Las claves de la fábrica inteligente y conectada en la Industria 4.0.

Ayer impartí un taller a una de las empresas líder del sector de los suministros para la construcción, Propamsa en un lugar extraordinario. Se trataba en esta ocasión, durante más de cuatro horas de trabajo, conocer el estado actual de afectaciones tecnológicas que sufre la industria en general, de conocer como afrontar la disrupción ‘proptech’ en el sector inmobiliario, de trabajar en grupos la generación de nuevos modelos de negocio y, finalmente, adentrarnos en las características más significativas de lo que se denomina ‘fabrica inteligente’ o ‘factoría conectada’.

Ayer impartí un taller a una de las empresas líder del sector de los suministros para la construcción, Propamsa en un lugar extraordinario. Se trataba en esta ocasión, durante más de cuatro horas de trabajo, conocer el estado actual de afectaciones tecnológicas que sufre la industria en general, de conocer como afrontar la disrupción ‘proptech’ en el sector inmobiliario, de trabajar en grupos la generación de nuevos modelos de negocio y, finalmente, adentrarnos en las características más significativas de lo que se denomina ‘fabrica inteligente’ o ‘factoría conectada’.

A las plantas de fabricación de componentes para la construcción más avanzadas del mundo se las denomina ‘fábricas inteligentes’ o ‘factorías conectadas’. Una red de dispositivos conectados que ofrecen nuevas formas dinámicas de detectar aspectos de demanda, reconfigurar las cadenas de suministro y rediseñar los procesos de fabricación en un flujo de información a tiempo real y que afecta a cualquier elemento de la cadena de valor borrando los límites entre demanda, diseño, fabricación y suministro.

Como decía, en el seminario de ayer expliqué cuales son los elementos tecnológicos a tener en cuenta para adoptar esa transformación y que aspectos en las personas es obligatorio abordar en este campo. No todas las fábricas son iguales y no a a todos los sectores afecta del mismo modo el resultado comercial de ese tipo de desarrollos tecnológicos. Sin embargo, es cierto que los conceptos que hay detrás de la digitalización profunda de una factoría, tienen un punto inicial. El punto de partida para la fabricación inteligente es fácil de identificar pues comienza cuando las plantas de producción y fabricación se configuran como fábricas conectadas. Las preguntas suelen ser ¿cómo se hace? ¿con que tecnologías? ¿qué debe hacer mi empresa para que eso sea algo beneficioso? ¿afecta realmente a mi sector?

Las respuestas podrían resumirse en cuatro elementos. Todos ellos nos conducen a un nuevo formato de fabricación que aprovecha el conocimiento y experiencia de la propia empresa y adapta sus procesos y relación con el personal utilizando tecnología asociada existente para aportar valor a toda la cadena de producción. En especial asumiendo que el cliente es muy distinto hoy en día. Más del 75% de los pedidos industriales B2B se hacen hoy en día en lugares distintos a la oficina del cliente. El cliente es mobile, la oferta debe ser igualmente flexible a poder ser analizada y comprada desde cualquier dispositivo. El cliente es especialmente sensible a sentirse parte fundamental de esa oferta. El cliente valora ser el centro de la cadena de valor y todo cuanto se hace para que eso suceda permite que la venta sea potencialmente factible.

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Los cinco aspectos fundamentales que una fabrica conectada, la denominada factoría inteligente, debe cumplir son:

1. Disponer de sensores inteligentes en todos los puntos que puedan ofrecer información relevante en la cadena productiva.  Hasta ahora, muchos equipos de fabricación tenían sensores que son rudimentarios en comparación con las posibilidades que ofrece la tecnología actual. Gran parte de los activos de fabricación existentes se deben modernizar con sensores inteligentes que registran los datos y también los transmiten en tiempo real a los sistemas centrales para alertas, análisis y toma de decisiones de tipo predictivo. Los sensores avanzados también tienen la capacidad de inspeccionar cualquier equipo automáticamente y solucionar los problemas sin forzar a las líneas de producción a detenerse por completo.

2. El uso de estándares y protocolos que permita que todos los elementos que componen una red de IoT en la fábrica hablen entre sí un mismo lenguaje. Cuando varias redes dispares entran en juego para dar cabida a la Internet de las cosas en una fábrica inteligente, el modo en el que estas máquinas conversan y el modo en el que nos entregan a nosotros sus conclusiones o datos derivados, es determinante. De hecho es eso lo que constituye la base de la fabricación inteligente tal y como la defendemos. La estandarización de los modos de comunicación entre el equipo, sus operadores y las aplicaciones basadas en la nube se convertirá en un área importante de enfoque para la fabricación. Cómo se manejen estos problemas determinará la velocidad y la eficiencia de los nuevos procesos de fabricación.

3. La seguridad de redes, aplicaciones y datos que se desprenden de los nuevos modelos de relación entre máquinas y el nuevo desarrollo de procesos derivados representan un área de alto riesgo crítico. La seguridad de redes, aplicaciones y datos es una preocupación relativamente nueva y única para la fabricación tradicional que, hasta ahora, sólo había tenido que lidiar con la seguridad y la vigilancia de naturaleza física. Ningún sistema conectado está a salvo de un ciberataque, y las plantas de producción con robots y otros equipos conectados pueden suponer un riesgo para la producción, la reputación de las empresas y los resultados.

4. El nuevo diseño de la planta de producción resulta ser, finalmente, la clave de toda transformación de la Industria 4.0. No habrá transformación sin examinar el diseño de la planta y optimizándolo para procesos de tipo ciberfísico. Por suerte, como ayer mostré, las tecnologías actuales facilitan la creación de diseños de plantas virtuales, los validan a través de simulaciones y luego los presupuestan adecuadamente buscando la eficiencia absoluta. Esto crea plantas más flexibles, reduciendo los costos de construcción y mantenimiento, mejorando la seguridad, reduciendo los estándares de emisiones y reduciendo los requisitos inmobiliarios.

5. La incorporación de sistemas de Inteligencia Artificial que establezcan modos de uso y trabajo eficientes y que permitan predecir aspectos de conflicto. El tradicional uso de sistemas expertos en la industria dará paso a modelos de aprendizaje tipo 'machine learning' que cuanto mayor sea la exposición a las cadenas de producción, mejor será su entrega de opciones. Las tecnologías que se asocian a la AI en una fábrica conectada son la visión artificial, la simulación aumentada, los sitemas ciberfísicos, la robótica colaborativa, la fabricación aditiva, el cloud para la virtualización y la gestión de datos obtenidos.

Estos cinco elementos son los que marcan cualquier plan de transformación para la industria tradicional que quiere desarrollarse en esta Cuarta Revolución Industrial. Factorías conectadas que se convierten en fábricas inteligentes. Estos son los aspectos de tipo técnico que afectan a la producción y que, sin una transformación relevante por parte del resto de departamentos de una empresa industrial o manufacturera, no es factible en su máxima expresión. Toca reconducir el contacto con el cliente, la obtención de datos comerciales, modificar los procesos administrativos y la presencia digital. Es preciso entender que la empresa se horizontaliza y abarca una estrategia que debe ser compartida. De ahí que muchos clientes, antes de serlo, me cuestionen el coste de llevarlo a cabo.

Como advisor de esos procesos, de soporte a las acciones que se desarrollan en cualquier transformación, ayudo a evitar que esos costes sean innecesarios o que vayan en dirección incorrecta. A la pregunta ¿cuánto costará hacer todo esto? la respuesta está en el resultado posterior. Por un lado, pido que se revise el coste que tendría no hacerlo. ¿Cuánto tiempo puedes mantener tu competitividad sin afrontar esa transformación? En segundo término, la media entre los casos que yo conozco o he participado, a partir de la total implantación de nuevos modelos tecnológicos y nuevos procesos de ejecución, la mejora de resultados un año después ronda el 10% desde el punto de vista de aplicación de estas soluciones y revisando sólo la reducción de costes y eficiencia de resultados.

La transformación de la industria no es opcional. Hay diferentes niveles para llevarla a cabo, pero no es algo que se pueda retrasar. Desconozco si nuestro país va a afrontar de manera seria este reto, si desde las administraciones se va a impulsar este imprescindible avance competitivo, pero lo que sí sé es que otros lo están haciendo. Francia destina 23 veces más presupuesto público a la implantación de la Industria 4.0 que nosotros. Reino Unido, Alemania y otros cercanos incluso más. Los países más robotizados son los que más empleo generan porque sus empresas son más rentables y eficientes y reubican al personal sustituido por una máquina en otras tareas e, incluso, contratan a nuevos para dar respuesta a un incremento de ventas.

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Big Data, Internet of Things, Smart City Marc Vidal Big Data, Internet of Things, Smart City Marc Vidal

Smart Cities: cambiar el verbo ‘crecer’ por ‘optimizar’.

Barcelona necesita reactivar su importancia global en materia económica y de vanguardia tecnológica, sustituir los titulares internacionales que hablan exclusivamente de política y conflictos, por otros que vuelvan a hablar de la capital catalana como epicentro de progreso y modernidad. De ahí la importancia de un evento como el Smart City Expo World Congress que se celebra desde ayer en el Gran Via Venue. Un evento de referencia mundial que, por otro lado, se enmarca en una de las áreas más relevantes de la Industria 4.0 y sus implicaciones sociales.

Barcelona necesita reactivar su importancia global en materia económica y de vanguardia tecnológica, sustituir los titulares internacionales que hablan exclusivamente de política y conflictos, por otros que vuelvan a hablar de la capital catalana como epicentro de progreso y modernidad. De ahí la importancia de un evento como el Smart City Expo World Congress que se celebra desde ayer en el Gran Via Venue. Un evento de referencia mundial que, por otro lado, se enmarca en una de las áreas más relevantes de la Industria 4.0 y sus implicaciones sociales.

En este ámbito del debate sobre el papel de las ciudades en el futuro y de las implicaciones tecnológicas que se derivarán, hace dos semanas ofrecí una conferencia en Bogotá para la principal energética colombiana, Grupo Energía Bogotá, en la que se me pidió que expusiera acerca de las implicaciones tecnológicas y socioeconómicas en una ciudad inteligente. Desde mi punto de vista se suele llamar ciudad inteligente de un modo demasiado ligero a aquellas urbes que han incorporado tecnología digital en mayor o menor medida, básicamente IoT y sensores de todo tipo. Algo que no es suficiente y que, en muchos casos, deja en evidencia que la definición de lo que es una 'smart city' no está claro del todo.

El futuro son las ciudades. Casi serán ciudades estado. Algo que va intuyéndose. La importancia de cuanto ofrecerán muy pronto debe sujetarse en la sostenibilidad y en la humanización pendiente. No podemos hablar de ciudades inteligentes cuando paseando por el centro apenas puedes mantener una conversación sino es gritando. No podemos hablar de ciudad inteligente cuando respirar se convierte en un elemento de riesgo para tu salud. No podemos hablar de ciudad inteligente cuando desconoces que hace tu municipio por ti ni que datos gestiona de ti. No podemos hablar de ciudad inteligente cuando se estimula el vehículo privado o cuando el uso compartido no se premia. Queda mucho por hacer, pero sobretodo, en el ámbito de las ciudades inteligentes, lo que queda es dejarse de titulares, trípticos, autoproclamaciones y falta mucho trabajo, convencimiento y políticas creíbles.

No hablamos de dar acceso libre a internet en toda la ciudad, ni que sepamos en cualquier momento donde está el autobús que esperamos. Eso es digitalizar una ciudad, no necesariamente hacerla inteligente. Las ‘smart cities’ son  mucho más. No hay límite. Adquiere datos de todo cuanto sucede, se convierte en un espacio eficiente energéticamente, permite a sus ciudadanos acceder a la información y a poder operar con ella, se les ofrecen servicios en lugar de productos vinculados a la salud, la movilidad, la educación, etc.

Es un conglomerado de tecnologías sin límites para adquirir un fondo de convivencia inteligente y no convertirse en una especie de escaparate digital. Las ciudades inteligentes tienen que ver con la eficiencia. El futuro será eficiente o no será. El crecimiento sostenible es imprescindible. Las generaciones que poco a poco ocupan espacios relevantes en consumo, dirección o gestión son cada vez más exigentes en este sentido. El verbo ‘crecer’ dará paso al ‘optimizar’. Esa es la clave. Los modelos de negocio que obvien esa máxima no serán rentables porque la sociedad los rechazará.

Y en eso que todos se nominan como Smart City. Las hay por todas partes pero no lo son. Ni se acercan. En España menos incluso. Un nuevo informe del Bank of America Merrill Lynch sitúa a Singapur, Londres, Nueva York, París y Tokio como las ciudades más inteligentes del mundo y no sitúa a ninguna ciudad española entre las 20 primeras. Es curioso descubrirlo ya que, si por los titulares con los que nos bombardean habitualmente decenas de ciudades de nuestro país, parecería que deberíamos de estar liderando ese ranking. Y es que en esto de las ciudades inteligentes hay más literatura política que acción estratégicamente técnica.

Dicen que el 86% de las ciudades españolas con más de 200.000 habitantes tienen una estrategia de ciudad 4.0 pero sólo han invertido entre 20 y 40 millones de euros en este fin en los últimos cuatro años, básicamente 20 veces menos que Francia, 50 veces menos que Reino Unido o 100 veces menos que Singapur. Puedes tener un plan pero si no lo sustentas con presupuesto es como tener una tía en Granada, que ni tienes tía ni tienes nada.

El grado de avance de las ciudades 4.0 en España es realmente bajo, por lo que es prioritario incrementar las inversiones para afrontar con éxito los retos que impone el actual desarrollo social. Las cinco ciudades españolas que más han trabajado para convertirse en ciudades 4.0 son Barcelona, Santander, Madrid, Valencia y Málaga pero con un volumen de inversión muy inferior a la de nuestros vecinos o competidores internacionales. Y es importante por los recursos que puede generar. Recordemos que una ciudad inteligente lo es para mejorar la vida de sus ciudadanos, pero también para facilitar la vida de quienes la visitan.

El término smart city se ha convertido en una especie de mantra electoral, publicitario, una etiqueta y un mercado. Demasiado producto empaquetado sobre lo que necesita una ciudad. Se asume que todas las ciudades necesitan un tipo de iluminación inteligente o un servicio en la nube estandarizado. Y en realidad, precisamente, una ciudad inteligente no precisa nada precocinado, el plan es global pero desde un punto de vista absolutamente local. El problema de las ‘smart cities’ es que están de moda como concepto pero no está claro en muchos ámbitos políticos y de decision el significado exacto y transversal que se le supone.

Y si algo define a una ciudad inteligente es la masiva gestión de datos. El potencial de los datos es formidable. Sin embargo solemos equivocarnos en lo que suponen. Los datos, por si mismos no son mucho. Adquieren importancia en el modo en el que son utilizados. De hecho caducan rápido y sólo son interesantes si se comparten de un modo eficiente y sin contemplaciones. De ahí el problema. Requiere un modo nuevo de pensar y de gestionar, colaborando, generando ecosistemas y nuevos negocios. Muchos datos en manos de pocos no permiten extraer todas sus virtudes y nos deja en la intemperie de sus defectos. No todas las ciudades autodenominadas inteligentes son ciudades abiertas. Y la apertura es indispensable para ser inteligente. El open data es un requisito ‘sine qua non’ y, repito, no es una práctica generalizada entre esas hipotéticas Smart cities. De ahí que no sean todas las que están aunque sí estén todas las que son. 

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Apps, Internet of Things, Tecnologia Marc Vidal Apps, Internet of Things, Tecnologia Marc Vidal

Cuando el 'voyeur' ya no es una persona sino un dispositivo IoT.

Existen teléfonos inteligentes, televisiones inteligentes, coches inteligentes y, por supuesto, vibradores inteligentes. Así es como define la empresa canadiense Standard Innovation al cachivache que fabrica llamado We-Vibe y que tiene como propósito ofrecer soluciones a la sexualidad de sus usuarios. De momento, un éxito de ventas por cierto.

Existen teléfonos inteligentes, televisiones inteligentes, coches inteligentes y, por supuesto, vibradores inteligentes. Así es como define la empresa canadiense Standard Innovation al cachivache que fabrica llamado We-Vibe y que tiene como propósito ofrecer soluciones a la sexualidad de sus usuarios. De momento, un éxito de ventas por cierto.

Sin embargo para la empresa que fabrica los We-Vibe no todo han sido buenas noticias. Recientemente ha recibido la orden de pagar una compensación económica a varios propietarios o propietarias de este juguete sexual. ¿El motivo? Que es demasiado inteligente. Resulta que el dispositivo se dedica a rastrear el uso que hacen los clientes sin notificar nada al respecto. Es decir, sabe el tiempo, el modo, el lugar y otros datos sin el consentimiento de quien lo está utilizando.

El We-Vibe 4 Plus es el primer vibrador IoT (Internet de cosas) del mundo. Funciona con una conexión Bluetooth que se puede controlar de forma remota, es decir, permite el juego entre diferentes personas. Alguien disfruta el uso del objeto y otro lo controla a distancia. Inclusive desde otro lugar remoto. Solo es preciso conectarlo al teléfono y a una aplicación. Ahí, precisamente, surgen los problemas de seguridad y uso de datos.

Este asunto no es un problema aislado de este tipo de objetos. De hecho, la seguridad es el gran problema para la Internet de las Cosas en general. En la última conferencia de hacking DefCon 24 en Las Vegas, los hackers Goldfisk y Followr mostraron cómo el vibrador en cuestión podía ser activado remotamente por cualquiera que pudiera interceptarlo con un smartphone emparejado.

Ambos mostraron que los datos de uso ofrecían información segmentada y detallada del uso que se les daba. Aunque el ‘climax’, si se me permite decirlo así, llegó cuando esos datos empezaron a ofrecer minuto a minuto los cambios de temperatura de los usuarios, intensidad de la vibración y, lo que es más terrible, la opción de vincularlos a información de identificación personal, como direcciones de correo electrónico.

El tribunal de Illinois multó a la empresa canadiense a pagar más de siete mil dólares por cada usuario que tuviera la aplicación asociada al vibrador. Una decisión histórica pues pone sobre la mesa un problema gigantesco al que hay que enfrentarse urgentemente y no me refiero a los juguetes sexuales. Estoy hablando de la seguridad asociada a los dispositivos IoT que cada vez más se están normalizando en nuestro entorno cotidiano.

El pasado febrero, el hackeo de unos osos de peluche conectados de la empresa ‘CloudPets’, un juguete para niños IoT, tuvieron una fuga de datos masiva. Se trataba de grabaciones de la voz de niños y padres, direcciones de correo asociadas a los progenitores y las contraseñas aplicadas en la aplicación derivada. En total casi un millón de usuarios.

Sabemos que el sexo mueve mucho dinero. De hecho sigue siendo uno de los contenidos mayoritarios en la red. Fue un efecto dinamizador de Internet en su día. Gran parte de los avances que vive la red de redes provienen de las ‘necesidades’ que el sector precisó en un momento determinado y donde una audiencia millonaria garantizaba que cualquier inversión sería rentable.

También sabemos que la inseguridad es la responsable de algunos retrocesos. Hay países donde el desarrollo del comercio electrónico se detuvo por culpa de una sensación de inseguridad ante el pago virtual. Ahora, la IoT está ante un reto similar. La seguridad es la clave. No tan solo por, como he ejemplificado hoy en el ámbito de la privacidad más íntima, sino en todos los aspectos. Miles de millones de objetos conectados a nosotros y entre ellos, ofreciendo datos sobre nosotros y sobre lo que hacemos, debe urgentemente establecer un paisaje de seguridad que de momento no tiene.

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Antes que autónomos, los coches serán inteligentes (y hablarán entre ellos).

Hace unas semana IBM presentó en su sede de Dublín su voluntad de darle un suso inteligente a los coches incluso cuando están parados. No se refieren a nada vinculado al uso que la Nueva Economía esta ya estableciendo para ellos empresas como Uber, Lyft, Tesla u otros. De lo que hablaban era de la opción de convertir tu coche en un punto de acceso wifi que te pudiera generar ingresos económicos puntualmente. Hablaban de la era del coche conectado.

 

Hace unas semana IBM presentó en su sede de Dublín su voluntad de darle un suso inteligente a los coches incluso cuando están parados. No se refieren a nada vinculado al uso que la Nueva Economía esta ya estableciendo para ellos empresas como Uber, Lyft, Tesla u otros. De lo que hablaban era de la opción de convertir tu coche en un punto de acceso wifi que te pudiera generar ingresos económicos puntualmente. Hablaban de la era del coche conectado.

Hoy en día el coche conectado se suele vincular con el concepto de coche autónomo. Wendy Belluomini, que se encarga en IBM de estos temas desde el laboratorio irlandés situado en el campus de la compañía al oeste de Dublín, aseguró que el coche conectado no es necesariamente un avance directo a la automatización de la conducción, asegura que hay mucho más previamente de ese aspecto. Como si antes de llegar a ese escenario hay que subir un escalón previo. Antes de que vayan solos, necesitan hablar entre ellos

Las tecnologías asociadas al coche conectado serán previamente elementos que proporcionen una experiencia de conducción mejor o, incluso, generen valor al propio coche aun estando parado. La capacidad que un coche tendrá de ‘pensar’ será la garantía física de una conducción más segura y nutritiva, pero también podrá hacer otras cosas cuando eso lo logre incluso sin moverse. El coche no debe evitar un camión por el hecho de que una orden binaria le diga que hay un objeto enorme en tu camino que se debe evitar sino que el automóvil debe ‘entender’ que si continua recto nos matamos.

La verdad es que quedan pocas grandes corporaciones, cuyo valor sea la innovación, que no estén investigando y desarrollando alrededor de los coches autónomos. La carrera se ha iniciado y la cantidad de inversiones que se están aplicando son la prueba de que esto no va de décadas sino de años. Hay noticias que garantizan que la velocidad es exponencial en cuanto a la normalización de algo que parece ciencia ficción.

El proyecto de coche conectado que IBM desarrolla en Dublín parte del concepto de utilizar automóviles estacionados, pero sobretodo de coches hablando entre si.. En casi todas las ciudades, en este caso concreto tratamos Dublín, hay coches estacionados por todas partes siendo en la mayoría de los casos una molestia, un elemento ineficaz de la organización de una ciudad. De hecho los autos están estacionados el 95% del tiempo y también cada vez tienen más sensores habilitados. La pregunta que se hacen es ¿cómo podemos utilizar esos coches parados para hacer la vida mejor a todos? Interesante.

Algunas de las ideas que nos trasladaron respondían a que, por ejemplo, la utilización de sensores y cámaras de todos los coches estacionados pueden servir para generar un mapa a tiempo real de las opciones de aparcamiento que hay en un lugar concreto para otros conductores en búsqueda de plaza libre. Sabiendo el tamaño del vehículo en aproximación, tiempo de desplazamiento, destino o cualquier variable, el ‘sistema global’ otorgaría las opciones disponibles al conductor. ¿Quién mejor para saber como está el tráfico que un coche estacionado que lo está viendo a tiempo real? Recuerda a la combinación que se intuía en la sinergia entre Uber y Google.

Da la sensación que el automóvil es el gran dispositivo de la IoT. Compáralo con un teléfono. El coche tiene un listado enorme de posibilidades. Más sensores y una batería gigantesca en comparación con cualquier 'device'. Técnicamente hay un exceso de energía latente en esos vehículos sin utilizar. Cámaras, sensores e infraestructura de comunicación sin uso durante el 95% del tiempo. Ineficiente en un mundo que requiere eficiencia y una economía circular cada vez más óptima.

De eso va lo que nos explicaron. Quienes investigan la opción ‘coche conectado’ no quiere que la conectividad del vehículo dependa de un teléfono, desean que el propio coche se mantenga en un estado de conexión permanente que se enlazaría a tu teléfono cuando fuera necesario con una conversación en habla natural. Algunos pensaréis que es un paso atrás. Todo el mundo habla del coche autónomo y hoy hablamos de coches conectados pero no auto conducidos. No lo veo igual. Creo que esa hiperconectividad acerca de un modo mayor la ‘smart city’, la hace más factible y potencialmente próxima. Un interfaz enorme como un coche no debe dejarse de lado. Tal vez es el paso previo, un paso que culturalmente precisamos como sociedad para entender eso de que un vehículo nos lleve al trabajo y se aparque solo.  

La sociedad seguramente se irá adaptando y será una transición rápida. Otra cosa tendrá que ver con las administraciones. Por esa razón, mientras se ponen al día sus señorías, las pruebas piloto en múltiples lugares, es bueno que las ciudades se vayan preparando. Es un avance en el uso inteligente de los millones de vehículos que permanecen inactivos, dormidos, en las calles para ganar espacios de conectividad, desarrollo e inteligencia.

Recientemente SEAT y Conector presentamos nuestro programa de aceleración corporativa de startups vinculadas al sector automovilístico. Sé que muchas de las seleccionadas tienen un patrón de desarrollo vinculado a convertir nuestros coches en un espacio de uso cuando estamos dentro y, curiosamente como decía, cuando no lo estemos. Es muy estimulante poder estar cerca de estos desarrollos, de colaborar y conocerlos.

El futuro inmediato del sector pasa por crear coches intuitivos que reaccionen al usuario, más que de tipo autónomo. En una primera fase autorizable por la legislación entraremos en un espacio de compartir vehículos en marcha o parados, en un uso global de datos y una analítica de los mismos. Generaremos en muy breve espacio de tiempo ciudades dirigidas por la complejidad de los datos ofrecidos por sistemas vinculados a millones de coches parados. La Transformación Digital de nuestra sociedad tiene una puerta de entrada excepcional en la puerta de casa, en nuestro propio parking. 

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Diferenciar entre digitalizarse y transformarse digitalmente. El caso del 'Mall-Data'.

La Asociación Española de Centros Comerciales me propuso dar una conferencia en su XV Congreso Nacional. Me pidieron que ofreciera una exposición que tratara de manera general el momento que vivimos a la vez que expusiera algunos casos de transformación digital en clientes que pudieran ser comparables a los que asistían al congreso. La idea era cambiar el habitual modelo de conferenciante que habla de un modo teórico, casi académico, de cosas que el público ya sabe, conoce y quiere cambiar, y que se olvida de dar claves concretas para mejorar la fase de transformación de todo un sector y aporta ejemplos para inspirarse en cómo hacerlo. Así me lo pidieron y así lo intenté hacer

La Asociación Española de Centros Comerciales me propuso dar una conferencia en su XV Congreso Nacional. Me pidieron que ofreciera una exposición que tratara de manera general el momento que vivimos a la vez que expusiera algunos casos de transformación digital en clientes que pudieran ser comparables a los que asistían al congreso. La idea era cambiar el habitual modelo de conferenciante que habla de un modo teórico, casi académico, de cosas que el público ya sabe, conoce y quiere cambiar, y que se olvida de dar claves concretas para mejorar la fase de transformación de todo un sector y aporta ejemplos para inspirarse en cómo hacerlo. Así me lo pidieron y así lo intenté hacer.

Habitualmente mis charlas giran alrededor de un debate que yo mismo propongo y que considero fundamental a estas alturas. ¿Es suficiente digitalizarse? ¿supone una transformación en sí misma esa digitalización? ¿es lo mismo digitalizarse que transformarse digitalmente? Obviamente, según mi opinión, no es lo mismo. La primera es claramente un foco de cambio, por supuesto, pero no es suficiente dado el volumen de cambios que vivimos actualmente. Digitalizados lo estamos todos, transformados no. Digitalizarse es quedarse en algún escalón anterior, en el paso previo necesario para transformarse gracias a esa digitalización. Uno de los casos que explico es el de un viejo cliente que tuve y que fue bautizado como ‘el chatarrero digital’.

Hace un par de años un amigo me llamó para pedirme ayuda. Su negocio estaba en quiebra. Tenía un desguace de vehículos y, contrariamente a lo previsto, la crisis no le estaba beneficiando. Sus ventas habían caído en picado. Su modelo de negocio dependía de que los automóviles que debía descuartizar no eran suficientes para ofrecer un recurso atractivo a los escasos compradores que se acercaban a su superficie en las afueras de una pequeña población al norte de Barcelona.

Me instalé en su empresa durante dos semanas. Examiné los procesos y hablé con los implicados. Al poco le ofrecí una solución que resultó ser muy beneficiosa. Lo primero que le comenté era que su sistema de desguazar los autos debía estar sintetizado. Para ello compré una base de datos que aportaba la mayoría de modelos y marcas del mercado. El sencillo software que instalamos en una PDA permitía que el desmontaje se codificara y concediera una ubicación ordenada de todas la piezas. Asi se lograba una eficaz distribución y una eficiente inventario a tiempo real. Ese listado se incorporaba a una base de datos en las oficinas de la empresa.

Hasta ese punto nada nuevo, nada especial. No disponíamos de ninguna característica que diferenciara ese negocio de otros que ya hacían algo parecido. La singularidad, el diferencial, el valor añadido se logró en el preciso instante que esa base de datos, esa eficiente máquina de ordenar las existencias, se digitalizó en la red. A partir de ese instante las ventas online empezaron a producirse. En menos de un año la facturación aumentó a niveles impensables durante la crisis.

A pesar de todo esto, no nos paramos. Ramón, que así se llama el hombre que decidió no detenerse ante las dificultades, preguntó si era factible vender piezas de coches clásicos por Internet. Fue posible. Esa es ahora una de sus principales ofertas. Se ha convertido en un hub de captación para los coleccionistas y un conector para los exclusivos clientes que se esconden tras el apasionado mundo de los coches de autor. Ahora sus ventas se miden por países y no por comarcas.

En este caso que acabo de recuperar, la primera fase era la de convertir todos sus procesos en pasos digitalizados. Una base de datos, una manera de interactuar entre administración y operarios, etc. Pero no se transformaron hasta que todo ello empezó a generar datos, a poder trabajar con ellos, a comercializar digitalmente, a generar una marca realmente digital.

Y es que Internet ha ido evolucionando rápidamente. De hecho cada vez lo hace más rápido. Del propio nacimiento de Internet se dijo que era como una pantalla más accesoria a la televisión. Del ecommerce se dijo sería un simple canal de venta más y está clara la importancia comercial que tiene. De las redes sociales que se dijo sería un simple entretenimiento y es evidente que no es así. Que se lo digan a quienes gestionan la nueva publicidad. Del e-mobile se dijo que era como Internet pero en pequeñito y sabemos que una cosa son las aplicaciones y otra adaptar una web a ese formato. De las plataformas sociales se dijo serían para gente solidaria nada más y ahora mismo sabemos que están poniendo en juego modelos de negocio que parecían intratables.

En la ponencia a la que me he referido expliqué lo que solemos hacer cuando un cliente nos solicita iniciar un proceso de consultoría acerca del grado de transformación que una empresa u organización ha alcanzado. Para saber si hablamos sólo de digitalización o de transformación buscamos valorar el estado de uso digital de la comunicación, el modelo de digitalización expuesto hasta la fecha, el modelo de comercialización y sus automatismos de procesos, la penetración de los aspectos de socialización, el modelo de movilización de todo el cuadro estratégico de la empresa y los usos colaborativos de todo el circuito comercial. Todo ello nos conduce a una valoración, a una nota, a una hoja de ruta a tratar a fin de llegar a la ansiada ‘optimización’ que en este caso es la traducción de la verdadera ‘transformación digital’. Sin esto, y a pesar de estar digitalizados’ no tenemos garantizada la eficiencia.

Para vivir adecuadamente una transformación digital debemos dirigirnos hacia la eficiencia, hacia la optimización. Digitalizarse no lo garantiza como decía, es algo más complejo. Entre los casos que expliqué y que desde mi despacho hemos desarrollado hablé de dos en concreto. El primero fue el del Centro Comercial de Miami y el segundo con el ‘mall’ de DrunDrun en Dublín. Con el caso de Florida lo que hicimos fue gestionar las bajas laborales provocadas por un software que sustituía a un tipo de trabajadores concretos, solicitando que éstos pasaran a ser agentes digitales del propio parque comercial. Fue un éxito y ya estamos preparando la segunda fase.

El caso del segundo centro comercial, el irlandés, es más sofisticado. Se trata de omnicanalidad, de gestionar diferentes dispositivos para trazar todos los datos posibles de la gente que visita el parque. En realidad son ‘beacons’, radares que localizan movimientos, actitudes, datos en general y que permiten aportar una gran cantidad de elementos desestructurados que se analizan con los que si estan bajo una estructura. Sin llegar a ser ‘big-data’ se logra ofrecer productos y servicios a los visitantes que incrementan ventas, interacciones de marca y valoraciones positivas. Esta gestión de datos menor se le suele llamar ‘small-data’ y en este caso, al modelo de uso y gestión que hemos registrado y presentado públicamente, le pusimos el nombre de ‘Mall-Data’. Hay naming para todo.

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Las marcas ya predicen tu comportamiento mirando videos en las redes sociales.

La tecnología que se utilizó durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi, llamada VibraImage y que escaneaba las expresiones faciales de los visitantes con el fin de dar a la delegación rusa gracias a la capacidad de ‘detectar a alguien que aun pareciendo normal tuviera alguna característica en su cara que indicara un estado mental agitado por lo que pudiera ser una amenaza inminente’, es la misma que ahora utilizan algunos ‘retailers’ para conocer el estado emocional de sus potenciales clientes.

La tecnología que se utilizó durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi, llamada VibraImage y que escaneaba las expresiones faciales de los visitantes con el fin de dar a la delegación rusa gracias a la capacidad de ‘detectar a alguien que aun pareciendo normal tuviera alguna característica en su cara que indicara un estado mental agitado por lo que pudiera ser una amenaza inminente’ es la misma que ahora utilizan algunos ‘retailers’ para conocer el estado emocional de sus potenciales clientes.

Lo último en vigilancia militar se ha trasladado a la vida cotidiana y comercial. Lo ha hecho la empresa con sede en Chicago Mattersight Corporación con la que he tenido ocasión de colaborar recientemente. Su sistema ‘Predictive Video’ analiza el habla y expresiones faciales a fin de predecir el comportamiento futuro de un potencial cliente basándose en el estilo, personalidad y estado emocional a la vez que se cruza todo ese conjunto de elementos con los miles de millones de datos que poseen de otros clientes.

La empresa vende este producto que no deja indiferente a nadie. Para los creadores la tecnología que utilizan y los resultados que concede son un beneficio para comprador y vendedor. Dicen que el cliente pierde menos tiempo, acierta antes y recibe un mejor servicio. Para el vendedor es obvio el beneficio.

Lo impresionante del asunto no es si hay o no cámaras en una tienda o en un espacio comercial que pueda transferir esos datos al sistema. Van más allá. De hecho, las marcas, y no sólo las tiendas, pueden ahora extraer los datos de personalidad de un solo usuario mediante el análisis de vídeos a disposición del público en la red a través de canales de medios sociales que vamos dejando y que, al registrarnos como ‘follower’ o ‘fan’ de una marca, abrimos de par en par.

YouTube, Vine, Periscope, Facebook Live u otros, permiten a cualquier empresa predecir el ‘behavior-data’ de cualquiera mediante el estudio con algoritmos inteligentes del habla, las expresiones y el desarrollo en el tiempo de perfiles y personalidades de usuarios a título individual. Luego crean patrones que se lo venden a marcas y dónde sólo con datos disponibles y ‘en abierto’ facilitan estrategias comerciales y de marketing a éstas.

En la nota que me enviaron hace un par de días, Mattersight dice que ‘su sistema está destinado a mejorar la experiencia del cliente’, aun que admiten que las fuerzas del orden de EE.UU. están muy interesados n los datos que recogen y analizan. De hecho, el FBI tiene una enorme base de datos biométricos y que a finales del año pasado ya tenía más de 52 millones de caras. Millones de caras de personas que nunca han sido sospechosos de un crimen por cierto.

La empresa, a pesar de esta derivada social y político, defiende su desarrollo desde un punto comercial. Dicen que con la tecnología disponible de reconocimiento facial, los comerciantes ya pueden tener un ‘feedback’ a tiempo real con sus clientes cuando ven, se prueban o examinan sus productos, revisan el packaging o testan los ingredientes.

Es cierto, y lo he podido ver por videoconferencia, que esos conocimientos permiten hacer predicciones más precisas acerca de cómo las personas se sienten con respecto los productos y servicios de una empresa y permite modificar estrategias. La compañía defiende que su misión es ‘ayudar a las marcas a tener una mejor relación con sus clientes’, puesto que el sistema no es intrusivo en las tiendas según dicen.

De momento el escaneo facial se limitará a los videos disponibles de cada persona en la red. Una vez registrado en la tienda en cuestión el sistema busca ese perfil y empieza el estudio. Está por ver si al entrar en una tienda concreta, eso le da permiso al comercio a escanear nuestra cara en todo momento al igual que hacen las cámaras de seguridad por miles de calles y plazas de nuestras ciudades. ¿Cuándo hemos dado consentimiento? ¿Pasará lo mismo ahora con una tendencia comercial? ¿Dónde está el límite?

Lo que está claro es que la tecnología de vídeo predictivo va a ser un campo de desarrollo importante puesto que se apoya en otros dos muy evolucionados actualmente: inteligencia artificial y Big Data. Todo en su conjunto permite extraer conclusiones previamente inalcanzables (y cada vez más íntimos) de datos sobre el comportamiento humano. IBM ha lanzado sus tecnologías de reconocimiento facial y de la personalidad con una versión para minoristas. Permite a cualquier tienda obtener información a tiempo real sobre las reacciones de la gente a los productos mientras compran.

Algunas agencias de publicidad y comunicación que estamos especializados en transformación digital ya trabajamos en eso que se hemos bautizado como ‘venderle a una nevera’, algo así como enfocar la creatividad y la técnica que se deriva en la red analizando elementos que escapan de la publicidad tradicional dónde los datos y los algoritmos inciden más que la intuición.

Como dice Adam Harvey, ‘da la sensación que la inteligencia artificial va a lograr leer nuestra mente a partir de nuestra cara’. Por ello, si estás preocupado, este artista ha diseñado ‘defensas’ contra el reconocimiento facial. Siempre nos quedará el flequillo.

 

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Realidad Virtual, Inteligencia Artificial y Automatización. Google mueve ficha.

En la sesión inaugural de su convención anual I/O celebrada anteayer cerca de Mountain View, Google presentó a los desarrolladores que asistieron la plataforma Daydream con funciones VR (Realidad Virtual) para la próxima versión del sistema Android. Un diseño acompañado de un mando a distancia para señalar con la mano un punto concreto

En la sesión inaugural de su convención anual I/O celebrada anteayer cerca de Mountain View, Google presentó a los desarrolladores que asistieron la plataforma Daydream con funciones VR (Realidad Virtual) para la próxima versión del sistema Android. Un diseño acompañado de un mando a distancia para señalar con la mano un punto concreto.

Ayer bromeaba con uno de los miembros de la delegación irlandesa que estuvo en el Festival de Eurovisión que, en unos años, el evento que nació en 1956 y que cada año vive diferentes innovaciones en formato, tele-voto, uso de las redes sociales, escenografía, iluminación y efectos, se emitirá por VR.

Imagina colocarte un dispositivo de realidad virtual en tu sala de estar y ser capaz de estar en el escenario con los artistas de Eurovisión o sentarte en la primera fila de la audiencia. Será un nuevo mundo para la publicidad, un modelo desconocido para aplicar el llamado ‘branded content’ por cierto. La realidad virtual otorga un campo de visión de 360 grados ofreciendo la oportunidad de crear experiencias fascinantes y cautivadoras.

Google, Facebook, Microsoft y Amazon lo saben y trabajan, entre otros puntos de innovación, en el VR. Goldman Sachs estima que la penetración de la realidad virtual en el campo de los eventos en directo alcanzará los 4,1 billones de dólares en 2025 con micro pagos de 10 dólares por evento. Las plazas son infinitas y todas en primera fila gracias al VR.

Pero eso no fue todo lo que Google decidió presentar para poner nerviosa a la competencia y para indicarnos por dónde van a ir los tiros en los próximos meses y años. Además de DayDream, Google presento tres novedades más: una plataforma de servicios por voz y dos dispositivos complementarios para ella. Esta plataforma inteligente que aprende de nuestra actividad digital y a la que podremos acceder desde cualquier dispositivo y mediante nuestra voz se llama Google Assistant, una especie de Siri de Apple o Cortana de Microsoft pero evolucionados.

El bicho en cuestión escucha centenares de millones de búsquedas que se hacen por voz cada día en el buscador de Google y es capaz de interactuar y conversar con el usuario en inglés. Permite, por ejemplo, que si preguntamos por el restaurante más cercano a un lugar determinado nos responda con uno en concreto. La siguiente pregunta que podremos hacerle es sobre los platos del día sin repetir el restaurante en cuestión y reservar por voz.

El otro producto físicos complementario al DayDream se llama Google Home. Un dispositivo con el que a través de un micrófono escuchará todas nuestras consultas y nos responderá a ellas. Además permite escuchar música que obtendrá de cualquier conexión existente. Su derivación domótica se puede ver en el video que acompaña este post y que parece sacado de alguna película de ciencia ficción de aquellas en las que los miembros de una nave espacial dialogan con un cerebro central. La novedad reside en la capacidad de atender a todos los miembros de una familia en base a sus preferencias en el mismo hogar bajo un criterio de unidad de acción independientemente de las unidades de dicho dispositivo se cuente en casa. Digamos que es la competencia a Echo de Amazon.

El segundo dispositivo para Google Assistant es Allo. Un chat cifrado para smartphones dónde el mercado está algo saturado con WhatsApp, Facebook Messenger o Snapchat. La aparente mejora residirá en las respuestas predictivas que el chat te ofrecerá cuando recibas respuestas de tu interlocutor atendiendo al historial de conversaciones que tengas con ese otro usuario y las que sueles ofrecer en casos similares. ¿Miedo?

El asunto toma envergadura. Allo es capaz de identificar fotografías que te envían, por ejemplo si chateas con alguien que te envía una foto de él con la Torre Eiffel de fondo, el artilugio te sugerirá una respuesta nombrando París gracias a los millones de tags que los usuarios han ido guardando en Google.

Allo tiene cierto aire al ‘bot’ de Messenger. Está claro que el espacio a conquistar se sitúa en la Inteligencia Artificial y las grandes corporaciones se han centrado en ello. Con esto Google puso las bases de la nueva guerra por el control comercial de la innovación digital. Una innovación que tiene muchos frentes. Estos sólo son algunos de ellos. La Cuarta Revolución Industrial que vivimos y la Transformación Digital obligatoria de nuestro entorno se van definiendo en base a estas grandes corporaciones. Print 3D, Big Data, conducción autónoma, plataformas de economía colaborativa, etc., son las capas de un gran puzzle que más pronto de lo que creemos vamos a ver completado.

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Nuevos modelos de negocio y nuevas relaciones entre empresas en la era digital.

Que la transformación digital es algo que pronto dejará de tener sentido definir es evidente. Vivimos el cambio constante de todo cuanto nos rodea. Las empresas y los clientes asumimos con naturalidad esa modificación sin pausa que, además, no para de acelerarse. La digitalización de procesos está dando lugar a la digitalización de las industrias y ésta, a su vez, a la transformación digital de todo por derivación. Cada vez es más difícil percibir la frontera entre lo que es, era o será.

Que la transformación digital es algo que pronto dejará de tener sentido definir es evidente. Vivimos el cambio constante de todo cuanto nos rodea. Las empresas y los clientes asumimos con naturalidad esa modificación sin pausa que, además, no para de acelerarse. La digitalización de procesos está dando lugar a la digitalización de las industrias y ésta, a su vez, a la transformación digital de todo por derivación. Cada vez es más difícil percibir la frontera entre lo que es, era o será.

Desde los objetos personales más pequeños hasta los más grandes, todo el mundo estará conectado digitalmente, y lo hará siempre muy pendiente de cada una de nuestras necesidades y gustos. El mundo digital tal y cómo lo conocemos hoy en día parecerá algo ridículamente rudimentario en apenas una década. Pensemos en como era la red hace una década. Busca imágenes de los artilugios con los que te conectabas, sus formas, su velocidad, lo que podías hacer con ellos. 

Gracias a la mejora de los semiconductores, los nanotubos de carbono, el grafeno, las redes celulares, la tecnología 5G, las comunicaciones inalámbricas dominando nuestro entorno, la inteligencia artificial difícilmente diferenciada de la natural, los robots, los datos a velocidades imposibles, la retirada de intermediarios y elementos en las cadenas de valor, la automatización de coches, barcos y aviones y la emergencia de un modelo empresarial basado en otro concepto menos conservador y mucho más arriesgado como las ‘startups’.

El mundo inmediato estará plagado de vehículos y viviendas que respondan a nuestros deseos, de aparatos que piensen por sí mismos o de geografías interconectadas cómo tierras de cultivo remotas enlazadas a ciudades superpobladas. Sabemos ya que habrá un día en que África estará completamente conectada digitalmente. Ese día tendrá lugar entre marzo y abril del año 2025 según este estudio.

Sin embargo lo importante no será cuantos estaremos conectados sino que objetos lo estarán. No será determinante ‘quien’, sino ‘que’. Desde cepillos de dientes a neveras pasando por coches o puertas de acceso. Todo emitiendo y recibiendo como en una orgía de datos dando tumbos de un lado a otro, ordenando la compleja convivencia entre humanos, la Internet de las Cosas y la Internet del Todo.

Y ¿que precio tendrá todo esto? El coste de la conectividad en sí está disminuyendo, y los dispositivos de apoyo, como teléfonos inteligentes y tablets, son cada vez menos costosos, más potentes y más omnipresentes. Lógicamente estos avances parecen una ventaja para la industria de las telecomunicaciones que empezaba a tener serías dificultades para entender su papel en un mundo donde facilitar la comunicación ya era ‘casi gratis’ y sus servicios de conectividad o venta de plataformas de comunicación dejaban de ser monopolios ‘técnicos’ de ellas. Tocaba reinventarse.

Transformarse no digitalmente, eso ya lo habían hecho, sino industrialmente, en su oferta, en la propuesta de valor. Estas empresas esperaban obtener mucho más beneficio ofreciendo la posibilidad de monetizar el tráfico adicional que se empezaba a trasladar pero no ha sido así. Por eso las grandes corporaciones de telecomunicaciones se han centrado en las experiencias del usuario en lugar de su consumo directo desarrollando una variedad de servicios.

Esos nuevos servicios normalmente han partido de acuerdos y colaboraciones con otras compañías. Por ejemplo AT&T está trabajando con IBM en un programa de ciudades inteligentes, Telefónica ofrece sus servicios IoT llamado Thinking Things que permite desarrollar programas para ajustar el clima y la iluminación en habitaciones, oficinas y edificios. En el futuro esperan poder controlar todo el equipo de una casa o de una oficina y gestionar todos los datos con los que interactúan todos ellos.

Hay más. Empresas como Nespresso, Coca-Cola u Orange han puesto en marcha un sistema combinado en M2M, comunicación entre objetos, por ejemplo. La alemana Deutsche Telekom está apoyando la digitalización en sus procesos de fabricación con una iniciativa llamada ‘Industrie 4.0’. La empresa india Bharti Airtel está investigando junto al State Bank of India aplicaciones de banca móvil para personas que no pueden acceder a una sucursal local. Proporcionar estos y otros servicios se está convirtiendo en el proceso de sustitución de modelos negocio anteriores y de adaptación al futuro.

Este proceso lo podemos extrapolar a todo tipo de empresas e industrias. Comunicación, medios, formación, servicios profesionales o lo que sea. Muchos están diseñando modelos de relación entre diferentes empresas de muy distintos campos para ofrecer servicios conjuntos en lugar de crear costosos departamentos o fundar nuevas líneas desde el interior que conlleven a un largo aprendizaje que, viendo la velocidad que toma todo, no suelen ser rentables finalmente.

Hay industrias que han diseñado ecosistemas digitales que vincularán modelos de trabajo complejos. Por ejemplo, imponer brazos tecnológicos a una estructura de servicios más tradicionales está siendo la tendencia. Ofrecer un ‘pool’ de servicios paquetizados que puedan venderse como una oferta innovadora reemplaza a los catálogos de siempre.

¿Como lo han hecho algunas compañías? Lo vemos claro en la industria de las telecomunicaciones de nuevo. Recientemente, los proveedores de este tipo de servicios han comenzado a buscar el crecimiento a través de los ecosistemas digitales innovadores diseñados alrededor de la articulación de empresas, adquisiciones o de, en ocasiones, investigación y desarrollo interno. La sueca TeliaSonera, por ejemplo, ha tomado una participación en Zound Industries, un proveedor de accesorios de moda, mientras que Telstra de Australia ha invertido en firmas digitales a través de DocuSign y en plataformas de vídeo a través de Ooyala.

Deutsche Telekom Capital Partners ha destinado US$ 620 millones para financiar nuevas empresas alemanas como fondo de entrada en ellas. Muchos de los principales operadores mundiales han establecido sus propias incubadoras independientes o fondos de riesgo centrados en la innovación digital, y ha creado oficinas satélites en la región de Silicon Valley o Dublín para tener acceso a las ideas de los servicios de próxima generación.

Las compañías de telecomunicaciones representan un buen ejemplo. Ellas han comenzado a buscar el crecimiento a través de los ecosistemas digitales innovadores. ¿Lo hacen otros sectores, otras industrias? ¿Por qué una agencia de servicios profesionales no llega a un acuerdo con una empresa tecnológica para conquistar un nuevo escenario? Al final esto va de vínculos y de ofrecer algo que necesiten tus clientes potenciales. Si tienes que cambiar completamente hazlo. Si tus compradores han cambiado, tú debes cambiar también. A veces no llegarás a tiempo, otros se adelantaron. Es cuestión de estar atento. La cuestión es que sino puedes ofrecerlo tu sólo, debes buscar a quien puede complementarte para venderlo. En gran medida la Nueva Economía, la digitalización de todo, nos avanza que esta es una práctica cada vez más fácil de abordar pero también más necesaria.

 

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Robot de compañía entre la IoT, la domótica y el M2M.

Antes del video que acompaña este post, permitidme una reflexión previa. Mientras nos informan que el paro baja, la brujas se peinan y la vida se arregla a marchas forzadas, el lugar donde pasan las cosas cada vez está más lejos. Los datos del paro de ayer en España por buenos que son a primera vista son un desastre monumental en cuanto a lo que significa.

Antes del video que acompaña este post, permitidme una reflexión previa. Mientras nos informan que el paro baja, la brujas se peinan y la vida se arregla a marchas forzadas, el lugar donde pasan las cosas cada vez está más lejos. Los datos del paro de ayer en España por buenos que son a primera vista son un desastre monumental en cuanto a lo que significa. Cada vez menos opciones de que nuestros hijos y nietos puedan atender una conquista imprescindible de un mundo tecnológico y capaz de ser competitivo. Se crea empleo en lo que se crea. En España el nuevo empleo, precario y vinculado a servicios se lleva el 70% de esa nueva ocupación. En Irlanda, por poner un lugar que conozco, el 50% del nuevo empleo está ubicado en la sociedad del conocimiento y tecnologías asociadas. En ese mundo al revés hay un nuevo actor. El robot familiar. Y detrás de él empresas y empleos que se tienen que crear. Unos los crean y otros no. De esto va conquistar el futuro. Hoy vamos a ejemplificar con uno más de los que ya existen. No representa novedades tecnológicas, sino más bien psicológicas o de comportamiento e interactuación con él.

Las empresas que están trabajando en el campo del ‘robot de compañía’ aumentan. Digamos que el paisaje doméstico es uno de los campos de investigación y propuestas más sorprendentes de cuanto la conocida ‘IoT’ nos puede aportar en lo más cotidiano. Sabemos que no es inteligencia artificial, de hecho, en gran medida dista mucho de lo que sería el M2M o diálogo real entre máquinas, pero no deja de ser interesante observar la evolución de los proyectos que se van convirtiendo en empresas y en como objetos cada vez más sofisticados solicitan ser parte de la familia. A esto se le ha ido llamando ‘la transición’, algo así como el tiempo que transcurrirá entre la vida como ahora la conocemos y la que interactuará con todo tipo de objetos al servicio de nuestra especie. O eso parece.

Destaco hoy la empresa Blue Frog Robótica, una startup con la que tuve ocasión de compartir un fin de semana en un evento organizado por Google Entrepreneur. De momento es un prototipo que en breve estará a la venta. Su definición es la de robot acompañante para niños, personas mayores o familia en general.

De hecho Blue Frog se inspira en el robot NAO de Bruno Maisonnier que ya saliera al mercado en 2006 y que, aunque más pequeño ‘hablaba’ con humanos y te acompañaba por la casa como un perrito faldero. Desde entonces, los ‘acompañantes robot’ se han ido multiplicando. Ahora se pueden comprar unos 21 modelos distintos que van de una especie de plato con ojos a una mascota virtual. Parece un juego, pero no lo es tanto. Hay modificaciones en psicología de las relaciones que están estudiando que sucede cuando un artefacto de estos entra en la vida de una familia como ya sucede en el día a día de muchas empresas.

La novedad que aporta Buddy parte de las opciones que aporta y el método que utiliza en la relación humano-máquina. Estructura la vida si te dejas. El comportamiento del bicho y el como se altera o no la vida de una familia en base a su presencia es lo que me hace reflexionar. ¿Afectará a nuestra vida cotidiana un objeto inteligente y complementario como lo han hecho los teléfonos móviles o la propia Internet? ¿Es el embrión de un modo de vida completamente distinto? ¿Cuánto tiempo precisaremos para naturalizarlo?

Buddy pesa 5 Kg. y mide algo más de medio metro. Su aspecto es simpático y es capaz de integrarse en la vida moderna de cualquier familia. No necesita programación ni accesorios, viene ‘perfecto’ de fábrica. Colabora con las tareas de la casa, recuerda eventos, te despierta, te hace fotos, contesta llamadas y vela por la seguridad de la casa.

Se conecta via Wifi y bluetooth a cualquier cosa conectable. Altavoces, cámaras, sensores térmicos, de movimiento y una pantalla frontal que muestra su ‘estado de ánimo’ modificando los rasgos faciales con un sinfín de gestos y expresiones como respuesta a cada estímulo recibido. Dispone de 16 GB de almacenamiento interno y una autonomía de unas 10 horas gracias a la batería de Ion-litio que lo alimenta.

El software de audio y vídeo también permitirá registrar e identificar a los miembros de la familia para detectar la presencia de extraños, así como interpretar el lenguaje humano para comunicarse verbalmente con familiares y amigos. Realmente estamos ante algo más parecido a la domótica que a la IoT o, talvez, una combinación futurista y visionaria de las dos. Un dispositivo doméstico de seguridad que nos permitirá entre otras cosas, verificar si hemos apagado el horno correctamente, si tenemos una fuga de agua o simplemente controlar dispositivos básicos del hogar como termostatos, cerraduras o interruptores.

Según un estudio reciente realizado por Business Insider, el mercado robot del consumidor crecerá siete veces más rápido que el mercado para los robots de fabricación, el 17% entre 2014 y 2019. Ha llegado el momento de potenciar empresas en ese campo, parece que empieza a haber un público potencial para este tipo de ‘transición’.

La doctora Cynthia Breazeal creadora de otro robot parecido ha asegurado que este tipo de dispositivo genera una especie de ‘familia con manos libres’ un nuevo miembro de la misma que se irá integrando en menos de lo que pensamos. Coches autónomos y servicio inteligente robótico son las dos proezas, según ella, que nos está reservando la próxima década de manera disruptiva.

A mi lo que me hace pensar es donde se está centralizando todo esto. A parte de algunas startups en Francia, Irlanda y Suecia, la mayoría siguen ubicadas en Japón y, sobretodo ahora, en Boston. La capital de todo ello se sitúa ahora mismo en Boston con iRobot IRBT, Rethink Robotics, Boston Dynamics (adquirido por Google), Imperio Robótica y 4Moms que recaudó $ 41 millones por sus cochecitos robóticos de Bain Capital Ventures. La rueda ya está en marcha y los actores principales tienen mucho dinero listo para presentarnos una nueva necesidad. Ya sabemos que esto de tener cosas va de que alguien nos diga que lo necesitamos incluso antes de que sepamos si lo queremos. De eso va también un poco todo esto. De hacernos creer que sin Buddy nuestra vida será peor.

Como dicen, haberlos haylos.

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Un robot low cost que enseña a programar a niños

Mi hijo de 10 años me cuenta que se aburre en la clase de ‘informática’. De hecho el nombre ya lo mata. Dice que durante horas aprenden ‘Office’ y una cosa llamada 'ofimática'. Lo más sofisticado hasta la fecha fue el día que se adentraron en el apasionante mundo del ‘if/then’ en algo parecido al ‘Basic’ que ya masajeábamos los más viejos del lugar con nuestro ZX Spectrum Plus.

Mi hijo de 10 años me cuenta que se aburre en la clase de ‘informática’. De hecho el nombre ya lo mata. Dice que durante horas aprenden ‘Office’ y una cosa llamada 'ofimática'. Lo más sofisticado hasta la fecha fue el día que se adentraron en el apasionante mundo del ‘if/then’ en algo parecido al ‘Basic’ que ya masajeábamos los más viejos del lugar con nuestro ZX Spectrum Plus. La verdad es que eso de que exista la clase de informática ya es un error en su concepción, cuando lo que debería de ser es un hecho omnipresente en la formación de cualquier niño más allá de una hora o dos a la semana en un aula concreta y exenta de una escuela. No se trata de poner ordenadores o tablets, no se trata de enseñar a programar, se trata de que los sistemas educativos se adecuen a un modo de pensamiento y tecnología social que poco o nada tiene que ver ya lo de seguir un libro de texto, o el de adecuar los programas educativos a un nuevo formato visual y plástico gracias a las pantallas cada vez con mayor resolución que algunas escuelas pueden comprar.

Hablamos de otra cosa. De interpretar la tecnología en cada gesto, en cada acción, en familiarizarse con su uso pero también con sus ventajas y, sobre todo, con su manera de ‘ser’. Los niños aprenden idiomas con facilidad, es su momento, son capaces de asimilar conversaciones con niños de otros países sin complejos ni dificultad. Pones un crío que no sabe nada de inglés junto a otro que no tiene ni papa de español y en menos de diez minutos se están entendiendo. Con el lenguaje computacional, no en su rama técnica, sino en su base de comprensión de un mundo que viene y que nos rodea, los niños deberían familiarizarse. Es una ventaja competitiva.

Hay cierta mitología, creo que interesada, acerca del concepto 'analfabetismo' del futuro. Cuando comentamos que sería bueno que los niños de hoy en día se eduquen ‘codificando’, aprendiendo a programar en algún lenguaje como el que aprende una segunda lengua, no nos referimos a que todos los niños tienen que ser una especie de ingeniero de sistemas o parecido. El mito habla de eso, la realidad es otra cosa y es importante resaltarlo para que se vea a la vez lo interesante del concepto y no levantemos muros donde no los hay ni los habrá a menos que alguien se esfuerce en ello.

Lo haremos con un ejemplo que me parece paradigmático de que es eso de ‘enseñar código’ a los niños. Un ejemplo de cómo jugando se puede entender la lógica de la programación y no a programar pues eso es en si otro campo por el que, aunque no sepas, puedas comprenderla. En el futuro inmediato no sabremos como una aplicación hace una cosa u otra, pero si el método por el que se ha logrado que lo haga. Los sistemas educativos que se lancen a este tipo de enseñanza unipersonal, atemporal, predictiva y tecnológica avanzarán más rápido en la digestión de esta revolución tecnológica que precisa de su propio lenguaje.

El ejemplo de cómo se puede hacer lo ha creado la empresa DFRobot. Una startup que acaba de poner su último gadget de Vortex en Kickstarter en la búsqueda de fondos para poder mostrar en el mercado su robot de código.

En muchos padres de países nórdicos, asiáticos e incluso en Estados Unidos, hay un deseo por enseñar a sus hijos codificación desde una edad temprana. Vortex de DFRobot es un pequeño dispositivo sensible y con una aplicación instalada que permite a cualquier niño dictar órdenes con cierta lógica de programación a su robot a fin de completar la creación de juegos. Funciona en iOS y Android (vía Bluetooth).

Cada Vortex es un kit de desarrollo y la aplicación permite programar robots para niños en un entorno sencillo, educativo y divertido. Tiene unos juegos precargados pero cualquier crío puede crear otros basándose en temas básicos de programación tremendamente simples y que se comportan como cualquier modelo de creación en software bajo procesos prediseñados. Se aprende la lógica de programación, no a programar, eso será un paso posterior que cada uno podrá elegir en su vida. Entender como funciona una máquina nos puede hacer menos analfabetos en el futuro con respecto a lo que significan y representarán todos los robots y software que nos inundará.

Obviamente Vortex es algo más que un juguete. Es un intento de acercar la cultura de la programación, sus estructuras y procesos a las generaciones venideras y por menos de 65 euros. Si fuera directivo de alguna empresa en fase de transformación digital, me compraría unos cuantos. Si sirve para niños ¿por qué no probar con mi equipo?

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En 2019 Internet creará más datos que en toda su historia sumada.

Las estimaciones son parte del Visual Networking Forecast de Cisco, que analiza cómo la tasa de creación de datos y el uso de Internet se expande año tras año. Resulta que según sus análisis privilegiados por tener acceso a datos por cuanto son autopistas de las mismas y a partir de las estimaciones de este año, el volumen y su crecimiento exponencial entre este año y 2019 no tendrá precedentes.

Cisco ha publicado su informe anual. En él predicen que dos zettabytes de datos que se generan durante todo el año 2019 marcarán un record absoluto en todos los sentidos. Advierten que la red debe estar lista para ese punto de inflexión. Hay riesgo de colapso. Las estimaciones son parte del Visual Networking Forecast de Cisco, que analiza cómo la tasa de creación de datos y el uso de Internet se expande año tras año. Resulta que según sus análisis privilegiados por tener acceso a datos por cuanto son autopistas de las mismas y a partir de las estimaciones de este año, el volumen y su crecimiento exponencial entre este año y 2019 no tendrá precedentes.

En 2019, el tráfico IP mundial alcanzará las vertiginosas posición de 168 exabytes al mes, marcando el triple de los 59,9 exabytes al que se llegó el año pasado por ejemplo. Si esto se cumple, la cantidad de datos a finales de esta misma década será más grande que toda la información generada en Internet a lo largo de su historia desde su concepción a mediados de los años ochenta. Si no te entra en la cabeza que es un exabyte o un zetabyte, te aconsejo mirar esta infografía desarrollada por Cisco.

La razón es obvia. Hay más dispositivos y cada vez más inteligentes y capaces de hacer más cosas y de mayor envergadura y, también, hay más creadores de contenidos cada vez con mejores herramientas para superar en peso y sofisticación cuanto se crea. Además, medios vinculados al uso audiovisual finalmente se han lanzado al escenario digitalizado. Sin embargo, la razón fundamental será la irrupción de la IoT, cuando las máquinas empiecen a hablar entre ellas. Ahí el descontrol de datos tomará dimensiones bíblicas.

Van a aumentar dispositivos, pero también usuarios. La estimación es pasar de 2.800 millones actuales a los 3.900 en tres años lo que ya nos encaminaría a a mitad de la población mundial. ¿Si te extraña resulta pensar que medio mundo todavía no está conectado? Pues revisa los que aun no tienen ni luz. Los vas a flipar.

Recientemente, uno de los fundadores de la Internet, Vint Cerf, advirtió que la lenta adopción del IPv6, la versión más actualizada de direcciones IP, provocará un colapso irremediable si no se toman medidas. habla de una larga era oscura digitalmente hablando. Cisco, en su informe asegura que en 2019 el 41% del planeta lo tendrá listo no obstante.

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¿Peligra tu empleo en esta Revolución Industrial definitiva?

La semana pasada el World Economic Forum se hacía eco de diversos estudios que ponían en duda la inminente llegada de todo tipo de robots a la vida cotidiana de todos nosotros. Aseguraba que los cambios ya no eran elementos del futuro sino que en muchos casos eso ya estaba sucediendo. Para ello enumeró un listado de trabajos que ya realizan robots y que, en muchos casos, la mayoría de personas desconoce que es así. No hablamos de grandes brazos armados montando automóviles o carretillas automáticas entre estanterías. Faltan muchos, pero el listado es interesante, hasta futbolistas.

La semana pasada el World Economic Forum se hacía eco de diversos estudios que ponían en duda la inminente llegada de todo tipo de robots a la vida cotidiana de todos nosotros. Aseguraba que los cambios ya no eran elementos del futuro sino que en muchos casos eso ya estaba sucediendo. Para ello enumeró un listado de trabajos que ya realizan robots y que, en muchos casos, la mayoría de personas desconoce que es así. No hablamos de grandes brazos armados montando automóviles o carretillas automáticas entre estanterías. Faltan muchos, pero el listado es interesante, hasta futbolistas.

En algún lugar del planeta y de la mano del desarrollo de alguna empresa privada, un robot, un software, un algoritmo aplicado a la inteligencia artificial y la capacidad de gestión unidas, está llevando a cabo tareas que hasta hace una década sólo podías ver en películas de ciencia ficción. Como hemos dicho muchas veces, el empleo como lo conocemos se desvanece y los cambios que con ello vamos a vivir debemos afrontarlos cada vez con mayor urgencia. Si seguimos pensando que ‘falta mucho’ o ‘en mi trabajo eso no puede pasar’, el batacazo, que podría haber sido amortiguado y agradable incluso, se convertirá en un martirio social.

¿Qué haces? ¿Cuál es tu empleo? Hace tiempo, cuando los robots llegaron a las fábricas, muchos perdieron sus empleos. Los uniformes azul metálico dejaron paso al metal directamente. Pocos de los responsables de aquellas factorías, los directivos, los del cuello blanco, pensaron que sus días, también podrían estar contados. Ahora, en algunos lugares, un software de ‘cuello blanco’ gestiona sus empresas y las hace más eficientes.

Recuerdo un debate que tuve en una televisión hace años y en la que introduje una noticia que me pareció significativa sobre los primeros periodistas robóticos. Me dieron hasta en el cielo de la boca asegurando la imposibilidad de lo que estaba diciendo en decenios. Actualmente The Associated Press está en manos de articulistas no humanos. Lo mismo dije sobre los futuros cocineros. Ya hay restaurantes con chefs ‘robot’ capaces de cocinar como si tuvieran tres estrellas Michelin.

Actualmente hay dos teorías acerca de la Second Age Machine, algo así como la Revolución Industrial definitiva, el final del tramo. En una se asegura que dicha etapa socioeconómica generará mucho empleo nuevo, distinto, de otro tipo, como sucedió en otros momentos de la historia. Otra, la más realista, asegura que el empleo como lo conocemos desaparecerá de manera masiva y que, como no hagamos algo, el problema será de dimensiones bíblicas. La primera teoría asegura que es factible generar espacios laborales a partir de la intervención de robots y software, la segunda espera que quienes lideran nuestro tiempo se pongan a trabajar en el diseño de un mundo distinto, donde la medición de riqueza, tiempo, productividad y relaciones sociales sea muy diferente.

Pero, sigues pensando que tu trabajo no está en juego. ¿Es factible que un robot haga tu trabajo? ¿Qué hacen ahora? Déjame que te sorprenda con esta lista según el Business Insider hablando de cosas que ‘ahora mismo’ están pasando.

Actores.

Existe un modelo de robot capaz de actuar. Es el robot Robothespian que explica chistes y canta. Una compañía británica, ha creado un robot totalmente interactivo y multilingüe que, controlado por una tableta, puede mantener el contacto visual, suponer el estado de ánimo de su interlocutor, su edad, empezar a cantar, explicar chistes e incluso actuar en un escenario. Actualmente es como una ‘atracción de circo’ como lo fueron tantos casos de personas que se adelantaron a su tiempo y fueron incomprendidos. Los hay interpretando a Kafka.

Anestesistas

La participación de un anestesiólogo normalmente suma entre 600 a 2.000 dólares en cualquier intervención quirúrgica. Con un robot llamado Sedasys esto pasa a costar apenas 150. ¿Recuerdas aquello de ‘si es más barato, eficiente y rápido, será’? Los anestesiólogos son los profesionales mejor pagados en Estados Unidos, pueden tener los días contados. Johnson & Johnson ha desarrollado un sistema llamado Sedasys, que suministra la anestesia a un precio mucho más barato. La FDA aprobó Sedasys para los pacientes mayores de 18 años.

Personal de Hotel.

El Aloft Hotel en Cupertino, California, ha mejorado el servicio al cliente gracias a su nuevo botones robótico llamado Botlr. Diseñado por la empresa de Silicon Valley Savioke, Botlr, que tiene una cámara y sensores, se abre paso hacia el ascensor, envía una orden para que la puerta de cualquier habitación se abra, viaja a su destino y hace una entrega solicitada cuando el huésped no está. Además se enchufa él mismo cuando termina la jornada.

Cocineros

Los grandes chefs pueden estar el punto de mira de algunos desarrolladores. Un robot llamado Foxbot ya es jefe de cocina en una cadena de restaurantes chinos en la provincia de Shanxi. No sólo Foxbot con 20 motores, 24 articulaciones y 129 sensores cocina fideos perfectos, es la especialidad de Shanxi, sino que lo hace más rápido que cualquier mano humana. Ademas el tema sanitario lo cumple a rajatabla. Hay más cocineros robot. Otro desarrollo parecido, de Moley Robotics, puede completar cualquier plato, por complicado que sea, en apenas 30 minutos.

Analistas Financieros

Ya lo hemos comentado antes. La economía de mercado está en manos del software. Los analistas robóticos predicen y analizan con mayor precisión que cualquier humano y lo hacen gracias a la capacidad de gestión de datos inasumible si respiras y duermes.

Son los servicios automatizados llamados “Robo-asesores“. Cada vez hay más. Están empezando a sustituir a los asesores financieros y planificadores tradicionales. Un ejemplo de ello es SigFig, que utiliza algoritmos para adaptar las carteras de sus clientes. Se extiende a abogados, médicos, psicólogos o cualquier profesión que deba alcanzar conclusiones con la gestión de datos.

Músicos

Toyota ha estado experimentando con algo más que coches. De hecho ha creado un robot que toca el violín gracias a las 17 articulaciones que tiene en sus manos y brazos. Esto le permite alcanzar la técnica para interpretar como si fuera humano. No es reproducción, es interpretación. Toyota tiene como objetivo introducir al robot a hogares de ancianos y hospitales en menos de dos años. Para otros estilos musicales también hay otros mucho más rockeros.

Recepcionistas

El fabricante de robots japones Kokoro ha creado una recepcionista robot para todo tipo de oficinas. Se considera que este será uno de los campos de sustitución más disruptivos y rápidos. Además muy probablemente será el espacio donde los humanos naturalizaremos el trato con robots de aspecto humanoide. Ahora mismo Kokoro ha creado a Saya, una recepcionista capaz de mantener una conversación básica de 300 palabras y 700 frases combinadas. Algo así como un político.

Periodistas

Es fascinante pensar que hay robots escribiendo noticias sobre humanos. Associated Press ha estado generando automáticamente más de 3.000 artículos trimestrales de tipo económico desde junio de 2014. Esta automatización de está liberando un valioso tiempo permitiendo que sus periodistas dedicarse a buscar historias nuevas. Otra ventaja: los análisis económicos automatizados tienen menos errores que los informes escritos manualmente. Pues eso.

Vendedores

Desarrollado por Toshiba Corp, el humanoide femenino ChihiraAico puede sonreír, pronto podrá conversar, y nunca se cansa de dar la bienvenida a los clientes de la tienda dónde ‘trabaja’. A ella le toca estar en el departamento de lujo de unos almacenes de Tokio.

Guardias de Seguridad

La Universidad de Birmingham ha puesto a patrullar sus instalaciones a un guardia de seguridad robot llamado Bob. El bueno de Bob utiliza sensores 3D y cámaras de alta definición de manera que añade soporte y elimina parte del equipo previsto para esta tarea ‘tan humana’.

Cirujanos

Los cirujanos ya utilizan sistemas automatizados hace tiempo, pero pronto, los robots podrían estar equipados para completar ciertas cirugías por su cuenta sin intervención humana. La cirugía robótica supondría menos complicaciones, menos dolor, menor pérdida de sangre, una recuperación más rápida y cicatrices menos visibles.

Los camareros

Un restaurante en Chunxi Road en Chengdu tiene 10 camareros robot. Camareros robot que están empezando a ser cada vez más normales en China. Los robots toman pedidos, llevar los platos a los clientes, e incluso ofrecen saludos simples en chino mandarín. Cada uno cuesta unos 9.400 dólares.

Hay mucho más, de hecho os invito a que busquéis información al respecto y conformemos un listado de empleos que ya están siendo sustituidos por esos futuros protagonistas de la ‘última revolución industrial’. Pensad que no hablamos de robots con aspecto humano, de hecho eso es algo a lo que tardaremos algo más de tiempo en estar preparados, ni tan siquiera hablamos sólo de aparatos físicos moviendo cosas o interactuando, recordemos que hablamos incluso de software, inteligencia sintética participando de nuestro día a día y modificando todo tal y como lo entendemos ahora. Cuando empieces a imaginar, verás que mucho ya existe, y lo que no está operativo, es sólo cuestión de ponerlo en marcha. No hay límites.

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El negocio de los coches autónomos

En el estudio que hace apenas unos días por la consultora norteamericana McKinsey & Company se muestra un algo de lo que llevamos tiempo hablando y que, a medida de que se vayan sucediendo noticias derivadas, iremos naturalizando hasta el punto de no sorprendernos demasiado al ver grupos de coches autónomos por el mundo organizándose de manera automática y coordinada.
El estudio en cuestión es interesante porque cuantifica por primera vez algo que siempre se considera ‘el talón de Aquiles’ de este importante cambio: lo que perderán las marcas de coches. Algo parecido a cuando se pone en duda el avance rápido de las energías alternativas al petróleo por el control absoluto de las empresas y gobiernos dependientes y el coste que resultaría ‘evolucionar’ hacia un escenario sin energías fósiles.

La verdad es que ambas cosas pasarán y lo harán por el peso de lo inevitable. Además, como decía, no está tan claro que no hay un negocio rentable y nutritivo, también para las grandes marcas de siempre, en esto del coche autónomo. El informe McKinsey proyecta que la industria de autos de conducción autónoma en un futuro próximo provocará una ingente cantidad de ingresos cifrada ya en miles de millones de dólares anuales.

El análisis publicado no deja de ser prospectivo, de hecho ‘toma variables como el tiempo que pasará el usuario sin tener que conducir y la reducción sustancial de accidentes relacionados con la mala conducción. La utilización masiva de vehículos autónomos podría llevar a una merma sustancial del 90% en accidentes al volante en los Estados Unidos, lo que significaría un ahorro de hasta 200.000 millones de dólares con respecto a gastos médicos’.

Imagino el uso del tiempo libre. Cincuenta minutos de conducción autónoma permitiría ‘al pasajero’ mayormente estar conectado a Internet y, como es lógico, comprar productos, incluso y curiosamente, para su ‘chofer’. Tu propio coche comprando sus propios recambios.

El informe dice que ‘por cada minuto que un usuario pase en Internet durante su viaje se generarán 5,6 mil millones de dólares al año, asumiendo un escenario donde los coches autónomos fueran utilizados masivamente’. Las ganancias, de todo ello, de momento irían a las grandes corporaciones del tipo Google, Netflix, Amazon, Facebook, etc, pero obviamente, si las marcas descubren donde está el click que las enlaza con esa ingente capacidad de beneficio, el salto será inmediato.

Sin embargo, para mi, lo más relevante de lo que llevamos de momento en esto de comernos el tiempo y descubrir como nos vamos a mover por el mundo, es el caso de la marca nipona Nissan cuando anunció que se asociaba con la NASA para el desarrollo y distribución de vehículos autónomos. Ya llegan, es cuestión de horas.

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¿Es esto la Cuarta Revolución Industrial?

Hubo un momento que la economía y el modelo productivo sufrió una de las mayores revoluciones de la historia. La cadena de montaje que ideó Henry Ford retorció las costuras en las industrias que iniciaron un proceso nuevo que buscaba la eficiencia por encima de la diferencia. Ahora parece que eso, se ha dado la vuelta. La economía digital ha logrado que aquella gestión centralizada pase a ser algo procesado a través de plataformas sin propietario o sin control. Ya no es importante como construimos desde la eficiencia y si como desarrollamos las conexiones que hace rica y diversa toda la ‘cadena’ de producción.
Ahora bien, seguimos con problemas sobre como todo eso puede adaptarse a un mundo en el que hay demasiados intereses creados. Algo que viene de lejos. Cuando Baran, Cerf y Kahn crearon la tecnología computacional empaquetada en protocolos TCP/IP, el esqueleto de Internet, no todo fueron elogios y alegría. Aquella vinculación entre computadoras desde un punto de vista académico pronto tuvo detractores que consideraban que su apertura podía ser un problema.

De hecho, el nombre de aquel invento del demonio se llamó ‘Arpanet’ y durante un tiempo, se convirtió en una especie de espacio cerrado para intelectuales. Pocos supieron de su existencia. Era una tecnología dispuesta y creada para revolucionar nuestra sociedad en la sala de espera de las revoluciones.

Desde la política en general, donde todo se estaba cociendo, se consideró que era una malísima idea eso de abrir un modelo de comunicación institucional al público en general. De ‘Arpanet’ a ‘Internet’ había poco camino que recorrer pero un muro enorme que saltar. Durante un tiempo las puertas puestas en el campo parecían efectivas, pero era eso, una ilusión de algo imposible de hacer. El tiempo que pasó entre la idea, el proyecto, el concepto y su apertura legal, retrasó no sabemos cuanto, el progreso de este mundo. Probablemente, mucho de cuanto ahora tenemos, hace años que debería haber existido y, también, muchos lugares de este planeta que ahora acceden a la red y les permite erosionar las diferencias con el primer mundo, ya no existirían. Les debemos mucho, mucho retraso a los que ‘se asustaron’, a los que consideraron que todo aquello podía poner en jaque las estructuras que controlaban el trabajo, su distribución y, por supuesto, la transmisión del conocimiento entre las personas.

Pero, pasó. El mundo tuvo Internet y con él todo se fracturó. Poco a poco, pero la grieta entre el control y lo incontrolable se fue forjando, agrandando hasta ceder. Sin embargo, la ‘revolución’ no se produjo hasta que la necesidad apareció. Berners-Lee, un administrador de sistemas del laboratorio de física europea CERN, quien se dio cuenta que sin el aumento de innovación abierta y capaz de gestionarla de manera correcta sería imposible tratar con todo cuanto allí se investigaba. Para relacionarlo todo, para abrir esa red de ‘clase’ que suponía la conexión entre centros de investigación, precisaba otra cosa: la World Wide Web.

Lo que ahora llamamos ‘www’ no era más que un formato, un modo de hacer visible desde cualquier computadora un documento. Eso fue el principio, en 1991, de lo que sería la plataforma universal y abierta que ahora tenemos. Al crear ese modelo de lectura y transcripción, el conocimiento de alto valor empezó a ser visible por el público en general, y así, nutrirse de manera radical de la inteligencia colectiva. Todo empezaba a cambiar y lo estaba haciendo para siempre.

Pero no había bastante. En 1994, Berners-Lee creó un consorcio que fue llamado W3C que logró convertir la red en un fenómeno universal. Se vieron desbordados rápidamente. Las compañías que identificaron su valor y el capital riesgo que decidió apostar por todo ello, estimularon rápidamente su crecimiento. Recuerdo mi primera empresa ‘de Internet’. Se llamaba Visornet, rondaba esos años. Poca gente entendía a que nos dedicábamos y de hecho cada día era nuevo, un descubrimiento, una nueva pieza a un puzzle rarísimo y espeluznantemente vibrante. Hace 21 años. La vendimos un año después a una consultora que empezó a hacer las primeras páginas Web dinámicas que podo después se convertiría en una gran empresa que más tarde también fue incorporada en otra y en otra y así en la locura de finales del siglo pasado. (Cómo suena eso…)

El mercado universal de ideas, era eso, un zoco donde se comunicaban personas a través de un lenguaje de máquinas. Pero, ¿cómo lograr que las máquinas se comunicaran entre ellas? Eso ha perseguido el desarrollo de la red hasta ahora. ¿Cómo podían vincularlas en cada proceso de análisis de la ingente cantidad de datos que se iban sumando de manera exponencial en los servidores? Nos ha llevado mucho tiempo lograrlo. Ahora las cosas hablan entre si, no sólo ordenadores con ordenadores, sino cafeteras con neveras y coches con señales de tráfico. Yo con mi otro yo digital y mi otro yo digital con mi sistema de iluminación doméstico. Así todo.

Podremos pararlo un tiempo. Podrán reducir la velocidad, pero Internet no es ningún invento superfluo, no es uno más. De hecho no tiene que ver con si un taxista se queda sin clientes en beneficio de un usuario de una plataforma social, ni tan siquiera es si los electrodomésticos dejan de necesitar ser arreglados pues será mejor cambiarlos con software nuevo que reparar cualquier pieza. No tiene que ver con nada de todo eso. Internet no es la imprenta. No es disruptivo como lo fue en su día el acceso al conocimiento por parte del pueblo en la parte final de la Edad Media para asombro y preocupación de la Santa Madre Iglesia que tenía el control absoluto de lo que se podía leer y quien podía hacerlo.

Internet no es eso. El mundo que vivimos no es sólo el mundo que ahora gestiona y se gestiona con un nuevo factor determinantemente digital. Es todo. No es tan solo una herramienta. No es el volante, ni las ruedas, ni el cambio de marchas, no es el motor, no es el asiento de atrás, no es el semáforo, no es el guardia que indica por donde pasar y cuando, no es el sistema de control de tráfico, no es el mecánico, no es el fabricante, no es nada de todo eso. No es el coche, no es el vendedor, no es el anunciante, no es el creativo, no es nada de todo eso. Internet es el espacio donde todo sucede y lo hará ya de manera incontrolable para siempre. Evolucionará hacia la cuarta revolución industrial pero esa ya no será ni tan siquiera industrial, será de otro modo que apenas podemos identificar.

No hará falta ser pacientes. Será pronto. La velocidad a la que todo ello se aproxima es espeluznante. Cada vez toma mayor velocidad y apenas nos adaptamos, pero lo hacemos y sucede en todas partes.
Hoy en día vivimos bajo la influencia de los ecosistemas. Apple y su App Store, Amazon u otros. Sus competidores ya no pueden sólo competir con ‘buenos productos’, necesitan ecosistemas, comunidades interconectadas. Ese ejemplo deja claro que el ‘mercado’ ya no es un mundo repleto de individuos, es un individuo capaz de ser clasificado como la parte fundamental de tu proceso comercial. Sin comunidad no hay nada.

No se trata sólo de redes sociales, que también, sino de entender la magnitud de la tragedia. Un mercado líquido pero atractivo, donde, pequeñas empresas, nacidas de una buena idea, o no tan buena, se convierten en un proyecto de comunidad capaz de integrar en su arquetipo, en su funcionamiento, los caracteres básicos de ese comportamiento que nos lleva a la Cuarta Revolución Industrial, llámala como quieras, pero habrá que llamarla.

Apple en su esfera, Marketo para el marketing, Xero para la contabilidad, Tidemark para el ERP, Kareo para la medicina, IBM para la inteligencia artificial. Todos construyen plataformas, todo son plataformas. Ya no existen webs. Ya no hay redes sociales. Todo se está transformando en algo genérico, profundamente conectado.

Mientras que en épocas anteriores, las empresas competían sobre la base de la eficiencia, la capacidad y el rendimiento, ahora deben pensar en términos de ampliar y profundizar sus conexiones. Hace relativamente poco Elon Musk abrió sus patentes de coches eléctricos en una decisión inédita en el sector. Toyota hizo lo mismo con el de hidrógeno. Es parecido a lo que IBM hizo con la aportación de mil millones de dólares y así contribuir a la comunidad Linux. Todo lo abierto y accesible ha ido sustituyendo, y cada vez será en mayor medida, a lo cerrado.

Por eso, las guerras entre quienes consideran que el comercio electrónico se llevará por delante las tiendas físicas, o que las plataformas sociales se ventilaran taxis, hoteles, agencias de viajes (ayer vi una), tiendas de música (¿que es eso?), o lo que sea, son agresiones que se deben evitar, no enfocan correctamente. Esto no va de si algo debe quedarse a costa de otro que quiere venir. No hay opciones de ese tipo. Como decía Heather O’Rourke en Poltergeist, ‘ya están aquí’.

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¿Preparado para los últimos avances en Inteligencia Artificial?

Alan Turing creó un test que lleva su propio nombre a mediados del siglo pasado al escribir el artículo Computing Machinery and Intelligence. Consistía en determinar si una máquina era capaz de pensar. De hecho la prueba en si misma trataba de definir el punto exacto de conexión entre la inteligencia artificial y la conciencia humana. Durante más de veinte años ese test siempre condujo al mismo resultado negativo. Un grupo de jueces preguntaban a dos pantallas diferentes cuestiones y éstas respondían. Una estaba controlada por un ser humano y la otra por un software.
La idea de Turing era que si una máquina actuaba de manera inteligente se podía establecer que lo era y, por lo tanto, rozaba la conciencia, la humanidad. Finalmente a finales del año pasado, un tal Eugene, un hipotético niño de 13 años, lograba engañar al jurado. No era un crío ucraniano hijo de un ginecólogo como decía el ‘bicho’, sino un software capaz de hacerlo creer durante el evento que se realizó en la Royal Society de Londres.

Eugene no era otro que un software diseñado en San Petersburgo, un ‘chatbot’ (robot diseñado para conversar) desarrollado por los programadores ucranianos Veselov y Demchenk hace doce años. Curiosamente la clave estuvo en que se pensó simular a un niño y no a un adulto, pues aunque el robot hablara de todo como si supiera no parase de cometer errores. El error como clave para parecer humano me parece algo fascinante, una personalidad sintética que se muestra en fase de experimentación, aprendiendo, errando, explorando. Como un niño. ¿Qué hay más humano que un chaval de 13 años?

Sin embargo lo que me interesa mucho más es ver como Eugene logró mantener conversaciones creíbles, humanas, con interpelaciones, interrupciones y cómo buscaba la lógica de la conversación. Hace ya unos años invertimos en Cilenis, empresa especializada en este tipo de desarrollos y que, aun estando en otro nível, me ha permitido aprender mucho de todo ello y darme cuenta de que cerca está todo el modelo relacional entre máquinas y seres humanos.

Soy un apasionado desde niño de las novelas de ciencia ficción. La primera ‘paga’ que mis padres me dieron hace mil años la gasté en libros de una colección de Isaac Asimov y otra de Ray Bradbury. El resto fue para dos chicles de plátano. Por aquel entonces la ciencia ficción, en libros o en cine, trataba el efecto, los fuegos artificiales, buscaban crear una fantasía en torno a cosas que difícilmente pudiéramos entender. Viajes a otros mundos o un planeta habitado por humanoides. No aparecía Internet ni nada que se le pareciera. Se hablaba de ‘teletransportación’ pero no de comunicación global. Lo más parecido a un teléfono móvil era el golpe en pecho que se daban los protagonistas de Star Trek cuando querían hablar entre ellos a distancia.

Ahora el cine o la novela que habla del futuro suelen adaptarse al futuro inmediato. Algo cercano, como si fuera imposible relatar que sucederá más allá de lo que vemos en el horizonte. Estamos escarmentados. En apenas dos décadas este mundo no lo conoce nadie que lo habitaba entonces. Ahora es imposible predecir que supondrán todas estas aplicaciones inteligentes en nuestro día a día en ni tan siquiera medio lustro. Coches que van solos, ciudades organizadas inteligentemente por un software, datos aportados de nuestro comportamiento a una base de datos megalítica a fin de que nuestro ejercicio de vivir sea más fácil y requiera menos intervenciones o procesos. Nadie puede ver que viene como nadie pudo interpretar el escenario actual.

Y ahora está claro que en todo lo que comentamos aquí, de cuantos proyectos desarrollan muchos jóvenes y no tan jóvenes en sus startups que buscan aportar cosas nuevas o mejorar las existentes, van a tener mucho que ver con eso que llamamos Inteligencia Artificial. Mientras vivimos, la vida real se va preparando para algo que está mucho más cerca de lo que pensamos. Que Google y otras grandes corporaciones inviertan en empresas que desarrollan robots físicos, humanoides, que en Japón la industria de simular la humanidad esté realizando avances míticos o que un software ruso pudiera engañar a un jurado británico no son más que aspectos que se entrecruzan y que desembocan en un escenario ‘posthumano’ muy próximo.

https://www.youtube.com/watch?v=hlHrvQ7D5OU

Fijaros como las películas ya no sólo se esfuerzan en los ‘efectos especiales’. Ahora las tramas buscan explicar científicamente aquello que aportan. Unas lo logran mejor y otras no tanto. Her, trataba de algo que muchos pensamos que es factible. No sólo la toma de conciencia de un sistema operativo, sino la opción de llegar a confundir si con quien interactúas es real o no.

La AI todavía está considerada un mero asistente personal. De ahí que la inversión en esta industria no esté dando grandes pasos todavía de manera visible. La financiación en este tipo de proyectos es bajo demanda y hay poco de capital riesgo capaz de ‘acompañar’ a proyectos de este tipo que requieren mucha investigación e ideología si me apuras. Inversiones muy vinculadas a la universidad y sus laboratorios. El gobierno que apueste por ello, el ecosistema que se centre y ponga recursos ingentes para que los mejores en este campo se instalen y apliquen con empresas en paralelo, estará cambiando el ‘point of view’ de ese territorio. Estaría sentando las bases de un modelo productivo de futuro, de conocimiento y tremendamente versátil y eficiente.

Si alguien con capacidad para decidir me está escuchando, le diré que ya no es necesario invertir en superordenadores ni en nada que se le parezca. La velocidad de las infraestructuras necesarias, la disponibilidad y magnitud de todo ha permitido algoritmos más capaces para abordar los problemas más ambiciosos. No sólo es el hardware necesariamente más rápido, ahora son matrices especializadas disponibles en la propia nube. Lo que solía ser ejecutado en los laboratorios especializados ahora se puede implementar desde ‘cloud’ por coste mucho menor. No hace falta crear un parque ‘temático’, sólo las condiciones para que nazcan empresas vinculadas a este campo. Que no sean anécdotas sino genérico. Que se complementen, que trabajen en común, que perciban una apuesta firme.

Esa revolución de la que hablamos muchas veces está en su epicentro. Ahora más que nunca. Cuesta darse cuenta, tiene que ver con todo cuanto nos rodea y lo que se está haciendo ahora mismo en muchos lugares del planeta. ¿Por qué no subirse? Tiene que ver con el Big Data, un espacio de interés para las compañías que ven en la Inteligencia Artificial un campo claro de crecimiento. Almacenamiento en la nube, datos, digestión de todo ello y demanda de soluciones prácticas no harán más que hacer crecer ese sector y, por derivación, la capacidad de todo lo que tiene que ver con la inteligencia no humana.

El foco puesto en la AI ya es general. La inversión llega y va a ir definiendo en que empresas pueden utilizarla y como. No hablo de ‘un televisor en tu casa hablándote’, hablamos de algo menos ‘cool’ pero igualmente efectivo y disruptivo. Por ejemplo empresas vinculadas a plataformas, proporcionando APIs genéricas basadas en Inteligencia Artificial para profesionales como hace Nuance, PredictionIO, o Wise.io. También para empresas de nueva creación, combinando tecnologías básicas y servicios profesionales de personalización para otras empresas en general como hacen en Skymind o Predii. Otro campo serán las empresas de productos enfocados a aplicaciones verticales y específicas de la propia IA como ahora desarrollan Euclides Analytics o HoneyComb. Si tienes una empresa que gira en este entorno, me interesa.

En definitiva, ahora mismo de la Inteligencia Artificial ya podemos esperar muchas cosas, de su conciencia o no, veremos. Mi impresión es que su uso se encaminará a la detección de errores en múltiples campos y a aportar solución, al diagnóstico médico, a la gestión pública, a la asistencia personal, a la navegación sofisticada y al descubrimiento de clientes y productos para el comercio electrónico como elemento de interacción comercial o sencillamente como interpretador de necesidades en una tienda. Tal vez todavía es un buen guión cinematográfico, una buena novela de ciencia ficción, pero está claro que uno de los campos más interesantes del desarrollo económico que nos espera en apenas dos o tres años es ver como traspasamos la próxima frontera que supone todo ello, entre la innovación y su aplicación. Recordemos que ‘innovación existe si el mercado la acepta’. ¿La aceptará?

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Mientras tanto, Internet se convierte en 'todo'.

Mientras lees esto. Durante el partido que viste el domingo. Cada vez que sales a correr o quedas con los amigos. Al revisar el trabajo escolar de tu hijo. Esperando el metro. En cualquier momento. En todos esos minutos en los que el planeta gira en un sentido concreto, alguien está ya acabando el arquetipo del mundo que lo hará girar en otro. Se trata de gente que ahora mismo están preguntando a un algoritmo cuestiones que precisan un razonamiento, generando dudas en una máquina, procurando que los procesos binarios se asemejen lo máximo a los neuronales o, sencillamente, creando empresas que lo van a cambiar todo definitivamente.
En un reciente artículo de Tom Goodwin, éste señalaba la tremenda paradoja que para muchos puede suponer que la mayor compañía de taxis del mundo no posea ni un solo vehículo, que el espacio mediático más importante no genere contenido propio, que el entorno minorista más valioso del planeta no tenga inventario o que el mayor proveedor de alojamiento hotelero que existe actualmente no tenga una sola propiedad. Hablaba de Uber, Facebook, Alibabá y Airbnb respectivamente.

En ese mismo artículo, Goodwin, señalaba aspectos que aquí hemos comentado en ocasiones. Desde la propia Revolución Industrial hemos ido desarrollando una cadena de valor basada en complejas fórmulas que incorporaban distribuidores, importadores, mayoristas y minoristas, lo que a su vez permitió, desde entonces, que cualquier producto se pueda vender y consumir en cualquier lugar.

Fue Internet. Internet es el culpable de todo. El mecanismo más poderoso que la humanidad ha podido establecer por su capacidad de modificarlo todo. Además, en cada nuevo avance que le afecta, el giro es absoluto. Recordemos ya todos los ‘internets’ que hemos vivido.

Todo empezó con un Internet Técnico. Los primeros años de un modo de comunicar que permitía trasladar información cifrada de un lugar a otro aprovechando la potencia de eliminar todas las barreras. Pero era dependiente de muchos aspectos.

Luego llegó un Internet Empresarial. Antes del año 2000 las empresas se lanzaron a la conquista de su ‘espacio web’. Avanzábamos hacia un mundo digital donde las compañías con mayor potencial determinaron el rumbo de para que podía ser útil económicamente la red de redes.

Más tarde, un Internet Social dónde el sistema que supuso modificar el lugar dónde pasaban las cosas generaba una libertad total al usuario. De las cadenas que suponía la instalación de software en tu computadora a sencillamente a ese nuevo escenario en el que tu ordenador es sencillamente la ‘pantalla’ de algo que pasa en el servidor remoto de alguien. Ya no teníamos que descargar nada, todo sucedía en otro lugar. Así nacieron las redes sociales.

Ahora, otra nueva tecnología modifica el escenario. Todo es automático. Internet automático. Va sólo. El 90% de cuanto sucede ya no tiene que ver con nuestra acción o deseo. El big-data y otros aspectos ejecutan de modo determinante sin consultar. Este nuevo avance, en Internet, lo está cambiando todo.

En breve, aterrizando, la Internet de las Cosas. Mucho más allá que automatizar. Sencillamente un nuevo campo tecnológico dentro del concepto Internet que ha decidido que conectar personas está muy bien, pero que si te pones a conectar objetos el universo se amplía y facilita la vida.

En nada, detrás de la esquina, la Internet posthumana, la llamada Internet del Todo. Un escenario donde quienes ‘entrarán’ en la red ya no seremos nosotros. Lo harán nuestros ‘robots’, nuestro software inteligente que se relacionará con ese mundo líquido y cambiante, que lo interpretará mejor que nadie y nos lo entregará a la carta, su carta.

Y, en apenas una década, lo que ahora llamamos Internet, sencillamente será ‘Todo’. A cada evolución, a cada cambio que simplifica un proceso, cada vez que una línea de código es eliminada de un programa para simplificar el mismo proceso, o cuando se sustituye ese comando por otro que es capaz de hacer algo por si solo y lo hace en coordinación con un objeto para completarlo en la globalidad del conjunto de nuestra existencia inmediata, nos acercamos a un nuevo y radical cambio.

No es sólo ya que las discográficas, las agencias de viajes o un nuevo negocio afectado por la modificación en la cadena de valor esté en riesgo cada vez que hay un nuevo ‘avance’ en lo la morfología de Internet. No, es algo más complejo. Tiene que ver con la adaptación al medio de algo vivo, con la propia evolución de algo nuevo que interpretábamos que era un ‘sistema’ y ha resultado ser un ‘ecosistema’ que muta, mejora y se adapta.

En apenas dos décadas Internet ha cambiado tanto que no la reconocemos quienes la vimos nacer. Somos una generación que vivía sin ella, sin teléfonos móviles, sin Google. Cuando querías saber algo debías ir a un lugar llamado ‘Biblioteca’ y no era para estar tranquilo o en silencio, era para consultar la sabiduría universal, algo que hoy cabe en un USB. Mientras todo transcurre, Internet crece y se convierte en Todo.

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¿De qué hablan las maquinas?

Al despertar escuché un cuchicheo de lejos. Eran mi cafetera y la nevera charloteando. No le di importancia, suelen hacerlo siempre al empezar al jornada. La tostadora no entra en debates y más cuando el asunto es acerca de consumo de calorías o ir de compras. Café intenso pero con la justa tasa de fortaleza que a mi me gusta. Es lo que mi cafetera inteligente considera adecuado para empezar bien el día. Sin embargo mi nevera, también inteligente, suele tener consideraciones mucho menos aplicadas al sabor sino que se enfoca en aspectos más técnicos. Le gusta comprar lo justo, de alto valor nutritivo y se lee todos los indicadores orgánicos descartando siempre aquello que, su sistema operativo, considere aditivo, innecesario o que pudiera causarme algún inconveniente en el futuro.
La suerte es que ‘KubiRubiko’ siempre atempera los nervios en casa y se encarga de que la ‘sangre’ no llegue al río. Es el sistema central de control de mi hogar, mi gran aliado, el justo y equilibrado señor de mi casa. Controla el consumo, la emisión a la carta (su carta) de música, cine o noticias sobre cualquier superficie de mi apartamento que previamente ha filtrado, analizado, resumido, estructurado y presentado, sin perder tiempo ni hacérmelo perder a mi. Todos vivimos felices, nos comunicamos mucho. A veces, incluso, lo hacemos con personas.’

No es ciencia ficción. Que no lo veamos no quiere decir que no esté pasando. O, en el mejor de los casos, está a punto de pasar. La tecnología no nos entrega el futuro, lo empaqueta en papel celofán y espera que nosotros mismos saquemos conclusiones. Si el resultado que obtenemos es lo mismo pero con nuevos ‘juguetes’ estaremos fracasando. No se trata de ‘hablar entre objetos’, es un cambio esencial del comportamiento moral y social de toda nuestra especie lo que se está larvando.

Deberemos aceptarlo. Mejor dicho, deberán. Todo cambia y lo hace porque la tecnología nos hace más inteligentes. Se pongan como se pongan, los hoteles cambiarán, los taxis, los periodistas, los directores de revistas como esta, o lo que se os ocurra, cambiará. Todos estamos afectados y es cuestión de alegrarse por ello. Saber más nos hace avanzar. Sobretodo porque cuando sabes más detectas lo que está mal, sabes que algo necesita de arreglo. Si no sabes nada nunca podrás saber que aquello ‘iba mal’. Por eso nos dirán que todo eso de los robots, las cosas hablando entre si y la evolución natural de la tecnología puede ser muy malo. El infierno de silicio le llamarán. Pero eso no tiene porque ser así.

Los robots no son malos. Ni buenos. Son el futuro como lo es tu hijo o el mío. De ellos es todo esto. Nosotros solo estamos con la puerta entreabierta, ellos la abrirán de par en par. Siéntete importante. Has vivido, estás viviendo y seguiremos en el futuro disfrutando el hecho de ser parte esencial de todo cuanto va a cambiar el mundo. Algo parecido a la posthumanidad bien entendida. La evolución natural de nuestra especie ha empezado un nuevo paso, probablemente el estadio en el que tratemos directamente con objetos inteligentes, pero aceptemos que ellos, entre si, también dialoguen para servirnos un mundo más eficiente y mejor.

Robots, software, conocimiento, cambio. Tecnología a toda velocidad. Ahora, por primera vez y a diferencia de otras revoluciones, la tecnología disponible está en las manos de cualquiera. La minoría poderosa ahora es la que se siente amenazada. Si antes podían establecer los criterios y las bases del uso de esa tecnología, ahora eso no es así.

Obviando problemas que se han asentado y que pondrán en juego todo este bucólico escenario, ‘peak oil’, reservas, superpoblación y colapso entre divisas, este podría ser el principio de un mundo mejor en manos de todos, con mayor conocimiento, capacidad para decidir, para emprender nuestros propios proyectos, con la eliminación de intermediarios y con una conjunción casi imperceptible entre máquinas y humanos. En este tercer número de Westinghouse vas a poder adentrarte en este mundo inminente que da sus primeras muestras de cómo va a ser y no se olvida de cómo es ahora mismo. Volvemos a mostrar ‘la hoja de ruta aparente’.

¿De que hablarán las maquinas? Vete tu a saber, seguramente de lo mismo que nosotros. Lo único que podemos tener en cuenta sobre ese dialecto imperceptible es que ya es una lengua más, un escenario de comunicación entre los que ahora son sólo objetos adquiriendo conocimiento y aprendiendo artificialmente y un mundo que trastocará el nuestro donde las propias máquinas serán capaces de rebatir, dudar y opinar acerca de lo que nosotros les ordenemos.

El futuro puede ser mucho mejor, pero dependerá de los que lo estamos construyendo, los que de algún modo, tenemos la responsabilidad de convertirlo en un lugar habitable para nuestros nuevos inquilinos. Vienen, seguro, mejor aceptarlo y hacerlo cómodo. La mayoría de ellos ya están aquí y ni lo sabemos. Están por todas partes sólo que aún no han aprendido a comunicarse con nosotros o, sencillamente, no tienen nada que decirnos todavía. Todo llegará.

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*Editorial del número 3 de la revista digital económica Westinghouse Future Economy. Actualmente disponible sólo para iPad pero durante este mes de marzo estarán ya disponibles las versiones en Android y Smartphone.
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Hoteles, bancos y peluquerías atendidas sólo por robots

Fin de la ciencia ficción. Bienvenido al futuro. Un hotel en la ciudad de Nagasaki, el Henn-na Hotel, está haciendo una selección de personal un tanto curiosa. Entre los seleccionados no habrá un sólo humano. Todos serán una especie de C-3PO diseñados por Kokoro, empresa que lleva desarrollando desde hace 12 años el proyecto ‘Actroid’. Un robot de aspecto humano cada vez más eficiente y real. Son robots que parpadean, ‘respiran’, hablan japonés con fluidez, chapurrean el chino, el coreano y el inglés, tienen lenguaje corporal y atienden al tuyo.
En 2011 tuve la oportunidad de ‘conocer’ a un humanoide similar durante una feria. Recuerdo que lo más sorprendente no es que te hablen, te atiendan, su aspecto o que simulen respirar, lo que realmente les da ‘vida’ es que te miran. Saben distinguir el punto de mirada y eso te hace entrar en contacto directo con un objeto que, de algún modo, a medida que incorpora datos y aumenta su velocidad para procesarlos, casi piensa.

En julio este hotel de 72 habitaciones será atendido por una decena de robots humanoides capaces de saludar a los huéspedes, registrarlos, transportar el equipaje, limpiar las habitaciones y al final, vete tu a saber, dirigirlo. El proyecto no tiene como objetivo quedarse sólo en los servicios que pueden ofrecer estos robots, lo que esperan es ir aumentando el rendimiento, la capacidad cognitiva (si me lo permiten) y generar en generaciones posteriores de ‘personal’ la posibilidad de que la inteligencia artificial aflore y tome decisiones fuera de lo que una conducta digitalizada permite ahora.

El hotel Henn (que significa cambio o algo parecido en japonés) ha intentado que la impresión de que el hotel va a ser algo frío, o que con tanto robot andando por ahí va a faltar ‘calor humano’, se compense diciendo que a parte de recepcionistas, botones y servicio de habitaciones, se complementará con algún ser vivo ‘persona’. No obstante, el presidente de este grupo hotelero, Hideo Sawada, asegura que el 90% de las tareas y servicios del hotel las llevarán humanoides y software asociado.

Pero vamos a los temas sensibles y que en este blog interesan. Por un lado sepamos si esto es un aviso o una extravagancia. Cuando viajas a Japón o Corea te das cuenta de que hay un mundo aproximándose a toda velocidad y que tiene que ver con todo esto de automatizar a base de autómatas. Quien viajara o tuviera acceso a lo que pasaba en Tokio hace dos décadas vio parte del futuro que hoy vivimos todos con respecto a la dependencia de teléfonos móviles, máquinas que lo expenden todo, accesos a transportes sin humanos, trenes que van solos, etc.

Ahora pasa igual, miremos bien al llamado ‘hotel más eficiente del mundo’. Así será este hotel. No es una broma, es la pura realidad futura tocando a la puerta de todas las cadenas de hoteles del mundo y a todas las miserables oficinas de empleo temporal. Veremos robots en la cola del paro algún día.

La CNN explicó como será a partir de julio un día en este hotel. Llegas y podrás acceder a tu habitación sin llaves. Todo irá por reconocimiento facial y la temperatura ambiente se monitorizará en base al calor de tu cuerpo. No se deberá llamar a recepción, eso se hará por medio digital con tu teléfono que activará una aplicación al entrar en el hotel.

Lo mejor, el precio. Resulta que un país caro y en una ciudad cara este hotel ofrecerá habitaciones por menos de 50 Euros la noche. Podría ser esa la clave. Si logras hacer eficiente el uso del hotel, no sólo por salarios, estamos hablando de otros elementos con los que un humano no puede competir, tienes menos costes y al final se repercuten en la venta.

Henn-na no se limita solo a construir robots para hoteles. En Tokio, desde hace unos días, hay un robot que habla 19 idiomas y que te ayuda a utilizar a su primo, un cajero automático que hace de todo y que, hasta hace unos días, sin ‘Nao’ (asi se llama el autómata banquero), tenías que estudiar un MBA. Ahora con su apoyo y comprensión, de una tacada, se han quitado tres recepcionistas, una azafata y dos cajeros viejos.

A pocos metros de este banco, los japoneses de allí pueden ir a un bar espectáculo dónde sólo te sirven, actúan y atienden robots, o a una peluquería donde el lavado y corte de pelo te lo hace un robot de 24 dedos. Tal vez, después de tanto robot, en el banco, en el bar, en la peluquería, lo más lógico es ir a un hotel robot y así acabamos el día como Asimov manda.

Definitivamente vamos al paro todos. De aquí nada, de hecho ya hay alguno, los que damos conferencias seremos sustituidos por un bicho de estos más gracioso, mejor visto, que no se cansa, capaz de dar decenas de charlas al día, con una voz genial, proyectando el mismo y que no le molesten los teléfonos móviles en la sala, y si les molesta les enviará rayos gamma a su propietario en medio del aforo.

Habrá a quien todo esto o bien le asuste o lo vea lejano, incluso freak, que es posible pensar que los japoneses están ‘pallá’ o que es imposible que todo esto llegue a nuestros días de un modo tan real. Si hace diez años te dicen que en el supermercado de barrio al que vas siempre, no ibas a encontrarte un humano que te pase los productos por el lector de precios no te lo hubieras creído. Revisa exactamente tu manera de ver el mundo hace 20 años. Piensa. Yo lo hice, y un día publicaré aquella carta personal. Y os aseguro, yo era un visionario al que todos tachaban de decir cosas que ‘eran imposibles’, y me quedé corto.

Foto de Vincent West Reuters

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El Big Data y la Internet del Todo.

¿Recuerdas cuando ser un ‘Community Manager’ era lo más ‘cool’? Ahora es un término que se utiliza lo menos posible por haber llegado al exceso y seguramente por haber sido mal definido en su día. Eso pasa mucho en tecnología, en las formas económicas cambiantes que nos toca vivir. Muchos vocablos aparecen para definir cosas nuevas, para intentar explicar en pocas palabras lo que representa una nueva actividad o un nuevo modelo de gestión. Además, se complica cuando el idioma que tiene que hacerlo es uno que de por si ya es suficientemente cáustico, el inglés.
Pues en eso estamos con lo de ‘Big Data’. Existe como una especie de tendencia a vincular dicho concepto exclusivamente a predecir que querrán los consumidores, a una especie de publicidad predictiva como si de una bola mágica se tratara y fuera capaz de decir donde y cuando va a haber un cliente de una empresa determinada y de proponerle el producto ‘que él ni sabe que quiere aún’.

Estoy seguro que en breve, apenas tres o cuatro años, decir que tienes una empresa de ‘Big Data’ será como raro, fuera de tiempo. De hecho lo que denominamos ‘Big Data’ no es más que una esquina de todo esto del análisis de toda la información generada.

Asistí hace un año a una charla de Arvind Narayanan, un tipo que investiga todo esto en Princeton y que fue el primero en analizar el valor de identificar las referencias cruzadas de los clientes ‘supuestamente anónimos’ en Netflix y cruzarlas con la Internet Database Movie. Recuerdo que explicaba que históricamente se capturaban los datos a través de procesos informáticos, como los sistemas de pago, pero ahora gracias a las redes sociales y a las tecnologías móviles combinadas con la ingesta masiva y analítica de datos, el foco está en las interacciones y experiencias de los consumidores. Todo ello proporciona datos de mucho más valor.

En esto del Big Data hay que diferenciar dos fases. Una primera que se basa en los datos procedentes de la secuencia de clicks en las páginas webs, que han permitido comprender las preferencias de los usuarios y su comportamiento. La segunda, la que me interesa más, es la que se deriva de que deja de lado las transacciones que realizan los usuarios y se centra en las interacciones de éstos. Es decir, no solo es un tema del ‘dato de lo qué compra el usuario’ sino todos los clicks que hace para alcanzar esa compra. Esa es la clave.

Decía que ‘los primeros datos son sencillos de analizar porque todo está bien especificado, pero los datos de las redes sociales necesitan mucha más interpretación, hay mucha más ambigüedad en cómo la gente se comunica y por eso la tecnología es más sofisticada

Pero si estás pensando que esto del Big Data es muy complicado o que da algo de miedo, relájate, porque aun hay más. Una tercera generación en el análisis masivo y comprensión de datos se aproxima. Son los datos provenientes de sensores, de la Internet de las Cosas, del M2M. En el futuro, todo será capaz de sentir, de recibir un estímulo a través de un sensor.

Coches que no necesitaran conductor pero si datos, un cepillo de dientes enviándote un email con el estado de tus dientes, toda la logística de donde compras y como se te vende, las mascotas llevarán sensores, las autopistas, los bolígrafos, las lámparas, las persianas, las tostadoras, tu mujer, tu televisión, tu teléfono y tus zapatos. Todos esos datos también, ¿qué te pensabas? serán analizados, interpretados y recolocados donde sea preciso.

Justo en ese instante aparece una ecuación que sólo es capaz de identificarse en novelas de ciencia ficción pero con la diferencia de que en breve el adjetivo será innecesario. Internet de las Cosas (y sus sensores) más Big Data (con su analítica global) nos da la Internet del Todo. Ese es el destino.

Me temo que existe una especie de prejuicio sobre que todo esto del Big Data está planteado para ‘vender más’, para ‘interpretar intenciones de voto’ o para adelantarse al consumidor, borrego, ciudadano. Es como si, a partir de ahora, el control de nuestro destino estuviera escrito en un código binario y nosotros no lo supiéramos.

Lo dudo, tiene que ver con la Nueva Economía y sus interacciones sociales. Me atrae mucho más saber como esa ingesta masiva de datos y su interpretación lograrán afectar a la educación, en como esos datos permitirán hacer más eficiente el gasto sanitario o educativo, el transporte más eficiente, en como nos ofrecerán una mejor calidad de vida atendiendo a la transacción de datos. Me interesa más ver como eso del Big Data se integra como solución socioeconómica y cultural en lugar de ver como logra ofrecer anuncios personalizados. Lo segundo, que pasará y pasa, es lo de menos.

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Tecnología en un móvil para que vean los invidentes

Imagina una aplicación para smartphone que permitiera ver a una persona ciega. De algún modo ya existe. Al igual que hiciera en su día el francés Louis Braille ideando el sistema de lectura y escritura que lleva su nombre, Hans Jørgen Wiberg, un discapacitado visual sueco, presentó en el evento Startup Weekend en Dinamarca hace un par de años su propio ‘sistema Braille’ aprovechando la tecnología socializada que permite el uso compartido de datos, imágenes y la conexión entre personas.
La App ‘Be My Eyes’ busca facilitar la vida a las personas con ceguera, conectándolos con asistentes videntes a través del teléfono. El ciego pone su teléfono frente a lo que necesita ‘ver’. Un espacio desconocido, una información que no puede leer, un color o una persona. Lo que sea y otra persona se lo describe al detalle.

Elegir entre un número de objetos el que desea la persona invidente o saber fechas de caducidad son aspectos de la vida tremendamente sencillos para quienes tenemos visión pero son retos diarios que podrían ser mucho más sencillos bajo este punto de conexión socializada y solidaria. A través de una llamada de vídeo directo sin coste ya que utiliza canales de datos, la aplicación concede a las personas ciegas la oportunidad de conectar con un voluntario que esté disponible y le ayude, describiendo cuanto ve por la cámara de su teléfono aquello que tiene frente a él. De esta manera, mediante el trabajo en común ambos son capaces de resolver cualquier situación.

Y es que no hay límites para la tecnología social. Ya no se trata de poner en contacto conductores privados y pasajeros, ni de conectar propietarios de viviendas con potenciales inquilinos eliminando la cadena de intermediarios ya sean taxis, hoteles o lo que sea. Hablamos de tecnología que responde a un criterio y funcionamiento similar pero cuyo fin es otro. El modo es el mismo y el efecto, en este caso, espectacular. Sin embargo hablamos de que hay espacios digitales que ahora permiten interacciones que antes eran impensables. Ya lo vimos con las academias de idiomas que poco a poco irán socializándose.

Muchas personas con una necesidad. Miles de potenciales actores dispuestos a ofrecer el servicio. Una plataforma que conecta y une ambas realidades. Desaparicion de la cadena de valor. Por otro lado, una cadena que en este caso ni existía, o sencillamente era inasumible.

Ya hace tiempo que iPhone es de uso relativamente sencillo para las personas ciegas. Tiene una característica llamada VoiceOver que permite utilizarlo gracias a una voz sintética y una ‘interface’ basada en el contacto. La experiencia de uso es realmente prodigiosa y ha acercado correos electrónicos, redes sociales, y aplicaciones diversas a a todo el mundo independientemente de su estado de visión. En este caso, esta aplicación permite que via VoiceOver se disponga todo el proceso de ‘Be My Eyes’.

Por cierto, si alguien hace un mal uso de la plataforma o de lo que se espera de la misma, la propia red los excluye. También, a partir de septiembre de este mismo año, iniciaran el modelo de negocio que, aunque todavía no se ha lanzado, girará entorno a la suscripción de quien desea ‘ver’ y el pago comisionado de una parte de aquellos que describen.

Veo cien modelos de negocio más y, tal vez, muchos vinculados a cosas que me tienen tremendamente ocupado estos meses como el M2M, la IoT, el Big Data o el ‘negocio predictivo’.

Seguro que seguiremos hablando de esta derivada tecnológica que espero, nadie, encuentre que precisa de leyes, permisos o meriendas diversas. Que de todo hay.

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