¿Globalización 4.0 o Humanización 4.0? Personas por la globalización o globalización por las personas?
La pregunta es si estamos ante una era de ¿personas al servicio de la globalización o globalización al servicio de las personas? En base a eso ya tenemos nuevo ‘palabro’. Globalización 4.0. Se trata del concepto que estos días en Davos está dando nombre al paraguas bajo el que se derivan los debates entre expertos y dirigentes mundiales. Vamos a ver que significa y porque es importante que empecemos a incorporarlo a nuestro radar diario. Tengamos en cuenta que en el encuentro de este año, los del World Economic Forum, aseguran que aunque no estamos en la puerta de una nueva recesión sí podríamos estar sentados en la antesala de una crisis algo más leve que la anterior.
La pregunta es si estamos ante una era de ¿personas al servicio de la globalización o globalización al servicio de las personas? En base a eso ya tenemos nuevo ‘palabro’. Globalización 4.0. Se trata del concepto que estos días en Davos está dando nombre al paraguas bajo el que se derivan los debates entre expertos y dirigentes mundiales. Vamos a ver que significa y porque es importante que empecemos a incorporarlo a nuestro radar diario. Tengamos en cuenta que en el encuentro de este año, los del World Economic Forum, aseguran que aunque no estamos en la puerta de una nueva recesión sí podríamos estar sentados en la antesala de una crisis algo más leve que la anterior.
Mi opinión, en todo caso, es la misma de hace años. Mientras ellos decían que no era para tanto y se reían de Roubini, yo mismo escribía sobre el brutal escenario que se nos venía. Ahora, lo que tengo claro es sólo una cosa: no hemos salido de una que ya entra la siguiente. Cuando llueve en tierra mojada se inunda más fácilmente. Las crisis políticas, la volatilidad del mercado y las advertencias de ganancias establecen ese escenario sombrío en Davos. El año 2018 terminó con una severa crisis de volatilidad de los mercados que hizo que las acciones de todo el mundo cayeran en picado. Al final del año, mientras tanto, casi todas las principales clases de activos terminaron en rojo.
Según Klaus Schwab, fundador y chairman del World Economic Forum, los desafíos asociados con la Cuarta Revolución Industrial coinciden con el rápido surgimiento de restricciones ecológicas, el advenimiento de un orden internacional cada vez más multipolar y una creciente desigualdad. Estos sucesos integrados, están marcando el comienzo de una nueva era de globalización. Si esta nueva era va a mejorar la condición humana dependerá de si los gobiernos y las relaciones entre instituciones y sociedad se ejecutan adecuadamente.
Sin dejar de mencionar a Klaus Schwab, ‘vivimos un ritmo sin precedentes en lo que llamamos cambio tecnológico y esto significa que nuestros sistemas de salud, transporte, comunicación, producción, distribución y energía se transformarán completamente. Gestionar ese cambio requerirá no sólo de nuevos marcos para la cooperación nacional y multinacional, sino también de un nuevo modelo de educación, complementado con programas específicos para enseñar nuevas habilidades a los trabajadores. Recurriendo a avances en robótica e inteligencia artificial en el contexto del envejecimiento de las sociedades, tendremos que pasar de una narrativa de producción y consumo a una de compartir y cuidar a las personas’.
Ahora bien, aceptando que a esta etapa la podemos llamar Globalización 4.0, derivada de los efectos de la Transformación Digital de nuestro mundo, de la afectación de la Industria 4.0 en la economía y en la sociedad, la atención deberá centrarse, tarde o temprano en otro llamado ‘humanización 4.0’ puesto que mientras en el Foro Económico Mundial de Davos los líderes políticos y económicos del mundo se reúnen para ver cómo seguir manteniendo el actual modelo económico, el 65% de la población piensa que las instituciones y empresas no están afrontando la creciente desigualdad o que el 57% de las personas empleadas del planeta piensan que la organización en la que trabajan se ve perjudicada por los vigentes tratados internacionales de comercio.
Existe una gran brecha entre los debates mantenidos en Davos y las preocupaciones reales de las personas. En Davos se habla de Globalización 4.0, pero tal vez deberíamos ir hablando también de una Humanización 4.0 en la que, la robotización, la inteligencia artificial, el blockchain o la automatización de todo se conviertan en las herramientas que mejoraran nuestra vida en general. ¿Es la globalización 4.0 la maquinaria capaz de establecer un mundo con una verdadera Renta Mínima Universal que no sea miserable? ¿Es la Humanidad 4.0 una sociedad sin empleo pero capaz de superar el reto que eso supone? Al final esto va de estructurar la Industria 4.0, generando una Globalización 4.0 a fin de que podamos ser una Humanidad 4.0. No quiero ni pensar, porque me explota la cabeza, cuando empecemos a hablar de los 5.0.
Finlandia liquida su experimento sobre la Renta Básica Universal, pero no del todo.
A principios del año pasado Finlandia lanzó la primera prueba piloto en toda Europa de lo que llamamos Renta Básica Universal. Durante este tiempo y a lo largo de dos años en total, dos mil ciudadanos desempleados elegidos al azar van recibiendo un pago mensual exento de impuestos de unos 560 euros. A falta de ocho meses para evaluar en su conjunto la medida, el gobierno finés ya ha dicho que no piensa desplegar esta medida mucho más allá. De hecho, la negativa a sumar 61 millones de euros al plan previsto a final de año para ampliar el proyecto a ciudadanos también con trabajo, ha supuesto el fin del debate acerca de si la renta básica tiene futuro o no en este país escandinavo. Lo único que de momento se mantendrá durante 2019 es el mismo modelo actual, un pago menor a los desempleados que no difiere mucho a otras modalidades que disfrutan países diversos.
A principios del año pasado Finlandia lanzó la primera prueba piloto en toda Europa de lo que llamamos Renta Básica Universal. Durante este tiempo y a lo largo de dos años en total, dos mil ciudadanos desempleados elegidos al azar van recibiendo un pago mensual exento de impuestos de unos 560 euros. A falta de ocho meses para evaluar en su conjunto la medida, el gobierno finés ya ha dicho que no piensa desplegar esta medida mucho más allá. De hecho, la negativa a sumar 61 millones de euros al plan previsto a final de año para ampliar el proyecto a ciudadanos también con trabajo, ha supuesto el fin del debate acerca de si la renta básica tiene futuro o no en este país escandinavo. Lo único que de momento se mantendrá durante 2019 es el mismo modelo actual, un pago menor a los desempleados que no difiere mucho a otras modalidades que disfrutan países diversos.
Al 'money for nothing' le ha surgido un rival llamado 'money for something'. Lo interesante no es si se mantiene o se amplia, sino que conclusiones extrae de este experimento uno de los países con mayor predisposición a llevar a cabo este modelo de bienestar social denominado por algunos como ‘paternalista’ y dependiente. De hecho, Petteri Orpo, ministro de finanzas finlandés, considera que se debería dar una modelo de crédito universal una vez este proyecto termine. El crédito universal sería un pago único de la propia seguridad social que reemplazaría todos los beneficios que provienen por varias fuentes, como el apoyo a ingresos o el cuidado de niños, personas dependientes, etc. La cantidad de dinero que recibe una persona en ese pago depende actualmente del ingreso de una persona; aquellos que ganan más dinero reciben menos en su crédito. Según el ministro, ese debería cambiar y generar un crédito universal diferente para todos según sus necesidades.
El sistema del crédito universal se diferencia del ingreso básico en que el segundo es idéntico para todos y el segundo no. Según algunos miembros del gobierno finés, la primera medida no desincentivaría a las personas a buscar empleo mientras que la segunda, dicen, ya se ha demostrado que si lo provoca. Siguen habiendo muchos defensores del plan original. En los últimos años ha aumentado el número de emprendedores tecnológicos que así lo defienden. Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, Chris Hughes, Facebook cofounder, y Ray Kurzweil, Google's futurist engineering director.
El debate está avanzado en algunos países, ¡que envidia!, mientras que en otros lugares esa discusión eminentemente política y determinante para el futuro automatizado y robótico al que nos dirigimos, ni se está produciendo ni se le espera. Antes de hablar de módulos de sujeción social como la renta básica o el crédito universal, deberíamos ir pensando en como generamos un nuevo modelo de estructura y crecimiento económico que pueda incorporar la tecnología obligatoria para ser competitivos en un mundo global. Sin eficiencia ni competitividad y abandonando modelos cíclicos, el como vamos a establecer pensiones, rentas o ayudas sociales a amplias capas laborales incapaces de reinventarse, se hace muy difícil de prever.
Pues como digo, mientras unos siguen con sus debates fratricidas sobre colores, natillas o meriendas, en otros lugares del mundo tienen claro que el que quiera conquistar el futuro y el bienestar de sus ciudadanos debe ponerse lo antes posible a debatir, probar y diagnosticar. Curioso que en ese análisis la propia Unión Europea tenga tan poco que decir. En Finlandia, con toda su diferencia social, demográfica y de temperatura si me apuras, sirve para contemplar ese debate aunque no podamos participar. Pero también lo vemos en Reino Unido donde en 2013 se introdujo un tipo de crédito universal que, aunque no funcionó excesivamente bien al principio, sí ha permitido mantener un determinado punto de análisis en el que basar el futuro.
Por eso parece que Finlandia se inclina más hacia un sistema de pago universal que a desestimarlo del todo. En diciembre pasado, el Parlamento finlandés aprobó una ley que exige que las personas que reciben beneficios del gobierno, busquen empleo activamente e informen de sus esfuerzos a los funcionarios cada tres meses. La legislación, que entró en vigor en enero, se alinea con un cambio futuro hacia un sistema universal en su variante crediticia probablemente.
Y eso podría ser bastante bueno para los finlandeses. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos descubrió que un crédito universal podría reducir la tasa de pobreza en Finlandia del 11.4% al 9.7%. Tomemos con pinzas cualquier cosa que venga de la OCDE que mantenía como posible el crecimiento económico dos minutos antes de la caída del sistema bancario hace unos años. Pero sin embargo, las fórmulas que se utilizan en el cálculo de esta especie de maqueta social y territorial que supone Finlandia podría estar dando la clave de por donde ir en caso de tener que empezar a determinar los espacios sociales y económicos tras la revolución industrial 4.0 que ahora mismo nos está engullendo.
La Renta Básica Universal no es de derechas ni de izquierdas, es al parecer algo casi inevitable. El problema es que en el ejercicio de esa modalidad si hay un planteamiento que puede ser liberal o no. Si esa renta se plantea como un pago universal sin análisis de ningún tipo más allá del hecho de ser ciudadano, la línea fina entre el subsidio universal y el soporte vital es muy limitada. Sin embargo, un modelo de crédito basado en aportar los servicios fundamentales que requiere un ciudadano y vincularlo a la consecución de todo lo que comporta el nivel de bienestar que un país pueda generar, si podría responder precisamente a ir resolviendo el desequilibrio que casi sin remedio va a ir generándose en los próximos años.
Recordemos que una revolución industrial como la que vivimos ahora, en el tiempo de varías décadas la acabaremos de delimitar, siempre pasan las cosas en el mismo orden. Primero hay una disrupción tecnológica, luego laboral, le sigue la económica, la cultural, la artística incluso y, finalmente, la política. El problema es donde se incorpora la revolución sociológica. En el si es antes o después de la política y la económica, se determina la fractura y la cicatriz que todo ello va a generar entre los que siempre pagan los patos: la hipotética clase media y las familias con menos recursos.
Hoy, seguir sin definir cual va a ser nuestro papel en esta revolución, sin determinar como debe ser nuestro modelo de crecimiento económico y sin estimularlo, es un suicidio colectivo de dimensiones bíblicas. Seguramente falta tiempo, el tiempo que necesita un político no tradicional. Períodos de 4 años, ampliables a 8 normalmente, llevan a tomar decisiones muy tácticas y poco estratégicas y, por suerte o por desgracia, ahora nos hace falta un plan para dinamizar sectores y modelos de futuro a largo plazo. España es el 12º país del mundo en PIB, momento sin duda para volver a utilizar esa hipotética recuperación para plantear inversión en tecnología, nuevos modelos productivos, investigar en el papel que juega todo ello en el futuro inmediato y, especialmente, cimentar la política económica que requerirá una sociedad donde tener o no tener pensiones sea indiferente, pues se estime tener un escenario vinculado a la renta básica o al crédito universal por ejemplo. El problema, como en todo, es que este debate algunos países como el nuestro lo sitúan en Alpha Centauri.
Hablando de Economía Circular y del paso de producto a servicio en TVE.
El pasado jueves en ‘Economía de Futuro’ dentro del programa Tips de TVE conversamos del concepto ‘Economía Circular’. Existen muchos modos de afrontar el futuro inmediato, tecnológico, automatizado y robótico pero está claro que no se puede desligar esta Revolución Industrial 4.0 del hecho de que cada vez los recursos a los que atacamos se van a ir agotando y que el crecimiento económico y social debe tomar en consideración que éstos son finitos.
El pasado jueves en ‘Economía de Futuro’ dentro del programa Tips de TVE conversamos del concepto ‘Economía Circular’. Existen muchos modos de afrontar el futuro inmediato, tecnológico, automatizado y robótico pero está claro que no se puede desligar esta Revolución Industrial 4.0 del hecho de que cada vez los recursos a los que atacamos se van a ir agotando y que el crecimiento económico y social debe tomar en consideración que éstos son finitos.
Si toda la tecnología existente sigue basándose en el modelo económico lineal de ‘tomar, hacer y desechar’ en breve llegaremos al límite de la capacidad física de nuestro planeta. La economía circular es una alternativa viable explotan algunas empresas. Dos de esas empresas españolas fueron las que aparecieron en el programa. Se trató de dos vinculadas a la automoción: Avantcar y Drivy.
Ambas funcionan bajo un precepto que va calando en la generación Millennial: el paso de producto a servicio, el cambio de propiedad por uso compartido. Los Millennial no ven tan claro, como si hacen otras generaciones anteriores, que ventajas tiene el poseer algo en lugar de usarlo cuando se precisa. Le otorgan mucho más valor a la experiencia y al uso que a su propiedad. El futuro avanza hacia un universo de servicio y de arrinconamiento de la propiedad.
La economía circular, en algunos casos en relación con la economía colaborativa, y los entornos de relación empresarial que ahora sólo gestionan servicios en lugar de productos, de experiencias en lugar de propiedades, no harán más que cambiar.
Cambiarán en el diseño sin residuos, en el aumento de la resiliencia permitiendo los ‘upgrades’ de productos a fin de no desecharlos continuamente, trabajando en el uso de energías renovables, pensando en ‘sistemas’ en lugar de elementos para averiguar como influyen las partes de un todo y mejorar las relaciones entre ellos y, cómo definen en la Fundación Ellen MacArthur, pensar en ‘cascadas’ que significa extraer el valor adicional de cualquier producto o material en su propia destrucción. El ejemplo sería la descomposición por fases de algunos materiales naturales.
Sin duda un tema apasionante que ya no es una opción sino una obligatoria estrategia industrial y política. El tiempo corre en nuestra contra y en la de nuestros hijos y diseñar un futuro mejor, vinculado a la tecnología, exige que atendamos el significado de un ‘mundo automático’ desde una óptica sostenible.
¿Automatizar, Digitalizar o Humanizar? ¿Depende la Renta Mínima Universal de la combinación de estos conceptos?
En una de las reuniones que la pasada semana tuve en Madrid con un cliente surgieron unas dudas que se están haciendo recurrentes en los últimos tiempos cuando iniciamos un proceso de transformación digital en cualquier tipología de empresa. ¿Digitalización o Automatización? ¿En que se diferencian? ¿Es la automatización una mejora de la propia digitalización?
En una de las reuniones que la pasada semana tuve en Madrid con un cliente surgieron unas dudas que se están haciendo recurrentes en los últimos tiempos cuando iniciamos un proceso de transformación digital en cualquier tipología de empresa. ¿Digitalización o Automatización? ¿En que se diferencian? ¿Es la automatización una mejora de la propia digitalización?
Si partimos del hecho de que la transformación de un negocio a digital es generar nuevos diseños de negocio mediante el uso de las tecnologías digitales, podemos establecer que la implementación de cualquier proceso de este tipo sirve para hacerlo todo más simple, rentable y reducir las fases de una cadena de valor. Sin embargo cuando esa digitalización entra en el campo de las herramientas que se deben utilizar aparece el segundo concepto, la automatización.
No estoy hablando de que la automatización sea sólo la robotización con máquinas o software de cualquier proceso, sino que lo ideal es la combinación entre ambas. No se trata de sustituir personas por procesos automáticos, por lo menos no exclusivamente eso. De hecho hay momentos en que la automatización es una extensión de la propia digitalización o al contrario, la digitalización deriva del grado de automatización que hemos establecido en un modelo de negocio.
En este blog he hablado innumerables veces de que se acerca un mundo sin empleo, dónde las máquinas sustituirán todo lo que puedan hacer más rápido y más eficientemente que un humano. Serán programas o brazos armados, coches autónomos o algoritmos inteligentes, pero lo que siempre sucederá es que la ‘digitalización’ tendrá como objetivo el ofrecer un nuevo valor a los clientes, mientras que la ‘automatización’ procurará mejorar lo que se esta haciendo y el cómo se está haciendo.
Un ejemplo práctico: una gestoría. Si uno de los trabajadores de un despacho profesional utiliza la monitorización de todos sus clientes de manera cotidiana, a la vez revisa sus fechas de pago, sus obligaciones, sus excepciones fiscales y otros aspectos relevantes que cada día debe tener actualizado. La sustitución de formularios tradicionales por un software no es en gran medida ‘digitalización’ pero se acerca. Obviamente en ese cambio hay un enorme beneficio dónde la entrada de datos y la actualización de necesidades se produce casi a tiempo real y vemos rápidamente los beneficios de esa digitalización básica.
Sin embargo, lo que cambia el proceso comercial y de gestión del gestor en cuestión es cuando se ‘automatiza’ la supervisión y recopilación de datos, notificando incidentes o advirtiendo en el cruce de situaciones algo destacado. De este modo el gestor ‘humano’ puede ocuparse de cosas humanas. Puede conversar, tratar y empatizar con sus clientes mientras las máquinas hacen otros trabajos. El software puede controlar el estado de una empresa, dar su conclusión e indicar que se debe hacer y cómo. El gestor actúa en base a eso y lo transmite a tiempo, adelantándose a la situación que pudiera detectarse. El resultado final es una mejor relación entre empresa y cliente.
La idea es que utilicemos la tecnología para valorar mucho más el factor humano. La tecnología nos hace más humanos y nos acerca a un estado natural dónde la creatividad, la empatía y la intuición tiene un valor exponencial. En términos metafóricos y muy básicos podríamos decir que un auricular bluetooth no es más que un automatismo que permite el uso de las manos mientras atendemos una llamada. La importancia no reside en si es digital o no, pues es mecánica, pero cuando los datos de esa conversación son examinados, entra la digitalización. La suma de ambos, es transformación digital y automatización de procesos.
Defiendo la automatización y la digitalización al extremo. Y lo hago no porque sea un signo de nuestros tiempos, un irremediable curso hacia el futuro inmediato, un modelo de competencia que quien no cubra estará arriesgándolo todo. Lo hago porque tengo claro que, bajo un punto de vista humanista, esta revolución industrial y tecnológica que vivimos no trata de sacar a las personas de los procesos, sino de que los humanos hagamos aquello en lo que somos la única especie capaz de hacerlo.
Si podemos utilizar las máquinas, la inteligencia artificial, la impresión 3d, la automatización de todo, la Internet de las Cosas o las plataformas que eliminan intermediarios a partir de una aplicación para estimular, apoyar y complementar el potencial de los seres humanos en la empresa y en la vida personal, está claro que es un avance. Hacerlo de otro modo pone en riesgo el papel evolutivo de cualquier Revolución.
No es lógico que una persona gaste una jornada laboral introduciendo datos. Eso se puede automatizar a partir de aplicativos o de herramientas que lo permiten. La digitalización luego extrae el valor de esos datos. La ‘humanización’ finalmente permite que esa persona actúe desde una perspectiva y un tiempo que no podría si esas tareas las tuviera que hacer él o ella.
Cuando hablamos de futuro, de un mundo sin empleo, deberíamos matizar que el mundo que viene es un mundo ‘sin el empleo actual’ y dónde vamos a tener que reconquistar nuestro sentido en este escenario identificando un ‘trabajo a la carta’ adecuado para cada persona. La Renta Mínima Universal irá de eso, de asegurar el sustento de vida a todos y a la vez el espacio laboral más estimulante dónde la rentabilidad humana pasará a segundo plano pues ese análisis estará reservado para máquinas y software.
Con cada cliente analizo el mismo punto. Si el negocio digitalizado representa una gran oportunidad en términos de innovación y de ventaja competitiva, la creación de ese valor parte de un planteamiento inicial completo dónde el papel de todos es clave, el de las máquinas y el de las personas. Automatizar y digitalizar es el modo más innovador de humanizar.
La cuarta revolución Industrial, la oportunidad de Europa.
Hace pocos días se publicó el informe ‘The State of European Tech’ del que se desprende que las empresas europeas de alta tecnología están en mejor posición que las norteamericanas de cara a afrontar una previsible desaceleración del sector. De hecho el informe avanza que si estallara la burbuja tecnológica, las consecuencias serán mucho peores en Estados Unidos que en Europa.
Hace pocos días se publicó el informe ‘The State of European Tech’ del que se desprende que las empresas europeas de alta tecnología están en mejor posición que las norteamericanas de cara a afrontar una previsible desaceleración del sector. De hecho el informe avanza que si estallara la burbuja tecnológica, las consecuencias serán mucho peores en Estados Unidos que en Europa.
El informe habla de valoraciones, capital invertido e inversiones realizadas. Destaca que en Europa este año habrán sido diez las empresas europeas de software alcanzaron que habrán alcanzado una valoración de más de mil millones de dólares que se sumarían a las 25 que ya lo alcanzaron desde 2003.
Explica también que la cantidad de capital invertido por inversores de capital riesgo en Europa en el año 2015 alcanzará los diez mil millones de dólares y el número de Business Angels activos ya alcanza los cinco mil. Con más de un millón y medio de desarrolladores de software y 25.000 reuniones tecnológicas, Europa está recortando la distancia que le separa del mismo universo americano.
Fue durante el último WebSummit de Dublín dónde Zennström, co-autor del informe junto a Riku Mäkelä, quien dijo que parece claro que Europa está en condiciones de empezar a superar esa barrera de las startups mil millonarias para iniciar la creación de otras que alcancen las decenas o centenas de miles de millones. La semana pasada el el evento Slush de Helsinki lo pudimos volver a escuchar por cierto con algunos detalles añadidos sobre cuales son sus favoritas para ese Wall of Fame.
El problema, según este informe, es que no hay todavía manera de financiar esas etapas tan complejas por cantidad y conocimiento. En Estados Unidos están acostumbrados a níveles de inversión absolutamente galácticos pero en el viejo continente esa fase siempre se ha dejado de lado esperando, precisamente, que sean los grandes inversores de Silicon Valley o de Nueva York los que pongan el montante necesario.
Volvió a salir el manido discurso acerca de uno de los sectores que más dinero necesitan y menos resultados dan todavía: la Inteligencia Artificial. Al parecer es preciso tener muchísimo dinero para avanzar en esos campos, soportar pérdidas durante mucho tiempo y ser capaces de que ese capital aportado sujete la investigación hasta que se logre tener un modelo de negocio asociado y productos absolutamente rentables.
La dinámica inversora norteamericana, dispuesta a perder miles de millones anuales en startups durante años esperando que el producto esté concebido para iniciar beneficios no es algo que surta ningún paralelismo en Europa. Sólo en Israel tenemos algún ejemplo parecido pero tampoco es para nada habitual. Compañías que ni facturan valen miles de millones, otras, facturando mucho pierden ingentes cantidades de dinero. Todo en camino de conquistar espacios de mercado que para nada están completamente asegurados.
El informe se centra en una hipotética explosión en cuanto a las valoraciones de las empresas de rango tecnológico y las consecuencias en cada una de las zonas que comentamos: Europa y Estados Unidos. Aunque en Estados Unidos la inversión de capital de riesgo es de 5,4 veces la que se produce en toda Europa, Zennström asegura que ‘en Europa las empresas se están construyendo de una manera más sostenible.’
No todo el estudio se basa en el valor económico. Hay secciones que analizan la estructura laboral del sector tecnológico en nuestro continente. Aseguran que hay 237.000 desarrolladores móviles en Europa por los 187.000 en los EE.UU.
Os dejo aquí el resumen del informe. Destaco algunos puntos interesantes como que el miedo al fracaso ha variado notablemente con respecto a otros tiempos. Ahora el error se considera en mayor medida parte del aprendizaje cuando tan sólo hace cinco años esto era algo anecdótico.
Curiosamente uno de los valores diferenciales a favor de las startups europeas es su mentalidad internacional. Algo que en Estados Unidos no es tan claro. Su mercado es tán grande, tecnológico y consumista que tardan un tiempo en afrontar retos de internacionalización. La mentalidad exterior de los proyectos europeos es una ventaja competitiva evidente.
Cifras brutas sobre que hacen los emprendedores tecnológicos en Europa nos muestran que más de 630.000 personas han asistido a una de las más de 25.000 meetups relacionados con la tecnología que se habrán desarrollado en Europa durante 2015. La mayoría se produjeron en Londres (160.000), París (62.600) y Berlín (46.400). Doy fe de que estos eventos son motores dinámicos de cambio. Asisto a muchas de estas reuniones especialmente en Dublín, la cual se sitúa como una de las dos principales ciudades de Europa por densidad en cuanto a las personas que asisten a reuniones tecnológicas atendiendo a la totalidad de la población, y es realmente motivador escuchar y participar en ellas.
Las ciudades españolas que aparecen en este informe son Madrid y Barcelona. De hecho entre las primeras 15 com un crecimiento más rápido en cuanto a centros tecnológicos en Europa la clasificición incluye a la capital de España y obvia a Barcelona. Las que aparecen son Estambul, Lyon, Bucarest, Frankfurt, Praga, Stuttgart, Zagreb, Munich, Madrid, Moscú, Liubliana, Lisboa, Hamburgo y Copenhague.
Si seguimos analizando los datos vemos cosas interesantes. Entre los hubs principales de Europa con masa crítica para avanzar en la creación de startups tecnológicas, Madrid aparece como una de las más bien estructuradas tras Londres (71,497 desarrolladores), París (40.538) y Moscú (38.194). Madrid cuenta con 27.333.
El informe destaca que no es tan importante tener muchos desarrolladores como el hecho de tenerlos en el sector adecuado. Hay ciudades con muchos menos ingenieros pero que al estar vinculados a tecnología móvil los situa en mejor posición que otras capitales. Si miramos datos del desarrollo para nuevos dispositivos móviles, Irlanda, Reino Unido y la región nórdica están emergiendo como un centro para el desarrollo móvil. Suecia tiene más de 7.000 desarrolladores de aplicaciones móviles, la mitad de los cuales viven en Estocolmo por cierto.
El informe no habla de Fintech, AI, IoT o economía colaborativa, no se centra en ello, pero durante las entrevistas que hubieron hace dos semanas con los creadores del mismo y con los periodistas que se mostraron interesados en más detalles, se trasladaron varias conclusiones: los avances sobre la nueva revolución financiera se está centrando en Londres, la innovación en Inteligencia Artificial en Irlanda y Alemania, la economía colaborativa en París, la Internet of Things en Francia, Irlanda y Alemania. Para Madrid se reservan espacios híbridos que todavía deben culminarse y focalizar, en Barcelona por otro lado parece que el futuro pasa por el comercio electrónico y las aplicaciones móviles.
En todo caso, la conclusión es que si Europa tuviera políticas activas claramente enfocadas a potenciar nuestro modelo, olvidando eso de crear un Silicon Valley propio y centrándose en crear un ecosistema de trabajo más cohesionado, con impulso económico, tributaciones de apoyo, enlace con centros de investigación y de estudios, con el mundo académico y el empresarial, si se dispusiera de una hoja de ruta en este sentido, el viejo continente podría conquistar su propio futuro tecnológico y no estar constantemente mirando un espejo californiano que distorsiona la realidad fundamentalmente porque aquello de allí es irrepetible. En todo caso, que no pueda replicarse, debería de ser una buena noticia, un estímulo para crear algo nuevo, nuestro, diferente y auténtico, que respondiera a la propia manera de ser y hacer, y que devuelva a Europa el papel regenerador, explorador y aspiracional que siempre tuvo. La cuarta revolución Industrial es la excusa, la oportunidad.
¿Es esto la Cuarta Revolución Industrial?
Hubo un momento que la economía y el modelo productivo sufrió una de las mayores revoluciones de la historia. La cadena de montaje que ideó Henry Ford retorció las costuras en las industrias que iniciaron un proceso nuevo que buscaba la eficiencia por encima de la diferencia. Ahora parece que eso, se ha dado la vuelta. La economía digital ha logrado que aquella gestión centralizada pase a ser algo procesado a través de plataformas sin propietario o sin control. Ya no es importante como construimos desde la eficiencia y si como desarrollamos las conexiones que hace rica y diversa toda la ‘cadena’ de producción.
Ahora bien, seguimos con problemas sobre como todo eso puede adaptarse a un mundo en el que hay demasiados intereses creados. Algo que viene de lejos. Cuando Baran, Cerf y Kahn crearon la tecnología computacional empaquetada en protocolos TCP/IP, el esqueleto de Internet, no todo fueron elogios y alegría. Aquella vinculación entre computadoras desde un punto de vista académico pronto tuvo detractores que consideraban que su apertura podía ser un problema.
De hecho, el nombre de aquel invento del demonio se llamó ‘Arpanet’ y durante un tiempo, se convirtió en una especie de espacio cerrado para intelectuales. Pocos supieron de su existencia. Era una tecnología dispuesta y creada para revolucionar nuestra sociedad en la sala de espera de las revoluciones.
Desde la política en general, donde todo se estaba cociendo, se consideró que era una malísima idea eso de abrir un modelo de comunicación institucional al público en general. De ‘Arpanet’ a ‘Internet’ había poco camino que recorrer pero un muro enorme que saltar. Durante un tiempo las puertas puestas en el campo parecían efectivas, pero era eso, una ilusión de algo imposible de hacer. El tiempo que pasó entre la idea, el proyecto, el concepto y su apertura legal, retrasó no sabemos cuanto, el progreso de este mundo. Probablemente, mucho de cuanto ahora tenemos, hace años que debería haber existido y, también, muchos lugares de este planeta que ahora acceden a la red y les permite erosionar las diferencias con el primer mundo, ya no existirían. Les debemos mucho, mucho retraso a los que ‘se asustaron’, a los que consideraron que todo aquello podía poner en jaque las estructuras que controlaban el trabajo, su distribución y, por supuesto, la transmisión del conocimiento entre las personas.
Pero, pasó. El mundo tuvo Internet y con él todo se fracturó. Poco a poco, pero la grieta entre el control y lo incontrolable se fue forjando, agrandando hasta ceder. Sin embargo, la ‘revolución’ no se produjo hasta que la necesidad apareció. Berners-Lee, un administrador de sistemas del laboratorio de física europea CERN, quien se dio cuenta que sin el aumento de innovación abierta y capaz de gestionarla de manera correcta sería imposible tratar con todo cuanto allí se investigaba. Para relacionarlo todo, para abrir esa red de ‘clase’ que suponía la conexión entre centros de investigación, precisaba otra cosa: la World Wide Web.
Lo que ahora llamamos ‘www’ no era más que un formato, un modo de hacer visible desde cualquier computadora un documento. Eso fue el principio, en 1991, de lo que sería la plataforma universal y abierta que ahora tenemos. Al crear ese modelo de lectura y transcripción, el conocimiento de alto valor empezó a ser visible por el público en general, y así, nutrirse de manera radical de la inteligencia colectiva. Todo empezaba a cambiar y lo estaba haciendo para siempre.
Pero no había bastante. En 1994, Berners-Lee creó un consorcio que fue llamado W3C que logró convertir la red en un fenómeno universal. Se vieron desbordados rápidamente. Las compañías que identificaron su valor y el capital riesgo que decidió apostar por todo ello, estimularon rápidamente su crecimiento. Recuerdo mi primera empresa ‘de Internet’. Se llamaba Visornet, rondaba esos años. Poca gente entendía a que nos dedicábamos y de hecho cada día era nuevo, un descubrimiento, una nueva pieza a un puzzle rarísimo y espeluznantemente vibrante. Hace 21 años. La vendimos un año después a una consultora que empezó a hacer las primeras páginas Web dinámicas que podo después se convertiría en una gran empresa que más tarde también fue incorporada en otra y en otra y así en la locura de finales del siglo pasado. (Cómo suena eso…)
El mercado universal de ideas, era eso, un zoco donde se comunicaban personas a través de un lenguaje de máquinas. Pero, ¿cómo lograr que las máquinas se comunicaran entre ellas? Eso ha perseguido el desarrollo de la red hasta ahora. ¿Cómo podían vincularlas en cada proceso de análisis de la ingente cantidad de datos que se iban sumando de manera exponencial en los servidores? Nos ha llevado mucho tiempo lograrlo. Ahora las cosas hablan entre si, no sólo ordenadores con ordenadores, sino cafeteras con neveras y coches con señales de tráfico. Yo con mi otro yo digital y mi otro yo digital con mi sistema de iluminación doméstico. Así todo.
Podremos pararlo un tiempo. Podrán reducir la velocidad, pero Internet no es ningún invento superfluo, no es uno más. De hecho no tiene que ver con si un taxista se queda sin clientes en beneficio de un usuario de una plataforma social, ni tan siquiera es si los electrodomésticos dejan de necesitar ser arreglados pues será mejor cambiarlos con software nuevo que reparar cualquier pieza. No tiene que ver con nada de todo eso. Internet no es la imprenta. No es disruptivo como lo fue en su día el acceso al conocimiento por parte del pueblo en la parte final de la Edad Media para asombro y preocupación de la Santa Madre Iglesia que tenía el control absoluto de lo que se podía leer y quien podía hacerlo.
Internet no es eso. El mundo que vivimos no es sólo el mundo que ahora gestiona y se gestiona con un nuevo factor determinantemente digital. Es todo. No es tan solo una herramienta. No es el volante, ni las ruedas, ni el cambio de marchas, no es el motor, no es el asiento de atrás, no es el semáforo, no es el guardia que indica por donde pasar y cuando, no es el sistema de control de tráfico, no es el mecánico, no es el fabricante, no es nada de todo eso. No es el coche, no es el vendedor, no es el anunciante, no es el creativo, no es nada de todo eso. Internet es el espacio donde todo sucede y lo hará ya de manera incontrolable para siempre. Evolucionará hacia la cuarta revolución industrial pero esa ya no será ni tan siquiera industrial, será de otro modo que apenas podemos identificar.
No hará falta ser pacientes. Será pronto. La velocidad a la que todo ello se aproxima es espeluznante. Cada vez toma mayor velocidad y apenas nos adaptamos, pero lo hacemos y sucede en todas partes.
Hoy en día vivimos bajo la influencia de los ecosistemas. Apple y su App Store, Amazon u otros. Sus competidores ya no pueden sólo competir con ‘buenos productos’, necesitan ecosistemas, comunidades interconectadas. Ese ejemplo deja claro que el ‘mercado’ ya no es un mundo repleto de individuos, es un individuo capaz de ser clasificado como la parte fundamental de tu proceso comercial. Sin comunidad no hay nada.
No se trata sólo de redes sociales, que también, sino de entender la magnitud de la tragedia. Un mercado líquido pero atractivo, donde, pequeñas empresas, nacidas de una buena idea, o no tan buena, se convierten en un proyecto de comunidad capaz de integrar en su arquetipo, en su funcionamiento, los caracteres básicos de ese comportamiento que nos lleva a la Cuarta Revolución Industrial, llámala como quieras, pero habrá que llamarla.
Apple en su esfera, Marketo para el marketing, Xero para la contabilidad, Tidemark para el ERP, Kareo para la medicina, IBM para la inteligencia artificial. Todos construyen plataformas, todo son plataformas. Ya no existen webs. Ya no hay redes sociales. Todo se está transformando en algo genérico, profundamente conectado.
Mientras que en épocas anteriores, las empresas competían sobre la base de la eficiencia, la capacidad y el rendimiento, ahora deben pensar en términos de ampliar y profundizar sus conexiones. Hace relativamente poco Elon Musk abrió sus patentes de coches eléctricos en una decisión inédita en el sector. Toyota hizo lo mismo con el de hidrógeno. Es parecido a lo que IBM hizo con la aportación de mil millones de dólares y así contribuir a la comunidad Linux. Todo lo abierto y accesible ha ido sustituyendo, y cada vez será en mayor medida, a lo cerrado.
Por eso, las guerras entre quienes consideran que el comercio electrónico se llevará por delante las tiendas físicas, o que las plataformas sociales se ventilaran taxis, hoteles, agencias de viajes (ayer vi una), tiendas de música (¿que es eso?), o lo que sea, son agresiones que se deben evitar, no enfocan correctamente. Esto no va de si algo debe quedarse a costa de otro que quiere venir. No hay opciones de ese tipo. Como decía Heather O’Rourke en Poltergeist, ‘ya están aquí’.
Mientras tanto, Internet se convierte en 'todo'.
Mientras lees esto. Durante el partido que viste el domingo. Cada vez que sales a correr o quedas con los amigos. Al revisar el trabajo escolar de tu hijo. Esperando el metro. En cualquier momento. En todos esos minutos en los que el planeta gira en un sentido concreto, alguien está ya acabando el arquetipo del mundo que lo hará girar en otro. Se trata de gente que ahora mismo están preguntando a un algoritmo cuestiones que precisan un razonamiento, generando dudas en una máquina, procurando que los procesos binarios se asemejen lo máximo a los neuronales o, sencillamente, creando empresas que lo van a cambiar todo definitivamente.
En un reciente artículo de Tom Goodwin, éste señalaba la tremenda paradoja que para muchos puede suponer que la mayor compañía de taxis del mundo no posea ni un solo vehículo, que el espacio mediático más importante no genere contenido propio, que el entorno minorista más valioso del planeta no tenga inventario o que el mayor proveedor de alojamiento hotelero que existe actualmente no tenga una sola propiedad. Hablaba de Uber, Facebook, Alibabá y Airbnb respectivamente.
En ese mismo artículo, Goodwin, señalaba aspectos que aquí hemos comentado en ocasiones. Desde la propia Revolución Industrial hemos ido desarrollando una cadena de valor basada en complejas fórmulas que incorporaban distribuidores, importadores, mayoristas y minoristas, lo que a su vez permitió, desde entonces, que cualquier producto se pueda vender y consumir en cualquier lugar.
Fue Internet. Internet es el culpable de todo. El mecanismo más poderoso que la humanidad ha podido establecer por su capacidad de modificarlo todo. Además, en cada nuevo avance que le afecta, el giro es absoluto. Recordemos ya todos los ‘internets’ que hemos vivido.
Todo empezó con un Internet Técnico. Los primeros años de un modo de comunicar que permitía trasladar información cifrada de un lugar a otro aprovechando la potencia de eliminar todas las barreras. Pero era dependiente de muchos aspectos.
Luego llegó un Internet Empresarial. Antes del año 2000 las empresas se lanzaron a la conquista de su ‘espacio web’. Avanzábamos hacia un mundo digital donde las compañías con mayor potencial determinaron el rumbo de para que podía ser útil económicamente la red de redes.
Más tarde, un Internet Social dónde el sistema que supuso modificar el lugar dónde pasaban las cosas generaba una libertad total al usuario. De las cadenas que suponía la instalación de software en tu computadora a sencillamente a ese nuevo escenario en el que tu ordenador es sencillamente la ‘pantalla’ de algo que pasa en el servidor remoto de alguien. Ya no teníamos que descargar nada, todo sucedía en otro lugar. Así nacieron las redes sociales.
Ahora, otra nueva tecnología modifica el escenario. Todo es automático. Internet automático. Va sólo. El 90% de cuanto sucede ya no tiene que ver con nuestra acción o deseo. El big-data y otros aspectos ejecutan de modo determinante sin consultar. Este nuevo avance, en Internet, lo está cambiando todo.
En breve, aterrizando, la Internet de las Cosas. Mucho más allá que automatizar. Sencillamente un nuevo campo tecnológico dentro del concepto Internet que ha decidido que conectar personas está muy bien, pero que si te pones a conectar objetos el universo se amplía y facilita la vida.
En nada, detrás de la esquina, la Internet posthumana, la llamada Internet del Todo. Un escenario donde quienes ‘entrarán’ en la red ya no seremos nosotros. Lo harán nuestros ‘robots’, nuestro software inteligente que se relacionará con ese mundo líquido y cambiante, que lo interpretará mejor que nadie y nos lo entregará a la carta, su carta.
Y, en apenas una década, lo que ahora llamamos Internet, sencillamente será ‘Todo’. A cada evolución, a cada cambio que simplifica un proceso, cada vez que una línea de código es eliminada de un programa para simplificar el mismo proceso, o cuando se sustituye ese comando por otro que es capaz de hacer algo por si solo y lo hace en coordinación con un objeto para completarlo en la globalidad del conjunto de nuestra existencia inmediata, nos acercamos a un nuevo y radical cambio.
No es sólo ya que las discográficas, las agencias de viajes o un nuevo negocio afectado por la modificación en la cadena de valor esté en riesgo cada vez que hay un nuevo ‘avance’ en lo la morfología de Internet. No, es algo más complejo. Tiene que ver con la adaptación al medio de algo vivo, con la propia evolución de algo nuevo que interpretábamos que era un ‘sistema’ y ha resultado ser un ‘ecosistema’ que muta, mejora y se adapta.
En apenas dos décadas Internet ha cambiado tanto que no la reconocemos quienes la vimos nacer. Somos una generación que vivía sin ella, sin teléfonos móviles, sin Google. Cuando querías saber algo debías ir a un lugar llamado ‘Biblioteca’ y no era para estar tranquilo o en silencio, era para consultar la sabiduría universal, algo que hoy cabe en un USB. Mientras todo transcurre, Internet crece y se convierte en Todo.