Europa cada vez más lejos de liderar económicamente el mundo
Aun recuerdo estas propuestas que desde el mundo emprendedor se lanzaron al gobierno español y que bien podían derivarse al resto de Europa. Eran medidas que buscaban ayudar a crear un clima económico para las empresas a fin de estimular la hipotética recuperación que se comentaba por entonces. Se presentaban como punto de vista al valor añadido, al proceso tecnológico y al estímulo emprendedor y que, sobretodo, pusiera las bases para que grandes compañías locales lograran ser algún día miembros de una lista en la que no hay manera de aparecer.
Una lista que se conforma de las firmas cotizadas más valiosas del mundo. Algo así como un big picture del poder empresarial global. Un listado que demuestra que, si bien la tecnología es omnipresente, lo que es abrumador es que la mayoría son empresas norteamericanas. De las 50 empresas del mundo con mayor valor en Bolsa, 33 son yankees. Cinco más que doce meses antes. No es casual, de hecho el empuje del modelo económico basado en el conocimiento y la tecnología aplicada es brutal y se deriva de mucho tiempo trabajando en esa dirección. Políticas activas, capital riesgo, formación, ecosistema emprendedor, todo, ahora se consuma en un espacio en el que las cinco primeras empresas de mayor valoración bursátil en el mundo son de allí. Del top10, ocho.
A los americanos les sigue China con casi una decena de grandes compañías entre ese medio centenar. Destaca la entrada de Alibaba que definirá con toda seguridad el inicio de un tipo de empresa tecnológica de ese país al que nos iremos acostumbrando a ir recibiendo. Otros, como Rusia, ya ni aparecen cuando apenas hace un año tenían tres macrocompañías entre las más valoradas del planeta. Esto va rápido.
Hay detalles curiosos. Japón y Corea del Sur solo tienen a Toyota y Samsung, respectivamente. Ninguno de los gigantes está en Latinoamérica. La primera mexicana de la lista es la firma de Carlos Slim y no aparece hasta el 116.
Las empresas son reflejo directo del estado en valor de una economía y de su criterio de crecimiento. Es verdad que hay muchos más valores pero son muchas veces, éstas, las que generan flujos económicos alrededor de sus intereses, los cuales, de rebote tocan a miles de empresas y circuitos complementarios que enriquecen una sociedad y la hacen similar a los valores que expresan. Empresa tecnológica trae sociedades tecnológicas, más tarde o más temprano.
Y en esto que Europa se apaga. Poco o nada que ver en esa lista. Por no haber no hay ni alemanes. A parte de farmacéuticas y algún banco, salvo suizos, belgas y británicos la cosa no está como para tirar cohetes. El valor que se le puede dar a todo esto es significativo.
¿Y las empresas españolas? España sigue sin aparecer entre las 50 principales del mundo por valor en Bolsa. Telefónica llegó a estar en 2008, en seis años ha perdido 100 puestos. Ni Banco Santander, Inditex, BBVA, Iberdrola, CaixaBank, Repsol o Gas Natural aparecen. No valen lo suficiente como para estar entre los 50 primeros.
Pero tranquilos, pan para todos, consuelo de tontos. Ninguna de las cuatro grandes potencias de la zona euro compuesta por Alemania, Francia, Italia o España, tienen a una sola empresa entre las listadas como las cincuenta de mayor valor del mundo. Y es que la distancia entre el poder empresarial de Estados Unidos y China frente al de la zona euro es de aurora boreal. Algo que, visto lo visto y viendo lo que vamos viendo, no va a cambiar e, incluso, empeore.
Del 'huevo' de Google al lujo de Mercedes-Benz
Al hablar de coches autónomos, que no precisan de conductor, siempre surgen ‘críticas’ acerca de la revolución que supondrá en el estatus concedido a esta máquina. Se suele decir que, a parte de los temas organizativos, los límites legales y la complejidad de interpretar la superficie comparativamente a lo que un satélite puede entregar, que en el futuro inminente deberemos enfrentarnos a una batalla sociológica acerca de lo que supone tener un modelo u otro, de mayor o menor potencia o lo que sea.
Vayan preparándose. Ya no es sólo un tema tecnológico. De hecho pronto dejará de tener relevancia el asunto del combustible que utilizan o derivados similares. El petróleo está en su guerra particular mientras la historia avanza por su propia vereda. El asunto de tener una extensión mecánica de cada uno de nosotros, limitada a una marca o modelo, con mayor o menor potencia, con mejores acabados y con aspectos de aurora boreal, también cabe y bien en el asunto de los coches autopilotados.
Miren este Mercedes Benz que se acaba de presentar en el Consumer Electronics Show de Las Vegas. Se trata del F015 Luxury in Motion. Un concepto de vehículo de lujo y de autoconducción elegante. Esto ya no va de ‘el huevo’ que Google ha puesto en la antesala del futuro, no es un juguete por ordenador, es algo más. Es el posicionamiento de uno de los grandes del lujo y el motor.
Lo que para mí es más importante de esta presentación es que Mercedes demostró que no hace falta ser una empresa de tecnología para producir un modelo de autoconducción ejemplar. De hecho, la marca alemana no plantea el coche éste como un medio de transporte que te lleva de un sitio a otro, sino que te lo plantea como un salón de lujo, una especie de ‘retiro’ de tipo privado.
Ya hemos dicho que Google está pensando más en convertirse en el sistema operativo global del movimiento automático que en producir coches que vayan solos. De hecho es fácil de ver que la inversión que hicieron en Uber va por esa vía. Millones de ojos verificando superficie y correspondiéndole con su Google Earth. Digamos que mientras prueban todo eso poco o nada les importa que otros estén desarrollando coches de este tipo, pues en realidad, lo que buscan es que todos vayan bajo sus ‘mapas’ reales.
Ahora ha sido Mercedes, también hay algo en Volvo, Audi y otros. En breve utilitarios baratos mostrarán sus modelos automatizados. Esto va a ir muy rápido. Algo así como cuando a mediados de los noventa veías un Motorola y te ponías cachondo. En dos años, leyes y usuarios se pusieron de acuerdo. Era normal y económico. Ahora, ¿quién recuerda el Pleistoceno del ‘moviline’?
La conducción autónoma cambiará nuestra sociedad de punta a punta. Preparen sus pupilas. El coche está creciendo más allá de su papel como un simple medio de transporte para convertirse en un espacio de vida móvil. La metáfora sobre el teléfono fijo y el ‘otro’, asusta o emociona, depende del rollo que lleves con todo esto del progreso robótico.
El cuatro plazas F015 Luxury in Motion cuenta con un aspecto elegante y futurista, pero lo mejor del interior es el diseño de la butaca del ‘no conductor’. Los cuatro sillones pueden mirar hacia delante por si el conductor quiere tomar el control, pero en general los dos asientos delanteros se girarán de cara a los asientos traseros, para crear un ambiente más íntimo y social. Otro puntazo son las seis pantallas que generan el verdadero ‘espacio de vida digital’, proporcionando a los pasajeros la posibilidad de interactuar con el coche a través de gestos o el tacto.
Fijaros en el video de arriba. Se intuyen cosas que, cuando los coches vayan solos, sucederán. Si ya sabemos que nadie irá ‘por donde quiera’ sino que un cerebro multiruta global nos obligará a ir por donde sea más rentable, rápido o eficiente medioambientalmente, también será interesante ver como el coche se relacionará con su entorno. Por ejemplo con los peatones. Si el vehículo ve un tipo que quiere cruzar, el Mercedes este proyecta con laser un paso zebra delante y se detiene. Le da el ritmo necesario al peatón y cuando ha pasado, apaga y vámonos.
Según Mercedes-Benz, el sistema híbrido eléctrico del coche permite que se puedan recorrer más de mil kilómetros con cero emisiones. Ojo con esto. Se dice que veremos este vehículo, o sus adaptaciones más comerciales, a mediados de la década que viene. Estarán circunscritos a territorios preparados y con leyes que entiendan el momento. Veremos que impulso toma todo. De momento pensemos, por comparar cosas impensables, en como imaginábamos el futuro en 1997. Al buscar algo en Internet no lo podías hacer tecleando ‘google’, todavía no salía nada.
Si ellos no hacen nada, ¿tú que puedes hacer?
Sigue el discurso de que ‘la crisis ya pasó‘. Fue el villancico oficial las pasadas navidades y amenaza con ser la canción del verano. Como si por repetirlo pudiera convertirse una situación determinada en otra. Es como una especie de soez lista de datos macroeconómicos que no se creen ni ellos y que suelen estar en boca de quienes seguramente no se han leído ni uno sólo de esos informes que aseguran que, lo de ahora, es la antesala de la abundancia.
Y digo que no se los han leído porque es lo que parece. O peor aún, ni saben de su existencia y apoyan su cantinela en los argumentarios de partido que reciben cada mañana en sus endogámicos correos. Viven en un engaño que nos va a lastimar a todos. Es similar a cuando Zapatero definió el inicio de la peor etapa económica de este país como una simple desaceleración. El daño fue catastrófico pues si no aceptas lo que vives, difícilmente le pondrás remedio. Datos sobre el empleo, sobre la deuda, sobre las pensiones o el déficit son pura plastelina para esta manada.
Y es que ahora vivimos algo único y retorcidamente especial. El tránsito entre dos océanos. Entre el que representa un mundo anterior y analógico y el que se llena de datos y es digital. De un mundo industrial atado a los convenios del pasado y el futuro automático y automatizado. Mantener por más tiempo este flujo inservible e inércico hacia la nada, esperando que las cifras de los organismos oficiales otorguen menos paro, más crecimiento, mayor competitividad y lo que se nos ocurra, es tóxico y peligroso. Y más cuando todo eso se sujeta en ‘el regreso’ de sectores económicos que nos llevaron al barro antes en lugar de que sea por manos de otros con todo el futuro por delante.
Y, tienen razón, es verdad que no estamos en crisis. Y ese es el problema. Los que gobiernan consideran que la crisis es el estado natural del desmontaje de un modelo productivo nacional empujado por la ‘otra’ gran crisis mundial que se nos vino encima. Que se le llame crisis o no es lo de menos ciertamente. Esto es lo que es y da igual como se defina. En el lodazal estábamos todos. Países europeos, emergentes, asiáticos, americanos del Norte y del Sur, pero cada uno con su ficha y su dado numerado. Llega el momento de entender que ese fango no es más que la consecuencia de la metamorfosis que vive el mundo y unos deciden asumir que estamos ante algo diferente y otros mantienen el discurso de la ‘salida de la crisis’.
Un discurso que consiste en alimentar a una sociedad mantenida en una ilusión como sucedió antes. Un discurso que los alejaba de la crítica social y el valor de tomar las riendas de su propia existencia. Es absurdo, cuando no una actitud de ignorante, pensar que la clase gobernante establecerá mecanismos de información que permitan a los gobernados detectar claramente la estafa y humillación a la que se les somete a diario. Por lo tanto no tiene sentido seguir pendientes de las decisiones políticas, de los medios de comunicación o de sus derivados, no vamos a ver nada más que píldoras que se evaporan rápido. El tiempo se agota. Como sociedad no tendremos muchas más oportunidades de aprovechar un punto como este. Es hora de despertar, nadie nos va a llamar temprano para que lleguemos pronto a algun lugar. No hay lugar, sólo hay camino, el tiempo que cada uno le dedique es cuestión particular.
Visto lo visto, y viendo lo que vamos viendo, poco o nada puedes esperar de los que ‘deciden’. Los que están permanecen en la inopia y desconocimiento de haber dejado pasar la oportunidad de haber cambiado este país e incluso otros. Si me apuras hablamos de Europa. Se les recordará por eso. Saldrán en los libros de historia como la generación política que permitió que el tren del futuro pasara por delante de todos y ni se enteraron. No saben que está pasando en el mundo, no tienen idea de que va todo esto y encima parece que creen que nos convencen de sus estúpidas frases hechas. Los que están en la oposición también saldrán en esos libros. Igual al final, pero saldrán y por lo mismo. No se les entiende. Hablan de cosas que ya no pasan, que no pasarán y que parecen más cercanas a un mundo en decadencia que a un universo moderno y actual. La clase política española (y europea) es de museo (de cera).
No todos son iguales. Hay políticas activas destinadas a poner de vuelta al revés la realidad económica de un país. Sus maquinarias anticuadas y sus modelos de crecimiento vinculadas a otro tiempo se fracturan con decisiones valientes y acertadas que les conducen directamente al futuro. Cierto es que, con cada decisión que acerca esos países al futuro, la clase política pierde poder y lo traspasa a eso que se llama ‘empoderamiento‘ de la gente. Tal vez, esa, sea la causa de que otros no estén por la labor. Ya lo hizo lo hicieron las clases dominantes en otros tiempos complicando cuando no prohibiendo el acceso al conocimiento de los administrados pues eso los hacía poderosos.
Mientrastanto, ¿que puedes hacer?. En el tiempo que todo esto se vaya disipando, que la niebla que cubre a los que no ven se desvanezca. Haz lo que te apasiona tío. Eso habrás ganado. Esto va muy rápido y deberás dedicarle a tu vida el tiempo que se merece. Déjate de echarle la culpa a estos ineptos o a nadie y traspasa la tela de araña que han tejido con tanta destreza. ¿Estás haciendo lo que te apasiona en este preciso momento? El despertador está sonando. Descubre tu propósito en esta vida (o uno de ellos) y conviértelo en tu realidad. Descubre, explora, viaja, vive en otro lugar y luego, si te apetece, emprende. No te recomiendo hacerlo en el sentido contrario by the way.
Bajar precios es táctica, digitalizarse es estrategia
Una de las primeras consecuencias que ha vivido la economía tradicional, la llamada economía real, ha sido la caída de precios. Es obvio que hemos vivido una devaluación encubierta y que al final ha ido empapando todos los pliegues de este retorcido momento que vivimos. Eso que unos dicen que ya vamos superando, otros la siguen padeciendo y algunos defendemos que permanece por el motivo de que nunca vino, la crisis, ha obligado a muchos a negocios a bajar precios.
Suele ser así. Si hay poca demanda o esa demanda está herida de muerte, no hay otra que bajar la barrera que conduce a tus productos. Pero eso siempre no es una buena solución. Aquí defendemos lo crónico de lo que estamos viviendo. A pesar de escuchar a los que aseguran que todo esto es una etapa y que tras ella llegará la recuperación. Consideramos que tanto cambio, tanto desarrollo tecnológico y tanta afectación en nuestro mundo occidental no es más que un cambio absoluto. Por eso, mantener la táctica en lugar de la estrategia puede perjudicar a muchos comercios y empresas pequeñas.
El mercado sigue estrecho. Pero a todo esto, la solución no es bajar precios sino aportar valor. La búsqueda de compradores en el ‘long tail’ cada vez será más necesario y hacerlo con imaginación para atender clientes de cualquier condición y lugar también. Idiomas, tiendas virtuales y localización de lo que quiere el cliente digital tendrá enlace directo con la supervivencia. Diseñar bien una web, disponer de tienda online o de estrategia no permanecerá como un privilegio comercial sino que será una commodity imprescindible.
Bajar el precio de nuestros productos es una de las estrategias empresariales de libro, pero competir en precio es una estrategia que al final beneficia a las empresas más grandes y puede devorarte si eres una pequeña o mediana empresa. A largo plazo tienen todas las de perder.
La economía de escala sopla en contra de las PYMES siempre, pero lo que proporciona ventajas a una gran empresa también la debilita. Para éstas últimas, su Talón de Aquiles es su propia virtud. Una gran empresa tiene una estructura rígida y aprovechar esa monolítica biología es la clave.
A una gran empresa le cuesta adaptarse a los cambios, les duele cuando tienen que internacionalizarse bajando a la arena y, normalmente, el contacto directo con el cliente se descarta por ser no escalable. Esa ventaja debe ser aprovechada. Plantearlo desde el comercio electrónico es una de las grandes oportunidades que nos ofrece el nuevo escenario.
Si las grandes corporaciones disponen de grandes presupuestos, para bajar precios, para hacer grandes campañas de posicionamiento, también tendrán dificultades para reconducir una estrategia, adaptarse a los nuevos vientos e, incluso, de atacar targets reducidos, concretos, nichos determinados.
No bajes precios, no les sigas la corriente. Ese partido lo vas a perder. Si eres una Pyme, si tienes mucho que aportar, hazlo salvaguardando tu morfología, no hagas nada que no te puedes permitir.
Una tienda digital por ejemplo frente a una gran cadena que puede posicionarse mejor en todos los medios y en los grandes almacenes tiene poco margen, pero lo tiene. Precisamente ahora, en este contexto tecnológico, existen más opciones que antes, más de las que puedes imaginarte. Esa tienda digital puede atacar el mercado desde otro punto de vista, con otra visión. Si la apuesta es el ‘más barato’ no estaremos entendiendo todas nuestras posibilidades. Pero si la apuesta es mejor producto, más eficiente, conectado, cercano, auténtico, entonces las opciones de sobrevivir en este complejo momento aumentan.
No bajes precios, digitalizate. No seas táctico, sé estratégico.
Los 'Millennials' y sus preferencias
La semana pasada se hacía público el último estudio Cisco Connected World Technology Report basado en la demanda de fuerza laboral de la llamada Generación del Milenio, Millennials o Generación Y, contrastada con la otra inmediatamente anterior, la también llamada Generación X. De hecho el informe destaca aspectos que ya tenemos contemplados aquí hace tiempo, pero por el calibre de la investigación y el orden de envergadura que tiene, es especialmente interesante.
Según se define, la Generación Y, también conocida como Generación del Milenio o Millennials, ‘es el grupo demográfico que sigue a la llamada Generación X. Sus fechas de nacimiento van desde 1982 hasta 2004 y representan un nuevo modo de vivir, relacionarse y trabajar vinculado especialmente a su condición de ‘nativos digitales‘.
En general, el informe basado en 4000 entrevistas en 15 países, demuestra la forma en la que la tecnología está moldeando el futuro del trabajo y cómo los dispositivos, aplicaciones y soluciones preferidos por esta nueva generación están generando incluso nuevos modelos de trabajo. Desde el ‘multitasker’ o persona que usa entre tres y cuatro dispositivos hasta el interesante detalle de que ese colectivo joven y tecnificado prefiere en un 60% tomar notas con una tableta que en papel. Es curioso ver cómo está cambiando también el detalle acerca del valor que se le da a la presencia física o al contacto humano directo. El 50% de los directores de recursos humanos consideran que ya no es preciso una entrevista real con un aspirante a un puesto de trabajo, con hacerlo en video bastaría.
Hay generaciones a las que les pillará como meros espectadores el asunto de la Internet de las Cosas, pero hay otras ya tomando decisiones que la van a vivir en toda su intensidad en apenas cuatro o cinco años. Es inminente que las nuevas formas de conectividad y comunicación que tiene que ver con todos los objetos relacionándose entre ellos y con nosotros, estimule un nuevo escenario laboral con criterios que van a cambiar muy rápido. En ese sentido los Millennials se moverán muy cómodamente.
El informe de Cisco examina cada año la relación entre el comportamiento humano, Internet y las redes. El informe global, basado en las encuestas a los profesionales de entre los 18 y 50 años, proporciona una visión sobre los retos del presente, que las compañías deben enfrentar para lograr un equilibrio entre los empleados, el negocio, las necesidades de movilidad, los riesgos, la seguridad y la tecnología, dando a esta última el valor de ser el hilo conductor por el que se va a ir moldeando todo.
Como es viernes, vamos a relajarnos con algunas curiosidades del informe que podéis consultar completamente aquí y que, tras la epidermis divertida de algunos aspectos, se esconde un modo de vida futuro, cercano, pero híbrido entre humanos y máquinas. Donde, por cierto, como en otras revoluciones basadas en la tecnología se esta viendo afectada la distribución del trabajo, pero donde también se ve modificada la distribución del conocimiento. Que una misma tecnología afecte a estos dos aspectos troncales de la sociedad es algo inédito hasta la fecha.
Lo dicho, aspectos curiosos del estudio reflejan que los profesionales de la Generación Y son un poco menos propensos a usar sus teléfonos inteligentes para llamadas telefónicas. Cerca de la mitad (53%) lo usan para llamadas menos del 25% del tiempo (frente a un 43% la generación X). Digamos que va en aumento el abandono de la voz según la generación que va llegando. Los Millennials prefieren los teléfonos inteligentes a la TV. Eso ya lo sabíamos, pero hasta que punto tal vez no. La mayoría de ellos seleccionaría su teléfono inteligente y dejarían a otro que les eligiera el televisor.
Sobre el puesto de preferencia que tendría Internet o la conectividad a través del smartphone con respecto a otras actividades de la vida, la cosa llega a extremos poco menos que curiosos. Los profesionales Millennials optarían por no renunciar a su teléfono inteligente durante una semana aunque en su lugar perdieran la electricidad en su casa por el mismo tiempo.
Un tercio de los que han participado en el estudio renunciaría mantener sexo durante un mes si por ello no tuvieran que sacrificar su conectividad o su teléfono inteligente. Si estás pensando que es una barbaridad, piensa que la encuesta da una media, y que si hay algunos que bien casi no sacrificarían nada por seguir con su vida sexual, en Japón salen algo mal parados en esto. Tres de cada cuatro Millennials nipones pasarían de mantener relaciones íntimas si con ello se tuvieran que quedar sin Internet. Tremendo.
Y es que, salvando la anécdota, esto va de transformación digital y de sujetar la importancia real del cambio socioeconómico, cultural e ideológico que vive el mundo. De hecho, los resultados del Informe debería hacer reflexionar a muchas empresas a fin de evolucionar sus modelos de gestión y procesos a fin de adaptarse o cambiar hacía todo este cambio que ya se vive y que protagonizarán los llamados Millennials.
Los cambios aumentan en velocidad. Cada vez son más intensos y la adopción tecnológica más fuerte y veloz. Linkedin necesitó cinco años para llegar al mismo número de usuarios que Google Plus en ochenta días. La humanidad ha necesitado una década para afianzar colectivamente las redes sociales al mismo nivel que precisó un siglo para hacerlo con la radio. Cada vez más rápido, cada vez mejor.
Uber se prepara para el transporte instantáneo
Uber está a punto de cerrar una ronda de financiación que valoraría la compañía en más de 35.000 millones de dólares. En concreto T. Rowe Price Group Inc. estaría a punto de ser el nuevo inversor que se sumaría a la todo poderosa Fidelity Investments según informa Bloomberg. Y la verdad es que si Uber completa este volumen de financiación y su valoración llegase a doblar la actual, remitida a la ronda que cerraron en junio, sería un nuevo récord mediante una ronda de inversión directa. El club de los once dígitos lo componen ‘maquinarias’ como la de Airbnb o Dropbox.
La idea de Uber es utilizar esta ingente liquidez para conquistar el mundo. La expansión internacional de esta empresa fundada hace cinco años ya ocupa 220 ciudades del planeta y su idea es llegar a un millar en breve. A pesar de los obstáculos regulatorios, sus políticas de privacidad y de los problemas sobre el método de comisionar a los conductores, Uber parece imparable debido a la lógica de los tiempos sobre los que ya hemos comentado alguna cosa aquí.
Sin embargo la amenaza a lo establecido no gira entorno a esa capacidad financiera o, ni tan siquiera, a su disruptiva manera de entender la expansión del negocio. El punto de inflexión está en manos de otras grandes compañías que tarde o temprano verán sinergias y de un modelo de transporte que ya han empezado a explorar.
Si Uber traslada personas de punto a punto bajo demanda concreta basada en una aplicación móvil, ¿por qué no puede también transportar cosas? La amenaza se extiende también a los transportistas y ésta ya no sólo viene por parte de Amazon, sino también de Uber.
Digamos que tenemos la cara del disco puesta al revés y algunos creen que es la canción seleccionada. Mientras unos se preocupan de cómo salvar su mundo y su negocio cimentado en modelos anteriores a la existencia de Internet, los teléfonos móviles o la gestión de datos compartida, otros van tomando posiciones. Al final, como en todo, la cosa dependerá de lo rápido que reacciones.
Los taxistas no deben temer a Uber, por lo menos no sólo a él. Deben asustarse, según su manera de ver esto del progreso, una asociación entre Uber y Google, entre Uber y Amazon, entre Uber y Robotics, entre cualquier empresa que aspire a modular el futuro inmediato mediante la tecnología a nuestro alcance y la reducción de fricción económica de los procesos.
Uber ya reparte comida y mercancías. Quien considere que Uber sólo está pensando en transportar personas y hacerlo mediante chóferes humanos es que no ve mucho más allá de lo inmediato. Con UberRush ya están entregando paquetes aprovechando el echo de que es lo mismo técnicamente llevar a una persona que a un objeto mediante la cita previa y automática que facilita su App.
¿Tienes algo que hacer enviar a alguien? En la aplicación de Uber puedes pulsar ‘rush’ y un conductor, incluso un ciclista, lo recogerá y lo entregará a su destino. Como siempre a un precio inferior al mercado tradicional que requiere de mil sedes, almacenes, papeleos, trabajadores contratados, un tiempo de entrega menor y una ‘user experience’ inmejorable para el cliente pues ordena y paga desde el propio dispositivo móvil.
En este punto, Uber ni piensa en los taxistas. De hecho creo que los utiliza y los valora positivamente, pues en ellos ve su futura flota comercial. A quien realmente le tiene ganas es a Amazon, que ya se la ve venir y por eso insiste en eso de poner el Amazon Prime como punta de lanza de su plan logístico y la apuesta por los taxis tradicionales como apoyo a su despliegue de entregas urgentes.
Y es ahí donde aparece Google. Si alguien le tiene ganas a Amazon es Google, porque el gigante de Mountain View sabe que su mayor rival es éste. Obviamente con el permiso de Alibaba.
El futuro más cercano será muy distinto al actual. Los actores del transporte, de la entrega y de los modelos de movilidad cambiarán para no volver a ser lo anterior nunca más. Es cuestión de tiempo que Uber, Google y alguna empresa robótica establezcan un protocolo de colaboración. No es más que eso, poner en común los avances que cada uno está llevando a cabo.
El futuro más o menos será así. Uber y Google llegarán a un acuerdo por el cual el primero proporcionará los datos necesarios para que Google interprete en su todopoderoso GoogleMaps donde es preciso y donde no tener más coches automáticos listos para un servicio. Es decir, Uber tendrá la capacidad para interpretar las zonas de mayor demanda de transporte humano o de objetos y a que horas del día. Así mismo, Google, proporcionará un vehículo automático sin chófer tremendamente próximo al demandante vía App. Tarifa precalculada, algoritmos decidiendo la vía más rápida y eficiente y seguimiento visual de la propia entrega desde tu sofá. El resultado será el transporte instantáneo visto a tiempo real y tremendamente económico al no precisar conductor. El servicio logístico perfecto.
Por cierto, en esto que acabo de describir nos hemos ventilado un buen número de puestos de trabajo y varias leyes restrictivas actuales. Pero bueno, ya sabemos que en eso del progreso la humanidad ha visto muros más altos y los saltó. Coches automáticos en pruebas vinculantes el año que viene circularán por Londres y algo que ahora nos recuerda a la ciencia ficción en diez años será tan normal como ver a la gente haciendo skype por la calle. Algo impensable hace doce años básicamente porque no existía.
Imagina otro escenario. Un Uber utilizando datos, mapas y criterios sofisticados para decidir incluir en un trayecto a un nuevo ocupante que puede incluirse en el anterior. ¿Resultado? Mayor eficiencia y menor coste para todos, incluido el cliente inicial. Un vehículo circulando en mundo virtuales que ya experimenta Google. Me refiero no a un coche basado en GPS e interpretación de mapas, sino un vehículo capaz de ‘dibujar’ un mundo tal y como es y rectificar el modelo tridimensional que existía en su base de datos si eso ha cambiado. Imagina cual es el papel de los miles de vehículos de Uber. Una flota de correctores tridimensionales en un mundo cada vez más representado en lo virtual y próximo a lo real.
Sobre estas sinergias y combates comerciales, la economía tradicional tiene todas las de perder se pongan como se pongan los gobiernos de turno. Pero también se ponga como se ponga cualquiera, lo mejor es identificar el color del cielo cuando nace un día y no cuando muere el anterior. Lo que se precisa es líderes capaces de preparar nuestra sociedad a un modelo tremendamente distinto y con una gran presión laboral que se va a ir reduciendo. No es sólo esto. Es mucho más, pero este ejemplo es significativo.
La inversión que recibirá Uber, no hace más que confirmarlo. ¿Alguien cree que esos fondos están pensando que Uber, Google, Amazon y otros no van a lograr liderar el futuro? Pues eso, ¿tú que estás pensando hacer? Transfórmate o te transformarán.
Empleo del futuro: Amazon busca conductores de 'drones'
Prime Air es el programa con el que Amazon advierte que ofrecerá entregas de pedidos en pocos minutos utilizando ‘drones’. Si crees que esto es algo más cercano a la ciencia ficción que a la realidad inminente deberías de saber que la cosa va tomando cuerpo y puede que esté más cerca de lo que piensas. De hecho el gigante americano, que incluso, como anunció Google, estaría en condiciones de ser la mayor amenaza del ‘buscador’, ya solicitó permiso a la FAA americana para poder iniciar pruebas vinculantes de sus drones ‘repartidores’ en sus instalaciones.
El uso de drones seguirá sufriendo de dificultades legales. Eso es evidente. De hecho en el primer número de la futura revista Westinghouse, en diciembre, habrá un brillante artículo que analiza el motivo ‘real’ por el que el uso de drones puede estar viviendo su particular freno legal. Me reservo los detalles de dicho artículo, pero será uno de esos imperdibles del mes.
Sin embargo la transformación de todos los procesos sigue su curso implacable. Continúa ejerciendo su lógica temporal donde la eficiencia, la economía y la automatización arrasarán con todo y contra lo único que podremos hacer es adaptarnos, entenderlo y disfrutarlo. Negando la evidencia sólo se retrasará lo inevitable.
En este caso, Amazon, ha vuelto a dar síntomas que tiene claro hacia donde va. Ahora mismo busca empleados, expertos futuros que puedan ‘conducir’ sus drones Amazon Prime Air. Las ofertas de trabajo al respecto han sido publicadas para puestos laborales del futuro en Cambridge (Reino Unido) y Seatle (EEUU). Yendo al detalle veremos que Amazon busca gente con cinco años de experiencia en la dirección de pruebas de vuelos, así como algunos adicionales en puestos de menor responsabilidad.
De momento, estas personas deberán tener, como requisito indispensable, una carrera en ingeniería aeronáutica, aunque Amazon ya ha dicho que admitirán otros ingenieros si cuentan con la experiencia requerida para las distintas posiciones. Todo evidencia que Amazon ha puesto la directa. Tiene el drone desarrollado, el software de control listo y ahora ya se ha dispuesto a la localización de este nuevo puesto laboral.
Como hemos dicho muchas veces, la mitad de los empleos del mundo sobrarán en breve. Deberemos asumir este problema técnico. Probablemente de esa grieta brotará un escenario nuevo. Para ello hay que creerselo y trabajar para ello. Los países que estimulen esos cambios, llegarán antes a un punto de competencia inédito hasta la fecha.
Esto no va sólo de pensar los puestos laborales, los empleos u oficios inminentes, va de crear el ecosistema para que se nutran unos a otros. Por ejemplo, está muy bien interpretar que el próximo lustro una generación de conductores de drones llenarán las delegaciones de Amazon y de otros logísticos. Pero lo que hay que interpretar es que el puesto relevante será el de aquellos que ‘concedan’ la licencia. Una especie de ‘autoescuelas’ de conductores de drones. El futuro es casi ya presente, vivirlo, disfrutarlo y tomar ventaja es únicamente un tema político, empresarial y, no lo olvidemos, de presión social. Mientras mantengamos el debate de todo un país en la atmosfera irrespirable que vive por ejemplo España y muchos países del entorno, los ciudadanos vivirán ajenos a las oportunidades que el futuro y la tecnología nos ofrece, y que, de hecho, otros países ya están disfrutando para conquistarlo.
En otros momentos de la historia, en cada revolución tecnológica que hemos vivido, unos fueron espectadores y otros protagonistas. Ahora va de lo mismo, de elegir, de exigir a quienes marcan las dinámicas socioeconómicas que se dejen de ‘recuperaciones’ y se pongan a liderar ‘conquistas’. Conquistar el futuro es más simple de lo que parece, sólo hay que interpretar el momento actual y ofrecer respuestas que lo conviertan en una oportunidad y no en una ruina.
Las amenazas al negocio de Google
En principio, Amazon y Google no tienen mucho que ver. Por lo menos es lo que aparentaban hasta hace bien poco. Pero esa percepción está cambiando y lo hace de manera rápida. Si como empresas tienen estructuras de negocio bien distintas, hay elementos de las mismas que convergen. En concreto Amazon Prime y Google Express podrían solaparse en algunos aspectos. No son el mismo servicio, cierto, pero sus similitudes aumentan y sus diferencias se reducen.
Es evidente que en esto de los negocios tecnológicos, la competencia es algo líquido, para nada estático y que, a pesar de que tu teórico competidor no hace nada que te afecte, en realidad si lo hace. No es diáfano el campo de batalla, es complejo, sofisticado y tremendamente permeable. Es la nueva economía y sus duras reglas.
Cuando pensamos en los competidores de Amazon nos viene a la cabeza un tipo de empresa donde no suele aparecer el gigante de Mountain View. Al pensar en Google, aparecen gigantes tecnológicos más vinculados tecnológicamente a desarrollos que a otra cosa. Google y Amazon no son rivales en esencia. Google está en el negocio de la venta de anuncios, Amazon en el negocio de la entrega de bienes.
Pero esto está cambiando últimamente. Ambas empresas se han tocado en la curva. Resulta que Google se está metiendo en el mercado de los bienes a la carta. De hecho puso en marcha un modelo de entrega que garantiza que un cliente de su Google Shopping Express pueda recibir su compra durante el mismo día en que la hizo. Esto sucede en el área de Manhattan y en el oeste de Los Ángeles. Además, Google ya garantizó que a estas áreas se sumarían en breve Chicago, Boston, y Washington. El naming elegido para este proyecto a partir de ahora ya es oficialmente Google Express.
A la vez que Google explora el mercado de la logística, Amazon, como vimos ayer, aprieta el acelerador en los beneficios del servicio tecnológico donde sólo había productos. Amazon Premium ya incluye música ilimitada y streaming de vídeo a partir de colecciones de Amazon Kindle.
Lo más interesante a mi modo de ver es como van a definir los espacios de competencia cada uno de ellos sin repetir al contrario. Es decir, si estamos hablando de dos de las empresas más destacadas del planeta en esta revolución sin precedentes, probablemente será apasionante ver como se adaptan, generan un mercado y solucionan expectativas.
Por ejemplo, Google no va a tener sus propios almacenes masivos como si tiene Amazon, pero en cambio trabaja ya con los comerciantes locales de un modo directo para recoger y entregar mercancías a los clientes. Ha convertido los comercios vinculados a Google Express en ‘hubs’ logísticos descentralizados gracias a una gestión tecnológica masiva. Recordemos que Amazon se está esforzando en crear una red de entrega y recogida similar. El propio Eric Schmidt dijo que ‘mucha gente piensa que nuestra principal competencia es Bing o Yahoo, pero en realidad, nuestro mayor competidor de búsqueda es Amazon’.
Es habitual pensar que Amazon no es un buscador, de hecho no lo es, pero si estás buscando algo ‘para comprar’ el flujo racional y tecnológicamente cada vez más habitual es irte a Amazon directamente. Es una búsqueda sin ruido y mucho más centrada en lo que deseas. Es como buscar en Twitter el impacto a tiempo real de una noticia que Google News aun no puede entregar. No hay imperios eternos que decía el emperador.
La vertiente comercial del algoritmo de Amazon lo convierte en si mismo en un buscador, pero, realmente eso lo hacen en algo muchísimo más peligroso para Google. Es un incalculable depósito de datos sobre gustos y búsquedas comerciales. Además, para Google, el problema picha especialmente en su ‘core business’. Cada vez que alguien busca un producto en Amazon en lugar de Google, el gigante de las búsquedas pierde la oportunidad de servir anuncios junto a los resultados de búsqueda. Algo que cada vez más pasa en otros escenarios. Te vas directamente a Kayak, para reservas de líneas aéreas, a Airbnb para alquileres a corto plazo, y a Yelp para obtener información de un restaurante. Cada una de estas búsquedas es un usuario, un cliente, menos que Google puede utilizar para servirle anuncios focalizados.
Google podría convertirse a medio plazo en el intermediario de todo o de nada. Una investigación realizada por el grupo Forrester explicaba que el año pasado casi un tercio de las personas que buscan comprar algo buscaron directamente en Amazon sin pasar por Google y esa cantidad era el doble que en el año anterior. Parece evidente que estamos en la antesala de una batalla muy interesante. Tal vez, el negocio de Amazon aun no ha sido detectado en su complejidad.
Amazon es el mayor competidor de búsqueda de Google, por lo tanto es su mayor competidor como decía Schmidt, puesto que Google vive de las búsquedas y estas se están traspasando al gigante del comercio electrónico. Un enorme desafío en el firmamento de la economía digital que va a trastocarlo todo. Si ademas a esto, Google, le suma que Facebook es sin duda su mayor competidor en términos de publicidad móvil, la cosa se va a poner muy interesante en eso de ganar dinero a base de clics.
La verdadera 'recuperación' es asunto de todos
Sabemos que se crean más empresas, pero que se hacen con menos capital. Aunque hablo de España, es algo que se repite en algunos de países de nuestro entorno. Obviamente el primer elemento a tener en cuenta es que no hay financiación, por lo menos no la que nos prometieron cuando dijeron que ‘todos los sacrificios de la banca por sanearse repercutirán en una apertura del grifo’.
De momento, lo único que sabemos es que en términos generales es que ‘el grifo’ sigue goteando y para nada ha aparecido el chorro y lo que va trascendiendo sobre los motivos de la denostada mala salud (anterior) del sistema es pura basura. La recuperada buena salud (que pagaremos todos) resulta que no acaba de trasmitirse donde es urgente que se traslade. O se estimula la financiación o será imposible tratar ‘face to face‘ contra los competidores asiáticos, americanos y, pronto, africanos.
Es muy preocupante, utilizando datos nacionales, que sean 170 millones de euros menos invertidos en la creación de empresas según el informe de Axesor. El mismo estudio asegura que en los 30 días del mes anterior, se necesitaron 263 millones para poner en marcha 6.147 empresas, mientras que el promedio anual en esta partida es de 531,4 millones. La anunciada ‘recuperación’ no llegará si las empresas no tienen capital para invertir por muchas que se funden. Hablamos de la gasolina para competir, para investigar, para crear compañías de la nueva era que nos ha tocado vivir.
¿Dónde está la explicación? En tres campos. Uno bueno y dos malos. El bueno es que a medida que pasa el tiempo, la economía digital permite fundar empresas, startups, modelos de negocio que requieren menor capital inicial y mucho de talento, dedicación y métricas que luego pueden lograr inversión. A esto, sin embargo, habría también que sacarle punta pues, mientras que en Israel, Estados Unidos, Irlanda, Eslovenia, Chile, Corea, Nigeria, Sudáfrica, Reino Unido, Polonia, Rumania, Canadá y dos docenas de países más que se están comiendo el pastel del futuro inminente, a pesar de generar empresas de esta índole, la capitalización inicial supera año con año al anterior.
Pedir que la Nueva Economía, la sociedad del conocimiento, la empresa tecnológica y el cambio de modelo en el crecimiento de un país se apoye en compañías sin dinero, sin financiación y sin capacidad para lograrlo, a expensas de que todo dios se dedique a poner horas y talento, es mucho pedir. Competir en este nuevo escenario requiere de talento, de una buena formación, de políticas dirigidas a estimularlo, de implicación, de liderazgo ejecutivo y, sobretodo, de dinero. Mucho dinero.
En eso de conquistar el futuro deben jugar todos. La lástima es que unos están preocupados en sus cosas pequeñas, en sus líos de juguete que dan lástima y otros en las grandes epopeyas que no sabemos a que responden visto lo visto. En eso de ser competitivos y tener empresas que sepan trasladar a riqueza cuanto crean y exploten, a ser líderes en impresión 3D, en conducción automatizada, en big-data, en gestión de la realidad virtual, en robotización de sistemas y procesos o en cualquier paisaje similar, hay que implicarse.
Políticos, que deben consultar a los que saben de esto, en cómo diseñar políticas a largo plazo capaces de reconducir este desastre mayúsculo y dejarse de dar porciones de un pastel infecto a grupos de presión con ‘cánones’ que son totalmente ilógicos.
Banqueros, que deben hacer un ejercicio sano de aceptar que son culpables en gran medida de haber dispuesto un crédito barato y soez durante años para que todo se aguantara en ladrillos de mentira. Que deben ser capaces de invertir y permitir la inversión para cambiarlo todo. Que no sirve que una entidad (y son varias) que obtienen beneficios netos de miles de millones de euros al trimestre, dediquen 10 de ellos a un fondo de inversión tecnológico. Que eso no es justo ni válido, de hecho no es nada en sí mismo. Y no pido que inviertan, cómo mínimo que concedan crédito. Sería suficiente.
De la sociedad ‘emprendedora’, que no puede ser que tras el desastre vivido, de la bola de estiércol que nos pasó por encima a todos, aun considere que el mejor proyecto empresarial que se puede montar es el inmobiliario. Una cuarta parte del capital invertido en la creación de nuevas empresas en España se ha destinado a la industria inmobiliaria. Has leído bien, 61 millones en un mes para nuevas sociedades vinculadas a la ‘recuperación’ del modelo, no a la ‘renovación’ del mismo.
Lo más grave no es el dinero aportado a la industria inmobiliaria, lo duro es ver que ese sector invierte como dios manda. El 23% del capital aportado a nuevas empresas representa sólo el 8% del total de éstas. De nuevo, el dinero, busca ‘lo seguro’ olvidando que la seguridad es algo más complejo. Se trata de construir algo de valor, un ecosistema en una economía cambiante, tecnológica y competitiva que en muchos lugares se está creando con valentía y decisión y en otros se está dejando al lento modelo de la inercia que el voluntarismo de algunos proporciona. Si esperamos conquistar el futuro, el de nuestros hijos, el de nosotros mismos atendiendo a la velocidad de todo, es preciso que todos lo quieran hacer.
Todavía queda algo de tiempo. La gran oportunidad de despertar de un letargo de fango y tocho depende de políticos, de la prensa, de los bancos y, por supuesto de la propia sociedad. Despertar una economía que no fabricaba nada. Que basaba la riqueza en el hecho comparativo sobre plano atendiendo a un valor especulativo del ‘los pisos no bajan jamás’, de la acumulación de apartamentos y casitas con sueldos duplicados a horas extras. A tiempo estamos de sonrojarnos de nuevo por haber considerado que una hipoteca a 75 años era una gran inversión. Quedan minutos para darle la vuelta al camino que parece que vuelve a iniciarse. Minutos para tomar otro tren pues en el que parece que vamos resulta ser que es de vuelta y ya no de ida. De vuelta al pasado en lugar de ida al futuro. Estamos a tiempo, pero depende de todos.
O te transformas (digitalmente) o te transformarán.
En el futuro inmediato sólo habrá empresas digitales. O mejor dicho, todo tendrá que ver con su gestión de lo digital. Digamos que digitalizarse o no, en el caso de las empresas, no será una opción y dependerá de cuando, como y con quien. De hecho sólo en el mecanismo que utilicen para transformarse estará la diferencia y la clave del éxito y, en muchos casos, la propia supervivencia. Transformarse digitalmente parte del proceso elegido y, en la mayoría de los casos, en manos de quien dejamos ese complejo tránsito. O te pones en eso de transformarte y hacerlo con tiempo y bien hecho o te verás obligado (o te obligarán) a hacerlo.
Hay muchos estudios que explican y esquematizan metodologías y estilos para afrontar eso de digitalizar una empresa. A mi parece muy interesante este del MIT que enumera nueve puntos que concretan el modelo de transformación digital y que van desde la comprensión del cliente, criterios de crecimiento, puntos de contacto con los compradores, la digitalización del proceso productivo, el aprendizaje de los trabajadores, emprendedores o directivos, los nuevos modos del Management, la transformación en los modelos de negocio, la globalización, etc.
El cambio que vive nuestra sociedad, la empresa y sus relaciones pertenecen al ámbito de lo que llamamos Nueva Economía, de aquello que estará protagonizando todo nuestro universo inmediato en el futuro inmediato. Lo sofisticado, por no decir dramático, es la velocidad a la que se está produciendo ya la irrupción de todo cuanto caracteriza la digitalización del ecosistema económico.
Lo principal en todo caso es la observación. Atender a esos cambios generales y transversales que vivimos desde la percepción de nuestro momento actual y no en la identificación, casi imposible, de lo que se nos viene encima. El futuro es una nebulosa llena de sorpresas. ¿Quién podía saber hace apenas un par de años que algunas plataformas sociales iban a poner en jaque modelos de negocio intocables? Otros elementos vinculados a decenas de estructuras inalterables hace una década ahora están absolutamente superadas por sus ‘colegas’ digitales.
Hace un tiempo escribí de cómo gracias a mi trabajo pude ayudar a transformar un cementerio de coches en un ‘chatarrero digital’ exitoso. Si te interesa la historia es interesante como ejemplo ‘muy básico’ de lo que estamos comentando hoy en este post.
¿Has pensado si tu empresa, tu pyme o tu proyecto está preparándose correctamente al oleaje que se ve a lo lejos? Ese mar en calma que supone una facturación y unos resultados razonablemente buenos no son garantía de estar en disposición de navegar cuando entremos en otro océano mucho más exigente.
En alguna conferencia he dicho que no vivimos una época de cambios sino un cambio de época y de que en esa metabolización es la entrada en un nuevo paradigma en todos los órdenes de la vida y la economía, pero que aún no es posible detectar nada más que las primeras fases de lo que todo esto va a suponer de revolucionario, de único, de inédito y de transformador.
Cuando hablamos de digitalizar lo hacemos de procesos y de herramientas. El uso de la tecnología no puede ser una anécdota o un complemento que nos enlaza con una red social. Hablar de transformación digital es hablar de implementar herramientas, software y procesos de ejecución que automaticen cada nivel de trabajo en una empresa a fin de producir más y mejor, generar la superficie ideal para que la compañía se haga inteligente y aprenda en cada momento de cada uno de los pasos dados, que no deba retroceder y si lo hiciera fuese para ganar un mayor impulso futuro.
El comercio analógico pasa a comercio electrónico, incluso puede dejar de ser algo con presencia física definitivamente. La gestión de clientes, envíos, ofertas, opciones, relaciones, redes, factores de incremento de ventas o lo que se nos ocurra, se hace inmensamente más nutritivo con el uso del ‘big data’ ya sea propio o adquirido por comparación de la competencia.
Las fronteras empresariales conocidas entre cliente, empresa, proveedor y competencia se diluyen en el universo digital hasta el punto que uno y otros dejan de ser claramente cada una de esas cosas y empiezan a asumir papeles que se mezclan en muchísimas ocasiones. Digitalizarse es entender y ser practicante de esa compleja amalgama de enlaces.
Los niveles de eficiencia en la producción al que han llegado algunas empresas digitales es de tal calibre que raro es el día que no vemos como ‘una pequeña startup’ ha pasado por delante de una gran compañía que ‘hacia lo mismo pero más lento y caro’. Eso también sucede con otro tipo de proceso. Hemos pasado de empresas lentas, grandes y pesadas que han visto como una mucho más pequeña les daba la vuelta y les superaba en su mismo campo de juego por haberse digitalizado a tiempo, mejor y con mayor inteligencia.
Ahora bien, si necesitas transformar tu empresa o tu modelo de negocio deberás de saber quien eres para identificar que modelo seguir. O bien el ADN de tu compañía ya es digital y eso significa que todo gira en torno a modulaciones de este tipo o por otro lado lo que te afecta directamente es el tiempo en el que te adaptes para poder ofrecer un buen catálogo de productos innovadores o de negocios digitales.
La diferencia entre un negocio digital y uno que está pendiente de transformarse radica en que mientras el primero gestiona el tiempo y sus recursos en clave de soluciones disruptivas, el segundo se esfuerza en retrasar los cambios inevitables.
Si eres empresario, directivo o alguien que está pensando que ha llegado el momento de transformar el modelo que te afecta, debes hacerlo en base a ese patrón que supone aceptar que el camino va a ser largo, pero que en algún momento debe empezar. Todo afecta e impacta, sucede como nunca antes había pasado, más rápido y con una cadena de valor e intermediarios totalmente distorsionada.
Los taxistas utilizarán 'Uber'
Medio Londres paralizado. Los taxistas colapsan la ciudad. La gente pregunta que ocurre y la respuesta es que están protestando contra la plataforma Uber. ¿La que? Dicen nueve de cada diez. Al terminar la jornada de protesta y tras ser trending topic mundial durante horas, Uber tiene millones de usuarios nuevos en medio mundo. Independientemente de la campaña de publicidad gratuita que le han regalado ‘sus enemigos’, la plataforma debe ser analizada en el contexto de la economía, sociedad y relaciones en red en la que vivimos. Nada es como queremos que sea, es como es y lo jodido de esto es que por mucho que insistamos no hay ‘tutía‘ de cambiarlo. Puedes retrasarlo, pero no evitarlo. Lo mejor es prepararse, tomar medidas y cuando llegue casi tenerla amortiguada.
Conozco taxistas que usan Uber. ¿Se han unido al monstruo? No, a su modo de ver son adelantados a su oficio, profesionales que identifican que hay que renovarse y renovarse va más allá de si tu vehículo tiene revistas, iPads o conexión wi-fi incorporada. Son conductores que advierten un cambio más grande que el que Uber o Blablacar representan para el sector. Tiene que ve con la desaparición de la profesion en unas pocas décadas, tiene que ver con coches autopilotados y eficientes. Tiene que ver con que un ‘humano’ taxista del futuro inminente será un analista de flotas inteligentes autoconducidas que poco precisaran de la intervención de una persona. Ese nuevo empleo aun no existe, pero existirá.
Cuidado con seguir dando la razón a una gente que se marchita en su despacho. Europa es un cementerio intelectual cada vez más irrelevante en la revolución tecnológica. Hay muy poca cosa interesante y la que hay no se la potencia ni ayuda, todo lo contrario. Estados atrofiados a normas y regulaciones, haciendo todo lo posible para que no avance nada y la innovación se agote a fin de que los mercado no se abran, no sea que los grandes intereses se vean afectados.
Europa languidece pero despertará a pesar de sus dirigentes. Es un desastre de dimensiones bíblicas cuando hablamos de futuro, innovación, revolución tecnológica y negocios del futuro. Está en manos de todos cambiarlo y acabará dando razones a cuantos diseñan las herramientas del futuro. Nos hacen falta mercados sin restricciones y más valientes aceptando la realidad de nuestro tiempo para, entre todos, innovar en todos los campos. Pidiendo prohibir, cancelar o eliminar no se gana nada. La historia y el progreso lo va a pisotear todo. Si es más fácil, social, económico y rápido se te llevará por delante. Date por relevado, seas taxista o torero.
Si aquí todo va así, porque en otros lugares no. ¿Qué tienen sobretodo California, pero también Florida y Massachussets que viven un progreso tecnológico similar al del Renacimiento? Menos intervención política, regulación moderada, mercados abiertos, inversionistas que entienden que esa facilidad para innovar no se enfrentará nunca a la política restrictiva que vivimos en Europa por ejemplo.
Por ejemplo, mientras Europa se lanza contra Uber, Goldman Sachs, Google Ventures y Benchmark invierten en ella. The Wall Street Journal valora en 17.000 millones de US$ al juguetito este. Digamos que seguir con el discurso de que esta aplicación permite que ‘gente sin licencia haga de taxista’ es complicado de sostener.
El tema es que si yo tengo un coche y me ofrezco a llevar a alguien en él a cambio de que me compense por ello, la plataforma que me facilita el enlace me pide un porcentaje de ese acuerdo. Es una transacción, pero ¿que servicio se ofrece? ¿compensar el coste del uso del vehículo o el uso tecnológico? Sinceramente da igual. Regular estas actividades que ya se sitúan en escenarios que la tecnología da por superados es perder el tiempo. Lo mejor es empezar a buscar el punto de encuentro entre nuevos tiempos, nuevas imposiciones más realistas, profesiones en retroceso y acciones en red y socioeconómicas. Lo barato, rápido y social se llevará por delante el asunto.
Seguir considerando una licencia de taxi como una inversión es un error que muchos están empezando a notar. Eso ya pasó. Aquí hablamos de que la tecnología permite poner en la cesta tiempo libre de personas con artilugios que se conducen. Eso antes no era factible con esta potencia y el monopolio estaba en manos de otros. Ahora no hay monopolio por mucho que queramos impedirlo. Otra cosa es que TODOS deben regularse en aspectos como la seguridad, impuestos, calidad de servicio, y lo que sea, pero no imposibilitar un nuevo modelo que es irremediablemente parte del futuro.
¿Recuerdan lo imposible que era entender que el sector musical debía de aceptar Spotify? A Napster se lo cargaron, pero cambió el mundo. Así es la noria esta. Gira y gira te llames SGAE o te llames Kodak. Mi imagino la cara que pusieron las grandes APIs cuando Idealista empezó a poner en contacto a compradores y vendedores de fincas. Con el tiempo, Idealista es el mejor canal de venta de las inmobiliarias también
En otro post hablaremos de otros ejemplos del esfuerzo por ralentizar la velocidad a la que gira el mundo como el ‘aparente vacío que paraliza el uso de drones’. Con esto si que hay para escribir un libro. Decenas de juristas, expertos, políticos, cómicos y periodistas tratando el tema que nace viejo nada más empezar el debate.
Ministros tratando de imponer leyes, regulaciones y así atender las presiones de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Casi un centenar de empresas paradas, cancelando contratos, perdiendo inversores y viendo como años de desarrollo se pierden por culpa de este tipo de pastores. Resulta que debaten sobre quien y como debe pilotar desde tierra un dron no pilotado. Hablan de capacitar a los conductores y meriendas parecidas cuando el dron del futuro inmediato es autopilotado con sensores y geolocalización desestimando la mano humana en ningún proceso. Cuando se den cuenta, también se pondrán a legislarlo y aun lo retrasaran mas. Que alguien les avise, ganaremos tiempo.
Yo si fuera taxista, ya me habría dado de alta en Uber.
Y Google dijo otra vez 'ok!'
Google lleva tiempo apostando por los coches auto conducidos. De hecho, de la mano de Lexus, han llegado a organizar excursiones por Sillicon Valley de manera periódica. Hace más de cuatro años que la gigantesca compañía de Mountain View experimenta y desarrolla en la conducción automática de vehículos tradicionales, de manera que a partir de un momento determinado un coche convencional pasa a ser tecnología sensorial que atiende a su entorno y te conduce gracias a los avances en materia de navegación que ya poseen. Es normal que lo hagan ellos. No olvidemos quienes parieron el Google Maps, Google Earth o el mismísimo Google View.
Pero en un acto celebrado el pasado 13 de mayo, Google reveló que no son capaces de alcanzar un grado de seguridad suficiente cuando modifican automóviles convencionales que precisan el control de seres humanos en situaciones de emergencia. Por esa razón y en secreto, la empresa se puso a trabajar hace más de un año en la automatización absoluta del transporte personal en entornos urbanos. La búsqueda de alcanzar la seguridad completa eliminando la intervención humana convierte, ahora si, el proyecto a un ventana al futuro real.
Ellos llaman ‘burbuja’ al conjunto de sensores que lleva su nuevo prototipo y que lo convierten en una máquina muy segura. A velocidades ciertamente bajas tiene un campo de control absoluto y circular. Ver como desde un iPhone puedes ‘llamar’ a tu coche y que este venga donde estás desde su estacionamiento tiene su ‘que’.
El vehículo que puedes ver en el video es un habitáculo para dos personas, espacioso y sin elementos informativos ni consolas. Lo que si hay son diferentes elementos de seguridad pasiva por si hubiera alguna pequeña colisión. Me recuerda a los vehículos sin conductor que aparecían en algunas novelas, películas y cómics de ciencia ficción de los años cincuenta o sesenta y que recorrían ordenadamente las ciudades del ‘futuro’. Nos cuentan que mucho de eso estará ‘ready in a year’.
En aquellas escenas de hace varias décadas en las que se veían vehículos parecidos faltaban detalles que ahora si podemos incluir. Acceso a tiempo real a la información del tiempo, noticias, lecturas del correo o lo que sea. Obviamente dejaremos de ir a ningún lugar para empezar algo, lo que sea podrá iniciarse en cualquier momento. La seguridad, la eficiencia energética y derivados son oficialmente sus puntos de defensa.
Creo que desarrollar aplicaciones, dispositivos, elementos que proporcionen algún tipo de innovación relevante o que enlace un ‘google car’ con cualquier aspecto de la Internet de las Cosas, puede ser un buen objetivo para una startup.
En la medida de las acciones por las que nosotros podemos ser competitivos por conocimiento, ‘expertise’ y visión de producto, en Openshopen, donde tenemos un pequeño laboratorio destinado a investigar puntos de encuentro con otras tecnologías, vamos a iniciar un proyecto que vincula el futuro de la movilidad automatizada y la experiencia de compra en circuitos de ecommerce.
Tengo la impresión que el ‘Auto Coche’ no será un riesgo para el vehículo privado a medio plazo. Creo que el punto de relación entre este tipo de coches y los usuarios que lo adquieran o utilicen será más en un entorno de servicio asociado a diferentes patrones de uso, como la logística, el transporte físico y otros. Precisamente ahí viene la clave del asunto. Amazon confesó que su ideal de gestión logística pasaba por el uso de ‘drones’ no tripulados.
Es significativo que Google está comprando empresas vinculadas a la robótica y al uso físico de la tecnología. Mover cosas, depositarlas, acceder a lugares una vez el vehículo llega y afrontar desafios con muchas limitaciones actualmente. En concreto llevan ya en cartera una decena de compañias, algunas de las cuales trabajan en ‘robots que andan’.
Piensa en como tu compra online puede verse afectada con algunos de los ‘futuros’ proyectos de Google en breve.
Me imagino el momento en el que alguien propuso a la dirección de Google ‘fotografiar el mundo’ ponerlo en la red y permitir que cualquier pudiera acceder. La respuesta de los que dieron permiso fue ‘ok’. Me imagino el instante en el que alguien propuso a la dirección de Google ‘fotografiar todas las calles del mundo’ y meterlas en la red para que pudiéramos caminar por ellas de manera virtual. La respuesta tambien fue ‘ok’. Ahora me imagino que alguien ha propuesto a la dirección de Google que ‘un coche que va solo, te traiga las cosas a casa, y que un robot andante toque tu timbre y te las entregue’. Creo que la dirección de Google, con unas Google Glass puestas, ha vuelto a decir ‘OK’.
¿Debe preocuparte una nueva burbuja tecnológica?
Nuestra economía es cíclica. Lo es porque el capitalismo pivota. Es su esencia. Siempre experimentamos ciclos y carencias. No hay ningún punto de estabilidad garantizado pues acabaría conceptualmente con él propio sistema. En tres décadas, dos de las cuales las he podido vivir directamente, el mundo ha sufrido probablemente unos cuatro burbujas. El colapso bancario de 1987, el hundimiento de las puntocom y la crisis financiera reciente entre otras. Ahora bien, durante esos mismos años de pánico el mundo ha vivido una etapa de una inédita innovación.
Las causas de esas explosiones con efectos devastadores y, a la vez, enormes beneficios posteriores, se debe a dos actores principales: el especulador y el creador de valor. Si estás especulando, vives pendiente de una burbuja, si eres un creador de valor, te la trae al pairo.
El especulador busca en sus apuestas lícitas y respetables (me gané la vida durante años así) los cambios del valor de las cosas en mercados. Ayuda claramente a que esas apuestas adquieran relevancia o atractivo en si mismas. El constructor de valor intenta generar algo cuyo objetivo sea crecer y prosperar sin sentirse afectado por los cambios del mercado. A veces, entre los segundos hay muchos de los primeros. ‘Emprendedores’ empujados por un viento ‘de moda’ con el que especular.
La burbuja puntocom explotó por la ingente cantidad de ‘empresarios’ que se dedicaron a desafiar el valor real de sus productos. Sobrevivieron los que realmente lo hicieron con el objetivo empresarial más cierto. Siempre me acuerdo de algunas plataformas patrocinadas por bancos, a miles de millones, que se fueron por el desagüe frente al éxito de la constancia de otros como por ejemplo idealista que superó aquella etapa.
En aquellos años de la última burbuja tecnológica y emprendedora el mercado estaba hambriento de empresas web, de modelos económicos digitales replicados y replicantes, donde nadie atendió a las reglas básicas de la economía de escala. La física y la gravedad se imponen siempre y en aquella época lo hizo con violencia.
Recuerdo una conversación con un ‘emprendedor’. Fue hace ya mucho tiempo. Se acababa de producir la adquisición de la famosa ‘wanadoo’. El hombre escuchó una de mis ideas de colaboración que respondía a crear una empresa de crecimiento razonable a una velocidad lógica a mi entender. El tipo declinó argumentando que su intención era subirse a la ola monumental que muchos estaban tomando.
Este ‘emprendedor’ inversor me dijo que la cosa tenía que ver con negocios, pero que daba igual si eran o no sostenibles o si el cálculo daba negativo lo tomaras por donde lo tomaras. Lo que me fascina de todo lo que vino después es que, cuando las aguas volvieron a la tranquilidad y sus negocios habían desaparecido engullidos por la resaca, entre tanta miseria y desolación se podían empezar a divisar los ahora inmensos Google o Amazon.
Del destrozo nació nuestra actual escenografía, nuestro presente depende de aquel desastre y nuestro futuro del que ahora se está larvando.
Años después, cuando colapsó el mundo en 2008, Google y Amazon lo miraron desde otro universo. Lo hicieron porque a diferencia de otros, ellos creaban valor. Si tu empresa no es más que una réplica que no aporta nada, si tus servicios los ofrecen muchos otros, si lo haces porque lo hacen los demás o porque está ‘de moda’, estas en condiciones de que te explote la burbuja en toda la cara.
Hace unos días me entrevistaron en TF1 sobre todo esto. Me presentaron como alguien que había ‘predicho’ al menos tres esas cuatro burbujas y me cuestionaron sobre la siguiente. Mi opinión, aun por clarificar, se basa en la localización exacta del lugar que ocupa el ciclo económico actual. Si estamos decayendo todavía, subiendo o estabilizando establecerá unas u otras perspectivas.Sin embargo, y esto es pura síntesis tras haber vivido al menos cuatro ciclos, si eres un especulador, o estás subido en una moda empresarial o socioeconómica concreta, debes atender muy bien el punto en el que se encuentra, te lo juegas todo y puedes ganar mucho o perderlo completamente. Si lo que eres es alguien que aporta algo nuevo, valor y producción real, debe importante muy poco. De verdad.
Sin embargo, aunque seas un emprendedor que aporta valor y que tiene objetivos que no dependen de los ciclos, necesitas tomar precauciones. Según el gran Barry Schuler los elementos a tener en cuenta ante la gestación de una burbuja tecnosocial serían: acumular efectivo, no especular con tu marca, respetar a los inversores, tener claro cual es el valor de tu empresa, ejecutar en los tiempos buenos como si fueran malos y definir un plan de contingencia para cuando tu valor pierda tracción.
Los avances tecnosociales en impresión 3D, en la Internet de las Cosas, en modelos Big-data y en cualquiera de las disciplinas y los campos que comentamos aquí muchas veces, no están exentos del riesgo de jugar en el campo de la economía tradicional. Lo miserable de todo es que los avances de la humanidad dependen de las crisis y las empresas que cambiaron el mundo surgieron de una ‘buena’ explosión de alguna burbuja. Bienvenida sea esa explosión si tras ella, una vez disipada la niebla, aparecen grandes proyectos que definan un mundo mejor. Así paso, así pasará.
De revoluciones y milagros
Conocí a David Jones en Maryland hace unos años y ya me llenó la cabeza de una cosa que él definía como la ‘teletransportadora de cosas’. Ahora le llamamos impresoras 3D y son parte de la revolución inminente. David y su equipo presentaron a un grupo de inversores hace unos meses un prototipo que nos encantó y la mayoría nos comprometimos con ellos. Sin embargo, visto lo visto en la campaña que lideran en Kickstarter el dinero no va a ser un problema. Superando los tres millones de dólares la cosa queda en manos de la ejecución y del desarrollo final para el negocio. En 11 minutos lograron los 50.000 US$ que precisaban por cierto.
Todo parece indicar que lo que llamamos técnicas de impresión 3D avanzan de manera exponencial pasando de lo experimental a lo operativo. En Sant Cugat la empresa HP ya ha puesto su central de desarrollo de este tipo de producto por ejemplo y están trabajando a pleno rendimiento para atrapar al futuro.
Las impresoras 3D que bien podrán llamarse de muchos modos menos impresoras suponen un cambio en todas las cadenas de valor que ahora no somos capaces ni de imaginar. Todo se podrá reproducir, incluso aquello que ahora consideras imposible. La limitación sólo residirá en el material a clonar y la capacidad de moldearlo o trabajarlo. Ahora parece difícil cocinar algo con una impresora 3D, pero obviamente eso es sólo un problema técnico que se podrá solucionar con brazos articulados, transferencia de tiempos, procesos y ‘descarga de tintas’ comestibles. Es por poner uno de los ejemplos que Jones me comentó sobre lo distinto que será el mundo en breve.
La entrada de las impresoras 3D a los procesos industriales se va a llevar por delante conceptos residentes e inamovibles desde hace décadas. Va a haber una batalla y como en todas las guerras, unos ganan y otros pierden. De momento sabemos que la llegada de estos dispositivos a la vida de los ciudadanos será moderada y, como pasa ahora con la impresión tradicional, cada vez más la dependencia estará en los consumibles que en el hardware, así como, ‘imprimir’ en según que materiales lo dejaremos para las comercios capaces de disponer de muchos ‘cartuchos’ de materiales distintos. Tengo la impresión que las impresoras 3D entrarán en lo cotidiano cuando dejemos de llamarlas impresoras y las denominemos ‘creadoras’.
El traslado semántico de ‘printer’ a ‘maker’ es el enlace mental pendiente para una sociedad que puede aceptar la copia de objetos pero todavía no les puede dar el valor que tendrán esas reproducciones.
Estamos ante un momento brutal. El tiempo pasa y muchos se van quedando. Directivas políticas procurando el ralentí tóxico de toda una sociedad. Legislar contra todo avance y retrasarlo, generar espacios legales con excusas sobre la protección de las personas cuando en realidad sólo es la coartada para seguir controlando el asunto que perciben se les va de las manos. Un momento único que, este tipo de dispositivos nos muestran como puede llegar a ser.
La impresión 3D y todos los cambios en los procesos industriales que se van a producir, la Internet de las Cosas y la mutación disruptiva que supondrá ‘dar vida’ a máquinas y objetos conectados entre si, y, por supuesto, la eclosión de la red absoluta donde las personas no deberán atender a intermediarios donde no son necesarios.
La primera revolución, la de la impresión diferida, modificará el valor de la producción. La segunda, la de los objetos conectados, cambiará la percepción de la vida. La tercera, la de la eliminación de intermediarios, revisará el papel de los políticos, periodistas, abogados, médicos, etc.
¿Por qué durante cuatro años la política circula lejos de la ciudadanía cuando de manera electrónica se podría consultar, casi sin coste, en múltiples ocasiones y por múltiples temas? La respuesta es tan escandalosa que duele. Es como comentó José Crespo en este mismo blog hace unos días ‘Atrévete, desarrolla red, desarrolla software y desarrolla hardware, integremos a España en ese mundo global y tecnológico al margen de esta gentuza que nos dirige. Entonces empezaremos a ver cosas que hoy nos parecen auténticos milagros‘.
Me incorporo a Sitka Capital
Hace ya unas semanas que entre a formar parte de la sociedad inversora Sitka Capital Partners. Lo hago de la mano de uno de sus fundadores y responsable, Carlos Guerrero. Lo he hecho porque creo en la inversión corporativa y por que la practico. Creo que esa implicación debe enfocarse en la nueva economía si quiero ser justo con lo que defiendo todos los días. Por eso me he incorporado como Advisory Board & Partner de este fondo de inversión que promete mucho por el equipo que lo forma y por la filosofía democrática que lo define.
Participo en la fundación de empresas con idodi, ayudo a acelerarlas en Conector, busco como financiarlas con Sitka y, por supuesto, sigo dirigiendo la expansión internacional de Openshopen.
Invertir en empresa como motor de cambio económico, como elemento estructural para la metamorfosis de un modelo de crecimiento que se paró hace unos años y que da síntomas de querer arrancar. Ahora toca inversión corporativa, invertir en empresa. Si queremos una sociedad vinculada al valor añadido, una economía innovadora y del conocimiento, también le toca a la sociedad empujar. Este es un modo de hacerlo.
Apostar por empresas de base tecnológica, para que desde abajo puedan crecer rápidamente y ofrecer empleo a centenares de personas con capacidades digitales, puede ser la puerta de salida a tanto sofá social. Algunas de ellas llegaron a modificar nuestras vidas para siempre. Atentos a las startups porque de ellas es el futuro y la definición del mundo inmediato. Participar del nutritivo camino de fundarlas, asesorarlas o financiarlas es todo un reto y algo que recomiendo. Tengo claro que es el momento de apostar por la tecnología y por las empresas que la fabrican. Lo digital y el cambio van de la mano.
Una economía del conocimiento parte del número de startups que nacen en su ecosistema. Israel, Irlanda, Estados Unidos, Suecia y tantos otros que están apostando de verdad por este tipo de modelo empresarial no esperan que el apoyo venga de la Administración (que también), sino que son su sociedad civil, su entorno privado y la cohesión entre inversores y emprendedores los que permiten que todos, de una vez, se la jueguen en común.
El que quiere estimular cambios debe implicarse y no solo pedir que otros lo hagan. El mundo seguirá creciendo, no se parará, pero la época que nos ha tocado vivir ya ha elegido con qué motores piensa hacerlo. En Sitka he encontrado personas inquietas con ganas de participar en proyectos tecnológicos, diversificar y canalizar parte de su capital a este tipo de empresas. Si te interesa participar puedes encontrar más información en este post donde se detallan rondas realizadas, previstas y modelos de entrada.
Invertimos en popplaces.com
El criterio que sigo para atender proyectos y startups donde invertir sigue siendo el mismo desde hace unos años. Por un lado la escalabilidad, por otro que sean un modelo tecnológico basado en el long tail o similar y finalmente que dispongan de poca fricción en el coste para el cliente final. A estas características estoy sumando últimamente que también ofrezcan respuestas a lo que llamamos ‘sociedad del futuro’, aquella que actuará o se relacionará dando soluciones donde hasta la fecha ni tan siquiera se había identificado la oportunidad. En ese último punto sobretodo se encuentra mi última entrada como inversor.
El criterio que sigo para atender proyectos y startups donde invertir sigue siendo el mismo desde hace unos años. Por un lado la escalabilidad, por otro que sean un modelo tecnológico basado en el long tail o similar y finalmente que dispongan de poca fricción en el coste para el cliente final. A estas características estoy sumando últimamente que también ofrezcan respuestas a lo que llamamos ‘sociedad del futuro’, aquella que actuará o se relacionará dando soluciones donde hasta la fecha ni tan siquiera se había identificado la oportunidad. En ese último punto sobretodo se encuentra mi última entrada como inversor.
La startup PopPlaces.com, de la mano de Karen Prats, es la primera plataforma que pone en contacto a propietarios de espacios en desuso con marcas que quieran utilizarlos para realizar toda clase de eventos ‘pop up’. Digamos que PopPlaces.com es el primer Marketplace de alquiler de espacios por días y eso de ser ‘el primero’ en algo ya me interesa.
PopPlaces, que ha disfrutado de la ventaja que le supone ser una de las elegidas en el primer programa Conector Barcelona, se creó con un capital semilla aportado por los propios socios fundadores. Ahora han cerrado su primera ronda de financiación en la que, de la mano de idodi, hemos entrado de manera importante. Como siempre, mi entrada en cualquier proyecto lleva implícito mi interés por aportar algo más que dinero y en este caso me parece muy interesante la clarísima opción de replicar el modelo en Europa y Latinoamérica.
La idea de PopPlaces surgió cuando unos emprendedores que ya montaban pop-ups o tiendas físicas efímeras y vieron un nicho de mercado en este tipo de alquiler, que ya existe en Estados Unidos, Reino Unido, Holanda y Francia. La idea es que cualquier espacio sea susceptible de alquilarse, desde un restaurante, cualquier tienda, un barco, locales a pie de calle o fábricas abandonadas. Las Galerías Maldà –con más de 40 espacios vacíos– y los barcos de Marina Estrella han sido los primeros en apuntarse al proyecto y podrán acoger todo tipo de eventos visto y no visto, en una iniciativa que también apoya el Ayuntamiento de Barcelona, cuyos representantes asistieron aa la presentación oficial de PopPlaces.com en Barcelona Activa. La prensa se ha hecho eco de manera muy importante.
Airbnb y los hoteles del futuro
La semana pasada estuve en las oficinas de la central europea de Airbnb en Dublín aprovechando la invitación de sus responsables locales. Ya conocía a la empresa que cubre cerca de medio millón de propiedades en 192 países y casi 34.000 ciudades del mundo. Relativamente joven, fue fundada en San Francisco en 2008, ya vale más de 10.000 millones de dólares. No es sólo una de las nuevas socias del selecto club de las megastartups, también es un referente más de lo que aquí definimos a veces sobre el futuro de la economía y sus procesos en plena metamorfosis.
Darle la espalda al tsunami no garantiza que no se te lleve por delante, lo único que pasará, si te giras, es que no sabrás cuándo sucederá.
Ya pasó con la música, pasara con los libros, paso con los viajes y pasará con miles de millones de empleos, todo cambiará y lo hará rápido. Los intermediarios, la cadena de valor entre cliente-usuario y producto cada vez es menos curva, menos compleja y utiliza la tecnología para simplificarlo todo, hasta el punto que los intocables pueden estar también en fase de extinción.
Las agencias de viajes vieron su negocio quebrado cuando desde un ordenador cualquiera podía organizarse un viaje, comprar un billete de avión o relacionarse con el hotel o guía en la otra parte del mundo. Luego esas plataformas vieron como en algunos casos los usuarios-clientes ya no estaban solo dispuestos a reducir costes con webs donde paquetizar todo eso. Poco a poco el usuario deja de ser cliente y pasa a ser otra cosa difusa que la Nueva Economía esta descifrando todavía. Es en ese momento exacto que toman fuerza y valor proyectos que se llevan por delante el asunto.
Airbnb no deja de ser un exponente más, como tantos, de que los intermediarios, en todo, desaparecerán y lo harán rapidito. Ser el de en medio no tiene futuro. O eres cliente o eres productor. Lo unico que se necesita ahora es un canal que los vincule y este ya no precisa de una cadena de sucesos, de procesos encadenados que encarecen. Ahora solo es preciso tecnologia. En 2012, estos de Airbnb cuya sede europea abarrota una nave industrial al norte de la ciudad, gestionaron 10 millones de noches en reservas de habitaciones, apartamentos y casas particulares.
Es cierto que la economía digital y sus procesos requieren muchas mejoras y adaptaciones cuando la traspasas a lo analogico. El ejemplo de Airbnb es evidente y fueron muchos los problemas que vivieron en el pasado. Problemas que surgieron de demandas por destrucción de algún apartamento, situaciones irregulares en el uso de los mismos, redadas por prostitución, huéspedes insatisfechos y que provocaron que la empresa lanzara una ‘garantía para anfitriones’ consistente en una protección de daños hasta el millon de dolares con Lloyd’s of London.
Con el tiempo, algunos de los impedimentos a ejecutar una transacción ‘hotelera’ en algunos países y ciudades desaparecerán. La evolución natural de la economía nos lo garantiza. Mas facil, mas barato, mas rapido y con menos complicaciones. Aunque en enero de 2013, un usuario de Airbnb fue condenado a pagar una multa de 2.400 dólares a la ciudad de Nueva York por el alquiler de su habitación en Airbnb con el tiempo esto será una anécdota.
Los hoteles se la tienen jurada. Como se la tuvieron jurada antes a otros actores del tema. Por ejemplo, los hoteles y las grandes cadenas se enfrentan de cara a los cupones descuento o al método grupal. Es un error ponerse de culo al progreso. Darle la espalda al tsunami no garantiza que no se te lleve por delante, lo único que pasará si te giras es que no sabrás cuando sucederá.
En estos momentos, Airbnb vale 10.000 millones, Hyatt Hotels 8.000, Wyndham 9.400. Me imagino a una gran cadena hotelera ‘mutando’ su negocio, comprando a los de ‘las habitaciones’ y estimulando un modelo de negocio aparentemente antonimo a ellos pero que no deja de ser un modelo de hostelería del futuro. Al tiempo.
Los barcos fantasma futuros
Anoche cené con unos amigos próximos a la Autoridad del Canal de Panamá. A parte de conversar sobre detalles del ‘asuntillo’ de la paralización de las obras de la ampliación del susodicho, pude aprender muchísimas cosas que son de mayor interés y que a buen seguro, en este blog serán mejor recibidas. Evito pues comentar lo escuchado por higiene hacia los que, desde España, defienden una legitimidad impresentable acerca de la revisión de un presupuesto difícil de defender.
La cuestión es que si alguien sabe de eso de la logística del futuro es esta gente. En sus mesas de trabajo hay importantes estudios y noticias acerca de cómo será el transporte de mercancías por el mar y como estas se derivarán por todo el planeta, probablemente, sin intervención humana en muchos de los puntos en que ahora parecen imprescindibles. Volvemos al punto ese en el que el modelo de gestión laboral del futuro inmediato entra en jaque y la adaptación de los procesos se hace imprescindible. Imagina el futuro.
Veamos. Resulta que Rolls-Royce está desarrollando buques ‘drone’ de carga que ahorrarán energía y, obviamente, dinero. Serán barcos fantasma sin tripulación. Aquí ya estamos familiarizados con el término ‘drone’. Una especie de avioncillo autónomo que es capaz de filmar, acceder, transportar o atender a distancia cualquier orden desde tierra incluso de modo automático únicamente guiado por un módulo de geolocalización a tiempo real. Sin embargo, se hace difícil pensar que pronto habrá mastodontes acuáticos transportando toneladas de mercancías únicamente guiados por sensores y satélites. (Me aseguran que ya hay alguna prueba enorme en espacios reducidos y limitados por jurisdicción no internacional).
Me demostraron con sus ‘tablets‘ que esa empresa ha puesto a prueba ya un prototipo en Noruega y que, a partir de la realidad virtual, simula las amplias vistas desde el puente del barco y de las posibles situaciones. Se intenta averiguar las opciones de navegación ‘manual’ desde tierra si fuera preciso por alguna emergencia que el sistema automático y robotizado no pudiera solucionar.
Existen dudas razonables acerca de lo bien que un buque puede reaccionar en aguas abiertas sin capitán o tripulación para dirigir aspectos de seguridad. Hace pocas semanas, un carguero danés perdió 600 contenedores (la pérdida más grande reportada en la historia) debido a una fuerte mala mar.
Yo lo desconocía pero me confesaron que Rolls-Royce Holdings obtiene una quinta parte de sus ingresos por el sector marítimo. Me imagino que si lo prueban con barcos lo acabarán intentando con aviones (de carga). Ya tenemos ‘metros’ y trenes sin conductor y de todos es sabido que aterrizar un Airbus 321 es algo que sucede casi de un modo automático. Casi y si no hace viento.
Supongo que donde no hay seres humanos, en un barco fantasma, no se precisan muchas de las cosas que hacen contaminante una nave de estas: electricidad, menos combustible, lo que los hará más ligeros a su vez. Puede ser una forma de ahorro energético a su vez. A nivel económico, me explicaron estos expertos que, de media, la tripulación de un buque de carga representa el 44% de los gastos operativos. Me imagino los sindicatos del futuro. ¿Vosotros?
Os dejo con un video sobre la conducción de vehículos de Mercedes Benz que demuestra que los accidentes se podrían erradicar si deja de ser el hombre quien conduzca los coches del futuro. Y otro de Volvo con una explicación similar. Un solo humano sería el problema, las máquinas no se despistan, sólo gestionan datos. Muchos datos.
Un futuro automáticamente mejor
Como dice Tim Harford, la economía está en todas partes y en todas las cosas. La economía es el motor de cambio social más importante del que dispone la humanidad. Nada mueve con mayor virulencia los sistemas. En los años 70 el fútbol británico discriminaba claramente a los jugadores negros. Eran menos y cobraban poco. Pero los clubes que disponían de plantillas con jugadores negros gastaban menos y sus resultados eran similares en muchos casos. Esta simple regla económica, es preferible reducir costos siempre que se mantengan resultados, se convirtió en el mayor elemento de cambio social en materia de discriminación racial de cuantas se dispusieron en Inglaterra. Ninguna normativa o ley ayudó tanto a acabar con la discriminación como ese hecho deportivo y económico.
Ahora estamos ante un nuevo estímulo para el cambio de todo cuanto nos rodea pero lo haremos al revés. Una ola de aire limpio y tecnológico nos recorrerá de punta a punta tarde o temprano y el conocimiento será rentable porque procurará las cosas con un menor coste. Da igual si eso daña la cuenta de resultados de alguien, a la vez mejorará la de otro. Quien fabrica coches y los vende por el encanto de conducirlos deberá buscar otros reclamos en breve pues lo impensable ya llega y muchos, en menos de una década, estaremos adquiriendo autos automáticos por los extras en cuanto a comodidad en el habitáculo y capacidad para trabajar en su interior que por la forma, velocidad o aceleración.
Crees que nos pasamos con eso de pensar que esto va muy rápido. Yo solo procuro, como he hecho desde hace diez años en este blog, anticiparme lo justo a lo que interpreto que viene, sea bueno, malo o regular para que cada uno atienda a sus objetivos y criterios. Mis datos provienen de vosotros, de mis viajes, de mis negocios, de mi conocimiento y de mi experiencia, pero sobretodo son pura realidad contrastada e interpretada.
En 2009 Google mostró su primer prototipo de coche que se conduce sólo. Miles de pruebas y ensayos demostraron que dificilmente tendría un accidente. De hecho el único que tuvo, se produjo cuando el coche paso del modo automático al modo manual conducido por un humano por cierto.
Como dijo nuestro amigo José Crespo en este mismo blog, ‘el error está en términos cognitivos humanos para resolver problemas’. Yo creo que una máquina puede suplir la carencia de “inteligencia humana” y aplastarla, simplemente al utilizar en tiempo infinitesimal una cantidad masiva de datos en red: extraer patrones de información y en base a esto, realizar predicciones.
Esta variable digital, social, humana y distribuida, este valor de conocimiento híbrido permite que un coche se conduzca sólo pero también que encontremos la pareja ideal o analicemos las variables de causa en un juicio próximo. Así vamos.
Hoy en día hasta los experimentados taxistas pulsan su GPS para no ‘preocuparse de las rutas’ ¿Dejarías que tu coche te llevara al trabajo? ¿De algún modo lo hace ya y si no lo hace, lo hará antes de que te des cuenta. Tengo claro que el coche que compre a mi hijo ya no lo conducirá él. Vivimos tiempos de sistemas complejos, de cambios que se estimulan por la economía pero que afectan a la sociedad como explicaba Tim Haldford con el tema del fútbol inglés.
Las 'otras' claves de la compra de Whatsapp
De la operación entre Facebook y Whatsapp parece que sólo importan los costes y se dejan de lado aspectos socioeconómicos y de identificación del futuro inmediato. Cierto que son 19.000 millones de dólares lo que le ha costado a Facebook hacerse con Whatsapp. Durante el Barcelona World Congress es bien seguro que Mark Zuckerberg cierre el acuerdo con Jan Koum lo que, por cierto, convertirá a la capital catalana no sólo en el ‘centro del universo conocido’, de la telefonía móvil y de los datos sino también de los negocios digitales y en red. (Que cada uno se lo tome con el tono que considere, todos valdrían).
Pero, ¿qué significa este acuerdo? Es importante destacar que el máximo responsable de Whatsapp, Koum, ha dicho ya que esta operación no hubiera sido posible si su compañía hubiera tenido que renunciar a sus principios básicos de libertad, visión y modelo de negocio. Eso puede marcar determinantemente lo trascendental de la cuestión.
Para entender realmente de lo que hablamos debemos abandonar los patrones de análisis económico tradicional como ‘beneficios’, ‘ebitda’ o facturación respecto a usos. En este caso y sin que sirva de precedente en este blog, lo que vamos a analizar es la grandiosidad de las cifras de uso.
Que los servicios de mensajería instantánea a través del móvil están de moda y son objeto de deseo es algo que llevamos comentando meses. El último movimiento en este sentido confirma la teoría.
La retórica habitual de la bolsa y de los noticiarios económicos no sirven hoy. Todo el mundo se olvida hoy de que el gigante de Internet Rakuten, conocido sobre todo por su tienda online de compraventa de todo tipo de productos, se hizo con el servicio de mensajería y de llamadas sobre voz IP Viber. Pagaron 900 millones de dólares a fin de plantar cara a Amazon por ejemplo. La guerra es más que económica, es social y de control de usuarios sino no se entenderían algunas cifras. ¿Influencia, datos y gestión social por encima de beneficio y facturación? Viber tiene una base de 300 millones de usuarios registrados en todo el mundo, mientras que Rakuten está presente en 40 países y espera a convertirse en el principal proveedor de servicios en Internet en el mundo, pero para ello, ahora, necesita el permiso del todopoderoso Amazon. Ya se verá.
Pero volvamos a lo que nos ocupa hoy. Hablamos de una empresa que tiene 1.200 millones de usuarios consumiendo publicidad todos los días de manera casi imperceptible para ellos y de otra que tiene más de 400 millones de clientes pagando una cuota ridícula anual por enviar mensajes. Sumados son una verdadera e inédita mole de datos y posibilidades. Jamás, la humanidad, estuvo en esas cifras bajo un paraguas del mismo tono y textura.
Lo miremos por donde lo miremos esto es lo más grande que hemos vivido a nivel corporativo en el mundo en cuanto a la influencia sobre el número de personas se refiere. Otra cosa serán las cifras económicas tradicionales que utilicen y sus expectativas. Como hemos visto últimamente, esas maneras de medir, ya no sirven siempre, hay otros factores que influyen en el atractivo de una empresa. Por ejemplo que hacen con el dinero y como determinan los ritmos vitales de otras miles de empresas que dependen de estas. ¿Quién duda en estos momentos que Facebook no influye en la toma de decisiones de centenares de multinacionales? ¿Quién puede dudar de que Whatsapp ahora determina muchísimas dinámicas comerciales de medios de comunicación? Pues eso.
Whatsapp se llevó por delante todas las operadoras de SMS del mundo en apenas dos años. Así, sin miramientos. Ahora todas ofrecen ese servicio prácticamente gratis. Era posible.
No me importa tanto el porque ‘ellos’ han llegado a ese acuerdo como lo que ‘nosotros’ vamos a lograr con ello. La Nueva Economía también se los llevará por delante si la decisión ha sido demasiado privada o pretende ser exclusivamente para el beneficio de esas compañías y olvidan que este mundo quita y pone reyes a una velocidad brutal si algo no es para el bien común.
Si lo han hecho por una u otra razón ya se verá pero lo que realmente importa es que Facebook se ha unido al enemigo, lo ha hecho para reforzar algo que buscan hace tiempo y que tiene que ver con la mensajería instantánea. Han descubierto que tener más mil millones de usuarios no garantiza dominar todo lo que se te ponga en la cabeza ‘obligando’ a tus usuarios a usarlo.
Facebook nota que pierde usuarios por las bandas, entre los que buscan comunicar rápido y privadamente y tras el fracaso por adquirir Snapchat se lanzaron a por la que domina el mercado. Esta operación, para mí responde a claros intereses de permanencia y de trascender a título puramente de negocios, pero hay cinco puntos que se derivarán y que de verdad importan a mi juicio:
1. Se están creando el nuevo escenario de relaciones sociales entre diferentes modos de conexión. Nunca antes los dispositivos dejaron de ser tan poco importantes y dejaron paso de un modo tan claro a ‘lo que hacemos’ y no ‘con que lo hacemos’. Esta ‘fusión’ de conceptos marcará el futuro inmediato.
2. Genera un espacio de libertad sin precedentes pues, a diferencia de lo que se escribirá y se nos dirá, Whatsapp supone un grado de gestión de datos inabarcable y de un valor privado mucho más evidente de lo que hacemos en Facebook. A partir de ahora deberán conjugar ese doble nivel de privacidad del que la red social carece y que necesitará mejorar.
3. Sentencia las compañías telefónicas al pasado definitivamente. Ya no hay vuelta atrás. Las compañías de telefonía deberán ir pensando en vender todo tipo de instrumentos de cocina pues en gran medida este es el pistoletazo de salida para que muchas de ellas no encuentren espacio para sus negocios. Tras esta operación vendrán otras como grandes empresas logísticas como Amazon u otras acaparen los modelos de pago, transacción, gestión y otros. PayPal ya advirtió. El fin de una era nos muestra otra más libre, estimulante y brillante. Si yo fuera transportista, cajero de un banco o dentista, empezaría a buscar a que me podría dedicar en el futuro inmediato.
4. Estimula modelos de negocio híbridos en los que unos buscan la publicidad y otros la cuota. Whatsapp no entrará en la publicidad, eso dicen, y Facebook no la abandonará. Nos enseñarán a vivir en ese doble escenario y aprenderemos a combinarlos con eficiencia.
5. Muestra el futuro inmediato. Todo pasa por la digitalización de las emociones, vivencias y relaciones. Esto no es solo una operación empresarial entre corporaciones, esto es el puto futuro viniendo a toda leche.