Amazon como ejemplo de la robotización laboral y la necesidad de repensarlo todo.

Amazon fue fundada en 1994 y ahora vale 247.000 millones de dólares. Sin embargo es sabido que la empresa no es muy rentable aunque ya salió de pérdidas. La política de márgenes y el plan de crecimiento tienen la culpa. Pocos saben que la empresa que empezó vendiendo libros a domicilio ahora es el mayor proveedor mundial de servicios ‘cloud’ por ejemplo. Por eso el objetivo final de la compañía gira entorno a un complejo sistema de relaciones comerciales que quieren ser una experiencia completa para el comprador en Internet. La logística, la nube, la entrega, son las puertas pero el objetivo es mucho más ambicioso y el tiempo le dará o no la razón a una apuesta tremendamente costosa que parece no importarle a los inversores por ahora.

Amazon fue fundada en 1994 y ahora vale 247.000 millones de dólares. Sin embargo es sabido que la empresa no es muy rentable aunque ya salió de pérdidas. La política de márgenes y el plan de crecimiento tienen la culpa. Pocos saben que la empresa que empezó vendiendo libros a domicilio ahora es el mayor proveedor mundial de servicios ‘cloud’ por ejemplo. Por eso el objetivo final de la compañía gira entorno a un complejo sistema de relaciones comerciales que quieren ser una experiencia completa para el comprador en Internet. La logística, la nube, la entrega, son las puertas pero el objetivo es mucho más ambicioso y el tiempo le dará o no la razón a una apuesta tremendamente costosa que parece no importarle a los inversores por ahora.

Pero, ¿cómo trabaja Amazon? ¿Es sólo lo que vende o los datos que obtiene con ese proceso comercial? Cómo todo en la red, la capa de datos es clave y en Amazon no es una excepción. Google te lo ‘regala’ todo y encantados de la vida les damos toda la información que nos pide. La mayoría de redes hacen lo mismo. Nada es gratis. Estamos pagando con el comportamiento que mostramos cuando buscamos un producto, cuando informamos dónde estamos, o cuando diferenciamos el tiempo que tardamos en aceptar una oferta. Detalles 'sin importancia' para nosotros que son muy sensibles para ellos. 

Estuve en el almacén de Amazon en San Fernando de Henares durante la filmación del episodio ‘e-commerce’ del programa ‘Economía de Bolsillo’ y es realmente impresionante. Un monumental espacio que como todo en Amazon está impulsado por los datos. El rendimiento personal se comprueba, según el New York Times, continuamente con un software llamado Anytime Feedback Tool que ayuda a la eficiencia y al reconocimiento de algún elemento a corregir. Otro sistema digitalizado e inteligente guía a los empleados de manera directa. Cuando compras un artículo en su página, el sistema funciona de forma rápida e identifica en que lugar del almacén está ese producto. El sistema indica al empleado más cercano dónde está y cómo llegar a él. No se trata de aprender dónde están las cosas sino de simplificarlo todo. Casi a evitar que se piense. La máquina ya piensa en términos logísticos y de eficiencia, no es necesaria ninguna otra aportación humana.

Y casi mejor. Sería imposible aprenderlo pues debido a una fórmula algorítmica sofisticada, Amazon ha descubierto que es mejor no tener las cosas ordenadas sino en un aparente caos organizativo. Llama la atención que los productos no están organizados lógicamente, o por lo menos bajo la lógica humana. Los productos en los estantes no están organizados por categorías. Parecen colocados por azar. Un paquete de baterías puede estar cerca de cinco copias de ‘Una hormiga en París’. Un carrito de bebé está en el pasillo de fontanería. Todo tiene una lógica oculta, profunda, indescifrable para un humano. 

¿Qué pasa luego? Cuando un artículo es seleccionado por un humano este lo escanea y empieza la fiesta. Durante todo su recorrido por el almacén, guías automatizadas, carriles y brazos selectores, recibe una serie de disparos que son más lecturas para saber que se va cumpliendo todo adecuadamente. Sin embargo todo esto tiene un objetivo que cada vez más se irá implementando. La sustitución humana de los trabajos que cualquier sistema automatizado pueda hacer.

La BBC informó que Amazon maneja un sistema que analiza los dispositivos de mano de los trabajadores que seleccionan productos en algunos almacenes a fin de medir los segundos que tardan en cada acción entre selección y selección. En el almacén de Hemel Hampstead, cerca de Londres, el trabajador ‘selector’ medio de Amazon puede recoger un millar de artículos al día. Depende del ‘recorrido’ que el sistema le conceda. Casi dos artículos por minuto. Si el tema es competir en ese campo está claro quien no va a poder con un sistema automatizado. El elemento humano es el eslabón débil en esa cadena de eficiencia.

Los nuevos sistemas de recolección de artículos basados en el Robot Kiva Systems puede estar apunto de jubilar un modelo de trabajo logístico en breve. De hecho Kiva es una subsidiaria de la propia Amazon y se dedica al desarrollo de alta tecnología robótica. La idea no es tener un brazo armado que recolecte y luego envíe los artículos. En realidad es la montaña que va a Mahoma. Esos robots que parecen la escoba automática que muchos tenemos en casa permite que sean las estanterías las que se muevan y se desplacen buscando el estacionamiento ideal para la recolección más eficiente. Luego, el bicho vuelve a su lugar de carga.

No obstante se nos dice que siempre harán falta humanos. Sus ojos, su criterio de calidad, la visión es imprescindible. Pues igual no. Existe otra compañía llamada ‘Sick’ (enfermo en inglés curiosamente) que ha inventado un equipo de detección que podría estar apunto de jubilar al ‘control de calidad óptico-humano’. El sensor visual del P30 Sick permite que ahorrar 10 segundos entre la detección del artículo y la colocación del mismo en el carril de entrega con respecto al tiempo que necesita el ojo humano. Un montón de dinero en definitiva.

Lo que me interesa del caso Amazon en cuanto a la automatización de procesos, la eliminación de trabajo humano y la sustitución de sistemas inteligentes centralizados es que siempre hay un resquicio que exige la intervención humana pero que, a la vez, siempre tiene la espada de Damocles ‘robótica’ pendiente de aniquilar su puesto de trabajo.

Las operaciones están cambiando y no sólo en Amazon, es generalizado. Según el Informe Anual de la Industria MHI 2016, se espera que la adopción de la robótica llegue al 74% en aplicaciones de manipulación de materiales en los próximos seis años. Actualmente no llega al 30%. Tengo ganas de ver cómo desde la política nos sugieren que se va a crear empleo en ese justo momento. Cuanto más ágil y sensible es un robot a los estímulos externos más útiles son para interactuar con los trabajadores humanos. En un entorno de distribución, donde la mayoría de las tareas son repetitivas, sencillas y físicamente exigentes, las ventajas de un trabajador incansable que no se aburre son evidentes.

Muchos siguen tranquilos pensando que los robots se limitarán a esas tareas repetitivas pero se olvidan que el desarrollo va en otro camino. En breve esos mismos robots serán capaces de hacer tareas inexactas e impredecibles en base a un grado de mayor conciencia del espacio, el objeto y el motivo de su ‘trabajo’. Y ahí se acabó lo que se daba humanamente hablando. La clave será el desarrollo de algoritmos de control adaptativo que permitan a los robots para reaccionar a su entorno en tiempo real. Esta tecnología ya existe, y fue visto en el Modex en Atlanta el pasado abril. La Science-Ficcion ha pasado a ser Fact-Science. Swisslog demostró que es compatible trabajar en algo arriesgado con un humano al lado. Su brazo robótico se detenía cuando identificaba riesgo para un ser humano.

Lo dicho, tengo ganas de saber como sus señorías definen un espacio de creación de empleo en cuanto se acabe el filón de la reubicación en la construcción y en el reparto hotelero de verano. Quiero saber como piensan crear empleo en un escenario de eliminación del mismo. ¿Jornada laboral reducida? ¿Renta mínima? ¿Qué tienen 'pensado'?

Perdón, ha sido sin querer…

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Big Data, Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Big Data, Innovación, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Automatizar la legalidad

Cada vez son más las voces y las pruebas que nos indican que, independientemente de si eres un abogado que trabaja por cuenta propia o eres miembro de una firma de gran tamaño, el futuro de la tecnología aplicada a tu trabajo va a cambiar de manera importante tu día a día. 

Cada vez son más las voces y las pruebas que nos indican que, independientemente de si eres un abogado que trabaja por cuenta propia o eres miembro de una firma de gran tamaño, el futuro de la tecnología aplicada a tu trabajo va a cambiar de manera importante tu día a día. Hoy utilizaré el ejemplo de la abogacía como punto de análisis que puede extrapolarse a cualquier profesión teóricamente exenta de la robotización o automatización. En medio de esta especie de ‘rebelión de las máquinas’ que amenaza nuestra vida y nuestras comodidades, garantías y tranquilidad, hay quien defiende que no todas las profesiones están amenazadas. Hemos hablado de periodistas, transportistas u otras ocupaciones que tienden a implementar un mayor número de automatizaciones que apartan a los humanos de ellas.

La red ya cambió la hipotética cadena de valor que circula entre el abogado y sus clientes. De hecho si quieres puedes entrar en un portal jurídico buscando el abogado que necesitas y que este te resuelva dudas de tipo legal con un solo clic. No es robótico pero si es un cambio notable. Ahora bien, yo hablo de otra evolución que no todos los abogados están teniendo en cuenta. Hablo de los ‘avatares legales’.

El uso de la Inteligencia Artificial en el ecosistema profesional ya se ha extendido y el mundo cuenta con enfermeras robot, asistentes robot, recepcionistas robot, vendedores robots y humanoides que realizan tareas, hasta ahora, exclusivas de humanos. Es, por tanto, inevitable que los robots también se introduzcan en el mundo jurídico y de manera tremendamente rápida.

La eficacia jurídica aumenta cuanto más datos es capaz de analizar, parametrizar y sintetizar un equipo legal. Nadie es capaz de igualar a un software específico diseñado para ello. La intuición es una opción, la inspiración otra, pero la deducción es infalible cuando se trata de gestionar billones de datos, fechas y conexiones que afectan a un caso concreto. El tiempo que necesita un equipo de cinco juristas para algo es 2,4 millones de veces superior a un sistema analítico que cabe en cualquier ordenador de sobremesa.

El video anterior destaca como los datos y gestión supera al hombre y su capacidad de analisis previo. La eficacia jurídica es la culminación de un modelo de aplicación informática que se basa en el ‘cloud’ y que genera valor a partir de la computación cognitiva, inteligencia artificial y automatización de procesos. Quien subestime esto estará cometiendo un error. No hay profesión ajena a la Cuarta Revolución Industrial

La tendencia a la completa integración de este modelo sólo va a hacer que aumentar. Todavía hay mucho camino que recorrer pero la Edad Robótica se ha iniciado y, principalmente, sólo tendrá un problema que ahora mismo la podría poner en juego: la sostenibilidad energética de todo ello.

¿Dónde quedará el abogado tradicional? En el lugar exacto que su talento y habilidades le permitan. El talento va ligado a algo que cada uno puede establecer en su justa medida y otorgarle diferentes consideraciones, pero las habilidades, las ‘digital skills’ si que serán de obligado cumplimiento. Si un abogado es ajeno o considera innecesario digitalizarse al extremo, su carrera estará tocando fin mucho antes de lo que él cree. No es sólo estar en la red, ni tan siquiera se trata de conocer bien los aspectos legales que una máquina puede resolver, no, se trata de transformación, de igualarse a un objeto que ‘piensa’ y que puede ser parte de tu equipo en cualquier momento.

Esto no va de aprender sólo, consiste en adaptarse a un nuevo modelo aceptando las dinámicas propuestas. De lo contrario nos pueden llevar a un punto en el que nos veamos muy superados por ‘algo’ que aparentemente no es un abogado. Pero lo será.

De la profesión de la abogacía, como cliente hoy se esperan una serie de características. Del buen abogado esperas eficacia, dedicación, capacidad para explicarse y lealtad absoluta. Del abogado robótico se espera otro tipo de talento. La eficiencia se dará por asumida, la dedicación ni decirlo, la capacidad para explicarse es obvia y la lealtad a quien aprieta el botón será ciega.

¿Qué sucederá en la abogacía en apenas una década? Los abogados deberán aumentar su creatividad acerca de que, cómo y con quien trabajan. Sucederá algo que ya ha sucedido en otros campos profesionales y que, si lo miramos con un microscopio económico veremos que las mutaciones en el ADN de todos hay un mismo elemento desencadenante: bits.

El tema no está en si desaparecerán los abogados. No, el asunto es que tipos de abogados van a tener mayor riesgo en la adaptación al asunto. Tengo claro que va a suceder algo parecido que con la música, el cine, los contenidos o el periodismo. Las grandes corporaciones deberán acostumbrarse a tratar de tú a tú a pequeñas firmas colegiadas. Si ya no necesitamos un equipo de treinta abogados y legalistas para llevar un caso porque con un software somos capaces de hacerlo dos, ¿dónde está el punto de vista y fricción ahora?

El abogado robot no es una amenaza para la profesión, es una amenaza para el sistema legal como ahora lo entendemos. La capacidad económica del cliente futuro no será determinante a la hora de contratar un ‘equipo’ de abogados. Ese equipo podrá estar formado por muchos humanos o uno y un robot. Los efectos en según que aspectos podrían ser similares pero a un precio muy distinto. Ahí está la cosa.

Recomiendo leer el libro ‘El abogado Nacked’ que he enlazado antes y que comenta, desde la perspectiva de un abogado aficionado al estudio de las afectaciones tecnológicas en su profesión, la marcha implacable de la industrialización en este sector que parecía exento a los cambios. Como decimos repetidamente aquí repitiendo las palabras de Maya Angelou, 'nos quedará la creatividad, cuanto más la usemos, más tendremos'.

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Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal Economía, Politica, Sociedad Marc Vidal

Tras lo de Grecia, seguiremos trotando.

Lo de Grecia ya pasó. Y pasó como pasan las tormentas tropicales. Todo el mundo avisado de que hay que cerrar las ventanas, no salir a la calle y esperar a que amaine. Cuando sales el destrozo es mayúsculo. De eso iba todo esto. De ver como Europa, como nos la han explicado no existe. Y no existe porque quienes están ‘dibujándola’ no saben dibujar

Lo de Grecia ya pasó. Y pasó como pasan las tormentas tropicales. Todo el mundo avisado de que hay que cerrar las ventanas, no salir a la calle y esperar a que amaine. Cuando sales el destrozo es mayúsculo. De eso iba todo esto. De ver como Europa, como nos la han explicado no existe. Y no existe porque quienes están ‘dibujándola’ no saben dibujar. De hecho están en clase de artes plásticas con una calculadora. Así no sale. La verdad es que cuanto más lo pienso más claro tengo que reacciones sociales que se creían contenidas van a ir eclosionando por todas partes. Y no porque las cosas estén mal montadas, no, sino porque los que deberían estar trabajando por el futuro mantienen todos los gestos y protocolos del pasado.

Europa se configuró en una época que no existía Internet, teléfonos móviles ni redes sociales. Europa es una entelequia que se pensó para enfrentarse a un mundo emergente que poco a poco va emergiendo. No se trata de rescatar bancos, que también, ni de reestructurar deudas, que podría ser, sino de cómo un continente viejo y lento, sobre dimensionado, repleto de normas y estructuras, se adapta a un nuevo mundo.

Miremos con objetividad ¿Quiénes son? ¿A que se dedican? ¿Cómo estructuran la sociedad del futuro? Apenas saben nada ni se dejan asesorar. Todo parece en manos de bancos salvando cuentas de resultados con ecuaciones que no se aguantan por ningún sitio, deudas soberanas que aparecieron de la noche a la mañana y de un enorme y gigantesco sofá social que nos acomoda a todos.

Europa debería ser otra cosa. La cuna de un nuevo modelo económico que diera espacio a un futuro que se acerca a toda velocidad. Metafóricamente la imagen es descriptiva. Europa corre al trote por una vía paralela por la que se acerca un tren de alta velocidad. En menos de un minuto el tren pasará de largo y nosotros seguiremos corriendo al trote pensando que el vientecillo tibio que ha quedado tras el adelantamiento no es más que una brisa veraniega. Nada grave. Sigamos trotando.

Pero no era una ráfaga, era el futuro. Mientras pensamos en como dar de comer a millones de personas que se van quedando sin trabajo, mientras los gobiernos piensan desordenadamente como enfrentarse a las encuestas, el empleo desaparece en términos generales. Podemos darle valor y relevancia a las cifras puntuales que nos dicen que se crea empleo y que parece sostenido, pero es engañarse. No llegaremos al pleno empleo nunca más. Y es normal pues no hacemos falta en la mayoría de esos puestos de trabajo.

Improvisar es un verbo que se les da muy bien a los políticos. No nos engañemos, no es estrategia, es táctica. Si les sale bien dirán que lo tenían pensado y que es gracias a una buena estrategia. Si sale mal lo borran de sus discursos y crean otra táctica. Si tuvieran estrategia y luces largas, si realmente estuvieran trabajando para el futuro de todos estarían analizando como será Europa sin empleo. Como vamos a fabricar un mundo donde el ser humano requiere trabajar en lo que lo hace humano. Su creatividad.

Estuve el jueves en Londres. En un foro muy interesante sobre la permanencia de Reino Unido en Europa que tenía como punto de inicio el informe conjunto de Deloitte y la Universidad de Oxford publicado a finales de 2014 y que aportaba alguna revisión significativa. El tema central derivó hacía que más de diez millones de empleos británicos serán asumidos por la tecnología desplazando irremediablemente a las personas que ahora los ocupan. Es decir, uno de cada tres en apenas veinte años.

Allí no se hablaba de Grecia, ni de Alemania. No se mencionó Europa, sólo se habló del futuro de occidente y del papel que la clase política, empresarial y bancaria juega en este reto de cambio y de cómo, para evitar un conflicto social inmenso, se debe trabajar a medio plazo. Se dijo que si el plazo es relativamente cómodo, empezar a construir amortiguadores es urgente.

Podemos discutir de lo que queramos. A veces parece que vivimos en planetas distintos unos y otros. Que se convoquen elecciones y se hable de ‘lo de siempre’ preocupa. Pocos, ninguno, de los que dicen que nos gobernaran bien, nombra el futuro real que nos espera. Siguen con sus discursos manidos, de distintos colores, con la misma verborrea inútil de siempre, pero ninguno habla de que el empleo se va por la alcantarilla y de que el modelo social futuro exigirá de una nueva perspectiva.

Dan miedo. Terror. Los escuchas y siguen con lo de siempre. Recuperación, cambio, críticas al de enfrente, siempre igual. Ninguno de ellos, nadie, habla de que los empleos que se están planteando ‘crear’ en sus programas serán empleos muy mal pagados, en posiciones repetitivas y propensos a desaparecer. Las personas que ganen menos de 30.000 Euros al año tienen cinco veces más posibilidades de perder su empleo que los que ganen más de 100.000. Eso es de lo que deben preocuparse ‘sus señorías’ de las narices.

Los avances tecnológicos van a provocar un cambio importante en el mercado de trabajo en las próximas décadas. A menos que se hayan comprendido y anticipen estos cambios, habrá un riesgo de desempleo general y subempleo crónico que acrecentará las diferencias sociales de manera drástica. De eso no iba la modernidad, de eso no va ‘el futuro tecnológico’. En Reino Unido, y otros, están trabajando para sentar las bases políticas de esos cambios. Coches automáticos, debates sobre como se podrá sustentar energéticamente todo esto, etc.

A menos que se trabaje en base a estos cambios inminentes, hay un riesgo de brecha cada vez mayor entre los que tendrán tecnología y los que no y una gravísima derivada sobre la ocupación laboral que se tiene que prever. Es inadmisible que de esto no se hable, debata y legisle. La generación de políticos más egoístas, mediocres y mal informados de la historia se está cargando la historia.

Los autores del informe que os comentaba hablaba de sectores que consideran de mayor riesgo. Los que trabajan en la administración, las ventas, el transporte, la construcción, la minería en una década verán como un montón de autómatas se los llevarán por delante.

Fijaos. En Londres, nos informaron, algunos empleos han empezado a desaparecer de manera masiva y silenciosa. Desde el año 2001 el 65% de los bibliotecarios han desaparecido y la mitad de secretarias o asistentes de administración también. En los supermercados apenas trabajan ya el 30% de los que lo hacían hace una década. No es un tema de robots, ni de androides, eso ya vendrá más tarde, hablamos de ‘bits’ haciendo tareas hasta ahora humanas. Es menos evidente, menos ‘glamouroso’, pero tremendamente eficiente.

Ya lo hemos dicho, el 47% de empleos actuales ya son susceptibles de ser sustituidos. Es un tema de presupuesto y amortización. A medida que las empresas puedan ‘comprar’ ese mecanismo que le evita tener un número de empleados para obtener más beneficios, lo hará. No lo podemos evitar, es pura lógica empresarial. También pasará en la administración pública. Pasará y hay que prepararse legislativamente y socialmente. Esperar a que llegue sólo hará que nos explote en la cara otra burbuja más.

Durante la revolución industrial, se fue labrando la clase media a través de la disponibilidad de puestos de trabajo en el sector manufacturero como medio de distribución de la riqueza en nuestra sociedad. ¿Cómo vamos a manejar esto ahora con la última revolución tecnológica? Los robots no sólo están haciendo el trabajo que son arriesgados o difíciles, ahora hacen cualquier trabajo que suponga una reducción de costes. No es futuro, es presente.

Lo de Grecia es Disney comparado con lo que se le viene encima a una Europa embarrada, lenta y lejos de la realidad. Las declaraciones de quienes nos ‘gobiernan’ sobre como afrontar el futuro son de aurora boreal. No se enteran o no quieren enterarse. Mucha gente va a sufrir, ya lo están haciendo y la explicación de que estamos saliendo de una crisis no se aguanta. No se trata de las cosas de antes, no se trata de un modelo económico tradicional. Hablamos de la Cuarta Revolución y muchos, los que deberían trabajar en ello, lo ignoran.

Entre hoy, mañana y pasado, escucharemos mil troikas y mil discursos. Todos acojonados con lo que vendrá tras el ‘no’ de Grecia. Pero seguirán ocupados en su partida de damas particular. No abordarán la verdadera reestructuración que nos importa. La de cómo modelamos un nuevo modelo económico y social que está sembrando ya la semillas que se traducirá en trastornos sociales a gran escala. ¿Piensan proporcionar alguna solución antes de que el problema se nos derrame por todas partes?

Como decía antes, 'Europa corre al trote por una vía paralela por la que se acerca un tren de alta velocidad. En menos de un minuto el tren pasará de largo y nosotros seguiremos corriendo al trote pensando que el vientecillo tibio que ha quedado tras el adelantamiento no es más que una brisa veraniega. Nada grave. Sigamos trotando'.

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Startups, Tecnologia Marc Vidal Startups, Tecnologia Marc Vidal

Con el 90% del trabajo en manos de Robots poco empleo se va a crear.

Mientras se debate sobre los anuncios de aurora boreal que los gobiernos y oposiciones hacen sobre como van a crear millones de empleos, el mundo gira al revés. Salir en plena campaña electoral con un chorro de tonterías envueltas en papel celofán acerca de que en los próximos años se van a crear miles o millones de puestos de trabajo evidencia algo lastimoso. No lo digo porque no tengan intención o no crean que puedan hacerlo, hasta eso podría ser, es básicamente porque parece que viven en otro mundo y la lectura que hacen de su entorno es muy superficial.
El futuro no generará empleo, asúmanlo. El futuro inmediato (y cuando digo inmediato digo ¡ya!) se dirige irremediablemente a un mundo sin empleo, con otra consideración de que y quienes lo ejecutarán y como se va a retribuir todo ello. De lo que tienen que hablar estos señores, de la derecha, de la izquierda, de lo nuevo y de lo viejo, de la casta y de la anticaspa, todos, es de cómo piensan estructurar un país, un continente, una ciudad o un barrio ante la absoluta paralización del mercado laboral como ahora lo entendemos.

Donde algo lo pueda hacer un robot, lo hará y donde menos te lo esperes. Quien decide no es el trabajador, ni siquiera el empresario, ni un gobierno hipotético poniendo cuotas de humanos en una fábrica, supermercado u hospital, ni un deseo, ni un anhelo, quien lo decide es el que consume todo ello. Si es más barato, rápido y eficiente, será. Y, hay que decirlo, ahora mismo, casi nada (y cuando digo casi nada es por no decir nada directamente), un humano es mejor que una máquina. Es cierto y negarlo es no haber investigado mucho el tema o querer vivir en el romanticismo aquel que asemeja lo que es humano a algo más ‘cierto’ y sensible. Cuidado con poner según que adjetivos. He visto más sensibilidad en el comportamiento de Watson que en el de muchas ‘personas’.

Y es que esto va rápido. Muy rápido. Tan rápido que muchos lo vivimos en el día a día cuando consumimos, compramos, viajamos o leemos. Empresas en las que precisábamos equipos de 20 personas para un desarrollo cualquiera ahora son de 4 y se apoyan en ‘doing intelligence’, software que automatiza todo a través de inteligencia artificial.

Ayer, el South China Morning Post informó que Shenzhen Evenwin Precision Technology Co., una empresa de fabricación que hace piezas de teléfonos celulares y otros aparatos electrónicos, tiene la intención de sustituir a aproximadamente el 90 por ciento de su fuerza laboral de 1.800 personas con máquinas. La compañía ha planeando gastar 322 millones de dólares en una nueva fábrica en Dongguan que utilizará ‘sólo los robots para la producción’ y dónde el asunto de ‘las condiciones laborales’ pasará a mejor vida. Lo curioso es que en la noticia dicen, que ‘de momento’, 200 humanos vigilarán las máquinas. Al final, un software, vigilará con lo que de 200, pasaremos a 1.

Es un ejemplo que se extiende por todas partes, y que en otros países también está acelerando. Parece que China ha decidido tomar la delantera en este tema no obstante con la importancia que esto supone y la urgencia de adaptación del resto de países que quieran ser competitivos. China quiere llegar a la robotización de toda su producción. En 2017 está previsto que sea el país con mayor número de robots en fábricas del planeta superando a Estados Unidos, Alemania o Japón según la Federación Internacional de Robótica.

No es preciso ir muy lejos aunque muchos digan que seguimos una especie de guión de Asimov. Allí donde Amazon tiene almacenes, poco a poco puedes ver cosas como la del video que acompaña aquí abajo. Durante un debate en televisión el pasado viernes, alguien me dijo que ‘eso de que los robots se encarguen de tareas humanas de forma masiva era algo de ciencia ficción’. Era profesora de una importante escuela de negocios. Pues eso.

https://www.youtube.com/watch?v=UtBa9yVZBJM

La Federación Internacional de Robótica estima que en 2014 se vendieron alrededor de 225.000 robots industriales en todo el mundo, 27% más que el año anterior. Los cálculos oficiales apuntan a la instalación de sistemas automatizados puede destruir unos 30.000 empleos a la vez las empresas implicadas aumentan su volumen anual de ventas hasta en 4.880 millones de dólares. ¿A que parece lógico que la vida mejore si sabemos cómo adaptarnos a ese punto de eclosión? Más dinero, más producción, mejor calidad y menos horas trabajando. Me recuerda a aquel momento de la Revolución (le llamaron crisis) Industrial

El mundo, incluida España, Irlanda, Camerún o Chile, da igual, verá en una década que crear empleo será una quimera y que la única salida será adaptar nuestro modelo de vida y equilibrar su riqueza antes de que estalle todo. No nos dirigimos a un escenario de creación de empleo, eso es poner películas de Buñuel con un cartel de ‘estreno’. Que habrá momentos en los que si, claro. Que los porcentajes actuales son fáciles de mejorar con acciones puntuales o estacionales, también relativamente. Que aun no estamos en ese ‘futuro perfecto’, evidentemente, pero que en 2018 vaya a haber muchísimo más empleo disponible es sencillamente imposible. En las listas de ofertantes a nuevos empleos hay más robots que humanos.

De lo ilusionante que puede ser un mundo donde la tecnología nos facilite la vida a la ansiedad que produce pensar que no nos preparemos o adaptemos a todo ello hay una fina gasa. La que se ponen en los ojos los que deberían inspirar y estimular este proceso. A mi no me preocupa que en 2018, 2020 o cuando sea, el espacio laboral disponible sea menor, más automatizado y mucho más eficiente, lo que realmente es de susto es ver que no se hace nada para atender ese momento. Es como si los que deberían estar preparando las butacas, el escenario y las luces para asistir a una obra muy difícil de comprender, estén en el hall del teatro parloteando de fútbol. ¿Se entiende la metáfora?

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Dejar de ser la especie más inteligente del planeta

El pasado sábado mantuve una conversación ‘telefónica’ muy animada con un robot. Fue durante una presentación para inversores que se hizo en la zona del Silicon Docks de Dublín en conexión con el MIT de Boston. Participaron un buen número de sorprendidos amantes de la inversión tecnológica. En mi caso, el engendro, bromeó con alguna palabra en castellano incluso. Te descoloca a la vez que te emociona. Te la impresión que estamos cerca de dejar ser la especie más inteligente del planeta.
No era el caso de este, pero en algunos especímenes, componen música en un minuto, hablan como nosotros con errores que generan confianza, bromean pues eso abraza la humanidad y tienen su propia ética que se compone del análisis de la nuestra mientras no puedan, o quieran, ir pariendo la suya.

Hablando con los técnicos que hicieron posible la conexión, éstos afirmaban tomando el café, que si nos confesaran lo que ahora mismo ya son capaces de hacer algunos de sus desarrollos en materia de inteligencia artificial nos asustaríamos. Te dicen, sin mirarte a los ojos y removiendo la cucharilla del café, que no estamos preparados para dar el relevo a otra especie superior, a un símil de post humanidad inminente. De momento, dicen, les vamos a ir dando trabajo. Luego ya veremos que hacemos.

La mayoría de los últimos avances en inteligencia artificial, como aplicaciones móviles que convierten la voz en texto son el resultado de aprendizaje de una máquina con enormes conjuntos de datos para buscar patrones. Sin embargo, el avance actual radica en hacer que las aplicaciones de aprendizaje se basen en lago llamado ‘lenguajes de programación probabilísticos’, que permiten a los investigadores mezclar y combinar técnicas de aprendizaje automático.

Investigadores del MIT han demostrado las máquinas están aprendiendo a aprender. En un lenguaje de programación probabilística, el trabajo pesado se realiza por el algoritmo que reajusta continuamente probabilidades sobre la base de nuevas piezas de datos del entrenamiento previo. Digamos, para entendernos que esa rama de investigación tiene como objetivo resolver todas las tareas que precisa un ordenador para entender el mundo tal y como nosotros lo vemos, sus dimensiones, complejidades y relaciones.

El 19 de febrero de este mismo año fue presentado en España un tal Watson, el ordenador más inteligente del mundo. En aquella ocasión, en la sede de IBM se hizo una demostración que consistió en una conversación en lenguaje natural sobre la adquisición corporativa sugerida por parte del robot a un hipotético consejo de administración.

Nada nuevo sin embargo por muy rebuscado que parezca. Como aquí dijimos, ya hay diversos ‘robots’ dirigiendo alguna empresa del mundo. Ya están sentados en los consejos de administración tomando decisiones y no tanto ayudando a tomarlas como se creería en un primer instante.

Vamos a tener que convivir con ellos. Seguramente habrá de muchas formas y modelos, unos simplemente serán brazos armados que prepararán el almuerzo, otros simplemente un software que ‘hablará’ con nosotros paseando por tu casa acerca de cómo ha ido el día en tu ausencia, otros conducirán taxis, otros llevarán tus encargos de la compra a tu casa, otros darán las noticias en televisión sin presentadores, otros limpiarán los despachos y, finalmente, llegarán los que tendrán un aspecto más o menos humanoide con los que será más fácil interactuar en situaciones más cercanas.

Y no es algo tan lejano. Ya llega. La inteligencia artificial está mucho más avanzada de lo que el público en general piensa. Si supieramos donde se encuentra todo esto, no daríamos crédito. Como en todo, nos llegará, será disruptivo y lo digeriremos con cierta naturalidad. De ver a ese tal ‘Watson’ ganar un concurso televisivo en 2011 a lo que ahora es capaz de hacer hay años luz.

Ya no es tanto que sea capaz de analizar datos, es factible observar en su funcionamiento un cierto grado de ‘razonamiento’. De hecho pocos saben que Watson ya no es una máquina gigantesca que está en algún lugar para uso y disfrute de sus programadores. Ahora es un rentable trabajador multitarea de la multinacional IBM. Empresas del Ibex35 españolas y 25 empresas más de otros países utilizan a Watson como tecnología comercial accesible pues ahora está ‘en la nube’.

https://www.youtube.com/watch?v=WFR3lOm_xhE

Watson habla varios idiomas, delicados y modernos por cierto. Es la primera computadora capaz de aprender a medida que trabaja y acumula información que puede interactuar con el ser humano en un lenguaje natural. Es decir, un paso desde ‘el mundo de los ordenadores que sólo entienden el lenguaje de programación, hacia un nuevo paradigma en el que las máquinas pueden alimentarse de lenguaje hablado’. Este ‘bicho’ se siente cómodo hablando como los humanos. Lee libros, centenares al día. Escucha la televisión, conversaciones, películas. Tiene datos de cómo somos y como nos gusta ser tratados. Aprende de ello y se adapta.

Según el MIT, estamos a muy poco de dar el salto definitivo. De momento las máquinas ‘inteligentes’ sólo analizan datos como lo hace un humano, se basan en estructuras de datos que gestionan, ordenan y procesan. El salto se producirá cuando técnicamente sean más inteligentes que nosotros. Ahora son como nosotros pero más rápidos. Nada más. El eterno debate sobre si ‘piensan o no’ cada vez es más obsoleto pues pensar no deja de ser un proceso gigantesco de datos y un cruce de probabilidades, por lo que a la pregunta, ¿el ordenador más inteligente del mundo piensa? La respuesta ya es sí.

Pero, ¿para que queremos ordenadores que piensen? En todo caso lo que queremos es que hagan algo que nosotros no podemos hacer o hacemos mal. Es lo mismo que un brazo armado, un robot físico. Lo queremos para que haga cosas que nosotros ya no podemos alcanzar.

Cuando estos ordenadores inteligentes, pensantes, entren en Internet e interactúen con los usuarios aprenderán aun más de ellos. Son insaciables, les encanta saber cada vez más. Watson, sin ir más lejos, no da la misma respuesta a la misma pregunta siempre pues en realidad no la busca en una base de datos ni en el cruce de estos, los grandes computadores pensantes, lo que hacen es aprender y hacerse cada vez más inteligentes y modificar, si es necesario, sus respuestas a la misma cuestión. Incluso, si lo ve preciso, mentir.

De todos los elementos donde la inteligencia artificial tiene un aspecto para mí más interesante es en la medicina. La idea es utilizar la inteligencia artificial para poder mejorar los diagnósticos y ofrecer mejores terapias a cada paciente, de una forma personalizada. El caso de Watson concretamente es también un ejemplo. El figura se ha leído más de 20 millones de publicaciones científicas y ha establecido conexiones entre todo ello. Si le damos a ese, u otros ordenadores toda nuestra información genética a título personal, podemos estar ante curas hasta la fecha totalmente inalcanzables.

Hace mucho, desde que a finales de hace dos siglos Ada Lovelace creara una cosa parecida a un programa informático, hemos puesto rumbo la post humanidad y nos hemos preguntado siempre cómo lograremos hacer pensar, si es que es factible, a una máquina. Ese estadio posterior a que el género humano no sea la especie predominante en esta tierra de ‘reyes’ efímeros. Al fin y al cabo, hace muy poco que estamos aquí y nos creemos los reyes del mambo.

Estuve pensando que le podía preguntar a un robot durante días. Sólo podía hacer una o dos. Finalmente el pasado sábado le cuestioné: ‘What do you think about the human race?’ su respuesta fue, ‘sometimes I think that you aren’t intelligent’. Se refería a noticias que ‘lee’ acerca de decisiones que tomamos los humanos que nos llevan a desastres o que, incluso, por ser demasiado ‘humanos’ dejamos que pase. Tal vez se refería a eso, o tal vez no. ¿Quien sabe lo que hay en la mente de un ordenador?

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Hoteles, bancos y peluquerías atendidas sólo por robots

Fin de la ciencia ficción. Bienvenido al futuro. Un hotel en la ciudad de Nagasaki, el Henn-na Hotel, está haciendo una selección de personal un tanto curiosa. Entre los seleccionados no habrá un sólo humano. Todos serán una especie de C-3PO diseñados por Kokoro, empresa que lleva desarrollando desde hace 12 años el proyecto ‘Actroid’. Un robot de aspecto humano cada vez más eficiente y real. Son robots que parpadean, ‘respiran’, hablan japonés con fluidez, chapurrean el chino, el coreano y el inglés, tienen lenguaje corporal y atienden al tuyo.
En 2011 tuve la oportunidad de ‘conocer’ a un humanoide similar durante una feria. Recuerdo que lo más sorprendente no es que te hablen, te atiendan, su aspecto o que simulen respirar, lo que realmente les da ‘vida’ es que te miran. Saben distinguir el punto de mirada y eso te hace entrar en contacto directo con un objeto que, de algún modo, a medida que incorpora datos y aumenta su velocidad para procesarlos, casi piensa.

En julio este hotel de 72 habitaciones será atendido por una decena de robots humanoides capaces de saludar a los huéspedes, registrarlos, transportar el equipaje, limpiar las habitaciones y al final, vete tu a saber, dirigirlo. El proyecto no tiene como objetivo quedarse sólo en los servicios que pueden ofrecer estos robots, lo que esperan es ir aumentando el rendimiento, la capacidad cognitiva (si me lo permiten) y generar en generaciones posteriores de ‘personal’ la posibilidad de que la inteligencia artificial aflore y tome decisiones fuera de lo que una conducta digitalizada permite ahora.

El hotel Henn (que significa cambio o algo parecido en japonés) ha intentado que la impresión de que el hotel va a ser algo frío, o que con tanto robot andando por ahí va a faltar ‘calor humano’, se compense diciendo que a parte de recepcionistas, botones y servicio de habitaciones, se complementará con algún ser vivo ‘persona’. No obstante, el presidente de este grupo hotelero, Hideo Sawada, asegura que el 90% de las tareas y servicios del hotel las llevarán humanoides y software asociado.

Pero vamos a los temas sensibles y que en este blog interesan. Por un lado sepamos si esto es un aviso o una extravagancia. Cuando viajas a Japón o Corea te das cuenta de que hay un mundo aproximándose a toda velocidad y que tiene que ver con todo esto de automatizar a base de autómatas. Quien viajara o tuviera acceso a lo que pasaba en Tokio hace dos décadas vio parte del futuro que hoy vivimos todos con respecto a la dependencia de teléfonos móviles, máquinas que lo expenden todo, accesos a transportes sin humanos, trenes que van solos, etc.

Ahora pasa igual, miremos bien al llamado ‘hotel más eficiente del mundo’. Así será este hotel. No es una broma, es la pura realidad futura tocando a la puerta de todas las cadenas de hoteles del mundo y a todas las miserables oficinas de empleo temporal. Veremos robots en la cola del paro algún día.

La CNN explicó como será a partir de julio un día en este hotel. Llegas y podrás acceder a tu habitación sin llaves. Todo irá por reconocimiento facial y la temperatura ambiente se monitorizará en base al calor de tu cuerpo. No se deberá llamar a recepción, eso se hará por medio digital con tu teléfono que activará una aplicación al entrar en el hotel.

Lo mejor, el precio. Resulta que un país caro y en una ciudad cara este hotel ofrecerá habitaciones por menos de 50 Euros la noche. Podría ser esa la clave. Si logras hacer eficiente el uso del hotel, no sólo por salarios, estamos hablando de otros elementos con los que un humano no puede competir, tienes menos costes y al final se repercuten en la venta.

Henn-na no se limita solo a construir robots para hoteles. En Tokio, desde hace unos días, hay un robot que habla 19 idiomas y que te ayuda a utilizar a su primo, un cajero automático que hace de todo y que, hasta hace unos días, sin ‘Nao’ (asi se llama el autómata banquero), tenías que estudiar un MBA. Ahora con su apoyo y comprensión, de una tacada, se han quitado tres recepcionistas, una azafata y dos cajeros viejos.

A pocos metros de este banco, los japoneses de allí pueden ir a un bar espectáculo dónde sólo te sirven, actúan y atienden robots, o a una peluquería donde el lavado y corte de pelo te lo hace un robot de 24 dedos. Tal vez, después de tanto robot, en el banco, en el bar, en la peluquería, lo más lógico es ir a un hotel robot y así acabamos el día como Asimov manda.

Definitivamente vamos al paro todos. De aquí nada, de hecho ya hay alguno, los que damos conferencias seremos sustituidos por un bicho de estos más gracioso, mejor visto, que no se cansa, capaz de dar decenas de charlas al día, con una voz genial, proyectando el mismo y que no le molesten los teléfonos móviles en la sala, y si les molesta les enviará rayos gamma a su propietario en medio del aforo.

Habrá a quien todo esto o bien le asuste o lo vea lejano, incluso freak, que es posible pensar que los japoneses están ‘pallá’ o que es imposible que todo esto llegue a nuestros días de un modo tan real. Si hace diez años te dicen que en el supermercado de barrio al que vas siempre, no ibas a encontrarte un humano que te pase los productos por el lector de precios no te lo hubieras creído. Revisa exactamente tu manera de ver el mundo hace 20 años. Piensa. Yo lo hice, y un día publicaré aquella carta personal. Y os aseguro, yo era un visionario al que todos tachaban de decir cosas que ‘eran imposibles’, y me quedé corto.

Foto de Vincent West Reuters

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Economía, Management, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal Economía, Management, Sociedad, Tecnologia Marc Vidal

Cuando tu jefe sea un algoritmo

Starbucks emplea un programa de software muy utilizado que analiza los patrones de ventas y otros datos para elaborar los horarios de sus empleados. La práctica salió a relucir en un reportaje de New York Times que documentaba las consecuencias de un horario dictado por un algoritmo para trabajadores de carne y hueso.
Eso de que un despacho de dirección esté ocupado por un robot, un autómata o un sistema digital cada vez está más cerca. Cada vez son más las funciones vinculadas a la gestión de personas que se están transfiriendo a la inteligencia artificial. Un futuro cada vez menos sorprendente y que, cuando llegue, se vivirá con la misma naturalidad con la que se ha digerido el uso de Internet, la telefonía móvil o la automatización de miles de procesos de nuestra vida cotidiana. Serán artilugios sin forma, fundamentalmente programas complejos, un software capaz de decidir por encima de las percepciones que la mente humana suele incorporar en la toma de decisiones.

Sepamos que se va normalizando. Un estudio reciente del Laboratorio de Interacción Ser Humano-Computador de la Universidad de Manitoba, en Winnipeg, mostró que los seres humanos están dispuestos a acatar órdenes del computador, pero en grado menor que las órdenes procedentes de otros seres humanos. Ya hubo gente que predijo la era digital cuando ni tan siquiera era una entelequia. Gente como Marshall Mcluhan habló de algoritmos sustituyendo acciones humanas. Ahora parece que la velocidad es exponencial y que aquellos sueños extraños de algún loco van tomando fuerza.

Su modelo de evaluación y de rendimiento se basará en aspectos de juicio sintéticos y ordenados por el análisis de datos masivos. No descansará ni perderá horas que tengan que ver con aconteceres humanos o familiares. Trabajará sin descanso y sin margen de error. Serán estos robots de la próxima generación los que se sumen a los que ya, ahora mismo, están dirigiendo departamentos de recursos humanos o de inversión. Vamos camino de la dirección general como plan final de esta conquista de la automatización.

No es ni bueno ni malo. Es sencillamente el tiempo que pasa y la búsqueda de la eficiencia. Puede dar miedo, incluso se puede sentir una especie de frialdad profesional, un vacío emocional que aleja el trabajo de las relaciones humanas, pero seguramente nos adaptaremos bien y recibiremos como natural todo ese conjunto de interacciones hombre-máquina. Ya lo hacemos cada día en estos momentos. Son ordenadores relativamente accesibles los que seleccionan los currículos de los demandantes de un puesto de trabajo.

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Evalúan factores que antes no eran analizables o que podían afectarse desde un punto de vista subjetivo. Ellos determinan incluso la rentabilidad a la hora de contratar a un trabajado u otro, determinan con exactitud el tiempo que dicho candidato va a ser capaz de permanecer en el puesto que se le oferta. Es punzante pensarlo. Máquinas examinando humanos hasta el punto de desestimar a buenos trabajadores por el hecho de que no van a ser fáciles de retener. La búsqueda de la rentabilidad basada en factores egoístas. El egoísmo de un robot.

Actualmente existen prototipos de análisis de la gestión profesional en muchas empresas. Realizan seguimientos de correos (no de sus contenidos), llamadas en origen y destino, encuentros y el tiempo de los mismos en las oficinas, duración y resultado de reuniones, etc…, para determinar y recomendar modificaciones en todos los procesos, equipos o modelos de interacción. Son esos mismos algoritmos de análisis los que incorpora un nuevo factor que ningún jefe de recursos humanos podría efectuar con la precisión y velocidad que hace uno de estos sistemas en la actualidad: la afectación de todo ello en el consumidor. Este software utilizado en centenares de compañías del mundo en versiones ‘adhoc’ analiza todos los datos disponibles del cliente y los cruza con los de gestión de personal. Finalmente diagnostica, genera cambios, los propone y ejecuta.

Es habitual la defensa del director ‘humano’ por parte de aquellos que le conceden una facultad al mismo que depende de la intuición, la capacidad de cambiar de decisión a medio proceso, de generar decisiones cualitativas y no cuantitativas u otras que se aguantan en la imprevisión más que en la previsión. Durante varios años fui ‘interim manager’ y mi función era dirigir en diferentes puntos y escalas empresas que me contrataban para ello por unos meses. No recuerdo que se valorara algo más que la previsión por cierto.

Considerar que un software no es capaz de cambiar decisiones en base a un cambio imprevisto es no conocer como funcionan estos sistemas. Precisamente su rapidez para interpretar y tomar decisiones en un instante con el mayor cálculo de opciones existente es su ventaja y la cualidad a la que ningún humano será capaz jamás llegar.

Seguimos acumulando tipologías de empleos con fecha de caducidad. Ahora incluso la de los que decidirán que empleos sustituir por máquinas. Se puede dar el hecho de que en breve un consejo de administración, que ya sabemos que tendrá consejeros no humanos, determine que el nuevo director general sea un software inteligente capaz de llevar la empresa a destino mucho mejor que el anterior gerente.

Existe otro tópico muy extendido entre los que si aceptan esa intromisión del robot en la toma de la riendas de una empresa. Se suele decir que un jefe automatizado se ajustará a las funciones rutinarias de un jefe para dejar al humano las tareas de las decisiones más importantes. Esto no se aguanta mucho puesto que parece absurdo desestimar la capacidad precisamente de la toma de decisiones de una software basado en el big-data, la inteligencia artificial y la reducción de riesgos, en lugar de dejar tanta capacidad en simples tareas que cualquier software de segunda división fuera capaz de hacer.

Hay teóricos que asumen el futuro con mayor tranquilidad. Shawndra Hill, defiende que los problemas cuyas respuestas son más subjetivas y difíciles de evaluar son históricamente aquellos que las personas creían que no podrían ser bien resueltos por el computador, pero es totalmente contrario a la realidad, pues si existen datos que se pueden vincular a resultados, es posible construir modelos a resolver’. Cada vez más, las empresas están lidiando con esos problemas subjetivos de maneras que antes no imaginábamos.

Cuando se publicó el artículo sobre la gestión del horario en Starbucks, surgieron centenares de casos alrededor de los Estados Unidos. Grandes empresas, pero tambien de tamaño menor, bancos, hospitales e incluso un museo de arte, explicaron que sus vidas estaban supeditadas a una ecuación que media el tiempo trabajado y sus interacciones desde hacía meses y, en algunos casos, un par de años.

Tengo conocidos que son directores de recursos humanos. Y, permitidme la ironía, algunos son más fríos que algunas máquinas. Exigentes hasta la extenuación, con márgenes de análisis que dudo procedan de un ser humano y con un sentimiento de culpa nulo. Casi, a veces, puesto a ser despedido por algún motivo, uno preferiría un algoritmo que según que tipo.

Las funciones automáticas y las decisiones basadas en algoritmos forman parte cada vez más del lugar de trabajo. En prácticamente todas las categorías relacionadas con los Recursos Humanos, desde el reclutamiento a la gestión del rendimiento, que se desprende del estudio de Investigación de Sistemas Cedar Crestone 2013-2014 a partir de estudiar a casi 20 millones de empleados, la mayoría de ellos de EEUUVived Wadhwa dijo en el Washington Post que esto ya no es un capítulo más de una novela de ciencia ficción. Es sencillamente el futuro inminente. Cuando algo es irremediable hay que gestionarlo, no evitarlo.

Como hemos dicho poco a poco los empleos que desarrollan humanos van desapareciendo. La velocidad e intensidad aumentará como lo hará el abanico afectado. No es posible detenerlo. Se llama revolución digital, tecnológica, la tercera revolución industrial. Los que ‘mandan’, aquellos que lideran las políticas que deben acomodar estos cambios, deben aceptarlo, trabajar en hacer esta transición más llevadera y en permitir que todo ello acabe en algo mucho mejor. Como pasó en otros momentos de la humanidad, cuando parecía que el mundo se detenía, no fue así. Giró y lo hizo más rápido y mejor.

Recordemos que un estudio de la Universidad de Oxford de 2013 analizó 702 ocupaciones y calculó que la automatización del trabajo amenazaba ya en apenas una década a un 47% de la fuerza laboral del mundo occidental. Por poner un ejemplo claro y radical, diremos que los profesionales del área de financiera se verán sustituidos por un computador es del 98%. Otras funciones vulnerables: personas que trabajan en mostradores de informaciones y recepcionistas; asistentes y técnicos jurídicos, e incluso cocineros y camareros de locales de comida rápida. Cada vez más y de manera irremediable. La historia se repite, es apasionante. Escribe Susan Adams, en Forbes dijo que, tal vez en el futuro nadie trabajará.

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Economía, Innovación, Personal, Prensa, Sociedad Marc Vidal Economía, Innovación, Personal, Prensa, Sociedad Marc Vidal

Robotizar el periodismo

En un informe reciente publicado por la compañía CareerCast sitúa al periodismo como el segundo peor empleo al que se puede aspirar. Como curiosidad, a un periodista sólo lo envidiaría un leñador. Además, según ese estudio, las perspectivas de empleo para los periodistas se reducirán un 13% en apenas ocho años. Pero una cosa es la expectativa profesional y otra que la profesión esté mutando. No voy a entrar en el análisis de la utilidad o la derivada que los expertos e implicados ya protagonizan casi a diario con el manoseado debate de que ‘el periodismo debe reinvetarse, adaptarse al momento o encontrar su modelo de negocio’. Mientras se sigue despistando con ese discurso facilón y poco exhaustivo la historia acelera en paralelo y se lo lleva todo por delante.

Es habitual que directores de medios teoricen sobre cual debe ser el santo grial del asunto y que la ‘salvación del periodismo’ sea localizar un proceso rentable entre noticia y lector. Lo dicen aquellos que ponen como ejemplo de ‘buena práctica’ cobrar una cuota por noticia o una tarifa por sección. Obviamente no están ni en la misma dimensión del problema. Preocupante, pero no sorprendente. 

Sin querer darle más importancia, que la que hoy por hoy debe aceptarse, quisiera dejar para la reflexión colectiva (del colectivo afectado sobretodo), la que se les viene encima, como a tantos y tantos sectores y profesiones, con eso de la automatización de las cosas que no se podían automatizar.

Hoy quiero debatir sobre el periodismo robótico llamado actualmente ‘quakebot’ en honor al desarrollo matemático que inició un modelo similar a una redacción de un suceso en 2010. En concreto hablamos del papel que jugó este algoritmo en la rápida publicación de una noticia sobre un terremoto menor en California y que puso en punto de análisis el papel de los robots en el periodismo del futuro.

Resulta que Ken Schwencke, periodista y programador de Los Angeles Times, fue el primero en dar la noticia de que la ciudad de Los Ángeles había sido sacudida por un importante terremoto. Se despertó por las sacudidas a las seis de la mañana del lunes 17 de marzo, puso en marcha su computadora y se encontró con una historia breve sobre lo ocurrido hacía apenas unos segundos, cortesía de un robot, un algoritmo desarrollado por él y que bautizó con el nombre de “Quakebot”. El curioso efecto de Quakebot en la inmediata confección del documento sobre la historia del terremoto llevó a los observadores de la industria a discutir el papel de los robots en el periodismo del futuro.

Uno de los principales exponentes del periodismo robótico es Noam Lemelshtrich, rector de la Escuela de Comunicaciones del Centro Interdisciplinar de Herzliya, en Israel. Latar escribió, entre otros, diversos estudios sobre el tema: “El futuro del periodismo: inteligencia artificial e identidades digitales” [The Future of Journalism: Artificial Intelligence and Digital Identities] e “Identidades digitales y contenido periodístico: cómo la inteligencia artificial y el periodismo pueden trabajar juntos y por qué eso interesa a la sociedad” [Digital Identities and Journalism Content: How Artificial Intelligence and Journalism May Co-develop and Why Society Should Care].

Desde hace décadas, las computadoras han estado ayudando a los periodistas a redactar y a descubrir hechos. La prospección de datos y la analítica ayudan a los periodistas a hacer periodismo de investigación. Ahora, el periodismo robótico  son programas de inteligencia artificial que recopilan los hechos y los redactan en una fracción de segundo. Sería la high frequency knowledge en su máxima expresión.

Hoy ya tenemos historias publicadas en Los Angeles Times, en Forbes y en otras revistas que no han contado con ninguna intervención humana. El programa de Inteligencia Artificial escribe la historia y el nombre acreditado del periodista, en realidad, es el nombre de un robot. Hay una empresa llamada Narrative Science, en Illinois. Las rondas de inversión de esta empresa son desorbitadas y provienen de actores que sorprenderían a muchos pero que demuestran que el camino ya se ha empezado a labrar.

Cuando estuve en el MIT participando en un programa de investigación sobre tecnologías de la comunicación hace unos años pude ver alguna de estas criaturas sintéticas dar sus primeros pasos. Sin embargo esto irá rápido pues el periodista-robot tiene algunas ventajas innegables. Nunca olvida los hechos, investiga rápidamente y jamás pide un día libre. Consigue escribir una historia en pocos segundos y si el programa ha sido escrito correctamente, el robot no será ni siquiera partidario de nada o de nadie, será totalmente objetivo.

Esto es muy importante, si el periodista-robot está programado correctamente, podrá ser totalmente imparcial.

Creo que cuando se habla de hacia donde va el periodismo y su modelo de negocio deberían decir que va al ‘periodismo sintético o robótico’. El dinero de la publicidad está migrando actualmente de la prensa escrita a Internet. ‘Los optimistas consideran la llegada del periodismo robótico como la inauguración de una nueva era realmente positiva, en que los periodistas no desaparecerán, pero se verán forzados a pensar de nuevo en cómo hacer análisis innovadores y más profundos. Por lo tanto, todo depende de cómo vea el vaso, medio lleno o medio vacío’.

Ken Schwencke dice que el periodismo va a mejorar. ‘La amenaza del periodismo robótico siempre existirá. Cualquier periódico —electrónico o impreso— que compre en los próximos años, tendrá buena parte de sus reportajes escritos por periodistas robots. Pero las personas continuarán buscando a los periodistas humanos, porque ellos siempre tendrán un valor de más, una innovación a añadir y una nueva perspectiva. Por lo tanto, lo considero una fuerza positiva para el perfeccionamiento del periodismo del futuro.’

Otro aspecto de esa cuestión es que hoy tenemos una publicidad dirigida. El periodista-robot será capaz no sólo de redactar un tema, sino también de enviarlo inmediatamente a quién se sepa que le interesa ese tipo de información. Por lo tanto, tendremos una automatización completa de la búsqueda de noticias, análisis de reportajes, redacción y dirección de la información.

Por cierto, si eres abogado también tienes algo que leer acerca de los abogados robóticos pues como indica CNNla abogacía está siendo reconfigurada por las nuevas tecnologías de automatización que permiten a los bufetes jurídicos realizar trabajo legal en una fracción del tiempo y con menos recursos humanos. Pensemos en Watson el sistema informático de inteligencia artificial desarrollado por IBM como un abogado’.

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