechos tan ‘físicos’, analógicos y tradicionales como ‘ir de shopping’. Si eres un comerciante debes convertirte en un vendedor ‘omnicanal’. No tienes másremedio. Las tiendas en internet o las aplicaciones móviles no son sólo vehículos que ofrecen acciones electrónicas, ahora son mucho más, son las puertas de entrada a tu tienda. Y esa tienda ya no es sólo un escaparate, un salón exhibidor. Ahora tu tienda digital es un espacio de inspiración, un lugar donde tu cliente pasa a ser un usuario que experimenta, se informa, gira y revisa hasta el detalle sin tu participación. El resto, lo que pase, es posible que suceda en tu tienda física. La tendencia dice que eso cada vez pasará menos, pero pasa. Ser vendedor y emprendedor requiere, en todos los casos, de innovar. Nadie dijo que eso de vender, de comerciar, fuera algo que no requería de adaptación. Ha llegado el momento más complejo y difícil para todos. Ahora toca transformarse digitalmente. No hay otra.
Inteligencia artificial, robots, impresión 3D, internet de las cosas, revolución móvil… ¿Cuáles son las tecnologías o los inventos que van a cambiar más nuestro mundo en los próximos años?
Las has enumerado tú. La inteligencia artificial nos ayudará a pensar y vivir mejor; ya lo hace todos los días. Las ciudades están gestionadas por cerebros que ordenan el tráfico por ejemplo y se basan en el aprendizaje. Los robots, drones, automatismos, coches auto conducidos… ayudan a reducir los costes que tiene su uso para la humanidad y el planeta. La impresión 3D reducirá la cadena de valor y los costes de producción hasta el punto que mucho de lo que ahora es inalcanzable será universal. La duda aparece en temas de carácter ético cuando entramos en algo llamado ‘singularidad tecnológica’ o ‘posthumanismo’. Ahí tocará pararse un momento, si nos dejan, y reflexionar acerca del diálogo entre humanos y máquinas. De todo ello, la primera que has dicho, la inteligencia artificial debe ganar nuestra atención. Ahora mismo de la inteligencia artificial ya podemos esperar muchas cosas, de su conciencia o no, veremos. Mi impresión es que su uso se encaminará a la detección de errores en múltiples campos y a aportar solución, al diagnóstico médico, a la gestión pública, a la asistencia personal, a la navegación sofisticada y al descubrimiento de clientes y productos para el comercio electrónico como elemento de interacción comercial o sencillamente como interpretador de necesidades en una tienda. Tal vez todavía es un buen guión cinematográfico, una buena novela de ciencia ficción, pero está claro que uno de los campos más interesantes del desarrollo económico que nos espera en apenas dos o tres años es ver como traspasamos la próxima frontera que supone todo ello, entre la innovación y su aplicación. Recordemos que ‘innovación existe si el mercado la acepta’. ¿Tú crees que la aceptará? Yo sí.
¿El futuro definitivamente está en el auto empleo? Si es así, ¿cómo formar a nuestros jóvenes para ese futuro?
Más que auto empleo será el empleo creativo, adaptado a un espacio cada vez más humano. El trabajo de los seres humanos será de humanos. El resto, aquel que puede hacer una máquina lo hará una máquina, más barato y más rápido, incluso llegará a no costar un céntimo. El futuro de nuestros jóvenes no pasa por el auto empleo, pasa por la auto formación segmentada. Hay que empezar a formar a las generaciones del futuro con los conceptos que conformarán su vida real y no la que ahora nos ocupa a nosotros. Es como si a los que estudiamos en los años ochenta nos hubieran formado en eso de internet. Habríamos ganado tiempo. Ahora no se puede formar de manera unitaria a decenas de jóvenes cuando sabemos que cada uno es un elemento activo
¿Qué profesiones desaparecerán en un futuro y cuáles pueden ser resilientes a esta digitalización de la economía? ¿Hay algún sector que pueda quedar al margen de la revolución digital?
Al igual que Jurvetson pienso que 'el ritmo del progreso tecnológico está desacoplado de la economía y la brecha entre los ricos y los pobres no puede ya ir cambiando de dimensión estrechándose y encogiéndose como hizo en otros momentos de la historia’. Las clases medias menguan sin descanso y en algunos puntos del planeta incluso tienden a desaparecer para dar paso a otros modelos denominados ‘microburguesia low cost’. Suponiendo —como dice Jurvetson— que ‘todas las industrias vivirán el momento en el que los robots y software se llevarán por delante el trabajo no deseado, no habrá empleo suficiente para todos los seres humanos’, entonces una pequeña porción de la humanidad controlará la tecnología de la información que permitirá esa ‘automatización global’.Eso, atendiendo a que la economía actual no funciona a ritmo de esos avances y podría generar un escenario aterrador donde casi el 80% de la población en disposición de tener empleo no logre tenerlo. Imaginar un mundo donde no fuera necesario apenas trabajar, pues todo estaría automatizado, parece ciencia ficción pero cada vez es menos ficción y más ciencia. Coches, transporte, operadores, mecánicos, manufactura, extracción, enseñanza, medicina y cualquier cosa que imagines ya tiene componentes automáticos o derivados que nos hacen ver como será el futuro inmediato.
¿En qué medida internet —la sociedad digital— y la globalización contribuyen a la uniformidad de la sociedad o por el contrario a su fragmentación?
En algún momento la sociedad digital podría estar ayudando a uniformizar, pero no es cierto, está permitiendo otra cosa mucho más estimulante: el acceso universal a la información y al acercamiento global. El riesgo de fragmentación, de brecha, existe pero como te decía antes en África están pasando cosas gracias a la telefonía móvil e internet impensables hace 10 años. Otra cosa es que cuando hablamos de un mundo determinado y tecnológicamente inmenso hay espacios a conquistar de emergencia. No es factible que mientras hablamos de todo lo que hablamos, en India todavía haya 300 millones de personas no sin internet, sino sin electricidad. Esos son los retos como especie, llevar internet del Todo a ‘todos’.
¿Qué cambios crees que se deberían realizarse en el modelo productivo de España, e incluso de Europa, teniendo en cuenta el
Hay países que hace unas pocas décadas estaban desolados. Ahora son potencias tecnológicas. Muchos otros ya se han subido al tren del futuro. Era relativamente fácil. En muchos casos era no hacer nada. Dejar hacer a quienes se juegan su patrimonio, gastan sus energías, sueñan despiertos y persiguen retos con el fin de satisfacer sus deseos y sus bolsillos. Al final, todo ese ejército de innovadores, emprendedores, desarrolladores y muchos más construyen el futuro y lo hacen bajo el patrón de la tecnología que nos permitirá vivir en un mundo mejor y de un modo más competitivo. Pero no dejar hacer, poner trampas, regulaciones excesivas, muros, zanjas, tributaciones cerradas y anticuadas sólo aleja a una sociedad de esa meta. Pensarán que así las empresas no se irán, que se quedarán siempre en España. Probablemente lo que van a lograr es que ni se creen. Reducir el paro en España no es tarea fácil. No sólo porque hay algo estructural que depende de que volvamos a construir pisos de manera ridícula y casi pornográfica. No, también depende de que muchos de los empleos que busca la gente cada vez existen en menor medida. Ya no hace falta la gente para hacer cosas que ya no las hacen las personas, lo hacen máquinas, software o robots. El modelo productivo español, europeo, debe ensamblarse lo antes posible con todo eso que va a componer el futuro, no el pasado. El tiempo va mucho más rápido ahora.
AECOC tiene 26.000 empresas asociadas. Pensando en la Nueva Economía, ¿qué consejo daría a las empresas que no quieren perderse el tren de la tecnología? ¿Por dónde empezar? ¿Cómo mantenerse al día sobre los cambios que se avecinan?
Lo decía antes. Es bueno estar en esto con alguien que vive en esto. La transformación digital, el estar al día de los cambios y vivirlos con ventaja a tiempo real, depende de que te asesoren adecuadamente. En Idodi lo hacemos, y es muy gratificante. El momento más intenso se vivirá cuando el ‘internet de las cosas’ entre en colisión o contacto con el concepto big data y lo que supone de exponencial su uso compartido. Entre 2018 y 2020 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados entre sí, lo que supondrá una digestión inteligente de datos como nunca antes ha vivido la humanidad. Todo ello combinará inteligencia artificial, natural y conversaciones comerciales a partir de lo que el marketing matemático solicite y lo que el comercio de información entregue. Ahora hablamos de tomar las riendas tecnológicas sociales y económicas. No nos queda otra si queremos liderar, nosotros mismos, este tránsito a un nuevo modelo que se automatiza y que se llevará por delante todo cuanto conocemos. Si para ello seguimos esperando los dictados de gobiernos, estructuras y todo lo que supone intervención y control, el retraso nos dañará irreversiblemente.
¿Qué es lo que más te motiva del futuro que entrevés? ¿Y qué es lo que más te preocupa?
Me motiva que interpreto un mundo mejor, más humano. Me preocupa que está en manos de pocos humanos todavía.
Para terminar, frases cortas sobre...
GOOGLE. Nunca dice no, todo es factible. Sólo debes proponer.
APPLE. El amor por el detalle y la visualización del futuro.
TESLA. La puerta por donde entenderemos que la energía no depende de unos pocos.
FACEBOOK. El sistema operativo de internet.
TWITTER. No era una red social.
FEEDLY. La manera en que accedemos a los 39GB diarios de información que cada humano consume de media ordenadamente.
UBER. No tenía que ver con sustituir taxis, la cosa iba (irá) de sustituir coches conducidos por humanos.